La Guerra de Sucesión Española y el Tratado de Utrecht (1702-1714)
Cuando **Carlos II** murió sin hijos, hubo un gran conflicto internacional por el trono de España. Los candidatos eran el **Archiduque Carlos de Austria** y **Felipe de Anjou**, nieto del rey francés Luis XIV. Europa temía que, si un Borbón ocupaba el trono español, se unieran las coronas de Francia y España, rompiendo el **equilibrio de poder**.
Según el testamento de Carlos II, **Felipe V** fue proclamado rey de España. Pero la actitud de Francia, ocupando territorios y negándose a separar las dos coronas, hizo que Inglaterra, Austria, los Países Bajos y después Portugal formaran la **Gran Alianza de La Haya** (1701) contra los Borbones.
La **Guerra de Sucesión** (1702-1714) fue larga y se luchó tanto en Europa como en España. Al principio, los aliados tuvieron ventaja: en 1704 los ingleses ocuparon **Gibraltar** y en 1705 el Archiduque Carlos desembarcó en Valencia y conquistó los reinos de la **Corona de Aragón**. En Castilla, sin embargo, se apoyaba firmemente a Felipe V. Francia ayudó con tropas y recursos, lo que cambió el curso de la guerra. En 1707 Felipe venció en la **Batalla de Almansa** y recuperó Valencia y Aragón. Después, las victorias borbónicas dejaron solo Cataluña en manos del Archiduque.
En Europa, los Borbones fueron perdiendo, pero en 1711 el Archiduque Carlos se convirtió en **emperador de Austria**. Las potencias temieron una unión demasiado grande y negociaron la paz.
El **Tratado de Utrecht** (1713) puso fin a la guerra: Felipe V fue reconocido rey de España, pero sin poder unirse a Francia. España perdió sus territorios en Italia y los Países Bajos, que pasaron a Austria. **Inglaterra** ganó Gibraltar, Menorca y derechos comerciales con América, rompiendo el monopolio español.
En Cataluña la guerra duró hasta 1714. Los catalanes resistieron esperando conservar sus fueros, pero el **11 de septiembre** de ese año, Barcelona fue tomada por las tropas borbónicas, desapareciendo las instituciones catalanas.
El Despotismo Ilustrado: El Reinado de Carlos III
La Práctica del Despotismo Ilustrado
El reinado de **Carlos III** representa el **Despotismo Ilustrado**, una forma de gobierno donde el rey mantenía todo el poder, pero quería aplicar reformas “para el bien del pueblo”, aunque sin contar con él. Se resumía en la frase: “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”.
Ya con Fernando VI y Ensenada se habían iniciado algunas reformas, pero fue con Carlos III cuando se aplicaron con más fuerza. Los **ministros ilustrados** (como **Campomanes** o **Floridablanca**) buscaban mejorar la agricultura, la industria y el comercio para fortalecer el Estado, aunque sin eliminar los privilegios de la nobleza ni de la Iglesia.
El Inicio del Reinado y el Motín de Esquilache
Carlos III, con experiencia como rey en Nápoles, nombró al **Marqués de Esquilache** como ministro de Hacienda. Se intentaron reformas económicas y se decretó la libertad del precio del trigo, pero una mala cosecha y la subida del pan provocaron hambre y descontento.
En 1766 estalló el **Motín de Esquilache** en Madrid, originado por la escasez y por medidas impopulares como prohibir las capas y los sombreros anchos. El motín se extendió por otras ciudades y duró tres días. Tras esto, Carlos III destituyó a Esquilache y puso al **Conde de Aranda** al frente del gobierno.
Ese mismo año, el rey expulsó a los **jesuitas**, acusándolos de tener demasiado poder y de influir en el motín. Sus bienes se usaron para fines educativos. Esta medida formó parte de su **política regalista**, que limitaba la autoridad del Papa y fortalecía el poder del rey sobre la Iglesia.
La Segunda Parte del Reinado: El Giro Conservador
Después del motín, Carlos III se volvió más prudente y conservador. Con Aranda y luego Floridablanca en el gobierno, se frenaron las reformas más profundas. El rey temía nuevas revueltas y quería mantener la paz social y el apoyo de la nobleza y la Iglesia.
Los ilustrados más reformistas, como **Jovellanos** o Campomanes, vieron cómo sus ideas se frenaban. Cuando Carlos III murió en 1788, Floridablanca siguió gobernando con su hijo **Carlos IV**.
