1. La Ética
1.1. La Ética como Filosofía Práctica
La ética es una disciplina filosófica que reflexiona sobre la acción humana. La respuesta a qué es la ética puede encontrarse en distintos autores, pero destacamos la perspectiva que ofrece Kant. La pregunta kantiana fundamental es: «¿Qué debo hacer?» («¿Cómo debo comportarme?»). Esta perspectiva ética se distingue de una moral tradicional que responde a lo circunstancial de cada sociedad.
Al margen de la distinción con la moral, la ética también debe distinguirse de la razón técnica, como ya estaba apuntado en la filosofía de Aristóteles. La razón práctica, es decir, la ética, debe tener en cuenta la libertad del ser humano, la cual es ajena al mero provecho o utilidad.
En esencia, la ética tiene que ver con lo que nos hace a todos iguales: el derecho a la vida, a la libertad de movimientos, a la posibilidad de expresar ideas y todo lo que tiene que ver con la construcción de nosotros mismos. La ética conforma el suelo más básico de la vida y, en ese sentido, es el más importante, aunque sea insuficiente por sí sola para vivir.
2. Conceptos Fundamentales
2.1. Normas y Valores Morales
Las normas morales son reglas que orientan la conducta de los individuos de una determinada cultura. A diferencia de las leyes del derecho, no siempre son explícitas ni directamente coercitivas, sino que se captan e interiorizan dentro del contexto social. Los valores morales anteceden a las normas y son su fundamento.
Los valores morales son cualidades estimadas (como la justicia, la bondad, la honestidad) que orientan las acciones y relaciones entre personas, y que a menudo captamos intuitiva y emocionalmente.
2.2. Autonomía Moral
Desde el punto de vista etimológico, autonomía significa darse normas a sí mismo. En el contexto de la Filosofía, quiere decir que el sujeto libre y racional es capaz de darse las normas morales a sí mismo sin coacciones ni influencias sociales externas.
2.3. Heteronomía Moral
La heteronomía moral significa que las normas morales que seguimos nos las dan otros (normas externas). Nos las inculcan en el proceso de socialización y, por tanto, las aprendemos primero en la infancia y luego en las instituciones.
Se considera que el desarrollo moral de la persona iría desde la heteronomía inicial hasta alcanzar la madurez moral (autonomía). Esto le da al sujeto la posibilidad de plantear su proyecto de vida, el cual va encaminado a conseguir una vida buena donde uno se realice personalmente en plenitud. Alcanzar la vida buena no es un ideal unívoco, sino que se han desarrollado diferentes concepciones éticas que persiguen esa finalidad.
3. Historia de la Ética
3.1. Edad Antigua
Sócrates (s. V a.C.) – Intelectualismo Moral
Persigue una ética objetiva y universal frente al relativismo de los Sofistas. En cuanto a su intelectualismo moral, defiende que el mal es fruto de la ignorancia. Postula la austeridad en el ámbito ético.
Platón (s. V-IV a.C.) – Ética Racional
El ser humano se debe conducir por la Razón y hacer frente a las pasiones materiales. Su ética está encaminada a la construcción de una sociedad justa y se opone, por tanto, al convencionalismo de los sofistas.
Aristóteles (s. IV a.C.) – Ética de la Virtud
Distingue dos tipos de virtudes:
- Virtudes éticas: Se adquieren a través de la costumbre, el hábito (ej.: valentía, templanza). Consisten en un término medio entre dos extremos viciosos.
- Virtudes dianoéticas (intelectuales): Se adquieren por estudio y enseñanza (ej.: sabiduría, prudencia).
Para Aristóteles, el fin del ser humano es alcanzar la Felicidad (eudaimonia). Se logra desarrollando lo específico de los humanos: la Racionalidad, acompañado de una serie de bienes externos necesarios.
Epicuro (s. IV-III a.C.) – Hedonismo
Su objetivo es llegar a la tranquilidad del alma (ataraxia) a través del placer (hedoné). Distingue entre placeres:
- Naturales y necesarios (comer, beber, descansar).
- Naturales y no necesarios (disfrutar de manjares, sexualidad).
- No naturales y no necesarios (riqueza, fama, poder).
Propone centrarse en los primeros y moderar los segundos, evitando los terceros. Para alcanzar este estado, propone cuatro remedios (tetrafármaco):
- No temer a los dioses.
- No temer a la muerte.
- El placer (necesario) es fácil de conseguir.
- El dolor es fácil de soportar (si es intenso, dura poco; si dura mucho, es leve).
Séneca (s. I d.C.) – Estoicismo
Fue uno de los impulsores del cosmopolitismo. Su ética tiene mucha relación con la política. En el aspecto del comportamiento moral, la vía debe ser siempre la Razón, aceptando de buen grado el curso de la naturaleza y el destino. Las consecuencias de la acción siguen a la intención al realizar dicha acción. Señala así el tema de la conciencia, que tendrá una gran influencia en corrientes posteriores (la individualidad del protestantismo y la conciencia moderna).
3.2. Edad Moderna
Hume (s. XVIII) – Emotivismo
En consonancia con su empirismo, lo que prima son las sensaciones y los sentimientos. Para el ser humano, lo importante serán las emociones y sentimientos a la hora de juzgar moralmente. Afirma célebremente: “La razón es, y sólo debe ser, esclava de las pasiones”. El emotivismo constituye una de las principales posturas éticas en la actualidad.
