Historia de la Península Ibérica: Desde el Paleolítico hasta la Monarquía Borbónica

1.1. El Paleolítico y el Neolítico

Los restos más antiguos de pobladores de la Península Ibérica (Atapuerca, Burgos) datan del 800.000 antes de Cristo. Por tanto, ahí comienza nuestro Paleolítico, la etapa más antigua de la Prehistoria, caracterizada por tener una economía depredadora, basada en la caza, pesca y recolección, y una sociedad nómada, que habita en cuevas, formada por grupos de pocos individuos unidos por vínculos de sangre y con escasa división del trabajo.

Hacia el 5.000 antes de Cristo llega el Neolítico, segunda etapa de la Prehistoria, por el Mediterráneo (aunque investigaciones recientes adelantan su aparición -neolítico precerámico-, hasta el 10.000 A.C.). Esta nueva etapa supone un revolucionario cambio en el desarrollo humano: aparece la economía productora de alimentos, mediante la ganadería y la agricultura, lo que contribuye a la mejora de la calidad de vida, la sedentarización, con comunidades más grandes en las tierras más fértiles, y un progresivo desarrollo cultural.

A partir del III mileno antes de Cristo aparece la metalurgia (en el tercer milenio, la del cobre; en el segundo, la del bronce -aleación de cobre y estaño-; en el primer milenio, hierro).

La pintura rupestre es la primera manifestación artística conocida, y comienza en el Paleolítico, en la Península Ibérica con dos manifestaciones diferentes:

  1. Zona cantábrica, con datación: en profundidad de cuevas (Altamira), naturalista, sólo animales, tres colores (ocre, negro y rojo), parece responder a fines de “magia simpática”. Con datación paleolítica.
  2. Zona levantina; en abrigos naturales exteriores, abstracción, figuras humanas en grupo (y animales), monocroma, (Cogul). Son posteriores.


1.2. Los pueblos prerromanos y las colonizaciones de los pueblos del Mediterráneo

A principios del primer milenio A.C. se produce en la Península Ibérica una gran novación porque llegan por el Mediterráneo las colonizaciones históricas que provienen de Oriente, aportando la escritura, y, por tanto, iniciando la Historia. Se denominan colonizaciones porque su interés primordial es económico-comercial, no de conquista de territorios, e históricas porque tienen escritura; en general tenían un nivel de desarrollo muy superior al del sustrato primigenio, formado básicamente por celtas, que ocupaban el norte de la Península Ibérica, e iberos en la zona central y mediterránea.

Los primeros en llegar a la Península fueron los fenicios, en el siglo X, que se instalaron en el sur de la Península, rico en cobre, plata y oro, y dentro de la ruta del estaño (Islas Británicas), fundan las primeras colonias, entre las que destaca Gadir (Cádiz). Trajeron nuevas formas de navegación, la escritura, la moneda, el torno alfarero, la salazón de pescado…

Los griegos llegaron posteriormente, en el siglo VIII, fundando Emporium (Ampurias, Gerona), y Mainake, estimulando el desarrollo de las ciudades, nuevos cultivos, como la vid y el olivo, y sus propios dioses. En relación con Tartessos, se desconoce su procedencia y fechas de instalación en la Península; el reino tartésico estaba instalado en el suroeste de la Península (actuales provincias de Cádiz, Huelva y Sevilla, así como el sur de Badajoz), explotaban las minas de cobre, además de encontrarse en la ruta del estaño; se caracteriza por el desarrollo de la minería y la orfebrería (Tesoro del Carambolo).


1.3. La Hispania romana

En el siglo III antes de Cristo, dos imperios emergentes luchan por la supremacía en el Mediterráneo mediante las guerras púnicas, entre Cartago, imperio predominantemente marítimo, con capital en la actual Túnez, y Roma, imperio predominantemente terrestre, que es la que se impuso finalmente.

Podemos distinguir cuatro fases en la conquista de la Península por parte de Roma:

  1. Las guerras púnicas (264-205 antes de Cristo), sobre todo la segunda (218-197 antes de Cristo) que se produjo esencialmente en la Península Ibérica, con el triunfo de Roma, que llega a dominar todo el Mediterráneo, calificado como “mare nostrum”.
  2. La resistencia de los indígenas peninsulares (205-133 antes de Cristo), fue desigual: fácil con los iberos (esencialmente la costa mediterránea), más difícil con los lusitanos (Viriato), e imposibles de someter los celtíberos (Numancia).
  3. Las guerras entre romanos (133-31 antes de Cristo), en la última Julio César consigue finalmente imponerse.
  4. Fase final (31-19 antes de Cristo): se conquista el norte de la Península por parte de Augusto, declarándose la “pax romana”. Coincide con el comienzo del Imperio romano.

