El Proceso Histórico de Hispania: Romanización, Reino Visigodo y Al-Ándalus (Siglos III a.C. – XV d.C.)

La Hispania Romana: Conquista y Romanización

En el siglo III a.C., a finales de la Edad del Hierro, la Península Ibérica estaba dividida entre los pueblos prerromanos: celtas, celtíberos e iberos. En este contexto, el Imperio cartaginés, que ocupó el vacío fenicio, inició su expansión por el sur peninsular al mando de Amílcar Barca. Se quebrantó el Tratado del Ebro (226 a.C.) que establecía el río como límite entre las zonas de influencia cartaginesa (sur) y romana (norte). Así chocaron con los intereses de Roma, por la hegemonía en el mar Mediterráneo, dando lugar a la II Guerra Púnica (218-201 a.C.). Este conflicto tuvo como protagonistas a Aníbal por el bando cartaginés y a Escipión el Africano por Roma.

Fases de la Conquista Romana

La final victoria romana supuso el inicio de la primera fase de su conquista, dominando el territorio iberopúnico.

  • Segunda fase (siglo II a.C.): Roma se centró en romanizar este territorio y en continuar su expansión sobre los celtíberos y lusitanos. Así tuvieron lugar las guerras celtíberas, en las que destacó el final asedio de Numancia en el 133 a.C.; y las guerras lusitanas, contra el líder Viriato, traicionado en el 139 a.C.
  • Tercera fase (siglo I a.C.): Roma se centró en continuar la romanización de los territorios conquistados mientras se extendía en Galaecia y Baleares. Si bien, hubo una pausa en la conquista, pues la Península Ibérica se convirtió en escenario de las guerras civiles por el poder, por ejemplo, entre Pompeyo y Julio César.
  • Cuarta fase (final de la conquista): Se produjo con las guerras cántabro-astures (29-19 a.C.), promovidas por el emperador Augusto. Así, la Península Ibérica se convirtió en la Hispania romana.

El Proceso de Romanización

Durante este periodo, en los territorios conquistados se desarrolló la romanización. Supuso la asimilación de la cultura romana por los pueblos prerromanos, adoptando el latín, el derecho romano, la sociedad esclavista romana, su religión —primero el panteón romano y luego el cristianismo—, la vida urbana, su ingeniería, arquitectura y arte.

  • El Edicto de Vespasiano (74 d.C.) reconoció a todas las ciudades hispanas como municipios latinos.
  • El Edicto de Caracalla (212 d.C.) otorgó la ciudadanía a todos los habitantes libres del Imperio.

La romanización supuso principalmente la integración de Hispania dentro de las rutas de explotación y comercio de Roma, conectada por las calzadas romanas. Precisamente la explotación de las materias primas de la península (minería) había sido el motivo principal de la conquista.

El Reino Visigodo de Toledo

Si bien, la romanización fue desigual, más intensa en el territorio del Mediterráneo y escasa en el norte. En el siglo IV, el Imperio romano de Occidente estaba en plena crisis debido a las luchas internas por el poder y la crisis económica. Roma descuidó sus fronteras y se sucedieron las invasiones de los pueblos germanos. En este contexto, Hispania fue invadida por suevos, vándalos y alanos. Entonces el emperador Honorio pactó con el rey de los visigodos para que les expulsara (418). A cambio, Roma les entregó la provincia de Aquitania, donde establecieron el reino visigodo de Tolosa. Con la caída del Imperio romano de Occidente en 476, los visigodos se extendieron en Hispania. Allí establecieron el reino visigodo de Toledo, tras perder en el 507 contra los francos en la batalla de Vouillé.

Consolidación del Reino Visigodo

El reino visigodo de Toledo se consolidó a través de tres unificaciones:

  1. Unificación territorial: Llevada a cabo por Leovigildo en el 586.
  2. Unificación religiosa: Realizada por Recaredo bajo el catolicismo en el 589 (III Concilio de Toledo).
  3. Unificación jurídica: Promulgada por Recesvinto en el 654 con el Fuero Juzgo.

