El Reinado Efectivo de Isabel II (1843-1868)
María Isabel Luisa fue hija de Fernando VII y de su cuarta esposa, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias. Isabel asumió el trono de España el 29 de septiembre de 1833, tras la muerte de su padre, cuando ella tenía menos de tres años de edad. Su nacimiento y posterior ascensión al trono provocaron el inicio de un largo conflicto, pues su tío, Carlos María Isidro de Borbón, hasta entonces primero en la sucesión a la corona, no aceptó que Isabel fuera nombrada primero Princesa de Asturias y luego Reina.
Durante los primeros años de su reinado, mientras Isabel era una niña, la regencia la asumió su madre hasta 1840. En ese periodo tuvo lugar la Primera Guerra Carlista (1833-1840). Desde 1840 y hasta 1843 fue Regente el general Espartero, quien finalmente fue obligado a abandonar el cargo.
Con trece años, Isabel fue declarada mayor de edad. Se inicia así su reinado efectivo, dividido en tres etapas:
1. La Década Moderada (1844-1854)
Nada más ser declarada Isabel mayor de edad, Narváez, líder del partido moderado, fue designado presidente del Gobierno, iniciando el llamado Gobierno de los capaces.
El máximo interés de Narváez fue consolidar el Estado liberal; para ello, se tomaron las siguientes iniciativas:
A) La Constitución de 1845
- Vigencia: 1845-54 / 1856-68
- Carácter ideológico: conservador
- Soberanía: Cortes con el Rey
- Separación de poderes: sí
- Ejecutivo: Rey con el Consejo de Ministros
- Legislativo:
- Congreso: elegido por sufragio censitario.
- Senado: por nombramiento real (control total del Senado por parte de la Corona).
- Tipo de sufragio: censitario (1% de la población)
- Declaración de derechos: Sí, pero muy restringidos.
- Libertad de imprenta y de expresión, pero leyes posteriores las irían coartando mediante la censura.
- Derecho de reunión, muy controlado (se requería un permiso gubernativo previo para la celebración de la reunión) y la presencia de agentes del Gobierno en la misma.
- Esta Constitución sacrificaba las libertades individuales frente al orden.
B) Política centralista
El centralismo es un modelo de gobierno en el que las decisiones políticas se toman única y exclusivamente desde el Gobierno central sin atender a los requerimientos de regiones o instituciones periféricas. La política centralista se plasmó en la Administración central y en la reforma de las leyes fundamentales:
- La administración central: se convirtió en la base del Estado; para ello, se creó:
- La figura del gobernador civil como representante del Gobierno en cada una de las provincias.
- La Guardia Civil (1844), un cuerpo estatal encargado de mantener el orden público, con estructura militar pero con fines civiles (encargada de aplicar la ley y el orden esencialmente en el medio rural). Como medida complementaria, se suprimió la Milicia Nacional.
- El Banco de San Fernando, que obtuvo el monopolio de la emisión de moneda, con un gobernador designado por el Gobierno y la unificación de pesos y monedas.
- Reforma de leyes fundamentales:
- Ley de Ayuntamientos de 1845, que reforzaba el centralismo reservando al Gobierno el nombramiento de los alcaldes de las ciudades.
- El Código Penal de 1848, que perseguía el establecimiento de un sistema legal uniforme en todo el territorio nacional.
C) Reforma del sistema fiscal
La reforma del sistema fiscal de 1845, elaborada por Alejandro Mon, estableció un nuevo sistema fiscal más racional, eficaz y moderno que puso fin al enrevesado sistema impositivo del Antiguo Régimen. Se asentaron las bases de un verdadero sistema tributario liberal al establecerse dos impuestos fundamentales:
- La contribución territorial, aplicada a cada ciudadano de acuerdo con sus propiedades.
- El impuesto indirecto de consumos, que gravaba los productos de uso diario, medida que perjudicó a las clases más humildes.
D) Relaciones con la Iglesia
Las relaciones con la Iglesia se establecieron con el Concordato de 1851, que supuso el reconocimiento del catolicismo como religión única, obligándose el Estado a aportar una importante dotación económica destinada al culto. Las atribuciones de Iglesia y Estado quedaron reguladas por este Concordato.
La política estuvo dominada por una oligarquía integrada por grandes terratenientes, propietarios industriales, alta burguesía y parte del ejército. Todas las elecciones llevadas a cabo durante el reinado de Isabel II fueron preparadas por el Gobierno y ganadas por sus candidatos, por lo cual, a la oposición progresista solo le quedaba la alternativa del pronunciamiento para acceder al poder.
En 1846, el movimiento carlista se reavivó, iniciándose la Segunda Guerra Carlista (1846-1849), que no tuvo la repercusión de la primera. El mismo año del inicio de la guerra, la reina, que contaba por entonces con 16 años, contrajo matrimonio con su primo el infante don Francisco de Asís de Borbón, un hombre apocado y de poco carácter, que no iba a interferir en política. Entre otros candidatos para convertirse en esposo de la reina, se descartó al candidato carlista, el conde de Montemolín (hijo de Carlos María Isidro).
Desde finales de la década de los 40, comenzaron a aflorar problemas en el seno del partido Moderado que, unidos a los planteados por la oposición, acabarían por desgastarlo e inutilizarlo como fuerza política.
Entre estos problemas, el primero serio se planteó cuando Narváez, disconforme con la displicente actitud de sus partidarios, decidió retirarse. Ello constituyó un duro golpe para el moderantismo que, no obstante, trató de capearlo concediendo las riendas del Gobierno a otro moderado ilustre, Bravo Murillo (1851). Sin embargo, este, como administrador, llevó a cabo la labor más relevante de su época (fue el primer Gobierno español que publicó las cuentas del Estado y dio un impulso extraordinario a la red de ferrocarriles y a las obras del canal de Isabel II) y, como político, logró reanudar las relaciones con la Santa Sede, que habían quedado rotas con Espartero (Concordato de 1851). Fracasó de modo rotundo al intentar imponer un régimen autoritario. A su caída (1852), su partido se halló tremendamente desgastado, a la par que muy desprestigiado entre sus adversarios, también por la salida a la luz pública de algunos escándalos financieros.
