Panorama General del Teatro Español de Posguerra
Tras la Guerra Civil Española, el panorama teatral, a diferencia de la novela y de la poesía, no fue demasiado prometedor. Las circunstancias que condicionaron el género dramático (especialmente en las décadas de los 40 y 50) fueron:
- La desaparición de autores por muerte (García Lorca, Miguel Hernández y Valle Inclán) o exilio (Max Aub y A. Casona), que interrumpió la línea renovadora del teatro que estos autores habían promovido.
- La censura civil y eclesiástica, e incluso la autocensura, que recortó los temas tratados o impidió la escenificación de ciertas obras. La censura también aisló a España de las innovaciones teatrales extranjeras, caracterizadas por el absurdo y la protesta contra la guerra. Esta censura, en los 40 dirigió la cultura; en los 50 la controló, y en los 60 se fue aflojando, aunque siempre tuvo a la cultura amenazada por las leyes.
- El público, mayoritariamente burgués y acomodado, que prefería un teatro sencillo y tradicional, para su evasión y entretenimiento.
- El interés económico de los empresarios, que solo buscaban complacer los gustos de ese público para obtener beneficios.
- La deficiente preparación de los actores, por falta de escuelas de arte dramático adecuadas, que provocó falta de calidad interpretativa.
- El centralismo, que redujo el teatro representado en España a los teatros de Madrid y Barcelona.
- La competencia con el cine, cuyas historias colmaban la necesidad de ficción dramática que el teatro había cubierto anteriormente y que llevó a la crisis del teatro, junto con todo lo anterior, provocando que muchos teatros se convirtieran en cines.
Esto provocó que el teatro fuera ajeno a las innovaciones por condicionamientos comerciales (compañías que dependían de empresarios que se sometían a las preferencias de un público burgués) e ideológicos (por las limitaciones que imponía una censura férrea). Dio lugar a la existencia de dos líneas de desarrollo teatral:
- El teatro “visible”: el que accedía a los escenarios, con obras de diversión, intrascendentes o conformistas.
- El teatro “soterrado”: el que intentaba responder a nuevas exigencias sociales o estéticas y que apenas logró mostrarse, de autores que con dificultad llegaron a ver representadas sus obras en el ámbito del teatro comercial.
Teatro en España desde la Posguerra hasta la Democracia (1975)
A. Teatro en el Exilio
Al terminar la Guerra Civil, muchos dramaturgos españoles abandonaron el país. Se dirigieron a Argentina y México, principalmente, donde continuaron su labor, con la dificultad que suponía abrirse paso en el mundo del espectáculo, complicado especialmente para un extranjero. Por ello, fue el género menos desarrollado en el exilio. El interés artístico llevó a estos autores a incluir novedades vanguardistas en sus obras, por lo que presenta diferencias estéticas con el cultivado en España. Fue un teatro desconocido durante años por sus compatriotas. Las figuras más representativas fueron:
- Rafael Alberti: Antes, durante la guerra y después, en el exilio, cultivó un teatro político caracterizado por la presencia de elementos poéticos. Tiene títulos como Noche de guerra en el Museo del Prado.
- Max Aub: Novelista y dramaturgo, se inició en el vanguardismo de los autores novecentistas, abandonado durante la Guerra Civil por un teatro de urgencia. En su exilio de México produjo un ciclo de obras dedicadas a los desterrados (que dan testimonio del dolor del destierro) y otras de carácter testimonial (entre ellas, San Juan). En estas últimas trató temas como el desastre de la guerra, la persecución antisemita, los campos de concentración, el avance del nazismo y la soledad.
- Alejandro Casona: Antes de la guerra escribió Nuestra Natacha (1936) e intervino en las Misiones Pedagógicas que promovió la República. En su exilio argentino escribió con éxito un teatro poético, alejado de las circunstancias sociopolíticas, caracterizado por una mezcla de realidad y fantasía, con presencia de elementos simbólicos y seres sobrenaturales (el diablo, la muerte). La obra más significativa de este periodo es La dama del alba (1944), drama poético en el que aparecía la muerte personificada en un mítico ambiente rural. Este autor fue recuperado por la escena española y obtuvo considerables éxitos cuando regresó a España en 1962.
