Tito livio historia de Roma pdf

LOS HISTORIADORES DE Época REPUBLICANA


Los primeros pasos de la historia de Roma se encuentran en el trabajo de los llamados analistas, a finales del siglo III a.C. El trabajo de estos personajes consiste en levantar acta de los hechos políticos, religiosos y sociales más relevantes año a año (de ahí el nombre de analistas).
Fabio Píctor, L Cincio Alimento, P. Comelio Escipión y Postumio Albino completan la nómina de unos hombres que, de una forma clara, concisa y precisa, escribieron en lengua griega aconteceres de la vida romana.Con Catón (234-149 a.C.), se comienzan a escribir en lengua latina. Catón, orgulloso de ser romano y no griego, se propone llegar hasta los orígenes de Roma. Es autor de Orígenes, donde se preocupa no solamente de Roma, sino también de los pueblos latinos aledaños sometidos por ella.

Julio César (100-44 a.C.)

Es, una figura fundamental en la historia de Roma por la época que le tocó vivir y por el papel que desempeñó en ella.Su obra histórica lleva por título Commentarií rerum gestarum, que comprende De bello Gallíco, en siete libros, y De bello cívili, en tres libros.
De bello Gallico trata de la guerra de las Galias. Es un conjunto de notas, lo que hoy llamaríamos un diario de campaña. La documentación es seria y rigurosa; aprovecha los datos de sus lugartenientes, pero escribe partiendo de su experiencia personal. Se quiere distanciar hablando de sí mismo en tercera persona, pero es inútil. La sensación de inmediatez, de vivacidad, de frescura que produce la lectura del texto es inevitable.
De bello civili cuenta los avatares de la Guerra Civil llevada a cabo entre él y Pompeyo. César vuelve a explicar sus maniobras militares y sus decisiones tácticas. César guarda un manto de silencio sobre las decisiones y los aspectos políticos que pueden comprometerle. Por la forma en que se expresa, por la exactitud de sus fuentes, por la vivacidad y la sinceridad que proporcionan la inmediatez y el ser testigo de los hechos, César no tiene parangón. Hace gala César de una prosa latina sin helenismos, sin arcaísmos, sin vulgarismos, sin barroquismos. Aunque casi siempre en estilo indirecto, inserta discursos en sus relatos, lo que contribuye a romper la monotonía que va unida casi siempre a la actividad castrense.

Salustio (87 -35 a.C.)

de César, de quien fue amigo y colaborador, Cayo Crispo Salustio sigue la línea de querer romper con la historia exhaustiva, monótona y recopiladora de datos sin fin. Prefiere centrarse en episodios concretos de los que, o bien es testigo directo o bien se puede documentar con gran exactitud, para extraer de ellos las pertinentes conclusiones y aplicarlas al acontecer de su tiempo.Son tres sus obras; solo dos de ellas bien conocidas:
La conjuración de Catilina y La guerra de Yugurta.
Las Historias, que, pese a su nombre, narraban solo los sucesos del 78 al 67 a.C., han llegado a nosotros en estado muy fragmentario.
La conjuración de Catilina narra el intento fallido de revolución protagonizado por Lucio Sergio Catilina, quien fracasó en su intento de conseguir el consulado en el mismo año en que lo obtuvo Cicerón (63 a.C.). Todos los entresijos de la guerrilla urbana, de la agitación callejera, la alteración sistemática del orden público son explorados por Salustio con insuperable maestría. El ambiente corrupto de la Roma de la época, con la república a punto de entonar su canto de cisne, está perfectamente descrito y comentado.
La guerra de Yugurta relata el enfrentamiento bélico entre Roma y Yugurta, el rey de los númidas. Este conflicto, que tuvo lugar entre los años 111 y 105 a.C., le seduce y le interesa a partir de su estancia como procónsul en Numidia en el año 46 a.C. Eso le permite tener acceso a las fuentes y conocer el marco geográfico de los acontecimientos.A diferencia de César, que se interesa más por los hechos concretos, Salustio se interesa por sus causas. No basta con narrar los acontecimientos, hay que explicarlos y analizar los factores que determinan su razón de ser. Al profundizar en estos, el historiador llega con frecuencia a motivaciones morales y filosóficas: la corrupción de la aristocracia es la causa de su declive y de la ascensión de personajes como Mario, de origen plebeyo.Salustio dice mucho con pocas palabras. Relata lo esencial; si tiene que trazar algún retrato -y los hay geniales, como el de Sempronia y el de Catilina-, lo hace al detalle, porque piensa que es necesario para entender las reacciones y actitudes del personaje retratado. Arcaísmos fonéticos y morfológicos, empleos poco usuales del infinitivo -el llamado infinitivo histórico- abundan en su obra como rasgos de estilo para llamar la atención del lector.

Comelio Nepote (100-25 a.C.)

Amigo personal de Ático y de Cicerón, pertenecíó al orden ecuestre, pero prefirió dedicarse a las letras antes que escalar las cimas más altas de la carrera política.
De viris ilustribus es su obra histórica. Compuesta por dieciséis libros, solo conservamos uno, que contiene biografías de generales no romanos (Temístocles, Milcíades, Epaminondas, Pausanias, Aníbal, Amilcar, Datanes, Alcibíades) y las biografías de Catón el Viejo y de Ático. También nos ha legado dos sentidas cartas de Comelia, la madre de los Gracos, dirigidas a uno de sus hijos.Nepote, igual que después Plutarco, opta por la biografía; son las grandes personalidades de la política y de la milicia las que marcan los trazos de la historia. El tono de su obra es panegirista; tiende a la loa sin reservas del personaje biografiado.El estilo es monótono, repetitivo; el léxico es sencillo; las frases, cortas, aptos para iniciar al profano en la lengua latina.