2. El Bienio Progresista (1854-1856)
Tras diez años de gobierno moderado, la acción conjunta de progresistas, moderados puritanos (facción del partido moderado recelosa de la tendencia excesivamente conservadora que iba tomando el partido) y demócratas (republicanos partidarios del sufragio universal masculino) provocó el estallido de un levantamiento concretado en los siguientes hechos:
- El Manifiesto de Manzanares: en él, los moderados puritanos, capitaneados por un joven Cánovas del Castillo, pidieron “el cese de la camarilla que rodea a la reina, la rebaja de los impuestos y unas nuevas leyes electorales y de imprenta”.
- Las jornadas de julio: en las que se constituyeron Juntas en algunas ciudades, levantándose incluso barricadas en Madrid.
- El pronunciamiento de Vicálvaro (la famosa Vicalvarada) del general O’Donnell (moderado puritano) no resolvió la situación inicialmente. Pero la intervención a mediados de julio, a instancias de los progresistas, de importantes sectores del pueblo madrileño en favor de la revuelta (las jornadas de julio) acabó por obligar a Sartorius, conde de San Luis, entonces jefe de Gobierno, a dimitir. A continuación, con el fin de salvar la corona, Isabel II volvió a llamar a Espartero, que se había unido a los sublevados, y le encargó la formación de Gobierno.
Espartero, indiscutible líder de los progresistas, asumió la jefatura del Gobierno. Espartero y su Gobierno ampliaron las libertades políticas y la participación electoral, promoviendo el desarrollo económico (Ley General de Ferrocarriles) y la desamortización del ministro Pascual Madoz.
A diferencia de la de Mendizábal, la desamortización de Madoz fue esencialmente civil. Afectó especialmente a las tierras de los municipios y supuso la liquidación definitiva de la propiedad amortizada en España. A pesar de ello, sus resultados tampoco fueron muy positivos, ya que arruinó a muchos ayuntamientos que, entre otras cosas, estaban al cargo de la instrucción pública; no solucionó el problema de la deuda pública y perjudicó a los vecinos más pobres que se vieron privados del aprovechamiento libre de las tierras comunales. Las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz afectaron a una quinta parte del conjunto del suelo; a pesar de ello, lamentablemente, el atraso técnico y el desigual reparto de la propiedad de la tierra siguieron siendo problemas clave de la sociedad y la economía españolas.
Se elaboró una nueva Constitución, mucho más progresista, que nunca llegó a entrar en vigor, de ahí su nombre: la non nata (1856). El poder de los progresistas fue efímero, ya que en 1856 Espartero fue sustituido por O’Donnell, quien restableció la Constitución de 1845.
3. Fase Final del Reinado de Isabel II (1858-1868)
La última fase del reinado de Isabel II conoció la alternancia entre los gobiernos de la Unión Liberal de O’Donnell (1858-1863) y del partido moderado de Narváez (1863-1868).
La Unión Liberal fue un partido político de la segunda mitad del siglo XIX fundado por Leopoldo O’Donnell en 1858 con la intención de aglutinar en torno a sí a los moderados puritanos y a los progresistas menos exaltados (es un partido que está a medio camino entre el partido moderado y el progresista). El origen social de sus miembros era muy dispar: nobles, abogados, empresarios, comerciantes, banqueros, militares y funcionarios. Para mantener el control de la opinión pública, la Unión Liberal se sostenía en el periódico La Época. Esta etapa gozó de una enorme estabilidad por varios factores:
- El nuevo talante político, mezcla de tolerancia y pragmatismo, que supo contentar a los poderosos, sentando las bases del futuro caciquismo, y controlar a los militares con mano suave pero firme.
- Período de prosperidad económica, propiciado por una coyuntura claramente expansiva. Se inició el boom del ferrocarril, llegaron las inversiones extranjeras, el aumento de las inversiones en general.
- Época dorada en política exterior: expediciones militares a Cochinchina, México (1861), Chile, Marruecos (que acabó con la toma de Tetuán en 1860) y, por último, la restauración temporal del dominio de España sobre Santo Domingo.
- Primera ley reguladora de los estudios no universitarios, la Ley Moyano de Instrucción Pública.
El partido moderado dirigió el país de 1863 a 1868, periodo en el cual la oposición fue fortaleciéndose. Narváez aplastó cualquier intento de desacato al Gobierno con unos métodos muy represivos. Ejemplo de ello es la destitución de la cátedra de la Universidad de Madrid de Emilio Castelar (líder republicano) por la publicación de un artículo contra la reina, o la muerte de nueve estudiantes y más de 100 heridos en la Noche de San Daniel, o el fusilamiento de los responsables del levantamiento de los sargentos del Cuartel de San Gil que reclamaban un cambio de régimen.
La situación de crisis era más que evidente y la oposición política al partido moderado (progresistas, demócratas y unionistas) firmó el Pacto de Ostende en el que se comprometían a derribar el régimen isabelino. Serrano (nuevo líder de la Unión Liberal a la muerte de O’Donnell), Prim (progresista) y el general Topete, entre otros, iniciaron un levantamiento contra el régimen de Isabel II. Es la llamada Revolución Gloriosa, que acabó con el destronamiento de la reina y su exilio y el surgimiento de una nueva etapa de la historia de España, muy convulsa en lo político, denominada el Sexenio Democrático (1868-1874).