Problemática del teatro tras la Guerra Civil
Al finalizar la Guerra Civil Española, nuestro teatro se encuentra con tres graves problemas:
- Por un lado, el agravamiento de los condicionantes comerciales del género teatral: la crisis económica hace que solamente los más acomodados puedan asistir a las representaciones, y la censura impide todo contenido político crítico en las obras.
- Por otra parte, se produce un corte muy profundo con respecto a lo que había sido el teatro con anterioridad a la Guerra, debido a la muerte de algunos de los grandes maestros (Valle-Inclán, Unamuno y García Lorca) o al exilio de otros (Max Aub, Alejandro Casona, Rafael Alberti).
- Y, por último, se habla del inicio de una crisis del teatro que puede explicarse por varias razones: los empresarios recurren a traducciones de obras de autores extranjeros y el cine se convierte en el gran espectáculo de masas, desplazando al teatro en los gustos del público.
En el teatro español posterior a la Guerra Civil se suelen establecer una serie de etapas, pero debemos hacer mención al Teatro en el Exilio, llevado a cabo especialmente por Alejandro Casona (1903-1965). Un factor fundamental es la separación del público y la realidad española. Casona será fiel a los principios dramáticos que inspiraron sus primeras obras: mezcla de realidad y fantasía, y tendencia moralizante. Sobresale La dama del alba (1944).
El teatro de posguerra (años 40)
En este periodo nos encontramos con tres tendencias principales:
A. Teatro de “continuidad sin ruptura”
Ideológicamente se caracterizan por la defensa de los valores tradicionales: Dios, patria y familia. Introduce siempre una ligera crítica de costumbres (hipocresía, fundamentalmente). Es un teatro convencional aunque bien construido. La acción se sitúa en ambientes de clase media-alta donde desarrolla enredos sentimentales. Entre los cultivadores de este tipo de teatro —aparte de Jacinto Benavente, que continuó estrenando con gran éxito hasta 1954— destacan José María Pemán o Joaquín Calvo Sotelo.
B. Teatro de humor
Busca renovar la risa, intentando provocarla mediante situaciones, personajes, argumentos y lenguaje inverosímil, casi absurdo. Esta forma de hacer teatro había sido iniciada antes de la Guerra por Jardiel Poncela (Eloísa está debajo de un almendro) y se continúa ahora con este mismo autor, al que se añade Miguel Mihura, que destaca con obras como Tres sombreros de copa (1932 –estrenada 20 años después–) o Maribel y la extraña familia (1959). Es un teatro que, con el humor como recurso, denuncia lo absurdo de ciertas situaciones de la vida cotidiana y las convenciones que impiden la felicidad. Introduce elementos que son un claro precedente del teatro del absurdo.
C. Teatro existencialista
Llamamos así a un conjunto de obras que pretenden representar los conflictos existenciales del ser humano (soledad, incomunicación, falta de sentido vital, melancolía, fluir del tiempo, etc.).
Junto a estas preocupaciones existenciales aparecerá a finales de los años 40 un teatro realista de denuncia de la realidad, pero en estos primeros años no será fácil exponer la crítica y la denuncia social en las obras debido a la presión de la censura. Dos hitos representan las siguientes obras:
- Antonio Buero Vallejo: Historia de una escalera (1949). Introduce la denuncia social de una forma indirecta para burlar la censura del momento.
- Alfonso Sastre: Escuadra hacia la muerte (1953). Ejerce la denuncia política directamente.
El teatro de protesta y denuncia (1955-1965)
A partir del año 1955 se puede decir que aparece el teatro social en España, aunque ya había habido manifestaciones anteriores, como es el caso de las obras de Buero Vallejo y Alfonso Sastre.
La aparición de estas obras de contenido crítico y de denuncia es posible gracias a tres razones:
- La necesidad de que el teatro exprese los problemas del momento. Esta necesidad fue general para todos los autores españoles del momento, independientemente del género literario que cultivaran.
- Aparición de un nuevo tipo de público –joven y universitario– que pide un nuevo concepto de teatro, crítico con la situación histórica que vive España.
- Y, por supuesto, la relajación de la censura, que permite el estreno de estas obras políticamente comprometidas.
Los temas principales de este período serán dos: la denuncia de la injusticia y la desigualdad social, y la alienación de los seres humanos en el nuevo orden social. Los autores más significativos son, entre otros, Alfonso Sastre con Muerte en el barrio o La mordaza, y Lauro Olmo con La camisa (sobre la vida miserable de unos chabolistas), etc.
