La filosofía libre y vital de Ortega y Gasset
José Ortega y Gasset rechaza cualquier intento de hacer de la filosofía un sistema cerrado. Es un pensador independiente que se enfrenta a los problemas de su época desde una mirada histórica. Para él, la razón no basta para entender la realidad; lo esencial es la vida, que considera la auténtica realidad de base. Por eso critica tanto al racionalismo como al idealismo, pues ambos olvidan el papel fundamental de la existencia concreta. Se sitúa en un plano más cercano a lo humano, a lo vivido, dejando de lado una visión puramente metafísica. Su objetivo es mostrar que lo esencial no es simplemente “ser”, sino vivir. La vida es cambio continuo, historia en movimiento.
El papel de la filosofía según Ortega
Para Ortega, la filosofía no es algo útil en un sentido práctico, ni debe ser una disciplina cerrada. Es algo vivo, que cambia con el tiempo, igual que la vida. No se pregunta para qué sirve, porque lo único que le interesa es entender el mundo, el universo. Por eso, define la filosofía como el conocimiento del todo, abarcando:
- Aquello que hay.
- Aquello que quizá haya, aunque lo ignoremos.
- Lo que creemos que existe, pero en realidad no.
- Y lo que podemos afirmar con seguridad.
El método filosófico orteguiano: El asedio
Ortega emplea un método al que llama “asedio filosófico”, que consiste en acercarse a los temas desde distintos ángulos, volviendo a ellos una y otra vez para profundizar. Este enfoque tiene tres reglas fundamentales:
- Autonomía: El filósofo no debe partir de creencias previas ni aceptar nada como dado. Debe empezar desde cero, sin apoyarse en verdades heredadas.
- Pantonomía: Implica el intento de abarcar todo el universo, sin dejar nada fuera del examen filosófico.
- Esencialidad: Consiste en buscar lo esencial en todo lo que existe, es decir, el ser de las cosas. Por eso, Ortega afirma que la filosofía es principalmente ontología: estudio del ser.
Etapas clave en el pensamiento de Ortega y Gasset
La filosofía de Ortega y Gasset se desarrolla principalmente en dos etapas claras: el perspectivismo y el raciovitalismo.
Primera etapa: El Perspectivismo
Durante esta primera etapa, Ortega critica tanto al realismo como al idealismo. El realismo considera que las cosas existen de forma independiente a nosotros, como si el mundo físico fuese la única realidad. Para los realistas, el “yo” no es importante, es solo un elemento más. Ortega cree que eso es un error, porque ignora la conciencia.
En cambio, el idealismo (como el de Descartes) sostiene que lo único seguro es el pensamiento. Duda de los sentidos, del mundo exterior, y solo confía en la razón. Así, el idealismo acaba afirmando que las cosas solo existen cuando las pienso, y si no las pienso, su existencia se pone en duda. Para Ortega, esto también es un error, porque olvida que el yo necesita del mundo para ser.
Por eso, Ortega propone una solución intermedia: no podemos hablar solo del yo ni solo de las cosas. El verdadero punto de partida es el yo en relación con las cosas. La vida, que une ambas dimensiones, es la auténtica realidad radical.
Segunda etapa: El Raciovitalismo y la Razón Vital
En la segunda etapa, Ortega desarrolla su teoría del raciovitalismo, que sostiene que la razón está al servicio de la vida. El ser humano no solo tiene razón, sino que la usa para vivir. Ortega se opone a Nietzsche, quien desprecia la razón y valora solo la vida instintiva. Ortega, en cambio, cree que la vida es racional, pero no por medio de una “razón pura”, como la que buscaban los griegos, sino mediante una razón vital, unida a la experiencia concreta y al cambio histórico.
Esta razón vital va más allá de la lógica o lo eterno; es una razón que vive, que cambia, que se adapta. No está separada de la vida ni de la historia. Por eso, Ortega insiste en que lo primero que debemos hacer es entender nuestra propia vida, ya que todo conocimiento parte de ella. Vivir es enfrentarse al mundo, tomar decisiones, avanzar hacia el futuro. Nada nos es dado, todo lo tenemos que construir. La vida es una tarea, un proyecto que cada uno debe realizar.
El sentido de la vida y la importancia de la circunstancia: “Yo soy yo y mis circunstancias”
Para Ortega, la vida es problema y posibilidad al mismo tiempo. Vivimos rodeados de circunstancias: todo lo que no somos nosotros, pero que nos afecta. La vida se construye con esas circunstancias: los otros, las costumbres, las ideas, las creencias. Por eso, Ortega resume su pensamiento con la célebre frase: “yo soy yo y mis circunstancias”. Esto quiere decir que no vivimos aislados: nuestra vida está unida a todo lo que nos rodea, y debemos aprender a convivir y a coexistir.
La perspectiva histórica y el concepto de generaciones en Ortega
Nuestra vida no es estática, sino histórica. Está en constante transformación. Vivimos en una época concreta, con unas creencias, costumbres y problemas particulares. Ortega sostiene que cada época tiene una duración limitada, de unos quince años, durante los cuales conviven varias generaciones. No es lo mismo ser contemporáneo que ser coetáneo. Los coetáneos tienen la misma edad, pero los contemporáneos son quienes viven en la misma época, aunque tengan edades distintas. Esto es clave, porque cada generación tiene su propia tarea en la historia. Ortega distingue entre una élite minoritaria que crea nuevos proyectos de vida, y una masa que sigue esas ideas. La historia avanza gracias a esta interacción entre generaciones y a la innovación que cada una aporta.
Teoría del conocimiento orteguiano: La verdad como suma de perspectivas
En su teoría del perspectivismo, Ortega afirma que no hay una sola forma de ver la realidad. Cada persona tiene su propia perspectiva, y todas son necesarias para acercarnos a la verdad. Nadie posee la verdad completa, pero al unir las diferentes visiones se puede construir una verdad más amplia. Así, la realidad se entiende mejor cuando reconocemos que todos los puntos de vista aportan algo valioso. Ortega propone buscar una verdad compuesta, formada por esas múltiples perspectivas que se complementan. Cada individuo tiene la responsabilidad de buscar la verdad desde su situación particular, contribuyendo con su visión al conjunto.