La Construcción del Estado Moderno Español: De los Reyes Católicos a Isabel II

La Construcción del Estado Moderno Español (Siglos XV-XVI)

Los Reyes Católicos: Unificación y Autoritarismo

El final del siglo XV y principios del XVI marcaron la base del futuro Imperio Español y del Estado moderno. Este proceso se logró al unir las dos coronas más importantes del país (Castilla-León y Aragón-Cataluña) bajo una sola monarquía autoritaria.

Para imponer su autoridad en todo el territorio, la monarquía, que permanecía independiente, debía reunir a las Cortes e imponer su poder sobre la nobleza y el Tercer Estado. Los Reyes Católicos se apoyaron en:

  • Un ejército permanente.
  • Una administración civil y judicial centralizada.
  • Un sistema fiscal unificado.
  • Organismos de seguridad como la Santa Hermandad (para la persecución de delincuentes).
  • El Tribunal de la Inquisición, que aseguró la uniformidad religiosa.

Los Reyes Católicos organizaron las bases del futuro imperio español, incluyendo la Península Ibérica. Se habían descubierto y denominado las Antillas por Colón, quedando la conquista y colonización del continente para el resto del siglo XVI. Esto se complementó con una inteligente política de alianzas dinásticas mediante el casamiento de sus hijas.

El Esplendor y la Expansión del Imperio Español: Los Austrias Mayores (Siglo XVI)

Los sucesores de los Reyes Católicos fueron los Austrias: Carlos I y Felipe II. Ellos agotaron el siglo XVI, transformando la monarquía autoritaria en absoluta. La hegemonía española y su imperio alcanzaron su máxima expansión con la incorporación de vastos territorios europeos (derivado de la condición de emperador de Carlos I desde 1519) y el descubrimiento y conquista del continente americano.

La expansión territorial incluyó:

  • El México Azteca y América Central Maya (conquistados por Hernán Cortés entre 1518-1524).
  • El Imperio Inca en América del Sur.
  • Parte de América del Norte y Asia (en la década de los 30).

El territorio se organizó en virreinatos y la población indígena fue sometida mediante la encomienda y la mita, cuya explotación fue denunciada por Bartolomé de las Casas. El comercio colonial se centralizó en la Casa de Contratación de Sevilla.

La Crisis del Siglo XVII: Los Austrias Menores

Durante el siglo XVII, los monarcas se liberaron de la administración directa de todos los asuntos del Estado, dejando la toma de decisiones en manos de sus “validos”.

Monarcas y Validos

  • Felipe III: Duque de Lerma.
  • Felipe IV: Conde-Duque de Olivares, quien provocó la crisis más grave del imperio.
  • Carlos II (el Incapaz): Su reinado facilitó la bancarrota de la Hacienda y la miseria del pueblo.

El imperio se hundió aún más por nuevas guerras, destacando la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). Esta fue una continuación de las antiguas guerras de religión contra los protestantes por el dominio europeo. Los católicos Habsburgo españoles y austriacos combatieron contra la coalición protestante de las Provincias Unidas del Norte.

La guerra terminó con la derrota de los Tercios españoles y la firma de la Paz de Westfalia (1648), donde se reconoció la independencia de las Provincias Unidas. Posteriormente, la Paz de los Pirineos con Francia consolidó la hegemonía europea en favor de Francia.

A esto se sumaron dos guerras civiles internas (Cataluña y Portugal). Tras la muerte de Carlos II sin descendencia, se desencadenó la Guerra de Sucesión Española, que puso fin a la dinastía de los Austrias en España, siendo sustituidos por los Borbones franceses.

El Reformismo Borbónico: El Despotismo Ilustrado

Aunque históricamente el Despotismo Ilustrado se asocia a los Borbones del siglo XVIII (especialmente Carlos III), el documento menciona a Carlos II (último Habsburgo) en la segunda mitad del siglo XVII como impulsor de reformas.

Apoyándose en el espíritu ilustrado, se diseñaron planes de reforma orientados a la modernización del país. Estos planes, sin embargo, fueron casi siempre paralizados por la negativa de los privilegiados a contribuir con los gastos del Estado. El foco de la crítica al poder se centró en la necesidad de lograr un mayor desarrollo económico.

Las reformas propuestas incluían:

  • La liberación de la gran propiedad agraria amortizada.
  • Una reforma educativa para la mejora de la formación del ciudadano, buscando una educación universal y obligatoria, con especial énfasis en las ciencias y las profesiones para estimular el cambio social.

La monarquía ilustrada integró a ministros reformistas en los gobiernos, diseñando un amplio reformismo denominado Despotismo Ilustrado. Este modelo se caracterizó por ser una monarquía absoluta paternalista, que buscaba el desarrollo económico del país sin contar con la participación del pueblo (“Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”).

