Grados del conocimiento

El conocimiento es universal y necesario, por lo tanto, es absoluto, en contra del relativismo sofista, que identifica el ser con el parecer.

Para que esta carácterística se cumpla el conocimiento será siempre conocimiento de las ideas, ya que son absolutas, eternas e invariables. Esto provoca que el conocimiento sea entendido como contemplación racional, ya que solo podemos conocer las ideas y acceder a lo universal mediante la razón. Esto implica que el conocimiento pertenece al ámbito de la teoría, por lo que el ámbito de la acción transformadora de la realidad queda fuera del proceso de conocimiento.

El conocimiento de las ideas desde el mundo sensible es posible si entendemos el conocimiento como reminiscencia. Esto se basa en que el aprender es recordar, es decir el alma ha contemplado las ideas antes de encarnarse en un cuerpo, y cuando esto sucede el cuerpo olvida ese conocimiento, por lo que hay que recordarlo. Esta idea supone el presupuesto fundamental de que el alma es inmortal. A partir de esta idea la filosofía implicará dejar de lado lo sensible, lo que provoca que el conocimiento científico de lo sensible no es posible.

La primera prueba de que el conocimiento es recordar es la mayéÚtica, atribuida a Sócrates que defendía que su labor era sacar a la luz el conocimiento que ya llevamos dentro. De esta manera se dedicaba a hacer preguntas en búsqueda de una definición universal. La base de todo esto es la ignorancia socrática, hay dos tipos de ignorancia: una es la sincera y la otra es la fingida que da lugar a la ironía. Por lo tanto, si se pregunta correctamente se demuestra que el interrogado ya conocía la respuesta y que solo tiene que recordarla. Otra prueba es el presupuesto de conocimiento igual, ya que podemos pensar en cosas semejantes, y este conocimiento se adquiere en el mundo de las ideas.

Hay una relación directa entre conocimiento y realidad, ya que a cada realidad le corresponde un tipo de conocimiento. Esta idea se desarrolla en el texto El símil de la línea.
De esta manera habrá un conocimiento sensible al que se llama doxa (opinión) que corresponde con el mundo sensible, el objeto de conocimiento es el mundo sensible, es decir el que pertenece al interior de la caverna. En este tipo de conocimiento podemos distinguir la imaginación (eikasia) que es el conocimiento de las imágenes, en el interior de la caverna corresponde a las sombras. También distinguimos la creencia (pistis) que es el conocimiento de los objetos que provocan las sombras. La disciplina que estudia estos objetos es la física.

Además, habrá un conocimiento inteligible, que se llama epísteme (ciencia) que corresponde con el mundo inteligible, es el exterior de la caverna. En este tipo de conocimiento distinguimos el pensamiento discursivo (dianoia) que es el racionamiento y el conocimiento de los objetos matemáticos desde la hipótesis hasta las conclusiones, corresponde al conocimiento de los objetos y astros por las noches en la alegoría de la caverna. La disciplina que lo estudia son las matemáticas. También distinguimos la inteligencia(noesis) que es el conocimiento absoluto de las ideas, es decir se da un salto desde la hipótesis hasta los primeros principios (las ideas) corresponde al momento en el que fuera de la caverna ya es de día y a la observación del sol, la idea del bien que es el fundamento de toda realidad.

La dialéctica tiene dos sentidos. Por un lado, se refiere a todo el camino necesario para alcanzar el conocimiento de las ideas, desde la imaginación hasta la inteligencia, es decir va desde lo sensible hasta lo inteligible e implica los planos metafísicos y epistemológicos de la teoría de las ideas. Este es el sentido ascendente de la dialéctica que corresponde al tipo de conocimiento de la inteligencia. Por otra parte, cuando la persona ha conocido la idea del bien debe volver a la caverna y compartirlo con los demás prisioneros, su vuelta al mundo sensible implica vivir con ese conocimiento, tratar de educar a los prisioneros y crear un orden político en torno a ese conocimiento. Este sentido de la dialéctica es descendente, y corresponde al plano ético y político de la teoría de las ideas, por lo tanto, la ética y política de Platón dependerán de la epistemología.

La relación entre el amor y el conocimiento podemos encontrarla en El Banquete.
El amor a la belleza es el motor del conocimiento que desemboca en el conocimiento de la idea de belleza. En este caso no se da la espalda a lo sensible, sino que se toma como punto de partida hacia lo inteligible, ya que los objetos sensibles bellos participan de la idea de belleza. El objetivo es el conocimiento de la idea de belleza para llegar a la identificación entre la idea de belleza y la idea de bien (kalokagathia) Este objetivo se consigue pasando por cinco fases: La primera es el amor hacia un solo cuerpo bello, este cuerpo se utiliza para obtener bellos conocimientos. La segunda fase es el amor a todos los cuerpos bellos. La tercera es el amor a la belleza del alma, se refiere a la conducta moral y a las leyes, es decir pertenece al ámbito de acción sobre el mundo sensible con base en los principios racionales. La cuarta fase es el amor a la belleza del conocimiento y la sabiduría, corresponde al ámbito racional pero no absoluto. La última fase es el amor a la idea de belleza en sí, pertenece al ámbito de lo absoluto. Solo existe en el mundo de las ideas, ya que la belleza en sí es inmutable, única, universal y eterna.