El Movimiento Obrero en España: Anarquismo y Socialismo durante la Restauración

El Movimiento Obrero en España: Anarquismo y Socialismo

El Anarquismo en España

La penetración de las ideas anarquistas de Bakunin es deudora del viaje de propaganda del napolitano G. Fanelli a fines de 1868. Fruto de este viaje fue la creación de la Federación de Trabajadores de la Región Española (1870), integrada en la I Internacional.

La ruptura entre anarquistas y socialistas en el seno de la I Internacional en 1872 se materializó en España en el Congreso de Zaragoza, celebrado ese mismo año. En ese momento, el movimiento obrero español optó mayoritariamente por la tendencia anarquista, que se acentuó con fuerza en el litoral mediterráneo, Barcelona y las provincias de la baja Andalucía.

En 1874, la Comisión Federal Anarquista hubo de refugiarse en la clandestinidad e incluyó la posibilidad de organizar una inminente acción revolucionaria para liquidar al Estado. Esto provocó una radicalización revolucionaria, que se vio plasmada en el aumento de la violencia campesina y de los atentados terroristas. Muestra de esto último fueron los atentados que sufrió Alfonso XII en 1878 y 1879.

Este fue su planteamiento hasta 1881, cuando Sagasta permitió que el anarquismo retornara a la legalidad, facilitando la actuación del movimiento obrero, sobre todo a partir de la Ley de Asociaciones.

En este nuevo marco político, los anarquistas catalanes y los grupos campesinos andaluces de la Unión de Trabajadores del Campo se reunieron en el Congreso celebrado en Barcelona en 1881 para crear la FTRE (Federación de Trabajadores de la Región Española). Su objetivo era crear un sindicato para defender por medios legales al proletariado y sus ideas sindicalistas.

Ya entonces se advirtieron dos corrientes internas en su seno: una partidaria de la huelga general, impulsada por los sectores urbanos e industriales catalán y madrileño; y otra, defensora de la acción violenta, asentada sobre todo en el solar andaluz, haciéndose notar esta última en los acontecimientos de Jerez (1892), el atentado contra Martínez Campos (1893), la explosión de una bomba en el Liceo de Barcelona (1893), el asesinato de Cánovas del Castillo (1897), etc.

El Socialismo Español

La penetración en España de las diferentes corrientes del pensamiento socialista se inició con la aparición de los primeros brotes de socialismo utópico. Las ideas de Fourier son las primeras que aparecen, entre 1835 y 1838, en las páginas de El Vapor de Barcelona. Sin embargo, será en Cádiz y las poblaciones vecinas donde estas ideas alcancen mayor éxito, gracias a la labor de Joaquín Abreu. Por los mismos años llegan a Barcelona las ideas comunistas de Cabet. A partir de mediados de siglo, se introdujo el republicanismo como un nuevo elemento en la marcha del movimiento obrero español. La recepción del marxismo se produjo con ocasión de la llegada de P. Lafargue a comienzos de los años 70, centrando su labor en la formación de la Nueva Federación Madrileña y de la Federación de la Región Española, adoptando los principios del marxismo.

En España, el movimiento obrero había sido esencialmente anarquista. En 1874, las ideas de Marx se reducían a pequeños núcleos de agricultores. Esta situación comenzó a cambiar en 1879, cuando Pablo Iglesias fundaba en Madrid el PSOE, cuya ideología marxista se divulgó a partir de 1886 a través del periódico El Socialista.

En 1888 surgió en Barcelona el sindicato socialista de la UGT (Unión General de Trabajadores). Desde entonces, partido y sindicato se institucionalizaron y perfeccionaron, imponiéndose una clara distinción entre el partido, aspirante al ejercicio del poder, y el sindicato, volcado en la defensa de los trabajadores.

Tanto el partido como el sindicato fueron ganando apoyos en las grandes ciudades y núcleos industriales de Madrid, Asturias, Bilbao y Barcelona. El socialismo español, siguiendo tácticas marxistas, trató de influir mediante:

  • Huelgas y manifestaciones organizadas por la UGT.
  • La participación en la vida política mediante el partido.

Desde 1890, al igual que los anarquistas, los socialistas se manifestaron el Primero de Mayo, organizando movimientos huelguísticos. El primer resultado positivo vino con la reducción de la jornada laboral a 10 horas y el aumento de los salarios en Cataluña. En 1894, el PSOE concentró sus esfuerzos en la política electoral y no admitió ninguna colaboración con los partidos burgueses. Tras obtener escasos resultados, a principios del siglo XX se inició la colaboración con los republicanos, lo que supuso un importante crecimiento numérico en sus filas.

En 1910, el líder de los socialistas, Pablo Iglesias, logró un acta para el Congreso de los Diputados. La imposibilidad de una acción en común con los anarquistas se consumó en 1911, cuando estos últimos fundaron la Confederación Nacional del Trabajo (CNT).

La Iglesia y el Movimiento Obrero

Las relaciones entre la Iglesia y el movimiento obrero durante la Restauración coincidieron con un cambio en la doctrina social de la Iglesia, que encontró en la Rerum Novarum (1891) su formulación más elaborada. Si bien se reiteraban las condenas del liberalismo y del socialismo, se reconocía el derecho natural a la propiedad privada, el derecho del obrero a un sueldo digno y el asociacionismo como un derecho para la defensa de sus intereses. Su aspecto más novedoso radicaba en la denuncia de los abusos del capitalismo.

En España, este documento no tuvo la repercusión que en otros países católicos de Europa, como Bélgica, Francia o Italia.

Sin embargo, no faltaron los esfuerzos de católicos comprometidos como el Padre Antonio Vicent, fundador del primer Círculo Católico Obrero en 1894, que ejerció una destacada labor en regiones agrícolas con predominio de medianos propietarios.