Transformaciones Sociales en España: Demografía, Clases y Movimiento Obrero
Las transformaciones sociales en España durante los siglos XIX y principios del XX estuvieron marcadas por profundos cambios demográficos y la reconfiguración de las estructuras de clase, lo que dio origen a un incipiente movimiento obrero.
1. Rasgos Demográficos Fundamentales
- La pervivencia del modelo demográfico antiguo, caracterizado por una alta tasa de mortalidad y un crecimiento poblacional lento e irregular. La población española creció en aproximadamente 7 millones de habitantes entre 1800 y 1900. El crecimiento más elevado se concentró en el norte del país y en la periferia, con la notable excepción de Madrid.
- La importancia de los movimientos migratorios, que se intensificaron a partir de 1882. Este fenómeno fue favorecido por la modernización y el abaratamiento de los transportes, así como por las leyes de los países receptores.
- El modesto crecimiento urbano, que ofreció a la burguesía local la oportunidad de realizar grandes negocios. Estos se materializaron mediante la construcción, la especulación con suelos urbanizables y la constitución de sociedades anónimas dedicadas al abastecimiento de las ciudades.
Durante el primer tercio del siglo XX, se inició la transición hacia el ciclo demográfico moderno, caracterizado por un descenso significativo de la mortalidad, especialmente la infantil. Enfermedades como el cólera y la viruela prácticamente desaparecieron, aunque la epidemia de gripe de 1918-1919 causó la muerte de aproximadamente 230.000 personas. La emigración continuó siendo otra causa del débil incremento demográfico.
En las grandes ciudades como Madrid y Barcelona, se trazaron planes urbanísticos para ordenar sus extrarradios y abrir grandes vías que comunicaran los barrios antiguos con los nuevos ensanches creados.
2. Composición Social y Desigualdades Económicas
La sociedad española de la época presentaba grandes desigualdades de tipo económico, estructuradas en las siguientes clases:
2.1. La Clase Alta: La Oligarquía Dominante
Estaba formada por la alta nobleza, los altos mandos del Ejército, de la Iglesia y de la Administración, junto con la alta burguesía. Todos ellos conformaban la oligarquía, que detentaba el poder. Contaba con el apoyo del Ejército, muy propenso a la intervención autoritaria en la vida política, y de la Iglesia, que a la larga perdería influencia entre la clase obrera y los intelectuales.
Esta oligarquía, profundamente conservadora, ejercía el poder a través del partido moderado. Se caracterizaba por su rechazo al sufragio universal y por la restricción de libertades, a menudo mediante la acción de la Guardia Civil o, en última instancia, del Ejército. Se oponían firmemente a reformas sociales como el derecho de asociación, de sindicación o de huelga.
2.2. La Clase Media: Un Sector en Desarrollo
Predominantemente urbana, la clase media no poseía un gran peso social. Estaba compuesta por profesionales liberales, profesores universitarios y la pequeña burguesía. Parte de este sector se identificaba con la oligarquía y los valores conservadores que esta representaba, mientras que otros sectores, en cambio, eran partidarios de planteamientos más progresistas.
2.3. La Clase Baja: Campesinos y Proletariado Industrial
Conformaba la mayor parte de la población. Se dividía principalmente en campesinos y proletariado industrial.
- El Proletariado Industrial: Era predominantemente urbano y su número aumentó debido al éxodo rural. Sus miembros se caracterizaban por su condición de asalariados. El proletariado industrial vivía y trabajaba en condiciones lamentables, lo que generó protestas como las del ludismo, inicialmente violentas, que fueron evolucionando hasta la huelga contra los patronos.
- El Campesinado: Era el sector más numeroso. La condición del campesinado era variada, abarcando desde medianos y pequeños propietarios que también trabajaban sus tierras, hasta arrendatarios (antiguos vasallos) y, finalmente, los jornaleros, el sector más numeroso y que vivía en las condiciones más miserables. Las malas condiciones de vida de este grupo explican su rechazo al orden burgués. Dieron su apoyo al partido progresista, que aspiraba a reformas para mejorar sus condiciones de vida. Con el tiempo, fueron surgiendo otras posiciones políticas como las demócratas o republicanas.
3. El Surgimiento del Movimiento Obrero Español
La etapa inicial del movimiento obrero español coincidió con las primeras liberalizaciones económicas del nuevo régimen liberal. La ruptura del sistema del Antiguo Régimen significó también el fin de los gremios como formas de producción. Los trabajadores se acercaron a los partidos demócrata y republicano.
3.1. Primeras Manifestaciones y Organizaciones
Sus primeras manifestaciones fueron el ludismo, cuyo primer caso registrado en España ocurrió en Alcoy en 1821. Tras varios episodios violentos, se llegó a acuerdos que incluían el derecho de asociación, la jornada laboral de 10 horas y la prohibición del trabajo infantil.
En 1839, el gobierno creó las sociedades de socorro mutuo. Una de las primeras organizaciones surgidas al amparo de esta ley fue la Sociedad de Protección Mutua de Tejedores de Algodón de Barcelona.
3.2. Impulso y Consolidación
Durante el gobierno de la Unión Liberal, el movimiento obrero permaneció aletargado. Sin embargo, su mayor impulso se produjo durante el Sexenio Revolucionario (1868-1874) con la creación de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) en España. Realizaron su primer congreso en 1870, donde triunfó la tendencia anarquista. La escisión de la Internacional se consumó en el Congreso de La Haya.
Posteriormente, Pablo Iglesias fundó el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en 1879, y en 1888 nació la Unión General de Trabajadores (UGT). Todo este crecimiento estuvo acompañado por numerosas huelgas y manifestaciones que generaron un sentimiento de inseguridad en las élites, pues se percibía un peligro para el sistema liberal.
3.3. Crecimiento y Diversificación en el Siglo XX
El crecimiento de las organizaciones obreras y de su capacidad de movilización caracterizó la organización social del primer tercio del siglo XX. Tras su papel protagonista en las huelgas, se decidió crear la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) en 1910, de tendencia anarcosindicalista.
Mientras tanto, en las filas del PSOE se produjo una escisión, y en 1921 nació el Partido Comunista de España (PCE). Durante la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), el PSOE y la UGT fueron tolerados, a diferencia de otras organizaciones. En este periodo también se fundó la Federación Anarquista Ibérica (FAI), que tendría una gran influencia durante la Segunda República Española.