Lírica popular y culta en la literatura medieval castellana

LÍRICA POPULAR:

Al igual que en el territorio arábigo-andaluz y galaico-portugués, creemos que antes del S.XV debió existir una lírica popular castellana. Pero las primeras muestras las encontramos en este siglo, gracias a que se recopilaron por escrito en cancioneros de la época. Se trata de villancicos, piezas sencillas en la expresión, de métrica irregular, con tendencia a los versos de 6 y 8 sílabas, y con tema bíblico, amoroso, etc. También son lírica popular de transmisión oral los romances. Nos llegan las primeras muestras del S.XIV y del XV. Derivan de la fragmentación de los cantares de gesta, como ya dijimos, con el tiempo, aquellos fragmentos que más gustan al público se disponen en versos octosílabos, con rima asonante en los pares quedando libre de rima el verso impar. Los temas, en consecuencia, son históricos, fronterizos, carolingios o bretones, y por último, de tema novelesco o lírico si el asunto es sentimental, amoroso, estampas de la vida cotidiana. El éxito de los romances hizo que fueran cultivados por autores cultos en los S.XVI y XVII, y que aún hoy se sigan componiendo.

LÍRICA CULTA:

También los cancioneros del S.XV reconocen unas muestras de una poesía de carácter cortesano y palaciego que bebe de la poesía provenzal trovadoresca y de la poesía alegórica del italiano Dante Alighieri. Hay 3 nombres que la representan en España: Marqués de Santillana, Juan de Mena y Jorge Manrique. El primero es conocido por intentar adaptar al metro castellano los sonetos italianos, labor fallida hasta que dio con el molde un poeta del S.XVI: Garcilaso de la Vega, el segundo es conocido por una poesía de clara influencia dantesca presidida por la idea de que la Fortuna es caprichosa en la vida del hombre. Por último, hasta Jorge Manrique llegamos sin olvidar que pesa en su obra Coplas por la muerte de su padre, la que le ha dado fama universal, el influjo de las Danzas de la muerte, un género difundido por toda Europa en el que a la muerte se le personifica como un esqueleto que convoca a los hombres de todas las clases sociales a participar en una danza macabra para recordarles su condición de seres mortales. Dichas coplas son una elegía, es decir, un elogio del héroe muerto, en este caso su padre, el maestre don Rodrigo, de la Orden de Santiago. Los 6 tópicos literarios que encontramos en esas 40 coplas de pie quebrado son: la fugacidad de la vida, la vida equiparada a un río, la vida terrenal vista como camino que conduce a la vista celestial, la vida de la fama y el honor, el poder igualatorio de la muerte, y Ubi sunt?

TEATRO DE S.XV:

Tenemos que bajar el telón de la literatura medieval castellana con una obra que ha desconcertado a la crítica por muchas razones. Se trata de La Celestina. Se desconoce el autor, pero en formas de versos acrósticos firma un judío converso llamado Fernando de Rojas. ¿Qué motivos le llevaron a no firmar su obra? Posiblemente el ambiente hostil en que vivía un judío converso en aquella época. Pues nunca fueron bien vistos por los cristianos viejos y sufrieron persecución. Conocemos 3 ediciones: la de 1499, sin título, ni firma y con 16 actos; la de 1500, con el título de Comedia de Calisto y Melibea, con los versos acrósticos y con unos preliminares en los que el autor dice haber encontrado el primer acto y como le gustó decidió escribir 15 más; las ediciones posteriores llevan por título: Tragicomedia de Calisto y Melibea, título que de nuevo nos advierte de que la cuestión del género tampoco es esclarecida, por otra parte, se añaden 5 actos más y es así, con 21 actos, como han llegado hasta nosotros. Últimamente la conocemos con el nombre de la alcahueta. Por su extensión no sabemos si se representaría como obra de teatro, cosa poco probable, o si iba destinada a una lectura colectiva en la escuela. Para un buen sector de la crítica se trataría de una novela dialogada porque hay evolución psicológica del personaje. En cuanto a los personajes, podríamos decir que al conflicto contribuyen el choque entre el mundo de Celestina y los criados y el mundo de Calisto y Melibea. Precisamente por ese choque brutal entre personajes de muy distinta condición y por ese trueque de valores del mundo medieval, esta obra se ha considerado a medio caballo entre el medievo y el Renacimiento: el espacio en el que se mueven estos personajes es una ciudad y por ella desfila una nueva clase social: la burguesía; el pacto de vasallaje para con el amo se rompe, pues los criados velan por su crecimiento material y no por ser el siervo perfecto; cabe la idea del suicidio, algo impensable en la sociedad geocéntrica de la Edad Media; incluso el amor paternal es una paradoja: el padre de Melibea, Pleberio, ante el suicidio de su única hija se pregunta para quién toda su fortuna si ya no hay heredera. ¿Hay algo que suene a medieval? Sí. La vida ordenada de estos personajes les lleva a un final trágico, por lo tanto, de aquí deducimos que aún cabe un propósito moralizador para esa obra. Sin embargo hay más sensualismo y búsqueda de placer, individualismo, paganismo… en definitiva, secularización de la vida por extensión: Renacimiento.