Comparación Filosófica: Platón (Clásico) vs. Descartes (Moderno)
Motivación Común: Oposición al Relativismo
Ambos parten de una situación de confusión epistemológica en su época y buscan establecer un fundamento firme para el conocimiento:
- Platón: Se opone a los sofistas (Protágoras: «el hombre es la medida de todas las cosas»; Gorgias: escepticismo radical).
- Descartes: Se opone a la falta de acuerdo sobre la verdad en su tiempo, proponiendo un método para alcanzarla con certeza.
La Verdad: Dos Modelos Epistemológicos
- Platón: La verdad está en las Ideas (mundo inteligible, eterno, inmutable). El mundo sensible es copia imperfecta.
- Descartes: La verdad se halla mediante la duda metódica; la primera verdad es el cogito («pienso, existo»). Dios garantiza luego la verdad del conocimiento.
Dualismo Ontológico y Antropológico
- Platón: Dos realidades → mundo inteligible / mundo sensible. En el hombre: alma (inmortal) / cuerpo.
- Descartes: Dos sustancias independientes → res cogitans (pensamiento) / res extensa (extensión). En el hombre: alma pensante / cuerpo mecánico (interacción problemática).
Concepción de Dios
- Platón: Demiurgo – ordenador del mundo según el modelo de las Ideas, no creador ex nihilo.
- Descartes: Dios – sustancia infinita y perfecta, creador y garante de la verdad y de la existencia del mundo.
Método para Alcanzar el Conocimiento
- Platón: Dialéctica y reminiscencia (anamnesis) → el conocimiento se «recuerda».
- Descartes: Método cartesiano (duda, evidencia, deducción) → el conocimiento se construye desde una primera certeza indudable.
Conclusión esencial: Aunque ambos buscan la verdad con método racional y defienden un dualismo, Platón la sitúa en un mundo trascendente (Ideas), y Descartes en la certeza subjetiva y en Dios como garante.
Comentario de Fragmentos Clave de la Filosofía Platónica (La República)
Fragmento 1: La Idea del Bien como Estudio Supremo
Ideas y Problema Filosófico Fundamental
En este fragmento, Sócrates afirma que la Idea del Bien es el objeto del «estudio supremo» y que sin ella, las cosas justas y bellas carecen de verdadero valor. Se plantea el problema de la fundamentación última del valor y del conocimiento: ¿cómo podemos valorar o comprender algo si no conocemos el Bien en sí mismo? El texto sugiere que el conocimiento de las demás cosas es inútil sin conocer el Bien, estableciendo una jerarquía epistemológica donde el Bien ocupa la cúspide.
Relación con la Filosofía Platónica
Esta idea es central en el pensamiento platónico: el Bien es la Idea suprema, fuente de toda realidad, valor y conocimiento. En La República, solo el filósofo que conoce el Bien puede gobernar justamente, ya que este conocimiento le permite discernir lo verdaderamente valioso. Platón vincula así ética, epistemología y metafísica bajo este principio unificador, estableciendo una correspondencia entre el orden del ser y el del conocer.
Fragmento 2: Apariencia vs. Realidad en el Bien
Ideas y Problema Filosófico Fundamental
Este fragmento distingue entre apariencia y realidad en relación con lo bueno. Mientras en lo justo y bello muchos se conforman con apariencias, en lo bueno todos buscan lo real. El problema filosófico central es: ¿cómo acceder a lo real, especialmente en el caso del Bien, si estamos «sumidos en dificultades» para conocerlo? Se cuestiona si los gobernantes pueden permitirse ignorar el Bien, planteando así la relación entre conocimiento y poder político.
Relación con la Filosofía Platónica
Platón insiste en que el conocimiento verdadero requiere superar las apariencias sensibles para acceder a las realidades inteligibles. Esta distinción es fundamental para su epistemología: la doxa (opinión) se ocupa de lo aparente, mientras la episteme (ciencia) alcanza lo real. El alma debe ascender de lo sensible a lo inteligible, proceso que se desarrolla plenamente en la alegoría de la caverna y que justifica la necesidad de una educación filosófica para los gobernantes.
