La Guerra Civil Española: Origen, Desarrollo y Consecuencias (1936-1939)

Origen del Conflicto: El Golpe de Estado de 1936

La Guerra Civil Española se desencadenó a raíz de la sublevación de un grupo de altos cargos militares que pretendían destruir por la fuerza la legitimidad de un sistema democrático. El triunfo del Frente Popular en febrero de 1936 fue considerado una señal de alarma para algunos grupos sociales que, sintiéndose amenazados, intentaron preparar una alternativa autoritaria al régimen constitucional.

El golpe militar, planeado por el general Emilio Mola con el apoyo de milicias carlistas y falangistas, se inició el 17 de julio de 1936 en Melilla. Al día siguiente, Francisco Franco voló desde Canarias a Marruecos para tomar el mando del Ejército de África. El general Sanjurjo, quien debía liderar la sublevación, murió en un accidente de aviación cuando regresaba a España desde su exilio.

El alzamiento tuvo éxito principalmente en zonas agrarias y conservadoras, pero fracasó en la España más desarrollada e industrializada del este y del norte (con la excepción de Álava), así como en Castilla-La Mancha, Extremadura y Andalucía oriental. En Madrid y Barcelona, la sublevación también fue sofocada. Entre el 17 y el 20 de julio, se hizo evidente no solo el fracaso parcial del levantamiento militar, sino también la profunda división del ejército, del territorio y de los recursos económicos en dos bandos que acabarían enfrentándose en una cruenta guerra civil.

Los Bandos Enfrentados: Apoyos Internos y Externos

Perspectiva Interna

En el plano interno, la contienda dividió a España en dos facciones irreconciliables:

  • Bando Republicano: Leal a la República, era denominado «rojo» por los sublevados. El protagonismo recaía en las clases populares, ideológicamente influidas por el socialismo, el comunismo y el anarcosindicalismo.
  • Bando Sublevado: Autodenominado «nacional», estaba compuesto por un conjunto de militares conservadores, católicos y afiliados a partidos de la derecha, apoyados e inspirados por el fascismo.

Ambos bandos eran el reflejo de la lucha global entre fascismo, democracia y comunismo, como si España se hubiera adelantado al conflicto que todos temían a nivel mundial. Sin embargo, la guerra en España era, en esencia, un enfrentamiento armado entre los viejos grupos dominantes de la España de la Restauración y los grupos emergentes que querían consolidar un sistema democrático.

Apoyos Internacionales

Desde una perspectiva internacional, ambos bandos recibieron ayuda exterior:

  • Los nacionales contaron con el apoyo de la Alemania nazi, la Italia fascista y Portugal.
  • Los republicanos recibieron ayuda material de la Unión Soviética y el apoyo humano de las Brigadas Internacionales.

Los países con regímenes democráticos, como Francia y Reino Unido, optaron por una política de neutralidad para evitar una guerra en Europa. Francia impulsó la creación de un Comité de No Intervención con sede en Londres para vigilar que los bandos españoles no recibiesen ayuda internacional, prohibiendo la venta o el paso de armas y suministros bélicos a España. No obstante, este comité no consiguió evitar que ambos bandos recibieran ayuda exterior.

Desarrollo de la Guerra: Fases Clave del Conflicto

1936: El Avance hacia Madrid

En julio de 1936, tras el golpe de Estado fallido, comenzó la guerra. La reacción inicial del gobierno republicano ante el alzamiento generó un caos: el jefe de gobierno, Casares Quiroga, dimitió la noche del 18 de julio al no haber actuado ante los insistentes rumores de un golpe militar. Azaña encargó el gobierno a Martínez Barrio, pero este también dimitió el día 19. Finalmente, Azaña nombró a José Giral, quien tomó la decisiva medida de entregar armas a las organizaciones políticas y sindicales fieles a la República, que se unieron a la parte del ejército que permaneció leal.

El inicio de la guerra estuvo marcado, en el bando nacional, por la necesidad de trasladar al Ejército sublevado desde África a la Península a principios de agosto, lo cual fue posible gracias a la ayuda aeronaval prestada por alemanes e italianos. Una vez en la Península, estas columnas de legionarios acabaron con la resistencia en Badajoz y avanzaron por el valle del Tajo hasta llegar a Toledo, donde liberaron el Alcázar. Allí se encontraban refugiados centenares de militares nacionales junto a sus familias, además de rehenes de izquierdas. Esta acción sería de gran importancia para Franco, impulsando su elección como jefe del alzamiento tras la desaparición de Sanjurjo. A finales de septiembre, fue nombrado Jefe del Estado y Generalísimo de los ejércitos.