B. Teatro Comercial
El teatro de posguerra fue comercial y conservador, un teatro de evasión con el que el público deseaba olvidarse de la realidad que había dejado el final de la guerra, con la finalidad de “hacer reír” al espectador. Durante estos años siguieron escribiendo dramaturgos consagrados de preguerra como Benavente, Marquina y Arniches, pero hicieron su aparición otros noveles. Todos ellos se encuadraron en el marco de dos tendencias dominantes: el teatro burgués (continuador de la tradición benaventina) y el teatro de humor.
B.1. Teatro Burgués
En él predominó el drama ideológico, la comedia benaventina o el sainete costumbrista, géneros que ya estaban consolidados antes de la Guerra Civil. Por ello se ha denominado también teatro de continuidad sin ruptura. Entre los autores que lo cultivaron están Pemán, Luca de Tena y Joaquín Calvo Sotelo con su obra La muralla (1954), y Alfonso Paso (con un volumen de producción de 160 obras, como Los pobrecitos, y gran variedad de modelos dramáticos, fue el autor más representado en los años 60).
Sus características son:
- Temática burguesa con una amable crítica de costumbres y defensa de los valores tradicionales.
- Personajes de clase media o alta (aristócratas) en ambientes confortables y con escenografía de lujo.
- Preocupación por la obra bien hecha (diálogos elaborados, hábil construcción de la trama y cuidado lenguaje literario).
Una de las obras más destacadas es La muralla de Calvo Sotelo, drama de tesis que presenta un conflicto ético a partir de la usurpación de una herencia. Fue un éxito rotundo, pues a principios de los años 50 planteaba valientemente la corrupción del bando vencedor de la guerra (critica los desmanes de éstos y los valores católicos vividos de forma superficial). Es también un llamamiento a la reconciliación entre los bandos enfrentados en la contienda.
B.2. Teatro Cómico o de Humor Intelectual
Fue una de las tendencias innovadoras del teatro de posguerra, con autores que ya habían escrito antes de la guerra: Jardiel Poncela y Mihura. Ambos presentaron facetas que se han considerado precedentes del teatro del absurdo, por la introducción de elementos inverosímiles, llenos de fantasía y con un humor disparatado y poético. Sin embargo, estos autores, después de sus primeros estrenos, debieron adaptarse a las exigencias de un público que no los entendía y prefería un humor fácil.
- Jardiel Poncela: Dramaturgo de un humor inteligente e irónico, se alejó del teatro cómico anterior (de Muñoz Seca o Arniches). Obras como Cuatro corazones con freno y marcha atrás (sobre la invención de unas sales que rejuvenecen a quienes las toman) o Un marido de ida y vuelta (el fantasma de un marido celoso se aparece a su viuda para convencerla de que se vaya con él a la otra vida) combinan el humor del lenguaje y el de las situaciones absurdas y descabelladas. Por ello, su obra no fue bien admitida por el público. Ocupa un lugar destacado del panorama teatral español por su vinculación con la renovación en la línea del teatro del absurdo europeo.
- Miguel Mihura: Perteneció a la renovación del teatro español de preguerra; sin embargo, no fue conocido hasta después de la guerra, cuando estrenó Tres sombreros de copa (1952), escrita veinte años antes. Su trayectoria se divide en dos etapas. En la primera, criticó los convencionalismos sociales que ahogan a la persona y su felicidad, mediante un humor que se aleja de la risa fácil, basado en la ruptura de la lógica mediante la creación de situaciones absurdas, personajes extravagantes y comicidad verbal; buscó no solo entretener sino hacer reflexionar. A partir de 1953, sus obras se adaptaron al gusto del público, la trama y la acción ganaron importancia y el humor perdió su carga crítica.