Qué implicación tiene la aceptación del sur sufragio universal para la burguesía

TEMA 5: LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA. CarácterÍSTICAS Y FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA CANOVISTA


Tras el convulso Sexenio Democrático (1868-74) la política española entró en un periodo conservador, marcado por la estabilidad institucional, conocido como la Restauración.

El fracaso de la Primera  República española provocó que los partidarios de la restauración borbónica comenzasen a buscar apoyos tanto dentro como fuera del país. El principal defensor del príncipe Alfonso, hijo de Isabel II, fue Cánovas del Castillo, que le hizo firmar el Manifiesto de Sandhurst en el que se presentaba ante el pueblo español como un monarca conciliador, fiel a la tradición española y al moderantismo. El 29 de Diciembre de 1874 un pronunciamiento en Sagunto, liderado por elgeneral Martínez Campos, proclamaba rey a Alfonso. El triunfo del levantamiento supuso el restablecimiento de la casa Borbón,en la persona de Alfonso XII. La Restauración daría paso a un régimen longevo, de más de cincuenta años de duración.

Alfonso XII desembarcó en Barcelona en Enero de 1875 y firmó un decreto por el que elegía a Cánovas del Castillo como presidente del Consejo de Ministros.

El nuevo régimen político es conocido como sistema canovista” ya que fue Cánovas del Castillo quien lo diseñó tomando como modelo el parlamentarismo británico: consistía en una monarquía parlamentaria en la que dos partidos se turnarían pacíficamente en el poder.

Cánovas trató de articular su sistema por medio de unos partidos que coincidiesen ideológicamente en lo esencial: defensa de la monarquía, respeto hacia las libertades políticas básicas, mantenimiento del orden social, estado centralista y uniforme, etc.; tenía como objetivo asegurar la gobernabilidad y quitar poder al ejército. Los dos partidos del sistema fueron el Partido Liberal Conservador y el Partido Liberal Fusionista. El Partido Conservador fue creado por Cánovas, estaba integrado por los miembros del antiguo Partido Moderado y la Uníón Liberal, y contaban con el apoyo de la Iglesia y de las oligarquías financieras. Eran partidarios de: una monarquía parlamentaria con amplios privilegios ejecutivos para el rey, unas libertades restringidas (se limitó la libertad de expresión y se anularon los matrimonios civiles y los jurados populares), sufragio censitario por miedo a la democracia, abogaban por la confesionalidad (se restauró el Concordato de 1851), se apostaba por la modernización y el proteccionismo económico (aunque sin llevar a cabo grandes reformas estructurales del país).

El Partido Liberal aglutinó a los antiguos progresistas y constitucionalistas, incluso a los sectores  del Partido radical. Estaba liderado por Sagasta y, en la práctica, difería muy poco del Partido Conservador, aunque laicista, y propugnaba el reformismo. Representaba también los intereses de la burguésía, pero defendía un sufragio universal y un conjunto de libertades más amplios entre los que destacaba la libertad de culto y el librecambismo.

Se trataba, por tanto, de un falso régimen parlamentario ya que los dos partidos, conservadores y liberales, solo representaban los intereses de la burguésía y las élites sociales, y porque el turno pacífico respondía a acuerdos previos y a un pactado fraude electoral
. Los dos partidos se turnaban atendiendo al criterio del monarca, quien inmediatamente, convocaba nuevas elecciones para que el gobierno pudiera contar con la mayoría parlamentaria suficiente. Casi todo quedaba a merced del criterio discrecional del monarca.

Convocadas las elecciones comenzaba el fraude electoral. Los gobernadores civiles de cada provincia elaboraban la lista de los candidatos que debían salir elegidos en cada localidad (“los encasillados”) y se lo comunicaban a los caciques (poderes) locales que se encargaban de la manipulación de los resultados electorales mediante diversos procedimientos que iban desde las amenazas, a la falsificación del censo o el “pucherazo”.

El reinado de Alfonso XII abarcó desde 1874 y 1885. En este periodo el gobierno lo ejercíó habitualmente el Partido Conservador, salvo de 1881 a 1884 en que, con el primer gobierno del Partido Liberal, se inició la práctica del turno pacífico.

Con Cánovas en el poder los éxitos principales tuvieron que ver con la pacificación bélica. Se consiguió el fin de la guerra carlista (1876) ( con el manifiesto de Somorrostro), y se puso fin a la insurrección cubana (Paz de Zanjón).

Con Sagasta se acometieron algunas medidas liberalizadoras: se autorizó la propaganda republicana, se levantaron las suspensiones de algunos periódicos, los profesores que habían sido apartados de sus cátedras las recuperaron, etc.