Se entiende por romanización el largo proceso de adscripción al mundo romano de todos los territorios y todos los pueblos conquistados hasta conseguir su homogeneización, a través de tres instrumentos de cohesión como la generalización del latín como lengua vehicular, la extensión de la ciudadanía romana y correlativa aplicación del “iuris civilis”, la creación de una auténtica civilización urbana con una trama de ciudades magníficamente dotadas, y unidas por una extensa trama de calzadas, con una importante inversión en obras públicas (calzadas, puentes, acueductos, puertos, etc.). Puede decirse que este legado aún pervive, y que la efectividad de la romanización se manifiesta en que la Península Ibérica llegó a calificarse de “cantera de emperadores” (Trajano, Adriano y Teodosio).


1.4. La Monarquía visigoda

El visigodo fue el más romanizado de los pueblos bárbaros, y fueron los últimos en cruzar el “limes” del Danubio, y, tras un largo periplo por Grecia e Italia, llegaron al sur de Francia en el siglo V después de Cristo, estableciendo la capital en Toulouse, hasta que en el 507 fueron derrotados por los francos en la batalla de Vouillé, por lo que se retiraron a la Península y trasladando la capital a Toledo.

Consiguieron la unidad peninsular desde varias perspectivas:

  1. Territorialmente, expulsaron a los alanos y vándalos y confinaron a los suevos y bizantinos.
  2. Impusieron una unificación religiosa: Recaredo se convirtió en el 549 al catolicismo y con él todo el pueblo.
  3. Unificación jurídica: Recesvinto y Chindasvinto impusieron una única ley, el “liber iudiciorum”, aplicable a toda la población, tanto visigoda como hispanorromana (año 654).
  4. Unificación política e institucional: la monarquía visigoda fue primero electiva y posteriormente hereditaria. Gobernaba con un “Officium palatinum” (miembros de la máxima confianza del monarca). Había, además, dos instituciones: el aula regia (asamblea consultiva formada por los miembros del officium palatinum y otros nobles), y los concilios de Toledo, órgano decisorio en cuestiones religiosas y políticas que, tras Recaredo, adquiere un gran poder político, integrado por la nobleza y el clero, y que controlaba al Rey.


2.1. Al-Ándalus: evolución política

En el año 711 el islam llegó a la Península Ibérica. La ocupación fue muy rápida, quedando pequeños reductos de resistencia cristiana en Asturias y el Pirineo. La evolución política de Al-Ándalus es:

  1. Emirato provincial en Córdoba (711-756) dependiente del califato de Damasco, gobernado por los Omeyas.
  2. Emirato independiente (756-929); los Abbásidas asesinan en Damasco a los Omeyas, sólo escapa Abderramán I que huye a Al-Andalus y declara la independencia del emirato con capital en Córdoba, mientras los cristianos comienzan la reconquista.
  3. Califato de Córdoba (929-1031); es la época de mayor esplendor, e implica una plena independencia; se inicia con Abderramán III, y termina con el asesinato de un hijo de Almanzor en 1031, lo que causa la disolución del califato y la aparición de las taifas.
  4. Los reinos de taifas: (Taifa significa fracción) tras la crisis del siglo XI, con la desmembración del poder unitario, este período puede dividirse en tres fases, en que se intercalan otras de unificación debidas a las ayudas de imperios del norte de África:
  • Las primeras taifas, del siglo XI. Es una época de gran desarrollo cultural, pero de debilidad militar, lo que es aprovechado por los cristianos: Alfonso VI de Castilla conquista Toledo en 1085; en 1086 los almorávides consiguen la reunificación en 1090 hasta 1110.
  • Segundas taifas (1110-1203): tras el avance de los cristianos, hay una nueva llegada de musulmanes del norte de África, los almohades, que vuelven a unir Al-Ándalus tras la batalla de Alarcos (1203) hasta su derrota en la batalla de las Navas de Tolosa, de 1212.
  • Terceras taifas (hasta 1492): tras el avance de los cristianos, que conquistaron Sevilla en 1248, sólo sobrevivió la taifa de Granada, con los nazaríes, apoyados por los benimerines del norte de África.


2.2. Al-Ándalus: economía, sociedad y cultura. El legado judío en la Península ibérica

Al-Ándalus es la denominación que dio el islam a la Península Ibérica, y jugó un papel primordial en la Edad Media, pues se configuró como un doble puente:

  • Geográfico, uniendo Oriente y Occidente y temporal, recogiendo la cultura clásica.