Las tropas nacionales también tomaron Irún, con lo que aislaron de Francia la zona norte, que permanecía en manos republicanas. Por su parte, los republicanos fracasaron en sus intentos de tomar Baleares y las capitales aragonesas. Sin embargo, el principal objetivo de los sublevados era forzar el camino hacia Madrid, lo que obligó al gobierno republicano a trasladar su sede a Valencia.

En noviembre, la entrada del ejército nacional en la capital parecía inminente, pero la feroz resistencia del pueblo de Madrid, bajo el famoso lema «¡No pasarán!», y la llegada de las primeras ayudas (las Brigadas Internacionales y el primer material ruso) consiguieron frenar el ataque directo a la ciudad.

1937: La Campaña del Norte

Fracasado el intento de entrar en la capital, los nacionales intentaron dos maniobras para aislar Madrid, que dependía de sus comunicaciones por el este: la batalla del Jarama y la de Guadalajara. A pesar de la ayuda italiana, Franco no pudo derrotar a sus adversarios y optó por cambiar de estrategia, atacando el frente norte.

El ataque sobre el País Vasco contó con la ayuda de la aviación alemana, donde se ensayaron nuevas tácticas de guerra total, como los bombardeos de poblaciones civiles indefensas en Durango y, tristemente célebre, Guernica, tácticas que luego se usarían en la Segunda Guerra Mundial. El general Mola murió en un accidente aéreo en junio de 1937. La caída de la zona norte alteró la relación de fuerzas entre los dos bandos, ya que la República perdía con ella abundantes recursos industriales y mineros.

1938-1939: La Batalla del Ebro y el Fin de la Guerra

Con la pérdida del norte, quedaba un solo frente continuo, que iba desde los Pirineos hasta la costa malagueña. Para frenar una posible ofensiva nacional sobre Madrid, las fuerzas republicanas iniciaron en diciembre de 1937 una ofensiva sobre Teruel, ciudad que lograron recuperar temporalmente, pero que perdieron en febrero tras una lucha que les hizo perder la mitad de sus efectivos y un tercio de su equipamiento. Este resultado facilitó a Franco el inicio de la campaña de Aragón, que llegó hasta el Mediterráneo y dividió el territorio republicano en dos zonas, siendo una de ellas Cataluña.

Franco decidió entonces avanzar hacia Valencia, capital de la República, pero fue detenido cuando el ejército republicano tomó de nuevo la iniciativa y desencadenó un gran ataque sobre el río Ebro. El 25 de julio de 1938 se inició la batalla del Ebro, la más larga y sangrienta de la guerra, que duró tres meses y dejó al ejército republicano prácticamente destruido.

La República española se sentía totalmente abandonada. En octubre de 1938, en la Conferencia de Múnich, Francia e Inglaterra aceptaron la ocupación de los Sudetes por parte de Hitler. En un gesto de buena voluntad para intentar alcanzar un compromiso de paz con Franco, el gobierno republicano despidió de su ejército a todos los voluntarios extranjeros, destacando así el carácter «doméstico» del conflicto que debía solucionarse entre españoles. Pero la paz no llegó.

En febrero de 1939, toda Cataluña ya estaba ocupada. El gobierno republicano abandonó España, e Inglaterra y Francia reconocieron el gobierno de Franco. En Madrid, comenzaron los enfrentamientos internos: el coronel Segismundo Casado dio un golpe de Estado contra el gobierno republicano presidido por Juan Negrín con el fin de negociar con Franco el final de la guerra. Negrín y los comunistas pensaban que la única esperanza de salvar la República era resistir hasta que estallara una guerra europea contra el fascismo, en la que España sería apoyada. Contra esta posición se levantó Casado, con el objetivo de conseguir una «paz honrosa» y haciendo un llamamiento a la reconciliación. Franco no aceptó condición alguna y el 28 de marzo sus tropas entraron en Madrid. En los días posteriores se ocupó la zona mediterránea y, el 1 de abril de 1939, Franco firmó el último parte de guerra. Se abría así un largo período de dictadura en España.

Consecuencias de la Guerra Civil

Se estima que en la guerra se produjeron unas 800.000 víctimas entre muertos en combate, represión y exilio. En la zona republicana, fueron asesinadas personas consideradas de derechas, desarrollándose una represión a menudo descontrolada en los primeros meses. En el bando sublevado, la represión fue sistemática desde el inicio y se prolongó mucho después del final de la misma. Con el fin de la guerra no llegó la paz, sino la victoria de un bando sobre otro.

Parte de la población civil de la zona republicana tuvo que abandonar su hogar ante el avance de las tropas nacionales. Al final de la contienda, aproximadamente medio millón de españoles en retirada entraron en Francia. Una parte de estos refugiados inició un largo y penoso exilio. Unos 30.000 participaron de forma activa en la Segunda Guerra Mundial contra los nazis. Algunos de ellos fueron detenidos por los alemanes y acabaron siendo fusilados o enviados a campos de exterminio, donde muchos murieron.