Características Políticas y Sociales

Por otro lado, el reino visigodo a nivel político se caracterizaba por tener una monarquía electiva, de tal modo que los reyes eran elegidos por el Aula Regia (gabinete consultivo de notables). Asimismo, hubo una estrecha interdependencia entre el poder político y religioso, visible en los Concilios de Toledo.

A nivel económico y social, con la crisis de Roma se inició un proceso de ruralización. Así, asistimos a la transición al sistema feudal, donde la sociedad se organiza por vínculos de dependencia. Ante la amenaza de las invasiones y la crisis urbana, la gente se marchó al campo en busca de trabajo, sustento y la protección de los señores. Mientras la monarquía entregaba ciertas tierras a la aristocracia, a cambio de apoyo político y militar. Por su parte, esta aristocracia las entregaba a campesinos para su explotación, a cambio del pago de rentas. Los nobles debían proteger físicamente a los campesinos.

A inicios del siglo VIII, en plena expansión del Imperio islámico, el reino visigodo estaba dividido entre los partidarios de los sucesores de Witiza y los del rey Rodrigo. Los musulmanes aprovecharon las disputas sucesorias para llegar a la Península. Así, en el 711 con la batalla de Guadalete se inició la conquista musulmana de la Península Ibérica. Fue el fin del reino visigodo de Toledo y el comienzo del tiempo de Al-Ándalus.

Al-Ándalus: Dominio Islámico en la Península Ibérica

El comienzo de la Edad Media en España se asocia al declive del reino visigodo de Toledo y la expansión del Imperio islámico. Tras la consolidación del Islam en la Arabia del siglo VII con Mahoma, se forjó un imperio que se fue expandiendo desde la península arábiga por el Norte de África hasta la península ibérica. Los musulmanes aprovecharon la inestabilidad de la monarquía visigoda. Su conquista comenzó con la batalla de Guadalete en el 711 y se frenó con la batalla de Covadonga del 718 o del 722. Es el comienzo de Al-Ándalus, cuyas fases políticas son las siguientes:

Fases Políticas de Al-Ándalus

  1. Emirato Dependiente (718-756): Se estableció dependiente del califato omeya de Damasco. Su gobierno lo ejercía el emir, jefe político y militar, que dependía a nivel político y religioso de los califas omeyas.
  2. Emirato Independiente (756): Tras la purga de los omeyas en Oriente Próximo, el único descendiente vivo, Abderramán I, estableció en Al-Ándalus el emirato independiente. Si bien, seguía dependiendo a nivel religioso del califato abasí en Bagdad. Hubo cierto retroceso frente a los cristianos hasta la llegada de Abderramán II, que reorganizó y recuperó algunos territorios.
  3. Califato de Córdoba (929): Abderramán III proclamó el inicio del califato de Córdoba. Fue el periodo de mayor esplendor de Al-Ándalus, destacando el gobierno de Al-Hakam II. Le sucedió Hisham II, pero Almanzor ejercía el poder. A la muerte de Almanzor, se produjo la Fitna de Al-Ándalus. Fueron una serie de guerras civiles por el poder que llevaron al fin del califato en el 1031.
  4. Reinos de Taifas (1031-1085): Desde este momento, comienza el declive del poder islámico en la península. Ante la debilidad de las taifas, los reinos cristianos del Norte aprovecharon para expandirse e imponer tributos (parias) a los fragmentados reinos taifas, haciendo pactos y convirtiéndose en sus vasallos.
  5. Imperio Almorávide (1085-1147): Tras conquistar Toledo, los reinos cristianos fueron derrotados por los almorávides en la batalla de Sagrajas/Zalaca (1086), estableciéndose el Imperio almorávide en la península. Al-Ándalus se convirtió en provincia de su imperio, con capital en Marrakech y valores islámicos radicalizados. La crisis almorávide dio paso a unas segundas taifas y nueva fragmentación.
  6. Imperio Almohade (1195-1224): Posteriormente, la expansión bereber del Imperio almohade puso fin al dominio almorávide. Pero fueron derrotados por una coalición de los reinos cristianos en 1212 en la batalla de las Navas de Tolosa.

