La Generación del 27 y el Esperpento de Valle-Inclán: Claves de la Literatura Española

La Generación del 27: Tradición y Vanguardia

La Generación del 27 surge en un contexto de crisis política y social en España, influenciada tanto por la vanguardia como por la tradición literaria española. Se considera consolidada con el homenaje a Góngora en 1927 y representa una síntesis entre modernidad y clasicismo. Sus autores evolucionan desde una poesía deshumanizada y hermética hacia una más comprometida con la realidad.

Etapas de la Generación del 27

Primera Etapa (hasta 1928): La Poesía Pura

En su primera etapa (hasta 1928), buscan una poesía pura, influida por Juan Ramón Jiménez, evitando la sentimentalidad y apostando por la metáfora y la imagen como base de expresión. Utilizan verso libre, palabras precisas y estructuras innovadoras, recuperando formas métricas clásicas como el romance y el soneto. Destacan Jorge Guillén, con Cántico, que exalta la perfección del mundo; Pedro Salinas, con Presagios, que busca la esencia de las cosas; y las “Sinsombrero“, como Concha Méndez y Josefina de la Torre, que aportan una perspectiva renovadora. Su poesía se centra en la búsqueda de lo eterno e inmutable, influida también por Góngora, cuya obra simbolizaba la metáfora hermética y universal.

Segunda Etapa: Influencia del Surrealismo

Con la llegada de la Segunda República, evolucionan hacia el Surrealismo, incorporando imágenes oníricas y metáforas ilógicas para explorar sus obsesiones y conflictos internos. Ejemplo de ello son Lorca, con Poeta en Nueva York, una denuncia sobre la deshumanización de la sociedad moderna; Alberti, con Sobre los ángeles, que expresa su crisis espiritual; Cernuda, con Un río, un amor, que aborda el amor y el deseo desde una perspectiva atormentada; y Aleixandre, con La destrucción o el amor, donde reflexiona sobre la existencia y la pasión. A este periodo pertenecen también Júbilos de Carmen Conde y Poemas de la isla de Josefina de la Torre, que introducen una fuerte carga emocional y simbólica.

Tercera Etapa: La Poesía Comprometida

Con la Guerra Civil, el arte puro es sustituido por una poesía comprometida. La revista Caballo verde para la poesía, dirigida por Pablo Neruda, impulsa la “poesía impura“, que refleja preocupaciones sociales y existenciales. El lenguaje se vuelve más directo, como en Hijos de la ira de Dámaso Alonso, que muestra la angustia del ser humano en un mundo caótico, y en Clamor de Guillén, donde la poesía se convierte en una herramienta de protesta. También destacan Sombra del paraíso de Aleixandre, Cántico inútil de Ernestina de Champourcín y Mientras los hombres mueren de Carmen Conde, obras que plasman la desolación y el compromiso social de la época.

El Teatro de Lorca

El teatro lorquiano sigue una evolución paralela a su poesía. Su primer éxito, Mariana Pineda, es un drama en verso influido por el teatro romántico. Sin embargo, entre 1930 y 1936, su teatro madura con obras que exploran el deseo imposible y el enfrentamiento entre la realidad y el destino. En sus “comedias imposibles“, como El público y Así que pasen cinco años, Lorca experimenta con el Surrealismo, el simbolismo y la fragmentación de la trama, desafiando las estructuras teatrales tradicionales. Estas piezas son un reflejo de la crisis de valores y del individuo en la sociedad moderna.

Su legado más importante es su trilogía trágica: Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba. En estas obras, la tragedia refleja la opresión social y la lucha por la libertad, especialmente de la mujer. A través de un lenguaje poético cargado de simbolismo y metáforas, Lorca convierte el teatro en una herramienta de denuncia, explorando temas como el destino, la represión y el deseo. Su teatro sintetiza la influencia de la tradición española, desde Lope de Vega hasta Valle-Inclán, y la innovación de las corrientes de vanguardia.

En conclusión, la Generación del 27 representa una fusión entre tradición y modernidad, evolucionando desde la poesía pura hasta la poesía comprometida. En el teatro, Lorca llevó la poesía al escenario, consolidándose como el dramaturgo más importante del siglo XX en España. Su obra y la de sus compañeros del 27 no solo marcaron una época, sino que siguen influyendo en la literatura contemporánea.

Luces de Bohemia: El Esperpento de Valle-Inclán

Luces de Bohemia, escrita por Ramón María del Valle-Inclán, se presentó en entregas en la revista España en 1920, ya que Valle creía que el público de la época no apreciaría su esperpento, porque estaban habituados a los sainetes y obras modernistas. La versión definitiva se publicó en 1924 con tres escenas adicionales. Las acotaciones, más propias de un narrador de novelas, reflejan la convicción de Valle de que la obra sería más apreciada por lectores que por espectadores. La realidad confirmó sus expectativas, ya que no se estrenó en teatros hasta 1970.

Luces de Bohemia narra la caída a los infiernos de Max Estrella, un pobre y ciego (basado en su amigo Alejandro Sawa), que refleja la España de la época, haciendo una crítica social y política. Max y su supuesto amigo, Don Latino de Hispalis, exploran la noche madrileña en menos de 24 horas visitando lugares (como la cueva de Zaratustra, la celda o la taberna de Picalagartos) y encontrando personajes (como Rubén Darío o el Marqués de Bradomín) desde una perspectiva esperpéntica. Valle define el esperpento en la escena XI como una deformación grotesca de la realidad. Considera la sociedad española como una deformación de la cultura europea y la única manera de comprenderla era a través de esa deformación. Los sentimientos que Max evoca en el espectador, como indignación (ante la pérdida de una madre, cuando matan a su hijo en una refriega) o fracaso (aunque era intelectual, no pudo evitar las estafas ni dar de comer a su familia), crean el esperpento. Max es un perdedor cuyo talento no es reconocido, condenado al ostracismo por una sociedad que prioriza lo superficial sobre lo esencial.

Esta obra cumbre de la literatura española sigue muy presente en la actualidad, hasta el punto de que desde 1898 muchos admiradores realizan el mismo recorrido que Max el día de su muerte. Y a nuestros días ha llegado a su vez expresiones como “cráneo privilegiado” o “Max, no te pongas estupendo“.