Ideas Fundamentales de Hannah Arendt sobre el Totalitarismo
Las Masas y el Totalitarismo según Arendt
Según Arendt, los movimientos totalitarios primero convierten a los individuos en masas, personas aisladas que ya no tienen conexiones entre sí. Estas masas son fácilmente manipulables, y sin ellas, los regímenes como el de Hitler o Stalin no habrían tenido tanto poder. En lugar de organizar a las clases sociales o ciudadanos, los totalitarismos organizan a las masas, ya sea bajo la ideología de la raza (nazismo) o de la clase (comunismo). Esta masa de personas no tiene relaciones sociales profundas y vive en un estado de aislamiento.
Propaganda, Violencia y Control Totalitario
Los regímenes totalitarios utilizan propaganda, adoctrinamiento y violencia para controlar a las personas. Los nazis, por ejemplo, crearon historias falsas, como la conspiración judía mundial, para justificar sus crímenes. Al mismo tiempo, Stalin reescribió la historia del Partido Comunista para hacerla pasar como la única verdad. Estos movimientos creaban una realidad que la gente aceptaba porque la propaganda la presentaba como la única opción. Además, en lugar de presentar sus ideologías como teorías discutibles, las imponían como si fueran leyes de la historia o la naturaleza, sin dejar espacio para la discusión.
La Aspiración a la Dominación Mundial Totalitaria
Los totalitarismos no solo buscan el control dentro de sus países, sino que aspiran a la dominación mundial entera. No les importan los intereses de los países o naciones, ya que creen en una “ley” superior, ya sea la naturaleza o la historia, que justifica su dominio. Utilizan la policía secreta y los campos de concentración para mantener el control. La idea de “todo es posible” es clave en su forma de operar, donde los seres humanos se ven como piezas reemplazables que pueden ser sacrificadas por el “bien común” según la ideología del régimen.
El Concepto de Mal Radical en Arendt
Arendt introduce el concepto de “mal radical“, que es el mal más allá de lo que podemos entender con nuestras categorías morales tradicionales. En los campos de concentración, las personas no solo eran asesinadas, sino deshumanizadas, tratadas como si ya estuvieran muertas. Este mal es tan profundo que no podemos comprenderlo completamente, ya que los totalitarismos destruyen a los individuos y los convierten en “superfluos“, es decir, en seres prescindibles. La existencia de los campos de concentración muestra cómo los seres humanos pueden ser tratados de manera completamente inhumana, sin que haya una justificación lógica.
La Singularidad del Totalitarismo
El totalitarismo es diferente de otras formas de gobierno porque no sigue las normas tradicionales de la política, el derecho y la moral. En lugar de basarse en las leyes, actúa según una ideología que busca cambiar la naturaleza misma de la humanidad. No es un poder arbitrario como una dictadura; es un sistema que se justifica con base en leyes “suprahumanas”, como las de la naturaleza o la historia. Esta ideología es tan determinista que no importa lo que hagan los individuos, ya que todo está preestablecido por estas “leyes” y la humanidad no tiene valor más allá de cumplir con esa visión del mundo.
Las Leyes de Movimiento Totalitarias
En lugar de ver las leyes como algo permanente (como las leyes naturales o divinas), los totalitarismos las ven como un movimiento constante, algo que está siempre en cambio. El nazismo y el bolchevismo, por ejemplo, tomaron conceptos como la evolución o la lucha de clases y los aplicaron como “leyes” que justificaban el exterminio de grupos considerados inferiores. No importa si estas leyes son científicas o racionales; lo importante es que son parte de un proceso interminable en el que siempre habrá nuevas categorías de personas a eliminar.
El Terror como Instrumento Totalitario
El totalitarismo reemplaza las leyes tradicionales con el terror. El terror no busca la justicia ni el bienestar de las personas, sino la creación de un nuevo orden mundial, basado en la idea de una “ley” de la historia o la naturaleza que justifica la eliminación de aquellos considerados innecesarios o dañinos. El terror es arbitrario, no distingue entre culpables o inocentes, y afecta a todos por igual. La población vive bajo un miedo constante, sin saber quién será el próximo objetivo, lo que hace que las personas se vuelvan sumisas.
El Nuevo Comienzo y la Libertad Humana
Arendt defiende la idea de que cada nueva generación trae consigo un nuevo comienzo, una oportunidad para crear algo nuevo y libre. En un gobierno democrático, las leyes positivas garantizan que, a pesar de las dificultades, siempre haya espacio para la acción y el cambio. Esta capacidad de comenzar de nuevo es lo que define la libertad humana, y solo cuando las personas tienen esa libertad, pueden construir un mundo común y compartirlo con otros.
Aislamiento, Soledad y la Superfluidad Humana
En los regímenes totalitarios, las personas se sienten aisladas y solas, lo que las hace vulnerables. Cuando la esfera pública y la privada son destruidas, las personas dejan de sentirse parte de un mundo común. Los totalitarismos promueven la idea de que los seres humanos son prescindibles, y cuando esto ocurre, el sistema se vuelve aún más cruel. La idea de que los seres humanos son “superfluos” permite que los totalitarismos lleven a cabo sus atrocidades sin que haya una protesta significativa, ya que la gente se siente impotente.
El Mal Banal: La Burocracia del Horror
En su análisis de Adolf Eichmann, Arendt explica el “mal banal“, un mal cometido no por monstruos, sino por personas comunes que simplemente siguen órdenes sin reflexionar. Eichmann era un burócrata normal, sin emociones ni conciencia, que llevaba a cabo crímenes atroces de manera rutinaria. Este concepto muestra cómo la falta de pensamiento crítico y la obediencia ciega pueden llevar a la gente a cometer atrocidades.
El Republicanismo Cívico de Hannah Arendt
Arendt apoyaba un tipo de republicanismo que valoraba la responsabilidad cívica y la participación activa en la vida pública. Creía que, en un sistema democrático, los ciudadanos deben ser responsables y libres, y que la política debe estar centrada en el bien común. El republicanismo de Arendt no es comunista ni liberal, sino que se basa en la idea de que la libertad solo puede mantenerse cuando las personas se responsabilizan de los asuntos públicos y evitan caer en las tentaciones del totalitarismo.