1. El proceso de la revolución
Para comprender la Revolución de 1868 hay que citar las causas, que son fundamentalmente de naturaleza política:
- Agotamiento biológico: los principales líderes políticos mueren (O’Donnell, Narváez, Bravo Murillo…).
- Pérdida de prestigio de la monarquía: como institución y de Isabel II, que se gana antipatías y se va quedando sola con su camarilla cortesana.
- Acontecimientos: el pronunciamiento de Prim en Villarejo, el levantamiento del cuartel de San Gil y levantamientos en los Pirineos, Barcelona, Valencia y Aranjuez.
- Reducción de apoyos: la corona del régimen isabelino reduce el número de fieles por temor a perder el poder. A partir de 1866 quedan limitados a los moderados.
- Estrategia progresista: los progresistas, sin esperanza de llegar al poder, utilizan pronunciamientos y sublevaciones para conseguirlo. El cerebro de la conspiración es Prim, líder progresista.
- Alianzas: progresistas y demócratas se alían.
- Negociación unionista: los unionistas negocian con los revolucionarios.
En agosto de 1866 se reúnen demócratas y progresistas y llegan al Pacto de Ostende, donde se comprometen a derrocar a Isabel II y a elegir, por sufragio universal masculino, una asamblea constituyente que decidirá la forma de gobierno, monárquica o republicana. Los unionistas, con Serrano, se unen al Pacto con la condición de que la monarquía sea la forma de gobierno.
La revolución se produjo definitivamente en septiembre de 1868 (La Septembrina). En su desarrollo se hace evidente la dualidad de las fuerzas que intervienen y la discrepancia entre sus objetivos:
- Militares: declaradamente monárquicos, quieren un cambio de régimen cambiando a la reina y la Constitución.
- Juntas de las ciudades: muestran elementos demócratas y republicanos.
En el primer objetivo se sitúa el pronunciamiento de la bahía de Cádiz, al mando de Topete, que se emprende con la intención del cambio de dinastía. Las Juntas revolucionarias van a precisar mucho más sus reivindicaciones:
- Soberanía nacional.
- Sufragio universal.
- Descentralización.
- Libertad de imprenta, enseñanza y cultos.
El levantamiento continuó y se generalizó por Andalucía. Esta situación llevó al General Gutiérrez de la Concha (presidente del Consejo de Ministros) a plantear la lucha contra los sublevados en la batalla de Alcolea, en la que parte del ejército gubernamental negoció su incorporación a la revolución. Al saber lo ocurrido, el gobierno entregó el poder a los conspiradores e Isabel II se exilió en Francia.
En Madrid se formó una Junta revolucionaria por unionistas y progresistas, lo que llevó a los demócratas a formar su propia Junta. Ambas acordaron convocar elecciones mediante sufragio universal. El gobierno provisional se constituyó en Madrid el 8 de octubre, presidido por Serrano.
2. Una revolución democrática (1868)
La salida de España de Isabel II, tras la batalla de Alcolea, significó el triunfo de la revolución. En paralelo con el nombramiento del general Serrano para la presidencia de un gobierno provisional, se constituyó una Junta Superior Revolucionaria que proclamó el sufragio universal, la libertad de cultos y la libertad de enseñanza. La declaración suponía el triunfo de los principios democráticos. Las nuevas autoridades también acometieron una abierta política antirreligiosa: disolución de la Compañía de Jesús y extinción de los conventos.
Monarquía o república
Las nuevas autoridades revolucionarias tenían una tarea complicada: articular un sistema de convivencia política. Tampoco ayudaba la falta de consistencia de la sociedad española: las tres cuartas partes de la población eran analfabetas y las clases medias apenas representaban un 5% del total.
El sufragio universal para los varones mayores de 25 años concedió el derecho de voto a casi cuatro millones de españoles. Las elecciones siguientes, celebradas a comienzos de 1869, dieron una amplia mayoría a los partidos monárquicos comprometidos con la revolución, frente a republicanos y carlistas. La cuestión sería la de decidir entre monarquía y república en la futura Constitución. El gobierno provisional se pronunció por una monarquía surgida de la soberanía nacional.
3. La Constitución de 1869
Las Cortes constituyentes terminaron su trabajo a primeros de junio de 1869 y fue promulgada la nueva Constitución. Sus 112 artículos recogían los principios democráticos, describían los poderes y dedicaban títulos a la organización territorial, la fiscalidad y la fuerza pública.
