Transformaciones Clave en la España Contemporánea: Del Franquismo a la Constitución de 1978

Evolución Económica en el Franquismo

La Autarquía (1939-1951)

Durante la primera etapa del franquismo, la autarquía fue la política económica predominante, buscando la autosuficiencia de España. La recuperación económica tras la Guerra Civil fue lenta, con una fuerte intervención estatal que fijaba precios y salarios, lo que resultó en una economía poco competitiva y corrupta. En el sector agrícola, los precios bajos impuestos por el Estado redujeron la producción, causando desabastecimiento y el uso de cartillas de racionamiento desde 1939. La escasez energética también fue un problema, con racionamientos de carbón, petróleo y electricidad hasta mediados de los años 50. La autarquía se centró en el control de las relaciones económicas exteriores y el fomento industrial con fines militares, creando el Instituto Nacional de Industria (INI) en 1941, que impulsó empresas públicas clave como RENFE, SEAT y ENDESA.

Primeras Medidas Liberalizadoras (1951-1956)

La exclusión de España del Plan Marshall (1948-1952) impidió el acceso a créditos que habrían acelerado la recuperación económica. Sin embargo, con la Guerra Fría, Estados Unidos otorgó créditos desde 1953, suavizando la escasez y permitiendo la eliminación del racionamiento en 1952. Gradualmente, se relajó el control estatal sobre la economía, pero las ayudas resultaron insuficientes. Para 1957, la economía española estaba estancada, evidenciando el fracaso de la autarquía y la necesidad de un cambio drástico.

El Plan de Estabilización (1957-1959)

En 1957, Franco formó un gobierno con tecnócratas del Opus Dei, como Ullastres y Navarro Rubio, que impulsaron el Plan de Estabilización Económica de 1959. Este plan implementó medidas clave para reformar la economía española, incluyendo:

  • Reducción del gasto público y privado, restricciones crediticias y congelación salarial.
  • Disminución del intervencionismo estatal, favoreciendo una economía de mercado.
  • Apertura al comercio exterior con la devaluación de la peseta para integrar a España en la economía internacional.

También se incentivó la inversión extranjera, eliminando restricciones de la etapa autárquica. Con apoyo financiero de organismos internacionales, el plan fue exitoso, marcando el inicio de un fuerte crecimiento económico y colocando a España entre los países más industrializados del mundo.

La España del Desarrollismo y la Crisis de 1973

El Plan de Estabilización de 1959 tuvo resultados inicialmente negativos, con recesión, caída del consumo y aumento del desempleo. Sin embargo, a partir de 1961, España experimentó un fuerte crecimiento económico, conocido como el “milagro español”, basado en:

  • Expansión industrial impulsada por bajos salarios y capital extranjero.
  • Migración rural-urbana, que modernizó la agricultura y despobló el interior.
  • Boom del turismo, que atrajo a miles de europeos por los bajos precios y la creciente infraestructura.

A partir de 1963, los Planes de Desarrollo regulaban este crecimiento, que continuó hasta 1973. No obstante, la crisis del petróleo de 1973 trajo inflación, desempleo y desaceleración del crecimiento, coincidiendo con el final del franquismo.

Transformaciones Sociales en el Franquismo

Entre los años cuarenta y mediados de los cincuenta, la sociedad española se enfocó en sobrevivir en un contexto de autarquía, mercado negro y subdesarrollo. El cambio significativo llegó con el Plan de Estabilización de 1959, que impulsó el desarrollo económico y la apertura al exterior. A partir de entonces, la preocupación principal de la sociedad pasó de sobrevivir a consumir.

Movimientos Migratorios

El desarrollo económico de España provocó un cambio estructural, con la agricultura perdiendo protagonismo frente a la industria y los servicios. Esto generó un éxodo rural, especialmente desde regiones del interior hacia ciudades como Madrid, el País Vasco y Cataluña, que crecieron rápidamente y a menudo sin planificación adecuada. Además, muchos españoles emigraron a países como Alemania, Francia, Holanda y Suiza, donde contribuyeron económicamente al generar ahorros que posteriormente se utilizaron para iniciar negocios en España.

Crecimiento Demográfico: El “Baby Boom”

En los años sesenta, España vivió un baby boom caracterizado por alta natalidad y descenso de la mortalidad, lo que resultó en un elevado crecimiento vegetativo. Este aumento poblacional generó problemas de ajuste debido a la insuficiencia de las infraestructuras sanitarias y educativas del país.

Modernización Social y Cambio de Mentalidades

La sociedad española experimentó una transformación profunda, alcanzando niveles de bienestar y consumo inéditos, simbolizados por la adquisición del Seat 600. El consumismo trajo un cambio de mentalidad, desplazando en parte los valores tradicionales del primer franquismo. La apertura al exterior, impulsada por el boom turístico de los años 60, permitió a los españoles adoptar influencias culturales y sociales europeas. Además, la creciente participación femenina en el mercado laboral rompió con las características tradicionales del régimen franquista.

Aumento de las Clases Medias

Desde el punto de vista social, el cambio más destacado fue el incremento de las clases medias, común a todas las sociedades desarrolladas. Junto a los nuevos ejecutivos comerciales e industriales, emergieron con fuerza sectores como los empleados de banca, técnicos, secretarios, maestros y profesores, consolidando una nueva estructura social.

Conclusiones

El desarrollismo transformó profundamente la economía y sociedad españolas, dejando atrás la autarquía para integrar al país en la economía global. El éxodo rural y el crecimiento de las ciudades impulsaron la industrialización, mientras el boom turístico y el consumismo reflejaron una apertura cultural y económica. La incorporación de la mujer al mercado laboral marcó un avance significativo, al igual que el surgimiento de una robusta clase media.

