Claude Monet y el Origen del Impresionismo
En 1874, Claude Monet y otros treinta y ocho pintores decidieron organizar una exposición conjunta de sus obras, a la que denominaron «Salón de los Independientes», recibiendo críticas negativas. No obstante, le cupo el honor de que uno de sus cuadros allí presentados, la pequeña obra titulada Impresión, sol naciente, sirviera como punto de partida para la denominación con la que desde entonces se conoció a este grupo de pintores. En esa muestra, y pese al fracaso cosechado, el Impresionismo tomó definitivamente carta de naturaleza. Así, Monet continuó fiel a ese estilo que buscaba acercarse a la naturaleza y tratar de reflejar en el cuadro los efectos cambiantes de la luz, empleando para ello una pincelada rápida y vigorosa.
Aspectos Formales de Impresión, sol naciente
Las pinceladas sueltas y vigorosas perseguían un objetivo: conseguir sutiles efectos de luz. En este sentido, son paradigmáticas las manchas de color naranja que representan los reflejos del sol en el agua y que parecen separarse a medida que se acercan al espectador. La técnica utilizada es fruto de la espontaneidad e inmediatez que exige la pintura al aire libre (plenairismo) para captar una impresión fugaz de la naturaleza. Por ello, las figuras están esbozadas de forma muy esquemática.
Pese a que fue este cuadro el que dio nombre de «impresionistas» a un conjunto de artistas, no es considerado uno de los ejemplos más representativos de su técnica pictórica; son mucho más característicamente «impresionistas» obras como las que Monet realizó en Argenteuil, inspiradas en el río Sena.
En la composición, observamos cómo al fondo se insinúan los barcos mercantes con sus mástiles y las chimeneas de las fábricas que expulsan humo. La espesa niebla matinal dificulta la visión del círculo de color rojo intenso: el sol. Acercándose al espectador, se aprecian tres botes de remos que navegan por aguas calmadas en las cuales se refleja la luz del sol.
Interpretación, Contexto e Impacto de Impresión, sol naciente
Como comentó su autor, este lienzo no pretendía ser una representación topográfica del puerto de Le Havre, sino, más bien, la impresión causada por su visión a la salida del sol; no quiso captar una escena, sino una atmósfera. Según se cree, Monet propuso el título de Impresión, pero el redactor del catálogo, Edmond Renoir (hermano de Auguste Renoir), optó por añadirle «Salida del sol» para facilitar su comprensión.
El nombre de «Impresionismo» proviene de este cuadro de Monet, quien, junto con Renoir, Pissarro, Cézanne y Sisley, entre otros, organizó la mencionada exposición en 1874 en el antiguo estudio del fotógrafo Nadar. La crítica fue demoledora con ellos, pero el comentario que se hizo más célebre fue el de Louis Leroy, quien consideró el cuadro de Monet —Impresión, sol naciente— sintomático de la tendencia general del grupo y tituló irónicamente su crítica «Exposición de los impresionistas». En contra de lo que pudiera esperarse, los pintores aludidos tomaron el nombre como un halago, hasta el punto de autodenominarse «impresionistas».
La pintura de los impresionistas, con Monet a la cabeza, tenía como preocupación esencial la plasmación del paisaje al aire libre, la luz y la atmósfera. La aparición de la fotografía trastocó la concepción tradicional de la pintura; había surgido una nueva técnica capaz de capturar la realidad con fidelidad. Lo único que le faltaba era el color. La ciencia de la época, interesada en el estudio del color, concluyó que la gama cromática dependía de unos cuantos tonos puros que se mezclan ópticamente en la retina. Los impresionistas decidieron demostrar que esta teoría era cierta pintando con pinceladas pequeñas y de colores puros que, unidas, conseguían la tonalidad requerida si el observador se colocaba a suficiente distancia del cuadro. Para alcanzar este
Francisco de Goya y El dos de mayo de 1808 en Madrid: Testimonio de un Alzamiento
La Revuelta Madrileña Inmortalizada
La obra representa los disturbios del 2 de mayo de 1808, cuando el pueblo de Madrid se levantó contra las tropas napoleónicas que habían ocupado la ciudad. En concreto, se centra en el ataque a los mamelucos (tropas de origen egipcio que combatían para Francia) en la Puerta del Sol.
Paralelismos Artísticos y Denuncia Social
Este cuadro forma parte del mismo conjunto que Los fusilamientos del tres de mayo (también conocido como Los fusilamientos de la Moncloa), y ambos se consideran alegatos contra la guerra y la violencia. Se adelantan en más de cien años a las corrientes del arte contemporáneo por su crudeza y realismo.
Caos, Violencia y Realismo en la Escena
La escena transmite el caos de una ciudad en guerra. El pueblo, dominado por el miedo, el odio y la confusión, se lanza a una lucha desesperada. Las mujeres participan, se ataca a los caballos, los combatientes apenas se diferencian entre sí… Todo es confusión. Goya refleja muy bien la violencia descontrolada que genera una situación así. Además, se cree que el artista fue testigo directo de los hechos, o al menos conocía bien lo ocurrido, lo que le permitió pintar con tanto realismo y detalle.
Simbología y Legado en la Obra de Goya
Hay elementos simbólicos también, como la mezcla de clases sociales en la revuelta o la actitud de los personajes. Esta escena está conectada con otras obras de Goya, como los grabados de Los desastres de la guerra, donde también critica la brutalidad de los conflictos bélicos.
El escenario que pinta Goya no es un lugar específico, aunque podría estar inspirado en la Puerta del Sol o en la iglesia de San Francisco el Grande. A Goya no le interesaba tanto representar un sitio real, sino más bien ofrecer una visión general de los hechos, cargada de emoción.