Fernando VII: Restauración Absolutista y el Trienio Liberal (1814-1823)

El Regreso de Fernando VII y la Restauración del Absolutismo (1814)

El regreso del rey, en marzo de 1814, planteó un problema fundamental. Fernando VII había abandonado el país como un monarca absoluto y debía regresar como un monarca constitucional.

La Restauración Absolutista (1814-1820)

Los liberales desconfiaban de la predisposición del monarca para aceptar el nuevo orden constitucional. Pero los absolutistas sabían que el regreso del monarca era su mejor oportunidad para deshacer toda la obra de Cádiz y volver al Antiguo Régimen.

Se organizaron rápidamente para demandar la restauración del absolutismo (a través del Manifiesto de los Persas). Mediante el Real Decreto de 4 de mayo de 1814, Fernando VII anuló la Constitución y las leyes de Cádiz y anunció la vuelta al absolutismo. Inmediatamente, los principales dirigentes liberales fueron detenidos o asesinados, mientras que otros huyeron hacia el exilio.

Era una vuelta al Antiguo Régimen, en un contexto internacional determinado por la derrota de Napoleón y el restablecimiento del viejo orden en Europa, mediante el Congreso de Viena y la creación de la Santa Alianza, que garantizaba la defensa del absolutismo y el derecho de intervención en cualquier país para frenar el avance del liberalismo.

Problemas del Régimen Restaurado

A partir de 1815, Fernando VII y su gobierno intentaron un objetivo imposible: rehacer un país destrozado por la guerra, con la agricultura devastada, el comercio paralizado, las finanzas en bancarrota y todas las colonias luchando por su independencia, y todo ello a partir de la restauración del Antiguo Régimen.

Las elevadas pérdidas humanas y materiales arruinaron al campesinado y significaron la paralización del comercio y de la producción manufacturada. Por otro lado, la Hacienda Real entró en bancarrota.

La integración de jefes de la guerrilla en el ejército originó un sector liberal, partidario de reformas, que protagonizaría en el futuro numerosos pronunciamientos. Los gobiernos de Fernando VII fueron incapaces de dar respuestas a los problemas, de enderezar la Hacienda o de hacer frente a los movimientos independentistas en las colonias (pronunciamientos militares liberales). La represión fue la única respuesta de la monarquía a las demandas políticas y sociales.

El Trienio Liberal (1820-1823)

El 1 de enero de 1820, el coronel Rafael del Riego, al frente de una compañía de soldados acantonados en la localidad de Cabezas de San Juan (Sevilla), pendientes de embarcar para combatir en las colonias americanas, se sublevó y recorrió Andalucía proclamando la Constitución de 1812. La pasividad del ejército, la acción de los liberales en las principales ciudades y la neutralidad de los campesinos obligaron al rey Fernando VII a aceptar la Constitución el 10 de marzo.

Inmediatamente se formó un nuevo gobierno que proclamó una amnistía y convocó elecciones a Cortes. Los resultados electorales dieron la mayoría a los diputados liberales, que iniciaron rápidamente una importante obra legislativa. Restauraron gran parte de las reformas de Cádiz, entre ellas:

  • Impulsaron la liberación de la industria y el comercio.
  • Se formaron ayuntamientos y diputaciones electivos.
  • Se reconstruyó la Milicia Nacional como cuerpo armado de voluntarios, formado por las clases medias urbanas, con el fin de garantizar el orden y defender las reformas constitucionales.

Oposición y Conflictos

Todas estas reformas suscitaron rápidamente la oposición de la monarquía. Fernando VII había aceptado el nuevo régimen forzado por las circunstancias y, desde el primer momento, paralizó cuantas leyes pudo, recurriendo al derecho de veto que le otorgaba la Constitución, y conspiró contra el gobierno.

Sin embargo, las nuevas medidas liberales del Trienio provocaron el descontento de los campesinos, ya que se abolían los señoríos jurisdiccionales, pero no les facilitaban el acceso a la tierra. Los antiguos señores se convirtieron en los nuevos propietarios, y los campesinos, en arrendatarios que podían ser expulsados de las tierras si no pagaban, con lo que perdían sus tradicionales derechos. Además, no se produjo una rebaja sustancial de los impuestos y la monetarización de las rentas y de los diezmos, antes pagados con productos agrarios, obligaba a los campesinos a conseguir dinero con la venta de sus productos.

Por su parte, la nobleza tradicional y la Iglesia, perjudicadas por la supresión del diezmo y la venta de bienes monacales, impulsaron la revuelta contra los gobernantes del Trienio. En 1822 se alzaron guerrillas en Cataluña, Navarra, Galicia y el Maestrazgo, estableciendo una regencia absolutista en Seo de Urgel (1823).

División del Liberalismo

Las tensiones se produjeron también entre los propios liberales, que se dividieron en dos tendencias:

  • Moderados: Partidarios de reformas limitadas que no perjudicasen a las élites sociales.
  • Exaltados: Que planteaban la necesidad de reformas radicales, favorables para las clases medias y populares.



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