Es una clara muestra de liberalismo doctrinario, caracterizado por el sufragio censitario y la soberanía compartida entre las Cortes y el Rey. Concedía amplios poderes al monarca. Era una constitución de carácter marcadamente conservador e inspirada en los valores históricos de la monarquía, la religión y la propiedad. Su gran ventaja radicaba en su elasticidad
; es decir, un articulado poco preciso que era compatible con gobiernos distintos. Se podrían variar las leyes ordinarias sin tener que cambiar la Constitución; se evitaba, así, que cada cambio de gobierno supusiera un cambio constitucional. Todo ello permitíó su amplia vigencia: desde 1876 hasta 1923 (Dictadura de Primo de Rivera).

Las Cortes eran bicamerales, con un Senado elitista y conservador compuesto por senadores vitalicios por derecho propio (nobleza, clero,…) y senadores vitalicios nombrados por el mismo rey. El Congreso era electivo. La primera ley electoral establecíó el sufragio censitario, pero Sagasta restauró el sufragio universal masculino (1890).

En la cuestión religiosa se declaraba el catolicismo como religión oficial del Estado y se prohíben las manifestaciones públicas de cualquier otra religión. Contaba con una amplia declaración de derechos, aunque se verían muy limitadas por las leyes ordinarias. El Estado se organizaba de forma centralizada. Se suprimía la autonomía local, los municipios quedaban subordinados al poder ejecutivo. Se establecía la igualdad jurisdiccional para todo el territorio. Se suprimieron los fueros vascos (1876) y se establecíó la igualdad fiscal y el servicio militar obligatorio nacional.

En 1885 Alfonso XII fallecíó y su viuda, María Cristina de Habsburgo, asumíó la regencia hasta la mayoría de edad del futuro Alfonso XIII (1902), del que estaba embarazada a la muerte de su esposo. La muerte de Alfonso XII puso en peligro el sistema bipartidista, por lo que Cánovas y Sagasta firmaron el Pacto de El Pardo por el que ambos se comprometían a pactar el turnismo y a aceptar a Mª Cristina como regente.

La Regencia de María Cristina comenzó con el denominado gobierno largo de Sagasta. En las elecciones de 1886 se formaron las Cortes más duraderas de toda la Restauración que promulgaron una serie de leyes de gran importancia que representaban el ideario del liberalismo: Ley de Asociaciones, Ley del Jurado y Ley de Sufragio Universal.

En cualquier caso, el caciquismo y el fraude electoral siguieron vigentes. La aprobación del sufragio universal multiplicó por siete u ocho el número de votantes, pero el fraude electoral continuó convirtiendo las elecciones en una simple máscara. Las acusaciones de corrupción provocaron que los conservadores volvieran a ser llamados al poder. El sistema tuvo que hacer frente a un momento de grave crisis en Agosto de 1897 cuando Cánovas del Castillo fue asesinado a manos de un anarquista italiano (Angiolillo).

El hecho de que el sistema fuera bipartidista dejaba evidentemente a muchas fuerzas fuera del sistema como a los carlistas (anticonstitucionalistas), a los republicanos (antimonárquicos), a los nacionalistas (anticentralistas) y anarquistas y socialistas (antiburgueses):

Los partidos republicanos perdieron gran parte de su apoyo social dado que los partidos obreros y nacionalistas comenzaron a resultar más atractivos como fuerza de oposición al sistema.

Los carlistas después de la derrota militar también se vieron obligados al exilio. A partir de entonces se mantuvieron divididos entre los partidarios de una nueva Guerra Civil y los que pedían la integración pacífica en el sistema (Partido Católico Nacional). El movimiento obrero estaba escindido en dos grandes corrientes ideológicas, el anarquismo y el PSOE.

El anarquismo (CNT), fue la corriente mayoritaria: Sus principales focos estaban en el campo andaluz y en el proletariado urbano catalán, lo que hizo que se creara cierto temor entre las clases conservadoras y propietarias. Los anarquistas rechazaban toda acción política por vía parlamentaria, algunos eran partidarios de la violencia terrorista, dando lugar a un círculo vicioso de acción-represión. En esa trágica dinámica se enmarca el asesinato de Cánovas del Castillo.

El PSOE se convirtió en el partido más importante. Fue fundado, en la clandestinidad, en 1879 por Pablo Iglesias. Su aspiración inicial era el fin de la sociedad capitalista, la abolición de las clases sociales y la toma del poder político por la clase trabajadora. Abogó por el control del poder político para proceder a transformar la sociedad y cambiar la propiedad individual por otra “común de la nacíón”. Si bien a diferencia de los anarquistas rehuyeron acciones insurreccionales y su estrategia fue, en general, gradualista. Pablo Iglesias fundó la Uníón General de Trabajadores (UGT).

