Transaccionistas en la guerra carlista

EL REINADO DE Isabel II (1833-1868): la Primera Guerra Carlista


La  proclamación de Isabel II como reina de España tras ser aprobada la Pragmática Sanción dejaba fuera del trono a Carlos María Isidro persona en la que los absolutistas confiaban para volver al Antiguo Régimen. Así se inició así la Primera Guerra Carlista (1833-1840). / El carlismo fue una ideología tradicionalista y antiliberal bajo el lema “Dios, Patria y Fueros”. Sus apoyos fueron el clero, la pequeña nobleza y una amplia base social campesina cobrando fuerza sobre todo en País Vasco y Navarra, y parte de Cataluña, Aragón y Valencia. / A favor de Isabel estaban la alta nobleza y los altos funcionarios. Para ganar adeptos la regente se vio obligada a buscar apoyos entre los liberales aceptando ciertas de sus demandas. / El conflicto armado pasó dos etapas diferenciadas: / En la primera (1833-1835) se caracterizó por la victorias carlistas en el País Vasco y Navarra donde Carlos creó una monarquía alternativa, con su corte, su gobierno y su ejército.
Zumalacárregui consiguió formar un verdadero ejército haciéndose con Tolosa, Durango, Vergara y Eibar, pero fracasó en la toma de Bilbao donde murió. / En Cataluña, segundo escenario importante,  y en el Levante estaban más desorganizados operando con escasa conexión entre las diferentes partidas. / En la segunda fase (1836-1840) la guerra se decantó del lado liberal a partir de la victoria de Espartero en Luchana en 1836 que puso fin al sitio de Bilbao. Los carlistas con falta de recursos y conscientes que sin ampliar su territorio iban a perder la guerra comenzaron a hacer expediciones a otras regiones. La más importante fue la expedición real de 1837 que llegó a Madrid con la intención de tomar la capital, pero fracasó. / La debilidad del carlismo dividíó sus fuerzas entre transaccioncitas partidarios de alcanzar un acuerdo e intransigentes defensores de continuar la guerra. Finalmente el jefe de los transaccioncitas, el general Maroto, acordó la firma en el Convenio de Vergara o abrazo de Vergara con Espartero. El acuerdo establecía el mantenimiento de los fueros en las provincias vascas y Navarras, así como la integración de la oficialidad carlista en el ejército real. Solo las partidas de Cabrera continuaron resistiendo en la zona del Maestrazgo hasta en 1840.

El reinado de Isabel II (1833-1868): las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz


Por el Real Decreto de 19 de Febrero de 1836, impulsado por Mendizábal, se sacaban a pública subasta los bienes nacionalizados, principalmente del clero regular, cuyas sedes habían sido suprimidas. Otro decreto, de Julio de 1837, ampliaba el espectro del clero regular y a ley de Septiembre de 1841, durante la Regencia de Espartero, incluyó también dentro de los “bienes nacionales” los del clero secular. Hasta 1844 se procedíó a una rápida venta de las antiguas propiedades eclesiásticas, aunque el retorno de los moderados al poder, bajo la dirección de Narváez, se paro las del secular y en 1851 las del regular. / Durante el Bienio Progresista (1854-1856) se vivíó un nuevo proceso desamortizador, el impulsado por Madoz en 1855. Supuso la última etapa desamortizadora y una nueva ruptura con la Iglesia tras el Concordato de 1851. Esta desamortización vendíó todo tipo de tierras muertas: Iglesia, Estado y Municipios. El volumen de esta desamortización duplicó a la de Mendizábal y mayormente fue una desamortización civil. / Los objetivos de ambas desamortizaciones buscaron objetivos comunes:

1-Conseguir dinero de manera rápida. Mendizábal precisaba el dinero para financiar el ejército que lucharía contra los carlistas y Madoz para la construcción de una red de ferrocarriles en España.

2- Sanear la hacienda buscó sanear el fisco y potenciar la expansión del ferrocarril

3- En cuanto al objetivo político está claro, crear entre los beneficiarios de la desamortización, una amplia base que apoyase al régimen liberal, aunque para ello se tuvieran que enturbiar las relaciones con la Iglesia.

4-Convertir la tierra española en propiedad privada

5-El objetivo social de fomentar “una copiosa familia de propietarios” no sucedíó. Se fortalecíó el latifundismo y aumentó los jornaleros. Los bienes no se repartieron según criterios de equidad, sino en pública subasta al mejor postor, lo que supone que los compradores habían de ser personas con el suficiente poder adquisitivo.

Los máximos beneficiarios de estos procesos fueran la burguésía, un campesino acomodado y una nobleza cuyas propiedades se desvincularon, pero no se expropiaron y una nueva burguésía agrícola. Las víctimas del proceso fueron Iglesia y municipios, seguidos del campesinado más pobre. Los primeros, claro está, porque fueron privados de las tierras expropiadas, los segundos, porque hasta entonces se habían beneficiado del uso de la propiedad comunal y enfrentarse a exigencias económicas en forma de renta más duras, porque se busca el beneficio de las inversiones.

6-Aumentar la tierra en cultivo, ahora bien el aumento de la producción agrícola se consiguió gracias a un incremento de la superficie cultivada y no como resultado de la modernización de las técnicas de cultivo, que continuaron atrasadas con respecto a las innovaciones de otros países. Esto explica el estancamiento de la agricultura española a finales del Siglo XIX.