La Escolástica: Un Puente entre Razón y Fe (Siglos VIII-XIV)
La Escolástica, periodo filosófico que abarca aproximadamente desde el siglo VIII hasta el siglo XIV, con figuras clave como el Papa Silvestre II (Gerberto de Aurillac, 953-1003), marcó un retorno a la razón como vía para la comprensión y el conocimiento del mundo de las ideas.
1. La Razón al Servicio de la Fe: Primeras Aproximaciones
En la Escolástica, surgen ideas que, sin ir en contra de Dios, buscan alcanzarlo mediante la razón. Así aparece el argumento ontológico de la existencia de Dios, propuesto por San Anselmo, que introduce un nuevo concepto: la fe en busca de la inteligencia (contrario a la Patrística).
1.1. El Problema de los Universales
Los escolásticos se plantean el problema de los universales, cuestionando si la verdadera realidad está formada por conceptos universales o por los individuos a los que se aplican estos conceptos. Si se acepta que la verdadera realidad está formada por los universales, se salva la razón. Si se acepta que la verdadera realidad está formada por los seres individuales, se salvan los sentidos.
La Escolástica ofreció dos soluciones principales:
- Nominalismo: Defiende que los universales no son más que nombres arbitrarios.
- Realismo: (Representado por San Anselmo) Sostiene que los universales son esencias puras que forman la verdadera realidad de las cosas.
El nominalismo, con el tiempo, terminaría por superar al realismo.
2. La Irrupción del Pensamiento Aristotélico en Occidente
El pensamiento aristotélico llegó al mundo occidental a través de los pensadores árabes en el siglo XI. Los árabes, conocedores de la obra de Aristóteles, desarrollaron su filosofía basándose en sus estudios. Las escuelas de traducción de Toledo desempeñaron un papel crucial al traducir la obra de Aristóteles, generando una revolución que dio como resultado dos escuelas principales:
- Averroístas: Defendían la existencia de dos verdades, la de la razón y la de la fe, lo cual iba en contra del pensamiento cristiano predominante.
- Dominicos: Convirtieron la teoría de Aristóteles en parte del pensamiento cristiano, impulsando así la razón y la ciencia (destacando Tomás de Aquino).
2.1. Aristóteles y su Crítica a Platón
Aristóteles criticaba a Platón por su dualismo, ya que él consideraba que la verdadera realidad de las cosas se encontraba en sí mismas y que con la razón se podía llegar a ella. Aristóteles volvió a darle importancia al conocimiento sensible (primer paso en el proceso del conocimiento), a diferencia de Platón. Además, creía que en nuestra mente no hay ideas innatas o inmortales, ya que nuestros conocimientos se forman a partir de la reacción que nos producen los sentidos, y no como un recuerdo de haber estado en un mundo de ideas.
Problema: ¿Nuestra mente no es inmortal? Este interrogante fue resuelto por otro pensador árabe, Avicena. Para Aristóteles, todo cambio es una transformación que pasa de ser posible a ser una realidad, y el conocimiento es un proceso de cambios. Entonces, se considera que en nuestra mente y en nuestra alma hay una realidad ya dada con posibilidades de que luego se desarrolle en un conocimiento. Esta realidad es la que Avicena denomina intelecto activo, demostrando que es inmortal.
3. Tomás de Aquino: La Síntesis Aristotélico-Cristiana
Tomás de Aquino, un representante clave de los Dominicos, postuló la existencia de dos fuentes de conocimiento: la razón y la fe. Ambas dan lugar a tres tipos de verdades, que son formas de representarse una única verdad:
- Artículos de fe: La verdad solo se puede obtener con la fe.
- Verdades de la razón: Verdades de fe que la razón puede comprender.
- Preámbulos de la fe: Verdades que la razón puede demostrar y que sirven de base para la fe.
El aristotelismo cristiano criticó la posición platónica de la Patrística. Por este motivo, San Anselmo recibió ataques al demostrar la existencia de Dios basándose en el pensamiento de Platón. Ahora, Aristóteles (y por extensión, Tomás de Aquino) debía demostrar la existencia de Dios mediante la razón.
3.1. Las Cinco Vías de Tomás de Aquino para Demostrar la Existencia de Dios
Tomás de Aquino representa la Escolástica aristotélica, afirmando que a partir de los datos de los sentidos se puede llegar al conocimiento de que Dios existe, pero no de lo que Dios es. Lo demuestra con cinco vías que siguen este esquema:
- Conocimiento del mundo sensible: Partir de la experiencia empírica.
- Ley de causalidad: Todo efecto tiene una causa, y estas causas provocan otros efectos.
- La cadena no puede ser infinita: Debe haber una primera causa incausada.
- Hay un final: Dios: Esa primera causa es lo que llamamos Dios.
Tomás no afirma que eso sea Dios en su esencia, ya que de este modo estaría diciendo que sabe lo que Dios es, lo cual es incomprensible para la razón humana.
3.2. Tipos de Demostraciones según Tomás de Aquino
Tomás, en su demostración, se basa en dos principios:
- Evidencia: Hay cosas que son evidentes para nosotros y cosas evidentes en sí mismas. Dios es evidente en sí mismo (como sostenía San Anselmo), pero no es evidente para nosotros. Por lo tanto, hay que demostrarlo con la razón y a partir de los conocimientos sensibles.
- Tipos de demostraciones:
- Quia: Intentan acceder a la causa a partir de conocer sus efectos.
- Propter Quid: Intentan acceder a la causa por medio del conocimiento de los efectos.
La demostración Propter Quid es la aristotélica y da fuerza a la ciencia. Tomás, al igual que Aristóteles, dice que hay que conocer el mundo sensible antes de acceder al mundo de la razón. Es decir, no podemos conocer el mundo sin antes percibirlo, y para percibirlo debemos hacerlo mediante los sentidos.
Los aristotélicos no aceptaban el argumento ontológico de San Anselmo porque era una demostración Quia y, por tanto, no era válida como demostración de la existencia de Dios desde su perspectiva.
4. Crisis de la Escolástica y el Auge del Nominalismo
En el siglo XIV, la Escolástica sufrió una crisis a causa de las críticas del nominalismo hacia el realismo (Tomás de Aquino era realista). El nominalismo, representado por Guillermo de Ockham, marcó una separación entre la fe y la razón, impulsando con ello el pensamiento científico y racional.