Los planes reformistas se aceleraron tras el conflicto del Motín de Esquilache en 1766, además de la aplicación del Regalismo.

Las Guerras Carlistas y el Reinado de Isabel II (1833-1868)

Las Guerras Carlistas: Conflicto Ideológico y Sucesorio

Las Guerras Carlistas fueron una serie de guerras civiles entre los liberales (o isabelinos) y los carlistas (tradicionalistas). Se desarrollaron, en su mayor parte, durante el reinado de Isabel II. Aunque originadas inicialmente como un pleito sucesorio a la Corona Española, se transformaron rápidamente en un conflicto ideológico.

Como pleito sucesorio, el carlismo (seguidores de Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII) negó la validez de la Pragmática Sanción. La Ley Sálica, que impedía reinar a las mujeres, ya no estaba vigente al haber sido anulada por la Pragmática Sanción en 1789 con Carlos IV y publicada por Fernando VII antes de morir. Los carlistas, sin embargo, consideraron aquella publicación una maniobra del rey para favorecer a su hija.

El carlismo defendía el tradicionalismo más trasnochado. Geográficamente, se limitó a la Meseta y al ámbito rural, especialmente entre el campesinado, la baja nobleza, el conservadurismo clerical y el artesanado. Los liberales, o isabelinos, contaron con el apoyo de las clases urbanas, la jerarquía eclesiástica y el ejército, junto a las grandes potencias (Reino Unido, Francia).

Desarrollo de los Conflictos Carlistas

A lo largo del siglo XIX se sucedieron tres enfrentamientos carlistas:

  1. Primera Guerra Carlista (1833-1840).
  2. Segunda Guerra Carlista (1846-1849), o Guerra dels Matiners.
  3. Tercera Guerra Carlista (1872-1876).
La Primera Guerra Carlista (1833-1840)

Esta guerra se extendió durante toda la minoría de edad de Isabel II. Fue dirigida inicialmente por Zumalacárregui, quien no pudo tomar ninguna de las ciudades importantes y murió en el asedio de Bilbao en 1835. Poco después, con Cabrera, el ejército carlista paseó libremente por el país entre 1836 y 1837. Finalmente, el general Espartero rechazó a los carlistas en Bilbao y obligó al general carlista Maroto a firmar el Tratado de Vergara.

La Segunda Guerra Carlista (1846-1849)

Denominada Guerra dels Matiners, se desarrolló solo en Cataluña. Se inició con el pretexto del fracaso de la boda entre la reina y el pretendiente carlista.

La Tercera Guerra Carlista (1872-1876)

Aprovechando el derrocamiento de Isabel II con la Revolución de 1868, esta guerra se extendió por Cataluña, País Vasco y Navarra. Finalizó con la Restauración Borbónica y la derrota definitiva del carlismo de Carlos VII.

La Construcción del Estado Liberal: La Regencia y la Mayoría de Edad de Isabel II

Durante la minoría de edad de Isabel II, bajo la Regencia de María Cristina y con la Primera Guerra Carlista como telón de fondo, los gobiernos liberales comenzaron el desmantelamiento gradual del Antiguo Régimen.

En un primer momento, con el moderado Martínez de la Rosa como presidente del gobierno, se promulgó el Estatuto Real (1834).

Mendizábal comenzó el desmantelamiento del Antiguo Régimen con medidas clave:

  • Libertad de imprenta.
  • Supresión de conventos.
  • Desamortización de los bienes del clero regular.

Tras una sublevación protegida por la Guardia Real en el Palacio de la Granja, se convocaron unas Cortes todavía apoyadas en el sufragio censitario (Cámara Alta o Senado y Cámara Baja o Congreso de los Diputados). Finalmente, una nueva insurrección impuso la Regencia de Espartero (1840-1843).

El Reinado Efectivo de Isabel II (1843-1868)

Durante la mayoría de edad de Isabel II se construyó un Estado Liberal, dominado principalmente por los liberales moderados (conservadores) y la Unión Liberal. Fue un periodo de gobierno autoritario, marcado por la intervención activa de la Reina y la participación permanente del ejército en los gobiernos, lo que supuso la exclusión de la gran mayoría del país.

Hubo tres etapas principales:

  1. La Década Moderada.
  2. El Bienio Progresista.
  3. El Gobierno de la Unión Liberal.
La Década Moderada (1844-1854)

Con el general Narváez como líder, se logró la estabilidad política mediante un régimen conservador y oligárquico, represor y antidemocrático. Se reformó la Hacienda y el presupuesto estatal, y se aproximó a la Iglesia Católica, paralizando las desamortizaciones. Durante este periodo se creó el nuevo Partido Demócrata, y el coronel O’Donnell se pronunció.

El Bienio Progresista (1854-1856)

Durante el Bienio Progresista, se recuperó la Constitución de 1837 y se impulsó la desamortización eclesiástica y la desamortización civil.