Economía: la agricultura se basa en las grandes propiedades (latifundios), y en la “trilogía mediterránea” (trigo, vid y olivo), incorpora novedades técnicas, como las acequias y las norias, y cultiva nuevos productos, como las naranjas, el arroz o la berenjena. La artesanía cuenta con nuevas organizaciones (similares a los gremios) y talleres estatales (cuero, vidrio); existe un importante comercio interior y exterior, tanto terrestre como marítimo. Aplican el bimetalismo en las monedas, de oro o plata.

Sociedad: la sociedad musulmana fue un auténtico mosaico, tanto desde el punto de vista étnico como religioso: étnicamente, podemos distinguir: los árabes, que eran la aristocracia terrateniente; los bereberes del norte de África ocupaban un escalón inferior; los sudaneses formaban la guardia del califa, y los eslavos formaban parte del ejército como soldados; además, se respetaba a los hispanovisigodos, tanto si se convertían al islam como si conservaban la religión cristiana, y los judíos. Desde el punto de vista de la religión: los cristianos convertidos al islam eran llamados mulaidíes; los que conservaban su religión, mozárabes; en los territorios conquistados por los cristianos, se llamaba moriscos a los convertidos al cristianismo, y mudéjares a los que conservaban su religión.

Cultura: el Califato de Córdoba fue la época de mayor esplendor. Basándose en el Corán y en la lengua árabe se convirtió en un centro de atracción de todo el mundo conocido, con filósofos como Averroes, geógrafos como Al Hidrisi, y poetas (el collar de la paloma, Ibn Hazm). Y se tradujeron obras europeas clásicas, tanto en filosofía como en matemáticas y otras ciencias, que a través de la Escuela de traductores de Toledo, acabaron llegando a la Europa cristiana.

El legado judío en la Península: Los judíos prosperaron en Al-Ándalus tras las persecuciones sufridas con los visigodos, que se repitieron en los reinos cristianos en el siglo XIV. Vivían en juderías ubicadas en ciudades, donde trabajaban en la artesanía y comercio. Sus intelectuales eran políglotas, destacando como traductores de textos escritos en lenguas clásicas o hebreo al árabe y las lenguas romances. Su principal figura fue Maimónides, que intentó conciliar el judaísmo y el aristotelismo musulmán.


2.3. Los reinos cristianos: evolución de la conquista de la Península y organización política. Modelos de repoblación. Organización estamental

El término “reconquista” es acuñado por los cristianos, al considerarse aquéllos descendientes legítimos de los visigodos. Se distinguen tres grandes fases desde 722 a 1492:

  1. Primera: los primeros núcleos de resistencia (siglos VIII a XI): 1. En la Cordillera Cantábrica dará origen al reino de Asturias y posteriormente de León, llegando hasta el llamado “vacío del Duero”. 2. En los Pirineos la marca hispánica de Carlomagno da lugar al reino de Pamplona, al de Aragón y a los condados catalanes hasta la plana de Vic.
  2. Segunda: Siglos XI a XIII: El reino de Castilla, frente a los almorávides y a los almohades llegó hasta el Tajo, conquistando Toledo (Alfonso VI) y Alfonso VIII, en las batallas de las Navas de Tolosa abre la entrada al valle del Guadalquivir. La Corona de Aragón: Alfonso I el Batallador llega hasta el Ebro (Zaragoza, Lérida) y Cuenca.
  3. Tercera etapa: Siglos XIII al XV: Castilla: Fernando III conquista Sevilla y Cádiz, pero no Andalucía oriental, que constituye el reino nazarí de Granada, no conquistado hasta 1492. Corona de Aragón: llega desde Valencia hasta Elche y Orihuela, terminando aquí.

Modelos de repoblación: es el proceso de ocupación de los territorios conquistados por los cristianos, promovida por los reyes, que concedían a los ocupantes tierras y fueros a cambio de ocuparlas y trabajarlas. Hay dos tipos de repoblación:

  1. Primera: al norte del Tajo: campesinos libres, procedentes de la Cordillera Cantábrica, que reciben pequeñas parcelas que pudieran cultivar personalmente, llamadas “alodios”, mediante la institución de la “presura”.
  2. Segunda: Al sur del Tajo, mediante concesiones a la nobleza y órdenes militares, de grandes superficies, mediante capitulaciones o repartimientos, que dedican sobre todo a la explotación ganadera.

