La Restauración del Absolutismo y el Trienio Liberal en España
El Sexenio Absolutista (1814-1820)
Fernando VII, amparándose en las peticiones de los absolutistas formuladas en el Manifiesto de los Persas, procedió al restablecimiento del Antiguo Régimen. Inició la persecución de liberales y afrancesados, que fueron detenidos y ejecutados o huyeron al exilio. El rey procedió a la restauración de las antiguas instituciones y del régimen señorial en un contexto internacional de restauración del absolutismo. Rehusó emprender reformas y no se tomaron medidas ni para reconstruir la sociedad de posguerra, ni para sanear la Hacienda y hacer frente a la deuda. Los gobiernos se mostraron incapaces de solucionar los problemas, si bien diversos ministros de Hacienda plantearon reformas fiscales, que tenían un punto en común: la necesidad de que los privilegiados contribuyesen al fisco pagando determinadas contribuciones.
Entre el campesinado se mantuvo la resistencia a pagar determinadas rentas señoriales y los diezmos. Los sectores adinerados reclamaban que se respetase la propiedad de sus nuevas adquisiciones. Finalmente, en las ciudades, el malestar era perceptible entre artesanos, jornaleros y la pequeña burguesía. Todo ello favorecía la reivindicación liberal y constitucional y estimulaba los pronunciamientos militares como método para acceder al poder. Estos consistían en el levantamiento de un sector del ejército en favor de la Constitución que, con el apoyo civil en las ciudades, pretendía conseguir suficiente fuerza para imponerse al monarca.
El Trienio Liberal (1820-1823)
Triunfó un pronunciamiento en favor de la Constitución, encabezado por el coronel Rafael del Riego al frente de una compañía de soldados que debían embarcar para combatir en las colonias americanas. Se formó un nuevo gobierno que proclamó una amnistía, la cual permitió el regreso de liberales y afrancesados, y convocó elecciones, que fueron ganadas por los liberales. Las nuevas Cortes se formaron con una mayoría de diputados liberales e iniciaron una importante obra reformista. Una serie de leyes desarrollaron las libertades de imprenta, asociación y reunión, lo que permitió el impulso de la prensa y de las sociedades patrióticas formadas por liberales.
Principales reformas del Trienio
El principal objetivo del Trienio fue consolidar la abolición del Antiguo Régimen. Para ello se tomaron las siguientes medidas:
- Supresión de los señoríos jurisdiccionales, mayorazgos y vinculaciones, lo que permitió liquidar el feudalismo en el campo.
- Aprobación de una reforma eclesiástica, que suprimía los conventos y secularizaba a los frailes. Se llevó a cabo una desamortización de tierras del clero regular, que pasaron al Estado y fueron vendidas a particulares en subasta pública.
- Reforma del sistema fiscal para aumentar los recursos del Estado y disminución del diezmo que cobraba la Iglesia.
- Eliminación de los gremios y, en consecuencia, aprobación de la libertad de industria.
- Instauración de la Milicia Nacional, un cuerpo de ciudadanos armados, para mantener el orden público y defender el régimen constitucional.
- Nueva división del territorio en provincias y organización de los nuevos ayuntamientos y diputaciones por medio del sufragio.
- Promulgación de un primer Código Penal.
Oposición y divisiones internas
Las reformas suscitaron la oposición de la monarquía y de los absolutistas. Fernando VII paralizó las leyes que pudo recurriendo al derecho de veto que le otorgaba la Constitución. El descontento de los campesinos se tradujo en protestas y levantamientos. Además, la nueva realidad del pago monetario de las rentas y de los diezmos obligaba a los campesinos a vender los productos para conseguir dinero en condiciones desfavorables, en una sociedad en la que todavía predominaba el intercambio en especie. La nobleza tradicional y la Iglesia, perjudicadas por la supresión del diezmo y los privilegios, y por la venta de bienes monacales, estimularon la revuelta contra los gobernantes del Trienio. Consiguieron capitalizar parte del descontento de los campesinos al responsabilizar al sistema constitucional de los problemas existentes y vincular su solución al restablecimiento del orden tradicional.
Las tensiones se produjeron también entre los propios liberales, que se dividieron en dos tendencias:
- Moderados: eran partidarios de reformas más favorables a las élites sociales, que no provocasen conflictos con el rey.
- Exaltados: planteaban la defensa inapelable de las libertades, el pleno desarrollo de la Constitución y la necesidad de reformas radicales más próximas a las clases medias y populares.
El fin del Trienio
El triunfo del liberalismo en España contagió a otros territorios, lo que alarmó a la Santa Alianza, que se había formado con el objetivo de intervenir militarmente ante cualquier amenaza liberal. Las demandas de ayuda de Fernando VII dieron lugar a la formación de un ejército francés, los Cien Mil Hijos de San Luis. La resistencia del ejército liberal fue escasa; tampoco se consiguió la intervención ciudadana ni la ayuda británica.