Kant (s. XVIII) – Ética del Deber
La ética de Kant supone una revolución, ya que es la primera ética formal que se opone a las anteriores (éticas materiales). Para Kant, una acción correcta desde el punto de vista moral debe ser realizada por deber, es decir, por respeto a la ley moral, y no por inclinación o esperando una consecuencia. Las acciones morales no tienen que estar condicionadas ni buscar ningún resultado; solo deben ser realizadas bajo un mandato categórico. El imperativo categórico fundamental sería: «Actúa solo según aquella máxima por la cual puedas querer que al mismo tiempo se convierta en ley universal». Defiende la autonomía moral del sujeto.
Bentham (s. XVIII-XIX) y Stuart Mill (s. XIX) – Utilitarismo
Defienden un hedonismo social, pues la felicidad radica en el placer y la ausencia de dolor. Buscan el mayor placer (o felicidad) para el mayor número de personas. Bentham se centra en la cantidad de placer (cálculo hedonista), mientras que Stuart Mill introduce la distinción cualitativa entre placeres (superiores e inferiores).
3.3. Edad Contemporánea
Max Scheler (s. XX) – Ética de los Valores
En sus diferentes obras, como «El puesto del hombre en el cosmos» y, sobre todo, en «Ética» (donde desarrolla su ética material de los valores), propone una tabla axiológica. Considera que estos valores son objetivos, universales y están jerarquizados (desde los valores sensibles hasta los religiosos).
Habermas (s. XX-XXI) – Ética Discursiva
Su ética va en la sintonía de la de Kant, pero la diferencia es que Kant parte del sujeto autónomo (conciencia individual) y Habermas dice que la validez moral se establece en el diálogo intersubjetivo (la comunidad de comunicación). Propone que una norma es válida si todos los afectados por ella pueden aceptar libremente las consecuencias y efectos secundarios que se seguirían de su cumplimiento general para la satisfacción de los intereses de cada uno. Se busca el consenso a través del mejor argumento, el más racional, en condiciones de libertad e igualdad (democracia deliberativa).
MacIntyre (s. XX-XXI) – Ética de la Virtud
Propone una vuelta al aristotelismo, pero adaptando las virtudes a las prácticas y narrativas de las distintas sociedades modernas. Considera que la moralidad solo puede entenderse en el contexto de una comunidad y sus tradiciones. Estas tesis están expuestas en su obra fundamental «Tras la virtud».
Gilligan (s. XX-XXI) – Ética del Cuidado
Su propuesta amplía la perspectiva de la justicia (desarrollada por su maestro Kohlberg), argumentando que existe otra voz moral centrada en el cuidado, la responsabilidad hacia los otros y las relaciones interpersonales. Defiende la necesidad de integrar ambas perspectivas (justicia y cuidado) y la igualdad de hombres y mujeres en el terreno del desarrollo moral. Fue inspiradora de varias tesis del feminismo.
Singer (s. XX-XXI) – Utilitarismo y Ética Animal
Dentro de la corriente utilitarista, fue un destacado defensor de la ética animal, abogando por la extensión de la consideración moral a los animales no humanos capaces de sentir placer y dolor, como expone en su obra «Liberación animal». Su trabajo tuvo continuación en iniciativas como el llamado proyecto «Gran Simio». En cuanto a los criterios de consideración moral, pone el énfasis en la capacidad de sufrir y disfrutar (sintiencia).
4. Teorías Éticas Relevantes
4.1. Ética de la Justicia: John Rawls (1921-2002)
En 1971 publica «Teoría de la justicia», donde critica las tesis utilitaristas y revitaliza las tesis contractualistas. Su idea principal es establecer unos principios de justicia que rijan la estructura básica de la sociedad y hagan corresponder libertad e igualdad. Esto lo pretende lograr partiendo de una hipotética posición original en la que los individuos eligen los principios bajo un “velo de ignorancia” (desconocen su posición social, talentos, concepción del bien, etc.), asegurando así la imparcialidad. Para realizar este objetivo, Rawls propone los siguientes principios:
- Principio de libertades básicas iguales: Cada persona ha de tener un derecho igual al más amplio sistema total de libertades básicas compatible con un sistema similar de libertad para todos.
- Principio de diferencia y justa igualdad de oportunidades: Las desigualdades sociales y económicas han de ser estructuradas de manera que: a) redunden en mayor beneficio de los menos aventajados (principio de diferencia), y b) los cargos y funciones sean asequibles a todos, bajo condiciones de justa igualdad de oportunidades.
4.2. El Debate Habermas-Rawls
A finales de la década de 1980 y principios de los 90, se estableció una intensa polémica entre las posiciones defendidas por Habermas y Rawls, quienes debatieron sobre el contenido y enfoque de sus respectivos libros:
- Rawls: Liberalismo político (1993)
- Habermas: Facticidad y validez (1992)
Rawls no apela en su filosofía política a ninguna metafísica o sistema filosófico comprehensivo, sino que solamente se centra en lo político, buscando un consenso superpuesto entre doctrinas razonables. Por el contrario, Habermas apela a la filosofía como elemento fundacional y crítico. Hay en Habermas un intento de reconstrucción de la razón práctica (kantiana) en términos de razón comunicativa. El imperativo categórico kantiano se sustituye por un procedimiento de argumentación práctica en la comunidad de diálogo ideal.