Organización estamental. El término hace referencia a la composición de las Cortes: éstas estaban inicialmente constituidas sólo por la nobleza y el alto clero (régimen señorial, ya que tanto la nobleza como el alto clero tenían señoríos territoriales, con poderes sobre el territorio y sus habitantes), pero con el auge de las ciudades, los monarcas se apoyaron en ellas tanto para obtener más impuestos como para poder contener a la nobleza; la burguesía exigió como contrapartida estar representada en las Cortes, dando lugar al paso del régimen señorial al estamental, ya que las Cortes pasaron a estar formadas por tres grupos o estamentos: nobleza, alto clero y burguesía, y esta última carecía de poderes señoriales. Estas Cortes surgieron en el Reino de Castilla en 1188, y de las tres de la Corona de Aragón, la de Cataluña en 1214, Aragón en 1247 y Valencia en 1283.


2.4. La Baja Edad Media en las Coronas de Castilla y de Aragón y en el Reino de Navarra

Dadas las diferencias existentes entre los distintos reinos, deben abordarse las instituciones de cada uno de ellos:

Reino de Castilla

Constituye una monarquía unitaria, hereditaria y patrimonial; el rey mantiene su autoridad basándose en la teoría del derecho divino de los reyes, y progresivamente va debilitando el poder de los señores territoriales. Instituciones del Reino de Castilla son el Consejo Real (órgano asesor), las Cortes (con tres estamentos), la Chancillería (administración de Justicia), la contaduría (impuestos y gastos) y el Condestable (Ejército). Todos estos órganos dependían del Rey. Órganos locales: las Merindades, que tenían al frente un Corregidor impuesto por el Rey.

Corona de Aragón

Es una auténtica unión personal o confederación de Estados (Reinos de Aragón y de Valencia, y Cataluña), en que el poder del Rey está limitado, porque debía comprometerse a mantener y respetar las costumbres. Cada reino y Cataluña tenían sus propias Cortes, sin perjuicio de las reuniones conjuntas de todas ellas, las llamadas Cortes Generales de Aragón. Estas Cortes tenían mucho más poder que las castellanas, puesto que aprobaban los presupuestos, se creó la figura del Justicia de Aragón, y se crearon órganos de seguimiento para que el rey cumpliese lo acordado: la Generalidad, tanto en Cataluña como en el Reino de Valencia.

Reino de Navarra

El rey tenía sus poderes más limitados aún que en Aragón, pues estaba obligado a jurar (y por tanto respetar) el fuero. Las Cortes tenían más poder que en Castilla y Aragón, se reunían periódicamente y eran estamentales. Velaban por la conservación de los fueros y privilegios de cada grupo y el juramento que habían hecho los soberanos.


3.1. Los Reyes Católicos: unión dinástica e instituciones de gobierno. La guerra de Granada

La importancia del reinado de los Reyes Católicos se debe a los siguientes factores:

  • Comienzan el Estado Moderno, pues sentaron las bases de la Monarquía Autoritaria (superioridad del rey sobre la nobleza a través de un ejército permanente, diplomacia y burocracia).
  • Inician la expansión exterior (idea del “dominium mundi”), por Europa y América.
  • Consiguen la unificación religiosa con la expulsión de los judíos (1492) y de los musulmanes (1502) que no se convirtieran al cristianismo.
  • Unión dinástica: Isabel y Fernando contraen matrimonio en 1469, pactan en 1475 la “Concordia de Segovia”, acuerdo para la unión dinástica, consistente en un Estado plural, no unitario, integrado por diversos reinos con los mismos monarcas, pero conservando cada uno sus propias instituciones, lengua, moneda, lo que se hizo efectivo en 1479.
  • Instituciones de gobierno: 1. La monarquía en cada reino mantiene sus características; en Castilla se trata de una monarquía unitaria, hereditaria y patrimonial, que va adquiriendo mayor poder frente a las Cortes. Aragón, por el contrario, es una auténtica unión personal o confederación de Estados, con un poder limitado del Rey, que debía mantener y respetar las costumbres (pactismo).
  • Los órganos centrales son: a) Las Cortes son diferentes en una y otra Corona; b) El Consejo Real deja de ser consultivo, para constituirse en un auténtico órgano de Gobierno; c) La organización judicial era también distinta en ambos reinos; d) Se crea la Santa Hermandad, la Inquisición.


La Guerra de Granada

1º: La conquista de Granada en 1492 supone el fin de la Reconquista y el comienzo de la unificación religiosa (ese mismo año se expulsa a los judíos, y en 1502 a los musulmanes no convertidos). La guerra de Granada duró diez años, cuyos hitos fundamentales son:

  1. La conquista de Alhama en 1482, Ronda en 1485 y gran parte de la Vega de Granada.
  2. La toma de Málaga (1485-1487) tras un duro asedio, y de Almería en 1489.
  3. El asedio de Granada desde la ciudad de Santa Fé desde 1490, y su rendición y entrega el 2 de enero de 1492.