También es interesante señalar la aparición de una “oposición intelectual” basada en la doctrina filosófica conocida como Krausismo. En 1876, Francisco Giner de los Ríos fundó la Institución Libre de Enseñanza profundamente influida por esta doctrina.

Otra línea de oposición al sistema político fue la aparición de los movimientos nacionalistas periféricos. En Cataluña existía una intensa conciencia social nacional. El movimiento cultural que aglutina este movimiento es conocido como Renaixença. El primer gran impulsor del catalanismo fue Almirall.

A finales del siglo, se formó un primer grupo político Uníó Catalanista que redactaría las Bases de Manresa, primer documento reivindicativo del catalanismo. Surgen otros partidos, uno conservador la Lliga Regionalista (Prat de la Riba), y otro republicano y revolucionario, representada por Ezquerra Republicana (Lluís Companys).

En el País Vasco se funda el Partido Nacionalista Vasco (PNV) por Sabino Arana, un antiguo integrista católico que hizo una propuesta independentista basada en la raza y en la religión. Al principio su apoyo social fue escaso debido a su radicalismo antiespañol. Pero, desde comienzos del XX, evoluciónó hacia posturas más moderadas que extendieron su influencia entre la población vasca.

En Galicia surgíó un movimiento cultural O Rexurdimento. En 1889 Manuel Murguía (esposo de Rosalía de Castro) fundó la Asociación Regionalista Gallega, de marcada tendencia tradicional y menor implantación política que los otros nacionalismos. Con ella el galleguismo político inició su andadura.

Movimientos de carácter regionalista surgieron en otras zonas de España como Andalucía o Valencia, pero su trascendencia política fue menor.

En el marco de la estabilidad que parecía conferir el sistema canovista a las instituciones políticas, un grave problema internacional iba a revelar todas las carencias sociales y económicas de España: Cuba. El enfrentamiento militar contra Estados Unidos, derivado de la insurrección cubana de 1885, trajo consigo la derrota sin paliativos en la contienda, condujo a la crisis de 1898. España perdíó (Paz de París) las colonias más importantes de ultramar que poseía, Cuba, Puerto Rico, Guam y Filipinas. Mientras, Inglaterra, Francia, Alemania EEUU, Japón e Italia se lanzan a la carrera imperialista en África, Asía y el Pacífico.

España se convirtió en una potencia de segunda fila

. La derrota y la consiguiente pérdida de las colonias fueron conocidas en España como “el desastre del 98”.

La Restauración sobrevivíó y la continuidad del turno dinástico se mantuvo. La crisis del 98 fue fundamentalmente una crisis moral e ideológica, que causó un importante impacto psicológico entre la población. La derrota sumíó a la sociedad y a la clase política española en un estado de desencanto y frustración porque significó la destrucción del mito del Imperio español. El desencanto provocado por la crisis del 98 provocó la aparición del fenómeno del “regeneracionismo”. Esta corriente de pensamiento hablaba con insistencia de la necesidad de una regeneración de España; su mayor exponente fue Joaquín Costa que denunciaba la incapacidad del sistema de la Restauración para hacer frente a los cambios de los nuevos tiempos y a las demandas de la sociedad. Defendía la necesidad de acabar con la corrupción electoral, mejorar la situación del campo español y aumentar el nivel educativo y cultural del país. Asimismo, un grupo de literatos y pensadores, conocidos como la Generación del 98, intentaron analizar el “problema de España” en un sentido muy crítico y en tono pesimista. * ¿Cómo añado esto? Como un cirujano de hierro ( Primo de Rivera) *

Entre estos intelectuales destacan Miguel de Unamuno, José Martínez Ruiz (Azorín), Pío Baroja o Antonio Machado quienes vivieron un momento de regeneración moral, social y cultural del país.

Después del desastre de 1898 el régimen de la Restauración entró en una nueva fase que vino marcada por la subida al trono de de Alfonso XIII en 1902. Durante este periodo una nueva generación de políticos, tras la muerte de Sagasta (1903), como Maura y Canalejas, y nuevos movimientos sociales surgieron en la vida española. El régimen de la Restauración fue incapaz de dar respuesta a estas nuevas fuerzas lo que aumentó los conflictos sociales y políticos.

Los problemas en Marruecos y el impacto de la Primera Guerra Mundial agudizaron estos conflictos, principalmente durante 1917 lo que desembocó en una solución militar con el Golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923 que dio origen a una dictadura hasta 1930.