2. Literatura de fin de siglo: la generación del 98 y el Modernismo. La novela y el teatro anterior a 1936.
El Desastre de 1898 supone para España la pérdida Cuba, Puerto Rico y Filipinas y el comienzo de una gran crisis económica y social. Unos jóvenes inconformistas que pretenden renovar la situación política, social y artística reciben la etiqueta de modernistas. Posteriormente se utilizó este término para referirse a autores que se orientaron a la elegancia y la frivolidad, y acuñó el grupo del 98 para los que abordaron el tema de España y los conflictos existenciales.
El Modernismo se caracteriza por el exotismo, el cosmopolitismo y el amor a la elegancia. Suele recurrir a la mitología, a la referencia de obras de arte y a términos musicales. El estilo es musical y refinado. Su léxico es brillante, raro y sugerente, lleno de metáforas y utilizan nuevos metros y estrofas francesas o en desuso. Su actitud es bohemia, al no ajustarse a convenciones sociales, y aristocrática, por su búsqueda de la belleza estética.
El principal autor modernista e introductor de esta literatura en España fue el nicaragüense Rubén Darío. En Azul desarrolla la influencia parnasiana y la exterioridad sensible. En Prosas profanas representa la intimidad atormentada y se abre al simbolismo y la influencia ROMántica. En Cantos de vida y esperanza da voz al desengaño vital y poético. Manuel Machado mezcla en Alma elementos modernistas y ROMánticos con otros populares y andaluces. Juan Ramón Jiménez escribe Arias tristes, una poesía obsesionada con el paso del tiempo y la llegada de la muerte. Antonio Machado escribe Soledades, ampliada en Soledades, galerías y otros poemas tiene estética modernista. En Campos de Castilla la expresión más sencilla evoluciona a los temas de la generación del 98.
La novela y el ensayo alcanzan su mejor momento con los escritores del grupo del 98, influidos por el Desastre del 98, guiados por Miguel de Unamuno, con un estilo sencillo y sobrio y comparten los asuntos que les obsesionan: España y el sentido de la vida.
Pío Baroja es considerado el gran novelista del 98. En sus obras expresa su desencantada visión del mundo y sus personajes son seres inadaptados que luchan por sobrevivir. Destacan El árbol de la ciencia, Zalacaín el aventurero…(Sus más de 60 novelas se agrupan en trilogías y tetralogías). Miguel de Unamuno, llamaba a sus novelas “nivola” consciente de sus rasgos peculiares. Fueron importantes Niebla, enfrenta al protagonista con el autor para hablar del papel de la literatura, o San Manuel Bueno, mártir de nuevo alrededor del tema de la falta de fe. Ramón María del Valle-Inclán escribíó novelas de carácter modernista, sus Sonatas narran las supuestas memorias del marqués de Bradomín, un don Juan “feo, católico y sentimental”, y Tirano Banderas. Azorín escribe La voluntad en la que Antonio Azorín habla y reflexiona con su maestro y en sus novelas incluye escenas descriptivas.
A principios del XX, el teatro español era valorado negativamente por la crítica, excepto el de Valle-Inclán y Lorca. Antes de la Guerra Civil había dos tendencias. El teatro comercial, destinado a un público burgués, escasamente crítico y con pocas novedades técnicas, pero triunfa en las salas, destacan tres tendencias: alta comedia benaventina, el teatro poético y el humorístico. El teatro innovador ofrece un nuevo tipo de obras, por su carga crítica o sus innovaciones técnicas, pero fue un fracaso comercial.
Jacinto Benavente es el máximo representante de la alta comedia benaventina. Su obra maestra es Los intereses creados y en 1922 recibe el Premio Nobel de la literatura.
En el teatro poético o en verso destaca Eduardo Marquina que escribíó grandes éxitos de público con dramas históricos, Las hijas del Cid, y las obras en colaboración con los hermanos Machado, inspiradas en personajes históricos o temas modernos, La lola se va a los puertos.
El teatro humorístico aborda temas superficiales y personajes populares divertidos por su jerga. El sainete madrileño de Carlos Arniches El santo de la Isidra, es la última derivación estética de los entremeses, que evoluciona a la tragedia grotesca, mezcla de lo trágico y lo cómico La señorita de Trevélez. Destaca el andalucismo arquetípico de los hermanos Alvaréz Quintero, El patio y Pedro Muñoz Seca, La venganza de don Mendo, popularizó el astracán.
En el teatro innovador destaca Unamuno, con un teatro que presenta conflictos humanos que le obsesionaban, no era un teatro que podía triunfar. Destacan Fedra y El otro. Azorín realizó experimentos teatrales irreales y simbólicos. Su obra más interesante es Lo invisible, trilogía sobre la angustia de la muerte.