Aspectos Clave de la Economía Española en el Siglo XIX
5. La minería española
Los recursos mineros españoles siempre han sido notables, siendo especialmente atractiva no solo la calidad y cantidad de las reservas de mercurio, hierro, cobre, plomo, cinc, wolframio, etc., sino también la cercanía de los yacimientos a los puertos. Por ello, los yacimientos costeros fueron los primeros en ser explotados. No obstante, la minería española permaneció estancada hasta mediados del siglo XIX por varias razones:
- La falta de capital y de conocimientos técnicos no impulsaban la oferta.
- El subdesarrollo del país impedía que estos minerales se situasen en los mercados adecuados.
- La legislación excesivamente regalista: la Corona tenía un dominio eminente sobre las minas (Ley de Minas de 1825).
El ejemplo más sobresaliente es la minería del hierro. El interés inglés por dicho mineral coincidió con la apertura que en las leyes mineras hicieron los liberales tras la Revolución de 1868. A partir de 1871, se fundaron en España más de veinte compañías británicas dedicadas a la explotación de minas de hierro. Para hacer frente a este comercio, se crearon ferrocarriles mineros, muelles de carga en los puertos y lavaderos de mineral. La mayor parte se exportaba por Bilbao y dos tercios salían hacia Inglaterra. Las rápidas exportaciones de mineral de hierro convirtieron a España en la principal exportadora de hierro a finales del siglo XIX. Esta exportación, si bien implicó una explotación y un saqueo de los recursos, también generó indudables beneficios para la economía española.
Si se tiene en cuenta el valor de las exportaciones de mineral español, el plomo era superior al valor del hierro. El plomo español abundaba en el sur (Granada, Almería, Córdoba, Jaén, Murcia). A su vez, destacó la minería del cobre. Explotada desde tiempos inmemoriales, los yacimientos más importantes se encontraban entre el Tinto y el Odiel: Riotinto y Tharsis (Huelva). Durante gran parte del siglo XIX, las minas de Riotinto fueron explotadas ineficientemente por concesionarios, lo que generó pocos beneficios para el Estado. Las de Tharsis estuvieron abandonadas hasta que en 1855 fueron explotadas por una compañía francesa para obtener cobre. Otro mineral importante era el mercurio, que se explotaba desde siempre y cuyos yacimientos más importantes del mundo se encontraban en Almadén.
6. El problema del transporte
La carretera era en España la vía de comunicación preferente para los transportes interiores, tanto de mercancías como de viajeros. En la península ibérica no se daban las condiciones hidrográficas precisas para la navegación fluvial, y la construcción de canales de navegación resultaba demasiado cara y difícil. Durante la primera mitad del siglo XIX, se prosiguió en España la construcción de caminos. Hasta los años sesenta, todas las mejoras en las comunicaciones y transportes interiores se debieron al progreso de los caminos y carreteras. Especialmente afectaron al transporte de viajeros, con la multiplicación de las líneas de diligencias, desde que en 1836 se reorganizó la Real Compañía de Diligencias.
6.1. La importancia del ferrocarril
El desarrollo del ferrocarril se había demostrado indispensable en los países europeos ya industrializados para modernizar la industria y desarrollar las actividades agrarias. A pesar de ello, la inestabilidad política y los graves problemas económicos del Estado retrasaron su construcción. De hecho, el primer ferrocarril español se construyó en Cuba en 1838, y diez años después se construyó la primera línea en la península, entre Barcelona y Mataró, seguida años después por otras similares en Asturias (Gijón-Langreo) y el centro (Madrid-Aranjuez). Para construir una red más densa, el Estado aprobó en 1855 la Ley de Ferrocarriles, que definía el papel del Estado y de la iniciativa privada en el desarrollo de la red. En 1856, la Ley de Sociedades de Crédito liberalizó el sistema bancario para facilitar las inversiones extranjeras en el ferrocarril. Esto hizo que un grupo de empresas francesas se lanzara a este negocio, obteniendo enormes beneficios con la construcción de 5000 km de vías férreas.
El ferrocarril español contó desde el principio con numerosos problemas de carácter técnico y económico. El distinto ancho de vía respecto a Europa impidió un comercio exterior fluido y eficaz, y continuó realizándose básicamente por mar. El trazado radial, salvo en Cataluña, reflejó una voluntad de centralismo y una economía orientada hacia la exportación, más que un deseo de relacionar y articular las relaciones económicas entre las distintas regiones, quedando muchas zonas de España al margen de las líneas férreas.
7. El sistema financiero, la moneda y el sistema bancario
7.1. El sistema monetario
La situación monetaria en España hacia 1820 era muy confusa y resultaba la más heterogénea de Europa. Durante la Guerra de la Independencia, el gobierno de Cádiz había autorizado la circulación de moneda inglesa y portuguesa. La escasez de dinero metálico, el insuficiente desarrollo del crédito y la casi nula circulación de papel moneda obstaculizaban el comercio y la vida económica en general. Para afrontar este problema, se tomaron las disposiciones legislativas de 1856 respecto a la banca, autorizándose entonces a la banca privada la emisión de papel moneda.
7.2. El sistema financiero
En cuanto al crédito, la banca y la bolsa, desde 1808 el Estado echó mano de los empréstitos exteriores para solventar sus necesidades de tesorería, con el correlativo endeudamiento exterior. Mediante la Ley de 1856, se fundó el Banco de España, regulando las actividades de las sociedades bancarias. A raíz de esta ley, se crearon dieciocho nuevas instituciones bancarias, algunas de las cuales han sobrevivido hasta nuestros días, como los bancos de Bilbao y Santander, fundados en 1857.