El teatro de Buero Vallejo
La figura más importante del teatro español de posguerra es sin duda Antonio Buero Vallejo. Su teatro se centra, con acento trágico, en los grandes interrogantes de la condición humana y en los problemas del hombre contemporáneo. No faltan tampoco las críticas a la España de su tiempo, uniendo lo existencial a lo social. Formalmente aprovecha los recursos del teatro comercial para llegar al gran público.
Su obra suele clasificarse en tres etapas:
Primera etapa
Enfoque existencial de los temas, con una técnica teatral realista. Historia de una escalera (1949) transcurre en una escalera de una casa de vecindad, por la que vemos desfilar la vida de tres generaciones de familias modestas. Todos luchan por salir de esta escalera y todos fracasan.
Segunda etapa
Predominio del enfoque social y ético, con una técnica teatral más compleja (efectos de inmersión, escenarios múltiples y simbolistas, etc.). Pertenecen a esta época los dramas históricos, en los que se vale del pasado para reflexionar sobre el presente (Un soñador para un pueblo (1958), sobre Esquilache, el ministro ilustrado de Carlos III). De esta época es también una de sus mejores obras, El tragaluz (1967), centrada en unos personajes marcados por la Guerra Civil.
Tercera etapa
Importancia de la innovación. Contenidos sociales y políticos más explícitos, con incorporación de experimentos escénicos. Una de las obras más significativas es La fundación (1974), situada en una celda de presos políticos (condenados a muerte) que ellos confunden, al principio, con un centro de investigación.
Instaurada la democracia, busca nuevos temas y formas de expresión que no dejan de lado un motivo constante en su producción dramática: el individuo que padece diversas formas de tortura. De su última producción destacamos Las trampas del azar (1994) que indaga sobre el sentimiento de culpa.
El teatro renovador (1965-1975)
En torno al año 1965 los autores españoles se cansan de un teatro técnicamente sencillo y comienzan a aplicar en sus obras las tendencias vanguardistas europeas y americanas que se venían desarrollando desde principios de siglo.
En lo referente a los temas de las obras debemos decir que seguirán siendo, básicamente, los mismos del período anterior: la injusticia, la falta de libertades, la crítica de la dictadura, la denuncia de la pobreza, etc.
Debemos señalar, además, que en esta labor de renovación de nuestro teatro fueron importantes algunos autores (Fernando Arrabal, por ejemplo, con un teatro a medio camino entre el surrealismo, el esperpento y el teatro del absurdo), pero sobre todo lo fueron los grupos de teatro independientes y algunos de sus directores, como Albert Boadella (Els Joglars) o Salvador Távora (La Cuadra).
Últimas tendencias teatrales (desde 1975)
Finalizada la dictadura y eliminada la censura parecía abrirse una etapa prometedora para el teatro. Pero, por el contrario, ha sido en estos años cuando la crisis del teatro español se ha hecho más evidente.
En los últimos años nos hemos encontrado en España con una paulatina desaparición de los autores teatrales. Las causas hay que buscarlas en dos problemas:
- Los empresarios privados no se arriesgan con las obras de los autores jóvenes.
- Los teatros públicos (cada vez más abundantes) prefieren representar obras de autores clásicos con la supuesta intención de proteger y difundir nuestra cultura literaria.
A pesar de lo dicho y de la supuesta crisis de público en el teatro, nos encontraremos en estos años con una gran diversidad de tendencias:
- Obras de técnica vanguardista que continúan las experimentaciones del período anterior. En esta tendencia destacan Francisco Nieva, Fernando Arrabal y los Grupos de Teatro Independientes (Els Joglars, Els Comediants, La Fura dels Baus, La Cubana, Esperpento-Mediodía, La Cuadra, etc.).
- Obras de técnica y orientación realista. Tenemos, por un lado, obras de tema histórico (¡Ay, Carmela!, de José Sanchis Sinisterra) y contenido crítico, frente a otras obras de corte más comercial que continúan las formas de la comedia de salón, aunque adaptadas a los nuevos tiempos.
- Renovación de la comedia de costumbres de principios de siglo ambientada en la ciudad moderna con los problemas que en ella se encuentran: paro, delincuencia, droga (Bajarse al moro o La estanquera de Vallecas de José Luis Alonso de Santos).
- Los autores ya consagrados siguieron publicando (Buero Vallejo, Sastre o Antonio Gala, por ejemplo) adaptándose a las nuevas tendencias y a los nuevos problemas de nuestra sociedad.