Tito Livio (59 d.C.-16 d.C


Contemporáneo del emperador Augusto. Vuelca toda su actividad en una tarea ingente que nadie había llevado a cabo hasta entonces: escribir la historia de Roma desde su fundación .
Ab urbe condita, “Desde la fundación de Roma“, es el título de su obra. Abarcaba desde los orígenes hasta la muerte de Druso, en el siglo I de nuestra era, concretamente, el año 9 d.C. Constaba de 142 libros, que quizá la posteridad -no el propio Livio- dividíó en grupos de diez, a los que llamó décadas. Hasta nosotros han llegado las siguientes:- 1ª década: desde los orígenes hasta la guerra contra Pirro. 3ª década: segunda guerra púnica- 4ª década y mitad de la 5ª: hasta el año 167 a. C.

Para llevar a cabo ese trabajo, Livio encontró varios problemas y dificultades, que fueron sobre todo tres: la falta de información, especialmente en todo lo referente a la época primitiva); en segundo lugar, la imposibilidad de acceder a los archivos públicos y privados; varios documentos oficiales se hallaban dispersos y otros ofrecían serios problemas de interpretación. Por último, Livio carecía, al revés que César o Salustio, de formación política de tipo práctico. Jamás había desempeñado cargos públicos; le faltaba, pues, experiencia para emitir juicios e interpretar datos que no tienen a veces el significado simple que en una primera lectura se pueda captar.

LOS HISTORIADORES DE ÉPOCA IMPERIAL

En los comienzos del Imperio, la vida cultural se empobrece, pues los emperadores controlan a los intelectuales,(ej caligula) a los que no les queda más remedio que adaptarse a las directrices del poder.

Veleyo Patérculo (19 a.C.)

Consta que, bajo el título Ad Marcum Vinicium libri dúo, compuso una síntesis de la historia del mundo grecolatino en dos libros, arrancando desde la guerra de Troya. Lo que pretende es insertar la historia de Roma, en la que Tiberio recibe un tratamiento preferente, en la historia universal.

Valerio Máximo (siglo I d.C.

A partir de extractos de historiadores que le han precedido, recoge una serie de anécdotas y de sucesos curiosos, que agrupa con el título de Factorum ac dictorum memorabilium libri IX, “Dichos y hechos memorables“.

P. Cornelio Tácito (55- 120 d.C.)

En época de los Flavios, el Imperio va a encontrar a su gran historiador:
Publio Comelio Tácito, que no se mueve precisamente en la línea aduladora y conformista de sus predecesores.Personaje de familia noble, formado en los postulados retóricos de Quintiliano, político activo que subíó todos los peldaños del cursus honorum, parecía por su formación y su experiencia la persona apropiada para hacer repaso a lo sucedido a lo largo de un siglo convulso en que el jefe del pretorio era quien llevaba la voz cantante y en el que los emperadores caían uno tras otro, asesinados, envenenados o suicidados, a la vez que Roma ampliaba más y más sus fronteras.Compone dos obras breves antes de abordar su gran trabajo historiográfico:
Agrícola (De vita Iulii Agricolae) y Germánía.
La primera es una sentida biografía de su suegro, Julio Agrícola; se exalta al personaje, prestigioso militar que intervino en la sumisión de Britania, y aprovecha para fustigar a Domiciano, una de las bestias negras de nuestro historiador. Germanía es un documento de primera mano para conocer la vida y las costumbres de un pueblo lejano y distinto que acabaría siendo sometido por los romanos.Pero son Historiae y Annales las obras que le han dado fama imperecedera. Tácito comienza a narrar los hechos más recientes. Así, Historiae recogen lo sucedido entre los años 69 y 96; esto es, desde Galba hasta Domiciano. Curiosamente, el autor continúa después narrando, bajo el título y la estructura de los analistas, Annales, lo sucedido desde la muerte de Augusto hasta el año 68 d.C.

Suetonio (75-160 d.C.)

Después de Tácito, asistimos a una mejoría de Roma en los aspectos políticos y culturales. Aparece un campo apropiado para el cultivo de la erudición. En ese ambiente se mueve Suetonio, que tuvo acceso directo a la correspondencia de los emperadores.La obra llegada a nosotros es breve y pintoresca, pero ha resistido como pocas el paso del tiempo. Se trata de la Vida de los césares, doce biografías desde Julio César hasta Domiciano, escritas en un latín no muy elegante, pero de comprensión relativamente fácil.

Amiano Marcelino (332-398 d.C.)

Con Amiano Marcelino, la historiografía de Roma llega al final. Sus Res gestae han llegado a nosotros incompletas; de 34 libros se han perdido los 13 primeros.

LA HISTORIOGRAFÍA CRISTIANA

Quedaría incompleto este repaso por la historiografía latina si no menciónáramos a los autores que dieron cuenta de los primeros pasos del cristianismo en suelo romano.Reconocida en el año 313 la libertad oficial de culto para los cristianos por Constantino, comienza una avalancha de escritos doctrinal es que no nos interesan en este momento; son los textos de los llamados Padres Primitivos de la Iglesia: S. Ambrosio, S. Jerónimo y  S. Agustín. .Así, Lactancio y Fírmico Materno son los exponentes más claros de una posición hostil y de rechazo. Por el contrario, Paulo Orosio será su más ardiente defensor. En sus Historias subraya el cambio que se opera con el triunfo del cristianismo. Está convencido de que el cristianismo traerá una humanidad mejor.