La Constitución proclamaba la soberanía nacional y una monarquía en convivencia con un sistema parlamentario bicameral. Se trataba de un texto que aseguraba la libertad de cultos. Se esbozaba una cierta descentralización en el título dedicado a las diputaciones provinciales y a los ayuntamientos, así como un título dedicado a las provincias de ultramar con voluntad de reforma. El rey perdía muchas atribuciones y el nuevo ordenamiento daba la primacía a las Cortes. En el ámbito de la justicia, la innovación más significativa fue la introducción del jurado.
Regencia de Serrano
La promulgación del texto constitucional de 1869 exigió el nombramiento de un regente, cargo que recayó en el general Serrano. Este nombró al general Juan Prim para formar un nuevo gobierno integrador. Durante su gestión, Prim desarrolló el programa revolucionario: ley de matrimonio civil, abolición de la esclavitud (Caribe, Filipinas…), ley electoral y ley sobre organización judicial.
La decepción de los republicanos frente a la opción monárquica provocó levantamientos en la costa mediterránea y Andalucía.
La búsqueda de un rey
La tarea principal de Prim fue encontrar un rey. El proceso fue complicado y provocó tensiones internacionales. Se descartó la vuelta del príncipe Alfonso (hijo de Isabel II), al general Espartero y al duque de Montpensier. Finalmente, las Cortes se inclinaron por Amadeo de Saboya. El 30 de diciembre desembarcó en Cartagena, coincidiendo con el fallecimiento de Prim en Madrid tras sufrir un atentado.
4. El reinado de Amadeo I
La presencia de un rey liberal parecía una oportunidad para estabilizar la política, y las potencias europeas lo reconocieron rápidamente. Solo la Santa Sede mostró reticencias, ya que el rey era hijo de Víctor Manuel II, quien había despojado al papa de los Estados Pontificios.
Amadeo comenzó su reinado con pocos apoyos sociales: sin las clases altas, parte del clero y con la oposición de republicanos y carlistas. Los problemas principales fueron:
- Asesinato de Prim: privó al monarca de su apoyo más firme.
- Inestabilidad gubernamental: siete gobiernos en dos años.
- La Tercera Guerra Carlista.
- La Guerra de Independencia cubana.
- El movimiento obrero.
Los progresistas se dividieron en el Partido Constitucionalista (Sagasta) y el Partido Radical (Ruiz Zorrilla). Tras una sucesión de gobiernos de Ruiz Zorrilla, Sagasta y Serrano, el rey Amadeo I decidió abdicar el 11 de febrero de 1873.
5. La República de 1873
A pesar de la prohibición constitucional, el Congreso y el Senado formaron una Asamblea Nacional que proclamó la República y eligió a Estanislao Figueras como presidente. El nuevo régimen mantuvo la Constitución de 1869, pero pronto surgieron conflictos sociales y demandas extremistas.
En las elecciones a Cortes constituyentes, los federales obtuvieron una mayoría abrumadora debido al boicot de la oposición (radicales, carlistas y alfonsinos).
Un proyecto de constitución federal
En junio se proclamó la República federal con Francisco Pi y Margall en la presidencia. El proyecto de constitución de Castelar destacaba por su voluntad descentralizadora, dividiendo la nación en diecisiete estados. Se añadía un cuarto poder (relacional) ejercido por el presidente de la República para mantener el equilibrio federal. El poder legislativo residía en un Congreso (sufragio universal directo) y un Senado. Además, se establecía la separación entre la Iglesia y el Estado.
El movimiento cantonalista
El Cantonalismo fue un movimiento que extremó la autonomía, proclamando la soberanía de localidades (cantones) como Cartagena, Sevilla o Cádiz. El inicio de este movimiento provocó la caída de Pi y Margall, sustituido por Nicolás Salmerón, quien utilizó al ejército para sofocar las insurrecciones. Salmerón dimitió y le sucedió Emilio Castelar, quien acentuó el giro conservador para restablecer el principio de autoridad, suspendiendo garantías constitucionales y potenciando el papel militar ante las guerras de Cuba y Carlista.
6. La República de 1874
El general Manuel Pavía derribó a Castelar mediante un golpe, desalojando las Cortes. El general Serrano asumió la presidencia, disolvió las Cortes constituyentes y la 1ª Internacional, y logró la rendición del Cantón de Cartagena.
El proyecto de restablecer en el trono al príncipe Alfonso ganaba fuerza bajo el liderazgo de Antonio Cánovas del Castillo. Aunque Cánovas buscaba un regreso pacífico mediante el Manifiesto de Sandhurst, el pronunciamiento militar de Martínez Campos en Sagunto aceleró el proceso. Alfonso XII se convirtió en el nuevo rey de España, dando inicio a la Restauración.