Porque los ríos de la vertiente atlántica son mas largos que los de la vertiente mediterránea

Tema: “La hidrografía peninsular: factores y carácterísticas”




Factores que influyen en la hidrografía peninsular




Principales cuencas fluviales y caracteres que presentan



El papel de los ríos españoles a lo largo de la Historia

Los ríos peninsulares son de régimen muy irregular, las crecidas son muy fuertes y los estiajes
profundos. La mayoría de los ríos son de régimen mixto, pues su alimentación procede de
condiciones climáticas heterogéneas. Dentro de ellos se distinguen ríos de régimen nivopluvial (a
partir de aguas del deshielo y de precipitaciones con su máximo caudal al final de la primavera),
y ríos de régimen pluvionival (se alimentan de lluvias y del deshielo de la nieve en primavera,
con un máximo en Abril o Marzo). No obstante, los grandes ríos tienen un régimen compuesto en
el que el caudal varía a lo largo del recorrido y sus crecidas y estiajes dependen de las
carácterísticas medioambientales de las tierras que atraviesan y del régimen fluvial de sus
afluentes.
El régimen de los ríos depende de factores físicos y humanos. Las precipitaciones determinan el
caudal y la época de las crecidas. Las elevadas temperaturas de verano, sobre todo en las tierras
del interior peninsular y en las zonas meridionales, favorecen las pérdidas de agua por
evaporación. La disposición del relieve condiciona el desigual tamaño de las cuencas
hidrográficas, y la orientación e inclinación de las vertientes determina la dirección de las aguas.
Por otra parte, la naturaleza del suelo modifica el modo de discurrir de las aguas, ya se trate de
suelos permeables o impermeables, en tanto que la vegetación frena la velocidad de las aguas de
los ríos, retiene la humedad e impide la erosión. El ser humano modifica los ríos mediante presas
y embalses para el abastecimiento de las poblaciones, riego, industria y producción de energía
eléctrica. Los embalses reducen las inundaciones, pero alteran los ecosistemas y limitan los
aportes de sedimentos en las desembocaduras.
En la Península Ibérica las cuencas fluviales están claramente delimitadas debido a que el relieve
marca nítidamente las líneas divisorias de aguas. Cada cuenca fluvial importante se organiza
administrativamente dentro de una Confederación Hidrográfica con la finalidad de estudiar,
construir y explotar las infraestructuras de interés general en el territorio de la cuenca y gestionar
el dominio público del agua.
En la vertiente atlántica, los ríos cantábricos y gallegos (Bidasoa, Deva, Pas, Besaya, Sella,
Nalón, Navia, Eo, Tambre, Ulla, Miño y Sil) son cortos por la proximidad al mar de las
montañas: nacen a unos 50 Km. De la costa. La abundancia de precipitaciones a lo largo del año
los hace caudalosos y de régimen muy regular. Debido al gran desnivel entre la cabecera y la
desembocadura y a su corto recorrido, los ríos del Cantábrico tienen una gran capacidad de
erosión, excavan profundas hoces en los roquedos calizos.
Los grandes ríos de la Meseta (Duero, Tajo y Guadiana) nacen en las montañas interiores y sus
afluentes se alimentan en ellas (Sistema Ibérico, Sistema Central, Montes de Toledo y Sierra
Morena). Predominan los regíMenes pluvionivales, y a medida que los ríos avanzan hacia el
océano, se impone un régimen pluvial atlántico.
En la vertiente mediterránea, excepto los ríos principales y los que nacen en los Pirineos, la
mayoría de los cursos fluviales son cortos, de poco caudal y fuerte estiaje. La escasez de
precipitaciones y la aridez del verano hacen que muchos ríos mediterráneos sean ramblas, rieras o
torrentes. La fuerte pendiente, la escasez de vegetación y el escaso recorrido de los ríos desde su
cabecera a la desembocadura propician las riadas catastróficas.
El papel de los ríos a lo largo de la historia ha sido importante ya que el aprovechamiento del
agua es algo necesario desde la antigüedad. Entre las realizaciones más importantes a lo largo de
la historia destacan, en primer lugar, las obras hidráulicas realizadas por los romanos como los
acueductos que abastecían de agua a las ciudades (Segovia, Mérida, Tarragona …), y la
construcción de los primeros regadíos de la huerta levantina y murciana que fueron después
perfeccionados por los árabes. Los romanos también canalizaron las aguas a partir de los ríos
Esla y Pisuerga, a veces para mover molinos, y en las Médulas hicieron una auténtica obra de
ingeniería para extraer el oro arrastrado por el agua.
De los árabes tenemos los regadíos de las huertas levantina, murciana, granadina, del Ebro
medio, y las menos rentables de León, así como pozos y norias. Los árabes también desarrollaron
concesiones y servidumbres sobre las aguas que perduran aún en nuestro derecho
consuetudinario.
En los siglos XVIII y XIX se hicieron grandes obras hidráulicas, algunas de ellas comenzadas
siglos antes como los canales de Castilla, Huesca, Alzira, Guadarrama, Baza… Este impulso para
utilizar el agua de los ríos para riego se ha mantenido hasta hoy.
Con la intención de regular el uso del agua se inician en el XIX una serie de leyes que culmina
con la promulgación de la Ley de Aguas en 1866 y 1879. Desde entonces se van regulando poco
a poco aspectos fundamentales como el hecho de que las aguas superficiales son propiedad
pública, mientras que las subterráneas pertenecen al titular del terreno.
Actualmente, para intentar resolver los desequilibrios del agua y los desajustes entre déficit
hídrico y necesidades de la población se ha emprendido una política de trasvases que tiene su
manifestación más reciente en el Plan Hidrológico Nacional.