Fragmento 3: Dualidad Ontológica: Lo Múltiple Sensible y la Idea Única
Ideas y Problema Filosófico Fundamental
Platón establece aquí la distinción fundamental entre lo múltiple sensible (las muchas cosas bellas) y la Idea única (lo Bello en sí). Las cosas sensibles son vistas pero no pensadas en su esencia; las Ideas son pensadas pero no vistas. El problema filosófico es la dualidad ontológica: ¿cómo se relacionan estos dos mundos? ¿Cómo conocemos las Ideas si no son accesibles a los sentidos? ¿Cuál es el estatuto de la multiplicidad sensible frente a la unidad inteligible?
Relación con la Filosofía Platónica
Este fragmento expone el núcleo de la Teoría de las Ideas: existe un mundo inteligible de Formas o Ideas inmutables, perfectas y eternas, del cual el mundo sensible es una copia imperfecta y cambiante. El conocimiento verdadero (episteme) se dirige a las Ideas, mientras la opinión (doxa) se queda en lo sensible. Esta distinción justifica la superioridad de la filosofía sobre otras formas de conocimiento y establece las bases de la epistemología platónica.
Fragmento 4: La Analogía del Sol y el Principio del Bien
Ideas y Problema Filosófico Fundamental
Se desarrolla aquí la analogía del sol: así como el sol da luz y visibilidad a lo visible, el Bien da verdad y cognoscibilidad a lo inteligible. Se subraya que el Bien es distinto y superior a la ciencia y la verdad, aunque es su causa. El problema filosófico es la naturaleza del Bien como principio ontológico y epistemológico: ¿cómo puede algo ser a la vez fuente de ser y de conocimiento? ¿Qué relación mantiene con las otras Ideas?
Relación con la Filosofía Platónica
Esta analogía, junto con la de la línea dividida y la caverna, forma parte de las grandes imágenes educativas de La República. El Bien es presentado como el principio último que hace posible tanto la existencia de las Ideas como su conocimiento. No es una Idea más, sino el principio que está «más allá de la esencia» (República, 509b). Esta concepción influirá profundamente en la tradición filosófica posterior, especialmente en el neoplatonismo.
Fragmento 5: La Línea Dividida y la Jerarquía de la Realidad
Ideas y Problema Filosófico Fundamental
Se introduce la línea dividida para clasificar jerárquicamente la realidad y los tipos de conocimiento correspondientes. En el segmento de lo visible, distingue entre imágenes (sombras, reflejos) y objetos físicos. El problema filosófico es la jerarquía del conocimiento: cómo pasar de lo sensible a lo inteligible, y cómo discernir entre copia y original. Se plantea también la cuestión del método adecuado para cada nivel de realidad.
Relación con la Filosofía Platónica
La línea dividida es una herramienta pedagógica fundamental para explicar los grados de realidad (ontología) y los correspondientes grados de conocimiento (epistemología). Corresponde a la dialéctica ascendente que lleva de la opinión (doxa) sobre lo sensible a la ciencia (episteme) sobre lo inteligible, culminando en la visión del Bien. Esta estructura jerárquica justifica el largo camino educativo del filósofo-gobernante.
Fragmento 6: La Dialéctica como Método Superior
Ideas y Problema Filosófico Fundamental
Se divide lo inteligible en dos partes: una donde el alma usa imágenes y opera a partir de supuestos (las matemáticas), y otra donde avanza sin imágenes hasta el principio no supuesto: la Idea del Bien. El problema filosófico es el método dialéctico: cómo ascender desde hipótesis hasta el principio anhipotético. Se cuestiona la naturaleza del conocimiento matemático frente al filosófico puro.