3.2. Exploración, conquista y colonización de América (desde 1492 y durante el siglo XVI)

Los procesos de exploración y conquista de los imperios precolombinos se iniciaron ya en 1493 desde las Antillas para adentrarse en el Continente. Núñez de Balboa descubre el Pacífico en Panamá en 1513; Magallanes pasa al Pacífico en 1520. Hernán Cortés conquista México en 1519-1521. Pizarro conquistó el Imperio Inca (1527-1533).

Tras la exploración y conquista viene la llamada colonización -que no es tal, porque se consideró a los indígenas súbditos del Rey-, realizada por particulares, a través de capitulaciones con la corona, que se concretaban en varias figuras jurídicas:

  1. La encomienda, atribución al encomendero de tierras e indígenas para trabajarla.
  2. La mita, de origen inca, que consistía en un período de trabajo obligatorio de los indígenas en la minería.
  3. Los obrajes, pequeñas industrias esencialmente de carácter textil, propiedad de españoles, pero en la que trabajaban indígenas.

Las consecuencias de la colonización fueron extraordinariamente importantes a todos los niveles; entre otras, podemos destacar:

  • La implantación del castellano como idioma común y la cristianización de la población indígena.
  • El mestizaje, desde los primeros momentos de la exploración y conquista, al considerarse a los indígenas vasallos de la Corona, lo que favoreció los matrimonios entre españoles e indígenas.
  • Consecuencias económicas: se genera un importante intercambio comercial, fundamentalmente de alimentos y de metales preciosos que, tras la inclusión de Filipinas, genera la llamada “primera globalización” (La flota de Indias en el Atlántico y el Galeón de Manila en el Pacífico).
  • Políticamente se implantaron en América las instituciones de Castilla: Virreinatos, Chancillerías, Cabildos e intendencias.
  • Avances en los conocimientos científicos de todo tipo. Jurídicamente se desarrolló la teoría del derecho de conquista, base del “derecho de gentes” y las leyes protectoras de los indios.


3.3. Los Austrias del siglo XVI. Política interior y exterior

– Con Carlos I, nacido en Gante en 1500, se entroniza en España la dinastía de los Austrias. Era nieto por vía materna de los Reyes Católicos y por vía paterna de Maximiliano I de Austria, por ello heredó por vía materna las Coronas unificadas de Castilla y de Aragón, con todos los territorios vinculados a ellas (1516), y, por vía paterna, los Estados de la Casa de Borgoña (1515), y los Estados patrimoniales de los Habsburgo, que implicaban la candidatura a la Corona imperial de Alemania (1519). Su proyecto fundamental fue el mantenimiento del Imperio cristiano universal.

Política interior: En 1517 llega a España para ser proclamado Rey de Castilla y de Aragón sin conocer el país ni su lengua, con un séquito de asesores flamencos a los que nombró para importantes cargos, y con la pretensión de que las Cortes de Castilla aprobaran las cantidades necesarias para obtener su designación como emperador de Alemania, lo que logró tras ciertas concesiones, pero su pronta ausencia de la Península Ibérica determinó las insurrecciones urbanas de las Comunidades de Castilla (1520-21) y de las Germanías de Valencia y Mallorca (1519-24), que aplastó.

Política exterior. Carlos I tuvo que enfrentarse a diferentes enemigos, y por distintas razones:

  1. Libró cuatro guerras contra el rey de Francia, Francisco I, motivadas por diversos contenciosos territoriales en Italia y los Países Bajos. Estas luchas se extendieron también contra el papado (León X y Clemente VII) llegando incluso a saquear Roma (1527).
  2. Luchó contra el avance de los turcos, que llegaron a asediar Viena en 1529.
  3. Tuvo que enfrentarse en Alemania a los príncipes que se adhirieron a la Reforma protestante de Lutero en 1519-21.

Abdicó en 1556 en favor de su hijo Felipe II.


– Felipe II consigue la unificación de toda la Península Ibérica y de los territorios vinculados a Portugal cuando accede al trono de este último reino (1580). Felipe II reafirma la monarquía autoritaria, perfeccionando la estructura de gobierno.

Política interior: tuvo que enfrentarse a los siguientes problemas:

  1. Con el príncipe Carlos (1545 a 1568) por conspirar con los rebeldes flamencos.
  2. La rebelión de los moriscos en las Alpujarras en 1568.
  3. El enfrentamiento con las instituciones aragonesas (Justicia Mayor) en 1591, por la huida de su secretario, Antonio Pérez.