La Constitución Española de 1978

Nos hallamos ante un texto jurídico-político de carácter legal y normativo: un fragmento de la Constitución Española de 1978, norma suprema del ordenamiento jurídico español. Fue aprobada por las Cortes el 31 de octubre, ratificada por referéndum el 6 de diciembre, promulgada por el rey Juan Carlos I el 27 y publicada en el BOE el 29 de diciembre de ese mismo año. Se trata de un texto constitucional y de fuente primaria, emanado del poder legislativo durante la Transición democrática, tras las primeras elecciones libres de 1977.

El Artículo 1 sienta las bases del Estado, definiéndolo como social y democrático de Derecho, donde la soberanía reside en el pueblo español y se proclaman valores superiores como la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. Asimismo, establece la forma política del Estado como una monarquía parlamentaria, combinando tradición e instituciones democráticas.

El Artículo 2 aborda la compleja cuestión territorial, afirmando la indisoluble unidad de la Nación española al tiempo que reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones, dando origen al Estado de las Autonomías. Este equilibrio, que rememora debates históricos de la Segunda República, busca integrar la diversidad territorial en un marco de unidad nacional.

Los Artículos 6 y 23 se centran en la participación ciudadana en la vida política. El Artículo 6 reconoce el papel fundamental de los partidos políticos como vehículos de expresión de la voluntad popular y exige su funcionamiento democrático. El Artículo 23 consagra el derecho de los ciudadanos a participar en los asuntos públicos directamente o a través de representantes elegidos mediante sufragio universal, pilares del sistema representativo.

En cuanto a los derechos fundamentales, el Artículo 14 proclama la igualdad de todos los españoles ante la ley, prohibiendo cualquier forma de discriminación. El Artículo 16 garantiza la libertad ideológica y religiosa, estableciendo la aconfesionalidad del Estado y asegurando la libertad de conciencia, rompiendo con el nacionalcatolicismo precedente. El Artículo 20 protege las libertades de expresión y creación, derechos esenciales para una sociedad democrática y plural, íntimamente ligados al derecho a la información, la libertad de prensa y de cátedra.

El Artículo 41 introduce el principio del Estado del bienestar, reconociendo el papel del Estado en la protección social a través de un sistema público de Seguridad Social y prestaciones ante situaciones de necesidad.

Los Artículos 66 y 77 definen las funciones esenciales de las Cortes Generales como representantes del pueblo y titulares de la potestad legislativa. El Artículo 77, aunque con limitaciones, abre un espacio para la participación ciudadana mediante el derecho de petición.

Finalmente, los Artículos 137, 147 y 155 configuran la organización territorial del Estado en municipios, provincias y Comunidades Autónomas, consolidando un modelo descentralizado. Los Artículos 147 y 155 regulan la creación y competencias de las Comunidades Autónomas, estableciendo a su vez mecanismos de control por parte del Estado ante posibles incumplimientos constitucionales.

Contexto Histórico de la Constitución de 1978

La Constitución de 1978 nace durante la Transición española (1975-1982), periodo iniciado con la muerte de Franco en 1975 y caracterizado por un proceso pactado de democratización. Con Juan Carlos I como rey y Adolfo Suárez como presidente, se promovieron reformas como la Ley para la Reforma Política (1976), aprobada por referéndum, que permitió disolver las estructuras franquistas y convocar elecciones libres.

Este periodo, aunque dirigido por el consenso político entre fuerzas de izquierda, centro, derecha y antiguos franquistas, también estuvo marcado por inestabilidad social, huelgas y violencia política (ETA, GRAPO, GAL, Atocha). A pesar de ello, se logró redactar una Constitución mediante una comisión parlamentaria plural conocida como los “padres de la Constitución”.

Históricamente, el constitucionalismo español arranca con la Constitución de Cádiz de 1812, y ha pasado por múltiples textos (1837, 1845, 1869, 1876, 1931…) que reflejan la inestabilidad política. La de 1931 fue la última antes del franquismo, régimen caracterizado por la centralización del poder y la ausencia de libertades democráticas.

En conclusión, la Constitución de 1978 representa un hito en la historia de España, consolidando un sistema democrático, reconociendo derechos y libertades fundamentales y estableciendo un modelo de Estado autonómico. Fruto del diálogo y el consenso, superó el autoritarismo y permitió la integración de España en el contexto europeo. Aunque ha experimentado reformas puntuales, su vigencia subraya su importancia como marco para la convivencia plural y su papel como símbolo de reconciliación y compromiso democrático, siendo fundamental para la adhesión a la CEE.

Antecedentes: La Segunda República

Tras la caída de la dictadura de Primo de Rivera en 1930, España vivió una profunda crisis política que desembocó en el Pacto de San Sebastián (1930), donde fuerzas republicanas acordaron derrocar la monarquía. Las elecciones municipales de abril de 1931 dieron una victoria simbólica a los republicanos, provocando la huida del rey Alfonso XIII y la proclamación de la Segunda República. En sus inicios, el Bienio Progresista (1931-1933) impulsó reformas sociales, agrarias y educativas bajo un gobierno de izquierdas. Se aprobó la Constitución de 1931, que instauró una república democrática, laica y descentralizada, e incluyó avances como el voto femenino, reconocido en 1931 y ejercido por primera vez en 1933. Sin embargo, las tensiones entre sectores conservadores y progresistas crecieron. Tras un giro hacia la derecha en el Bienio Conservador (1933-1935), el Frente Popular ganó las elecciones de 1936. La creciente polarización culminó con el golpe de Estado del 18 de julio de 1936, que dio inicio a la Guerra Civil Española y acabó con la República en 1939, instaurándose la dictadura de Franco.