Tras esta victoria, los cristianos avanzaron por Andalucía, reduciendo las últimas y terceras taifas de Al-Ándalus al reino nazarí de Granada, fundado en 1238. Este reino sería el último reducto islámico peninsular hasta su conquista por los Reyes Católicos en 1492.

Sociedad, Economía y Cultura Andalusí

El periodo de Al-Ándalus aportó cambios sociales. Aunque los árabes y bereberes eran una minoría, la sociedad se islamizó. Muchos visigodos se convirtieron al Islam, son los muladíes. Aunque también hubo quien mantuvo su religión cristiana a cambio del pago de tributos, los mozárabes. Asimismo, la sociedad se arabizó tomando las costumbres, lengua, escritura, arte y conocimientos árabes. También destacó el auge de las ciudades, ya que el islam era una civilización urbana. Las ciudades andalusíes fueron de las más importantes de la Europa medieval; Córdoba superó el medio millón de habitantes.

En el ámbito económico, hubo un desarrollo de la agricultura de regadío, introduciendo nuevos cultivos como los cítricos. Además, hubo un auge del comercio internacional, pues Al-Ándalus formaba parte de las rutas comerciales del Imperio islámico, de la Europa cristiana y del Norte de África. Su unidad monetaria era el dinar de oro y el dirham de plata.

Por último, Al-Ándalus se convirtió en un referente cultural. Destacó la copia de las fuentes clásicas y la introducción de los números indoarábigos. En la filosofía fue clave Averroes con sus comentarios a Aristóteles, y en las ciencias Al-Idrisi con su Atlas y el astrónomo Azarquiel. Finalmente, un capítulo clave de su cultura fue el arte hispanomusulmán, con hitos como la Mezquita de Córdoba, el palacio de Medina Azahara en Córdoba, el Generalife y la Alhambra de Granada o la Aljafería de Zaragoza.

La Formación y Expansión de los Reinos Cristianos

Uno de los principales episodios de la historia de la Edad Media en España fue la formación de los reinos cristianos desde la batalla de Covadonga y la victoria del noble visigodo Don Pelayo sobre los musulmanes (718 ó 722) y su expansión sobre los dominios musulmanes hasta el siglo XIII. Este periodo se resume bajo el concepto controvertido de Reconquista. Aunque haga alusión a la recuperación del territorio peninsular por los reinos cristianos, más bien se trata de una justificación político-religiosa de la conquista de Al-Ándalus, al considerarse sucesores de los visigodos y defensores del catolicismo.

Sin embargo, se trata de un proceso más complejo en el que las ambiciones de los diversos reinos por tener más poder y territorios llevaron tanto a guerras como a alianzas entre los reinos cristianos, y entre estos y Al-Ándalus.

Fases de la Expansión Territorial

Fase 1: Formación de los Núcleos (Siglos VIII-X)

Se desarrolla en el norte de la península:

  • Núcleo Occidental: Se consolidó el reino de Asturias que, bajo el gobierno de Alfonso III, se expandió hasta el río Duero aprovechando la debilidad de los emires. Así, se ocupó el desierto poblacional del Duero y se trasladó la capital a León, convirtiéndose en el reino de León. Al estar apenas habitada, esta zona del Duero fue repoblada por presura. Es decir, los colonos ocuparon y roturaron las tierras directamente.
  • Núcleo Pirenaico: Como parte del Imperio Carolingio en Francia, en el noreste se definió la Marca Hispánica como frontera con Al-Ándalus. Estaba dividida en condados, entre los que destacan el condado de Aragón y los condados catalanes.