Relación con la Filosofía Platónica
Esta es la descripción de la dialéctica como método filosófico superior. La primera parte de lo inteligible corresponde a las ciencias deductivas como las matemáticas, que aunque superan lo sensible, aún dependen de imágenes y supuestos. La segunda parte es la filosofía propiamente dicha, que mediante el diálogo racional asciende a los primeros principios. Solo esta conduce al conocimiento del Bien, verdadero objetivo de la educación filosófica.
La Teoría de la Reminiscencia (Anamnesis)
Fragmento 1: El Origen Innato de la Idea de Igualdad
Idea Principal y Problema Filosófico
La idea central es que conocemos la Idea de Igualdad antes de percibir cosas iguales. Al ver objetos que llamamos iguales, los comparamos con un modelo perfecto de igualdad que ya tenemos en la mente, y notamos que los objetos sensibles siempre le “faltan algo”. El problema filosófico es el origen del conocimiento de los universales: si nunca vemos igualdad perfecta en el mundo, ¿cómo surge en nosotros su concepto? Platón argumenta que ese conocimiento no viene de los sentidos, sino que es previo e innato.
Relación con la Filosofía Platónica
Esto es la base de la teoría de la reminiscencia (anamnesis): el alma, antes de nacer, contempló las Ideas en el mundo inteligible; al encarnarse, olvida, pero la experiencia sensible le hace recordar. Se opone al empirismo, afirmando que los sentidos solo despiertan un conocimiento que ya poseíamos. Esta idea estructura toda la epistemología platónica: el conocimiento verdadero es recuerdo de lo eterno, no captación de lo cambiante.
Fragmento 2: La Participación y la Inmortalidad del Alma
Idea Principal y Problema Filosófico
Aquí se afirma con claridad que el conocimiento de las Ideas es anterior a toda percepción sensible. Antes de ver u oír, ya teníamos la Idea de lo Igual en sí. La percepción solo nos muestra copias imperfectas, que “se esfuerzan” por parecerse a la Idea, pero siempre son inferiores. El problema es qué función cumple la experiencia sensorial si el conocimiento ya está en el alma. Platón responde: los sentidos son el desencadenante del recuerdo, no su fuente.
Relación con la Filosofía Platónica
Este fragmento profundiza en la participación (méthexis): las cosas sensibles participan de las Ideas, aspiran a ser como ellas, pero nunca lo logran plenamente. Así, la realidad sensible es un reflejo imperfecto de lo inteligible. La teoría de la reminiscencia se vincula directamente con la inmortalidad del alma: si el alma preexiste al cuerpo y posee conocimientos anteriores a la experiencia, entonces es indestructible y de naturaleza divina.
Fragmento 3: Universalidad de las Ideas Éticas
Idea Principal y Problema Filosófico
Platón extiende el conocimiento prenatal a todas las Ideas, no solo a la Igualdad: también a lo Bello, lo Bueno, lo Justo, lo Santo. El diálogo filosófico demuestra que manejamos estas Ideas innatamente. El problema es cómo fundamentar objetivamente la ética y los valores. Si conceptos como el Bien fueran solo convenciones sociales aprendidas, carecerían de universalidad. Platón sostiene que son realidades absolutas conocidas por el alma antes de nacer.
Relación con la Filosofía Platónica
Aquí se muestra la universalidad de la teoría de las Ideas. No es solo una teoría matemática, sino la base de toda la filosofía práctica: la ética, la política y la estética se fundamentan en Ideas objetivas. Esto es el núcleo de la lucha de Platón contra el relativismo sofista. En La República, desarrollará que la Justicia en la ciudad y en el alma solo es posible si se conoce la Idea del Bien, la cual organiza y da sentido a todas las demás.