La Política de Reformas
Aunque los ilustrados analizaron bien los problemas del país, sus reformas tuvieron poco efecto. En agricultura, no se logró acabar con el dominio de la nobleza y la Iglesia. En industria, se mantuvieron las fábricas reales y los astilleros, pero sin inversión privada.
En 1778, se permitió el **libre comercio con América**, lo que impulsó la economía, sobre todo en Cataluña. También se fundó el **Banco de San Carlos**, primer banco nacional, aunque terminó con pérdidas.
Por último, los ilustrados promovieron la educación y la ciencia, crearon las **Sociedades Económicas de Amigos del País** y fomentaron nuevos conocimientos, pero los resultados fueron limitados porque la mayoría de la población seguía aferrada a las viejas costumbres.
La Crisis del Antiguo Régimen: 1808
La Situación del País antes de la Crisis
A finales de 1807, la situación social y económica de España era muy mala desde hacía unos quince años. Las guerras continuas, el hambre por culpa de las malas cosechas y las enfermedades habían causado muchas muertes. Los precios subieron mucho y el comercio con las colonias estaba casi parado desde la guerra de 1796. Además, desde 1806, el **bloqueo que Napoleón impuso contra Inglaterra** empeoró todo aún más.
A todo eso se unía la ruina del Estado. Las guerras habían hecho que España se endeudara cada vez más, y ni siquiera la venta de bienes de la Iglesia en 1798 pudo solucionarlo. En 1808, la deuda era diez veces mayor que lo que se ingresaba al año. Toda la población estaba enfadada con **Godoy**, y también con los reyes por mantenerlo en el gobierno. Le culpaban de las derrotas militares y de la ruina económica. Los nobles y los curas también lo atacaban por su origen humilde y porque defendía a los ilustrados.
La oposición empezó a unirse alrededor del **Príncipe Fernando**, que estaba apartado del gobierno por Godoy. Los seguidores de Fernando, entre ellos muchos nobles y miembros del clero, difundieron una buena imagen de él y lo presentaron como el salvador del país. En octubre de 1807 se descubrió una conspiración de Fernando, pero consiguió el perdón de sus padres tras acusar a los que lo ayudaron.
El Tratado de Fontainebleau y el Motín de Aranjuez
En 1806 Napoleón había ordenado un bloqueo comercial contra Inglaterra. Casi todos los países de Europa lo aceptaron, menos Portugal, que siempre había sido aliado de los ingleses. Por eso, Napoleón decidió invadir Portugal y firmó con el gobierno español el **Tratado de Fontainebleau** (29 de octubre de 1807), por el cual el ejército francés podía pasar por España para llegar a Portugal. En pocos días, los franceses vencieron a los portugueses y ocuparon Lisboa. Pero Napoleón empezó a desconfiar de la familia real española y de su gobierno.
Pensaba que España era un país atrasado, con un ejército débil y sin capacidad para resistir a los franceses. Además, sabía que por muchos puertos españoles entraban productos ingleses a escondidas. Entre noviembre y febrero, entraron en España muchos más soldados franceses de los que decía el tratado, y se instalaron en distintas ciudades. En febrero de 1808, Napoleón puso al frente de su ejército en España a su cuñado, el general **Murat**. La población española pasó de la curiosidad al miedo y al enfado. Hubo enfrentamientos con los franceses, y los partidarios de Fernando aprovecharon para actuar. En la noche del 17 al 18 de marzo de 1808 ocurrió el **Motín de Aranjuez**: los seguidores de Fernando atacaron el palacio, detuvieron a Godoy y obligaron a Carlos IV a renunciar al trono en favor de su hijo.
Las Abdicaciones de Bayona
Fernando VII entró en Madrid como rey, pero pronto quedó bajo el control del general Murat. Napoleón lo llamó a **Bayona** (Francia) para hablar con él, y allí también hizo llevar a sus padres y a Godoy. En Bayona, Napoleón consiguió que toda la familia renunciara al trono. El 7 de mayo de 1808, Fernando se lo cedió a su padre, y este, a su vez, se lo entregó a Napoleón.
A cambio, Napoleón prometió mantener la religión católica y dio a Carlos IV y a su familia castillos y grandes rentas en Francia. Finalmente, el emperador decidió dar el trono de España a su hermano **José Bonaparte**, lo que provocó el rechazo del pueblo español.
