Las Tres Etapas del Reinado de Fernando VII: Sexenio, Trienio y Década Ominosa

El Reinado de Fernando VII: La Lucha entre Absolutismo y Liberalismo (1814-1833)

1. El Sexenio Absolutista (1814-1820)

Tras la derrota francesa en la Guerra de la Independencia, Napoleón reconoció a Fernando VII como rey legítimo de España en el Tratado de Valençay del 8 de diciembre de 1813. Cuando Fernando VII regresó a España, se encontró con un país que había aprobado una Constitución liberal en 1812. Sin embargo, los sectores más conservadores no aceptaron este nuevo orden y pidieron el retorno al Antiguo Régimen, algo que quedó reflejado en el “Manifiesto de los Persas” de abril de 1814.

De este modo, Fernando VII, consciente de la debilidad del sector liberal, decidió anular la Constitución de Cádiz —conocida popularmente como La Pepa— y toda la obra legislativa de las Cortes mediante el Decreto del 4 de mayo, restaurando el absolutismo. A partir de ese momento, comenzó una dura represión contra los principales líderes liberales, lo que implicó detenciones, ejecuciones y un exilio masivo.

Mientras tanto, el Congreso de Viena de 1815 confirmó oficialmente el retorno del absolutismo y propició la creación de la Santa Alianza, destinada a frenar cualquier movimiento revolucionario. Todo esto, unido a la vuelta del Antiguo Régimen, provocó una situación traumática:

  • Hubo persecuciones, expulsiones del Estado y deportaciones.
  • Se impuso una fuerte censura.
  • Se creó la Policía Pública con amplias competencias.

Como consecuencia, el país se empobreció, la población disminuyó y se agravaron los problemas sociales. Paralelamente, España comenzó a perder sus territorios en América Latina. Ante la falta de vías legales para actuar, los liberales recurrieron a los pronunciamientos militares. Así, se produjeron los intentos de Espoz y Mina en 1814, y los de Lacy y Riego en 1817, todos ellos fracasados y seguidos por una represión todavía mayor.

2. El Trienio Liberal (1820-1823)

La situación cambió cuando, el 1 de enero de 1820, triunfó el pronunciamiento del coronel Rafael del Riego en Cabezas de San Juan (Sevilla). Ante la presión del apoyo popular y el aislamiento político, Fernando VII no tuvo más remedio que aceptar la Constitución de 1812 el 10 de marzo de 1820. Así comenzó el Trienio Liberal.

Durante este periodo se aprobaron numerosas medidas:

  • Se decretó una amnistía que permitió el regreso de liberales y afrancesados.
  • Se suprimieron los señoríos jurisdiccionales y se eliminaron los mayorazgos y vínculos para convertir el campo en propiedad privada.
  • Se abolió la Inquisición y se llevó a cabo una reforma eclesiástica.
  • Se proclamó la libertad de comercio e industria.
  • Se creó la Milicia Nacional como cuerpo armado defensor del régimen liberal.
  • Se implantaron reformas fiscales, un nuevo Código Penal, libertad de prensa y ampliación del sufragio.

No obstante, a medida que avanzaba el Trienio, surgieron tensiones entre los propios liberales. Por un lado estaban los moderados o doceañistas, que defendían reformas lentas y sin romper con el rey; por otro, los exaltados, que buscaban transformaciones mucho más profundas y alcanzaron el poder en 1822. Mientras esto ocurría, Fernando VII conspiraba contra el régimen y los absolutistas se organizaban desde el exilio.

Finalmente, en 1823, la Santa Alianza intervino enviando a los Cien Mil Hijos de San Luis, un ejército absolutista que devolvió el poder absoluto al rey. De este modo, el Trienio terminó y todos los cambios liberales fueron anulados.

3. La Década Ominosa (1823-1833)

Tras la caída del régimen liberal comenzó una etapa conocida como la Década Ominosa. Desde el inicio, se desató una fuerte persecución contra los liberales y se llevó a cabo una depuración del ejército y la administración. Ese mismo año, Riego fue ejecutado como traidor, y en 1831 corrió la misma suerte Mariana Pineda, lo que demuestra que la represión fernandina no disminuyó.

Aun así, en los últimos años de su reinado, Fernando VII se vio obligado a aplicar algunas reformas, pues el Estado estaba arruinado. Así, pese a su carácter conservador, aprobó medidas que disgustaron a los absolutistas más radicales:

  • Se reorganizaron los presupuestos.
  • Se implantó el Código de Comercio.
  • Se creó el Banco de San Fernando.
  • Se introdujeron cambios administrativos.

Sin embargo, estas reformas, consideradas tibias, no beneficiaron a la Iglesia ni a los sectores inmovilistas. Mientras tanto, España perdió definitivamente sus colonias, y este retroceso aumentó el descontento general.

A partir de la apertura política que mostró Fernando VII, se formaron dos bandos. Por un lado, los partidarios de su hermano Carlos María Isidro, defensores del absolutismo más duro. Por otro, los que apoyaban la continuidad del rey y su línea más moderada. El conflicto estalló cuando, en 1830, Fernando VII promulgó la Pragmática Sanción, que anulaba la Ley Sálica —heredada de los Borbones— y permitía a su hija Isabel heredar el trono.

Fernando VII murió el 29 de septiembre de 1833. Su hija, Isabel II, fue proclamada reina con solo tres años, bajo la regencia de su madre María Cristina. Entretanto, Carlos María Isidro se proclamó rey y dio inicio a la Primera Guerra Carlista.