Política exterior: Felipe II pretende mantener el patrimonio territorial heredado y la ortodoxia católica, en el marco de Trento, lo que da lugar a guerras con otros Estados:

  • Francia: Tras derrotar en San Quintín al rey francés en 1557, se confirmó la hegemonía española en Italia.
  • Los turcos. La expansión mediterránea del imperio otomano fue frenada en Lepanto, 1571.
  • Inglaterra. La “Armada invencible”, de 1588, para invadir Inglaterra, y cuyo fracaso marcó el inicio de la decadencia de su reinado y del poder español.
  • La rebelión flamenca en los Países Bajos, desde 1566, reprimida por el Duque de Alba.


3.4. Los Austrias del siglo XVII. Política interior y exterior

Los Austrias del siglo XVII son Felipe III, Felipe IV y Carlos II, con el que acaba la dinastía en 1700.

Delegan el gobierno los validos, personas de su confianza. El valido de Felipe III (1598-1621) fue el Duque de Lerma, que condujo una política pacifista debido a la crisis económica y expulsó a los moriscos en 1609. En política exterior firmó Tratados de paz con Francia e Inglaterra pero acabó participando en la primera fase de la guerra de los treinta años (1618-1621) derrotando a los protestantes en 1620.

Felipe IV (1621-1665) tuvo como valido al Conde-Duque de Olivares, que mantuvo una política de prestigio que produjo la llamada “Unión de armas”, la guerra de los treinta años y la crisis de 1640, consistente en la rebelión catalana y la independencia de Portugal. En política interior, debe destacarse la crisis de 1640, con dos escenarios:

  • Cataluña: en 1626 las Cortes catalanas rechazan la Unión de Armas, pero no consiguen independizarse.
  • Portugal también rechaza la unión de armas; las Cortes portuguesas proclaman rey al Duque de Braganza; la independencia se reconoció por España en 1668.

En política exterior, continúa la intervención de España en la Guerra de los Treinta años, a partir de la segunda fase, en Flandes, donde fueron derrotados los protestantes en Breda.

En la tercera fase, Suecia entra en la guerra, en apoyo de los protestantes alemanes, y son derrotados por los tercios españoles.

En la cuarta, Francia entra en la guerra en 1635, apoyando a los protestantes contra España; Francia vence en la batalla de Rocroy, en 1643, que da lugar al tratado de Westfalia en 1648, en que se da prioridad a los intereses de cada Estado y de su propia religión sobre el Imperio, y España reconoce la independencia de Holanda. Después de la paz de Westfalia, continúa la guerra de España con Francia hasta 1659, en que se firma la Paz de los Pirineos, por la que España cede los terrenos que tenía al norte de dicha cordillera.

Carlos II (1665-1700) tuvo dos validos. Juan José de Austria y Nithard, que no pudieron evitar la decadencia del Reino. Su muerte sin descendencia da lugar a la Guerra de Sucesión.


3.5. Sociedad, economía y cultura de los siglos XVI y XVII

La España del siglo XVI vivió, en general, un gran desarrollo económico, limitado por varios aspectos: Primero, es más acusado en Castilla (especialmente en las zonas costeras) y menor en Aragón, aunque moderado por una importante emigración (150 mil personas). Segundo: La base de la economía era la agricultura y ganadería. Se cultivaron nuevos campos y se introdujeron cultivos americanos y asiáticos. La industria y la artesanía logran un desarrollo, como la metalurgia vasca, la construcción naval y la industria textil. El comercio es el sector más dinámico. Es un monopolio de la Corona con exportación de mercancías españolas y europeas a América y Asia e importación de materias primas y metales de América. Pero en el último tercio del siglo se manifiesta un grave desequilibrio financiero, con las tres bancarrotas de Felipe II, y se produce un aumento de los precios (inflación).

En cuanto a la sociedad, sigue siendo marcadamente estamental. Nobleza y clero disfrutan del privilegio jurídico. Se añade, desde finales del siglo XV, otro elemento de diferenciación: la “limpieza de sangre”. La movilidad social es muy reducida, salvo en casos excepcionales. El siglo XVII se caracterizó por una gran crisis demográfica en España, la población retrocedió, sobre todo en Castilla y Extremadura (de 8 a 7 millones de habitantes). Las causas principales de esta crisis son: a) las guerras constantes, b) la expulsión de los moriscos, que afectó especialmente a Valencia y Aragón; c) epidemias, d) la emigración a América, que afectó significativamente a Castilla y Andalucía. La crisis económica se manifestó en diferentes ámbitos: La producción agrícola disminuyó, sobre todo en Castilla. En comercio exterior, España exportaba materias primas (lana, por ejemplo) e importaba manufacturas, lo que generaba un déficit de la balanza de pagos que se cubría con el oro y la plata de América. El comercio con América decayó entre 1630 y 1660. Consecuencias: La estructura de la sociedad española no varió, siguió siendo una sociedad estamental, cerrada a la movilidad social, con dos estamentos privilegiados (nobleza y clero) y un tercero, campesinos sin tierras (jornaleros), con una burguesía muy reducida. Además, la crisis económica generó un incremento de personas sin trabajo, mendigos y pícaros.