Fernando VII: Entre el Absolutismo y el Liberalismo (1814-1833)
El Sexenio Absolutista (1814-1820)
El Golpe de Estado y la Represión
Cuando **Fernando VII** regresó a España, dejó claro que no pensaba mantener la Constitución. El 4 de mayo de 1814, en Valencia, dio un **golpe de Estado**: anuló las Cortes y la **Constitución de 1812** y mandó arrestar a los diputados.
El golpe fue posible gracias al apoyo del Ejército, la nobleza y el clero, que querían recuperar el **Antiguo Régimen**. También el pueblo lo apoyó, creyendo que el rey era su salvador.
Fernando VII restauró todos los privilegios de los nobles y la Iglesia, devolvió tierras y edificios, restableció la **Inquisición**, los gremios y la Mesta, y quitó la libertad de imprenta. Solo mantuvo la abolición de la tortura (aunque se seguía usando en secreto).
Este regreso al absolutismo no fue solo en España: en toda Europa, las potencias vencedoras de Napoleón acordaron en el Congreso de Viena volver al antiguo orden. En España, la consecuencia fue una gran represión: se persiguió y encarceló a **liberales** y **afrancesados**, y muchos tuvieron que huir al exilio.
Caos y Crisis Económica
Entre 1814 y 1820, Fernando VII gobernó de forma autoritaria y caótica. Cambiaba ministros constantemente y tomaba decisiones guiado por su **camarilla**, un grupo de consejeros, curas y nobles ultraconservadores.
La situación económica era terrible. Tras la guerra, el país estaba destruido: el comercio colonial desapareció y la industria se hundió. El Estado estaba en bancarrota, con más gastos que ingresos y una enorme deuda.
El campo también sufría: se devolvieron los privilegios a los nobles, lo que causó malestar entre los campesinos. En las ciudades, el paro y la miseria aumentaban. El Ejército también estaba descontento, pues muchos soldados no cobraban, vivían mal y se enviaban a América a luchar contra los independentistas.
Poco a poco, los liberales se reorganizaron en secreto. Se crearon sociedades masónicas y conspiraciones entre militares jóvenes con ideas revolucionarias. Entre 1814 y 1819 hubo varios intentos de rebelión, aunque todos fracasaron.
El Trienio Constitucional (1820–1823)
El 1 de enero de 1820, el comandante **Riego** se sublevó en Cádiz y pidió el regreso de la Constitución de 1812. Su movimiento triunfó y Fernando VII se vio obligado a aceptarla.
El **Trienio Liberal** fue un periodo lleno de conflictos. Los liberales estaban divididos entre **moderados** (más conservadores y cercanos a la burguesía) y **radicales** (más revolucionarios y apoyados por el pueblo). El rey, aunque fingía aceptar la Constitución, seguía conspirando para recuperar el poder absoluto.
Durante este tiempo se aprobaron reformas importantes:
- Reformas agrarias (eliminando privilegios y vendiendo tierras de la Iglesia).
- Supresión definitiva de la Inquisición y de las órdenes religiosas.
- Reforma del ejército y la educación (con escuelas primarias, institutos y universidades organizadas en tres niveles).
- Reformas económicas y fiscales, aunque muchas no se aplicaron.
Sin embargo, estas reformas beneficiaron más a los ricos que a los campesinos, que se sintieron traicionados. La Iglesia también se volvió contra el gobierno por las medidas anticlericales.
La Contrarrevolución y la Caída del Gobierno Liberal
En 1822, el rey apoyó una sublevación contrarrevolucionaria, pero fue derrotada. Entonces pidió ayuda a las potencias absolutistas europeas. En 1823, un ejército francés, los llamados **“Cien Mil Hijos de San Luis”**, invadió España y restauró el poder absoluto del rey.
La Década Ominosa (1823–1833)
Tras recuperar el poder, Fernando VII anuló todas las leyes liberales y volvió al absolutismo total. Se desató una dura represión: muchos liberales fueron ejecutados, encarcelados o exiliados.
Se restableció la censura, la persecución política y se creó el **Voluntariado Realista**, que actuaba violentamente contra los liberales. Sin embargo, el país seguía hundido y el propio rey tuvo que aceptar algunos pequeños cambios, como la creación del **Consejo de Ministros** y la eliminación definitiva de la Inquisición.
Los absolutistas más radicales, molestos con estas reformas, comenzaron a apoyar a **Don Carlos**, hermano del rey, lo que dio origen al **Carlismo**. En 1827 se produjo la **Guerra de los Agraviados** en Cataluña, una rebelión carlista que fue vencida, pero que marcó el inicio del conflicto que estallaría tras la muerte del rey.