Posteriormente, en el siglo X se consolidó el reino de Pamplona/Navarra. También surge el condado de Castilla, independizado del reino de León con Fernán González. Sancho III el Mayor de Navarra logró controlar los condados de Castilla y Aragón, y será a su muerte (1035) cuando dichos condados se conviertan en el reino de Castilla y el reino de Aragón al pasar a sus hijos.

Fase 2: Avance sobre el Tajo y el Ebro (Siglos XI-XII)

Se desarrolló contra los reinos de taifas y los almorávides.

  • Castilla y León: Alfonso VI, rey de Castilla y León, conquistó Toledo (1085), incorporándose el valle del Tajo al reino de Castilla. En el valle del Tajo la repoblación se llevó a cabo por las órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara.
  • Aragón y Cataluña: Alfonso I de Aragón expandió el reino de Aragón hasta el valle del Ebro y Zaragoza. Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona y señor de los Condados Catalanes, vinculó su territorio a Aragón (1137) al casar con Petronila, hija de Ramiro II el Monje, rey aragonés sin sucesión masculina.

La repoblación en Aragón, Valencia y Murcia fue por repartimiento, es decir, se entregaron a los conquistadores las tierras y casas de los vencidos. Como consecuencia, se formarán en las ciudades morerías y juderías, separando a la población por religión y cultura, muchas de sus propiedades arrebatadas.

Fase 3: La Gran Expansión (Siglo XIII)

Tuvo lugar en la primera mitad del siglo XIII. La victoria de la coalición cristiana contra los almohades en la batalla de las Navas de Tolosa (1212) supuso el dominio del valle del Guadiana.

  • Corona de Castilla: Fernando III unió definitivamente Castilla y León y dirigió la conquista del sur de Extremadura y de Andalucía. Su sucesor, Alfonso X, culminó el dominio del Guadalquivir.
  • Corona de Aragón: Jaime I conquistó las Baleares y el reino taifa de Valencia.

La frontera entre Aragón y Castilla en el este peninsular se fijó por los tratados de Tudillén, Cazola y Almizra, quedando Murcia para Castilla y Alicante para Aragón-Valencia. Así, Al-Ándalus se redujo al reino nazarí de Granada en el siglo XIII. Estos nuevos territorios fueron de nuevo repoblados por repartimiento, entregando grandes latifundios a las órdenes militares y a la alta nobleza.

Organización Social y Económica de los Reinos Cristianos

Para finalizar, todo este proceso se desarrolló en una sociedad estamental que se regía por el feudalismo. Así, estaba dividida en tres estamentos con funciones específicas:

  • La nobleza, formada por guerreros que debían proteger a la sociedad.
  • El clero, encargado de rezar para salvar las almas.
  • El Tercer Estado, que producía alimentos y útiles con su trabajo.

Su organización se basaba en vínculos de fidelidad y dependencia:

  • Vasallaje: Entre la monarquía y la nobleza, o entre nobles. El vasallo recibía un feudo a cambio de dar apoyo político y militar.
  • Encomienda: Entre estos señores feudales y el campesinado, de tal modo que se les daba protección, justicia y se les asignaban tierras para explotarlas a cambio del pago de una renta.

Finalmente, el gobierno del reino estaba a cargo de la monarquía, con el apoyo de un consejo real. Sin embargo, con el desarrollo de las ciudades, la burguesía se integró en estos consejos dando lugar a las Cortes. En 1188 Alfonso IX de León creó las primeras de Europa, materializando la relación entre el rey y el reino representado exclusivamente por la élite de la población. En cuanto a la economía, la agricultura era la base, y más especialmente en Castilla tenemos la ganadería con el Honrado Concejo de la Mesta (1273) y en Aragón el comercio con el Mediterráneo.