3.6. La Guerra de Sucesión. La Paz de Utrecht. Los Pactos de Familia

La guerra de sucesión española fue un conflicto tanto interno como, especialmente, europeo: en la fase inicial, Inglaterra y Holanda apoyaron al Archiduque Carlos de Austria, porque temían la unión dinástica de Francia y España. Pero la guerra y las alianzas dan un giro al morir en 1711 el Emperador José I de Austria, ya que fue elegido emperador el Archiduque Carlos, que no renuncia inicialmente a sus pretensiones españolas, lo que implicaba una nueva amenaza al equilibrio europeo, al suponer una posible unión entre Austria y España similar a la época de Carlos V. Por ello, Inglaterra y Holanda firmaron con Francia el Tratado de Utrecht (1713), en que reconocen a Felipe de Anjou como Rey de España (Felipe V), pero imponiendo que renunciara al trono de Francia, como así hizo; además, el Tratado supuso el reparto de una serie de posesiones españolas y otras concesiones: Austria se quedó con el Milanesado, Flandes, Nápoles y Cerdeña; Gran Bretaña, con Gibraltar y Menorca, además de obtener privilegios comerciales con la América española. En España las tropas de Felipe V eran superiores a las de los aliados; la resistencia del reino de Aragón fue sofocada entre 1706 y 1713 y cuando se firmó el Tratado de Utrecht únicamente resistía Barcelona, que fue tomada por las tropas borbónicas en 1714, y Mallorca en 1715.

Los Pactos de Familia. Fueron acuerdos entre España y Francia contra Inglaterra y otros países: El primero, de 1733, contra Austria, para recuperar Nápoles y Sicilia para el futuro Carlos III de España. El segundo, de 1743, se deshace por Fernando VI, que sigue una política pacifista. En el tercero, de 1761: Carlos III intenta recuperar Menorca y Gibraltar, entra en la última fase de la guerra de los siete años contra Inglaterra, pierde Florida y la colonia del Sacramento, en el oeste de Uruguay.


3.7. La nueva Monarquía Borbónica. Los Decretos de Nueva Planta. Modelo de Estado y alcance de las reformas

La llegada de los Borbones al trono español significó la consolidación del absolutismo monárquico de inspiración francesa. El monarca absoluto constituía la encarnación del Estado; le pertenecía el territorio y de él emanaban las instituciones; su poder era ilimitado. Así Felipe V y Fernando VI promulgaron los Decretos de Nueva Planta, por los que la organización político-administrativa de Castilla pasaba a regir también en la Corona de Aragón, que perdía su soberanía, integrándose en un modelo centralista y uniforme, del que solo se exceptúan Navarra y el País Vasco, cuyos fueros se respetaron. Los Decretos de Nueva Planta afectaron también a Castilla, dando lugar a la reordenación de las Reales Audiencias y Reales Chancillerías en la Corona de Castilla y sus territorios, ahora organizados en provincias e intendencias. En resumen, las reformas se marcaron los siguientes objetivos:

  1. Asegurar el poder supremo del Rey.
  2. Someter a todos sus súbditos a un mismo ordenamiento jurídico, el de Castilla.
  3. Mantener, hasta el límite de lo posible, las divisiones, instituciones y nombres tradicionales.
  4. Realizar los menos cambios legislativos posibles. Por eso se reforman fundamentalmente las Reales Audiencias tomando la legislación castellana como base.

Las consecuencias de este programa absolutista y centralista se concretaron en:

  1. La desaparición de los antiguos reinos (salvo el de Navarra) y el nacimiento de las provincias en la Península.
  2. Que el Consejo de Castilla pasa a asumir todas las tareas de gobierno del Estado (salvo en Navarra). El resto de consejos ven reducida su labor a aspectos judiciales y se les quitan las atribuciones gubernativas en beneficio de las secretarías de Estado.
  3. La integración en las Cortes de Castilla de representantes de Aragón, Valencia, Cataluña y Mallorca.
  4. La aplicación de un solo derecho común castellano para todos los súbditos, y la unificación del derecho procesal.
  5. La aplicación de una sola lengua administrativa: el castellano.