Fragmento 4: Aprender es Recordar
Idea Principal y Problema Filosófico
Platón concluye que aprender es recordar. Al nacer, el alma “pierde” el conocimiento de las Ideas, pero al percibir algo, ese estímulo la lleva a recordar otra cosa olvidada. Así, todo aprendizaje es en realidad anamnesis. El problema es definir la naturaleza del proceso cognitivo: ¿adquirimos conocimientos nuevos o recuperamos los que ya teníamos? Platón opta por esto último, cerrando el argumento a favor de la preexistencia e inmortalidad del alma.
Relación con la Filosofía Platónica
Este fragmento sistematiza la teoría de la reminiscencia como explicación completa del conocimiento. Es la doctrina clave del Fedón para demostrar la inmortalidad del alma. Además, justifica el método dialéctico socrático (mayéutica): la filosofía se convierte en un ejercicio de reminiscencia guiada, un despertar progresivo a la verdad eterna que el alma contempló antes de su encarnación.
Contexto Histórico y Epistemológico de la Comparación
Podemos establecer una comparación entre el periodo clásico de la filosofía griega, representado por Platón, y la concepción de Descartes, pensador con el que se inaugura la filosofía moderna.
Entre ambas épocas hay profundas diferencias, entre las que destaca la influencia del cristianismo en el pensamiento occidental, pero también podemos encontrar importantes semejanzas entre las etapas en las que vivieron Platón y Descartes.
La Oposición al Relativismo
Platón se opone a los sofistas, que rechazaban la existencia de una verdad común a todos los seres humanos y que centraban su atención en la enseñanza de la retórica para triunfar en los debates públicos, independientemente de que las propuestas que se defendieran fueran verdaderas o falsas: lo único que importaba era el triunfo personal. Por ejemplo, Protágoras afirmó que “el ser humano es la medida de todas las cosas”, es decir, que nosotros decidimos, en cada momento y en cada lugar, lo que es verdadero. Gorgias, por su parte, sentenció que la realidad no existe, que no podríamos conocerla si existiera, e incluso, si pudiéramos conocerla, no podríamos transmitirla a los demás.
Descartes, cuando se propone crear un método para buscar la verdad, reconoce expresamente que parte de una situación total de confusión en su época, en la que no hay un acuerdo general sobre lo que es verdadero. Justamente este es el objetivo del método cartesiano: establecer una serie de reglas que, aplicándolas estrictamente, nos lleven al descubrimiento de la verdad y nos permitan construir sobre bases sólidas y definitivas el edificio del conocimiento.
Diferencias Fundamentales en la Concepción de la Realidad
En conclusión, Platón y Descartes comparten un mismo objetivo: la búsqueda de la verdad. Ahora bien, difieren en cuanto a qué ha de entenderse por verdad. Para Platón son las Ideas, situadas en un orden de lo real eterno e inmutable, inaccesible para el orden sensible de lo real, que es cambiante y una copia imperfecta del mundo inteligible. Para Descartes, la verdad se alcanza poniendo en duda todo lo que conocemos hasta descubrir una primera verdad indudable, a saber: que los seres humanos somos seres pensantes y que, como tales, somos, existimos. A partir de esta verdad se podrá reconstruir el conocimiento sobre bases firmes y seguras.
Además, ambos autores defienden un dualismo ontológico, es decir, una estructura dual de la realidad: Platón distingue entre el mundo inteligible y el sensible, que en el caso de la persona implica su división entre el alma y el cuerpo; Descartes, por su parte, afirma la realidad de dos sustancias, de dos realidades independientes que no necesitan la una de la otra para ser o existir: la sustancia pensante (res cogitans) y la sustancia extensa (o corpórea), que en el caso de la persona también implica su división entre un alma y un cuerpo cuya coordinación es problemática en Descartes.
En otro orden de cosas, ambos autores difieren profundamente en su concepción de Dios: el Demiurgo platónico es un mero ‘artesano’ que da forma al mundo sensible a partir del modelo del mundo inteligible, mientras que el Dios de Descartes es una sustancia infinita y perfecta, garante de la existencia del mundo y de la validez del conocimiento.