Por otra parte, tras el modelo absolutista francés de Felipe V y Fernando VI, se inicia con Carlos III (que previamente había sido rey de Nápoles) la etapa conocida como el despotismo ilustrado (todo para el pueblo, pero sin el pueblo), que implicaba el desarrollo del progreso y racionalización ilustrada siempre que no atentaran contra el poder de la monarquía absoluta.


3.8. Las reformas borbónicas en los virreinatos americanos

Fueron un conjunto de medidas cuyos objetivos eran:

  1. Reforzar el poder real.
  2. Centralizar la administración.
  3. Incrementar la recaudación impositiva.
  4. Luchar contra la amenaza de otras potencias.

Estas reformas fueron muy importantes, sobre todo desde Carlos III, y se manifestaron en muchos ámbitos:

  1. Desde el punto de vista económico, se adoptaron las siguientes medidas:
  • Ampliación del número de puertos, tanto en América como en España, autorizados para comerciar, lo que aumentó los flujos comerciales.
  • Sustitución del sistema de flotas por el de “navíos de registro o permiso”.
  • Impulso de nuevas obras públicas, como puertos, carreteras y canales.
  • Estimulación del desarrollo de la agricultura y creación de colonias agrícolas.
  • Se crearon nuevos impuestos y se aumentaron los tipos de otros.
Las medidas político-administrativas más importantes fueron:
  • La creación de los Virreinatos de Nueva Granada (1717) y del Río de la Plata (1776).
  • Cada virreinato se dividió en intendencias gobernadas por un gobernador intendente. Estos funcionarios tenían competencias financieras, militares y administrativas, y eran nombrados directamente por el rey.
  • La creación de las Capitanías Generales (de carácter militar) de Cuba (1777), Venezuela (1777) y Chile (1778), regiones expuestas a los ataques de potencias extranjeras.
En todo caso, se dio preferencia para estos cargos a los peninsulares frente a los criollos, lo que favoreció el desarrollo de ideas independentistas. Las principales medidas religiosas fueron el regalismo: afirmación de que la autoridad del rey era superior a la de Papa en cuestiones que tenían que ver con la soberanía del Estado, como el nombramiento de obispos y la revisión de los fallos de los tribunales eclesiásticos, y la expulsión de los Jesuitas, lo que afectó a las reducciones de Paraguay. Medidas culturales: La creación de Escuelas de Artes y Oficios y de Sociedades de Amigos del País y de expediciones científicas.


3.9. Sociedad, economía y cultura del Siglo XVIII

El siglo XVIII fue un período de transición del Antiguo Régimen al mundo contemporáneo, por la Ilustración, que concede prioridad a la razón, al conocimiento científico, al progreso y al derecho a la felicidad; este movimiento llega a España tardíamente, con Carlos III, y estuvo representada por muchos de sus ministros (Floridablanca, Campomanes, Olavide…).

En cuanto a la actividad económica, la agricultura siguió siendo la principal actividad económica, empleando al 70% de la población; hubo un aumento de la superficie cultivada, pero no una mejora de las técnicas agrícolas; además, la propiedad libre era escasa. En el reinado de Carlos III bajo el influjo de las teorías fisiocráticas se intentó una reforma agraria (Jovellanos). La industria se caracterizaba esencialmente por la manufactura textil. Se crearon las Reales Fábricas (tapices, cristal y porcelana), pero se permitió la creación de talleres privados, fuera de los gremios. El comercio interior era en principio poco importante, aunque se estimuló mediante la supresión de las aduanas interiores; el comercio con Europa era deficitario para España, siendo más importante el comercio con América porque se suprimió ampliando el número de los autorizados para comerciar. Se crea el Banco de España.

Sociedad: La población prácticamente se duplicó entre 1717 y 1797, al contrario de lo sucedido en el siglo anterior.

El sistema de clases sociales o estamentos continúa como en el siglo anterior, pero hubo un afianzamiento de las clases medias al crecer el número de artesanos y burgueses a costa de otros estratos sociales y las propias estructuras del Estado demandaban profesionales más cualificados. La Ilustración se manifiesta en todos los ámbitos de la sociedad:

  • El Decreto de 1783 declara “honestas” todas las profesiones, que se consideran un mérito para conseguir la hidalguía, lo que supone un primer golpe a los gremios.
  • Desde la perspectiva de la educación y la cultura: Se impone la obligatoriedad de la educación primaria, creándose el Real Estudio de San Isidro; se reforman los estudios universitarios; se crean las Reales Academias, y las escuelas de artes y oficios.