Fundamentos Filosóficos de la Legitimidad y el Estado: De Platón a Kant

La legitimidad según los fines

Visiones de la legitimidad desde los fines

Primera visión: El filósofo gobernante – Platón

Para el filósofo griego, el objetivo primordial del poder político es la felicidad de todos los miembros de la polis. Dicha felicidad descansa en la existencia de un poder que actúe y promulgue leyes de forma justa. Sin embargo, para Platón, solo aquellos que tienen capacidad para alcanzar el mayor grado de sabiduría posible podrán ser los gobernantes. Únicamente los filósofos pueden alcanzar, según él, dicha sabiduría. Este conocimiento les permitirá elegir siempre la forma más justa para encaminar la vida de la polis hacia la felicidad. Así, Platón realiza una crítica a las formas de gobierno más usuales en su época, ya que considera ilegítimas todas aquellas en las que no se realiza la justicia.

Segunda visión: El carácter comunitario del bien – Aristóteles

Para Aristóteles, el hombre es social por naturaleza. Esto es así porque el ser humano solo se realiza desarrollando la virtud que le es propia y característica: el cultivo de la razón. La sociedad, para este autor, tiene como fin primordial proporcionar los mecanismos y oportunidades apropiados para que el hombre pueda cultivar su virtud fundamental (la razón). De esta manera, la polis necesita regirse por leyes que sean adecuadas a este fin y se adapten a los diferentes miembros que la componen. Por consiguiente, es de suma importancia que se eduque a los ciudadanos en la responsabilidad de tomar parte en el gobierno de la ciudad (educación ciudadana).

Teorías sobre el Estado democrático y de Derecho desde fundamentos filosóficos

Primera teoría: John Locke

Locke, al igual que Hobbes, parte de la distinción entre el estado de naturaleza del hombre y el estado social. Considera que los seres humanos son libres e iguales en su estado de naturaleza. En contraste con Hobbes, pensaba que en ese modo de ser natural los seres humanos no vivían en una situación de guerra permanente, sino de cooperación mutua a favor de la conservación y mejora de la vida. No obstante, a causa de la ambición y del egoísmo, se producen una serie de abusos de unos hombres frente a otros, que llevarán a establecer un pacto o contrato por medio del cual se cree un estado social que proteja la libertad y la propiedad de cada individuo.

Para Locke, este contrato no supone la renuncia de la soberanía a favor de un monarca, sino simplemente la delegación del poder en unos representantes. Así es como los ciudadanos delegan en el poder legislativo la potestad de establecer leyes que regulen la convivencia, y en el poder ejecutivo la potestad de gobernar de acuerdo con dichas leyes. Es necesario, en opinión de Locke, que el poder legislativo y el poder ejecutivo no sean ostentados por las mismas personas. De este modo se intenta establecer una situación de equilibrio entre instituciones que garantice que el ejercicio del poder político no se realice de forma arbitraria, sino al servicio del bien común. Si los gobernantes incumplen el pacto, los ciudadanos tienen el derecho de resistencia (desposeer al gobierno del poder que le ha sido otorgado por la delegación). Para Locke, la libertad y la paz son dos objetivos fundamentales.

Segunda teoría: Montesquieu

Montesquieu es el autor de la obra Del espíritu de las leyes. En ella expone una teoría política que se enfrenta al absolutismo del rey francés Luis XVI. Una de las grandes aportaciones de Montesquieu es la concepción de la separación de poderes del Estado: el ejecutivo, correspondiente a los reyes y magistrados; el legislativo, del que son depositarias las cámaras de representantes; y el judicial, correspondiente a los tribunales de justicia. La filosofía política de este autor tiene como objetivo el estudio del ejercicio efectivo del poder para llegar a conocer cuáles son los principios que rigen el funcionamiento del gobierno.

La clasificación establecía los siguientes tipos de poder (formas de gobierno):

  • Monarquía: El poder es detentado por una sola persona.
  • Oligarquía: Es el gobierno de unos pocos.
  • Democracia: El poder descansa en muchos.

Para Montesquieu, el criterio de diferenciación de las formas de gobierno depende de la naturaleza del propio gobierno, la cual a su vez dependerá de si el poder se ejerce en conformidad con las leyes establecidas o si se lleva a cabo al margen de las normas o contra ellas.

Tercera teoría: Jean-Jacques Rousseau

Rousseau es el máximo representante de la filosofía del contrato social como forma de explicación del Estado. También él parte de la distinción entre el estado de la naturaleza y el estado social. En contra de Hobbes, Rousseau considera que el hombre es bueno por naturaleza, pero la vida en sociedad lo pervierte. Dada la imposibilidad de retornar al estado natural, se hace inevitable la renovación del pacto social por medio de un contrato. La libertad y la igualdad deben prevalecer en un gobierno democrático.

Para Rousseau, el contrato sociopolítico crea un nuevo cuerpo colectivo: el pueblo. Este se establece como moral y político, cuya fuerza de cohesión la constituye la voluntad general. De este planteamiento se deriva la identificación entre Estado y pueblo. El pueblo es el único soberano (soberanía popular) y los gobernantes, solo un mero agente o ejecutor administrativo de la voluntad del pueblo.

Cuarta teoría: Immanuel Kant

Según Kant, un Estado es una sociedad de seres humanos en la que nadie, por naturaleza, está legitimado para mandar y ordenar. La tesis de la “insociable sociabilidad” hace referencia a que los seres humanos están relacionados los unos con los otros por una especie de sociabilidad natural, pero que al mismo tiempo tienen la tendencia espontánea a oponerse los unos a los otros. La sociedad ha de poder ser un espacio pluralista en el que las libertades coexistan pacíficamente y cooperen entre sí. Esto se logra por medio del Derecho, que funciona según principios universales de la razón que regulan la convivencia.

Kant concibe, de este modo, el Estado basado en el Derecho como el Estado basado en la razón. El Estado debe conformarse al Derecho. De esta forma, el Estado puede establecerse como una república en la que cada uno solo se somete a las leyes a las que él mismo haya dado su consentimiento. Esta es la forma en la que Kant establece la participación y la igualdad en la soberanía como pilares de la fundamentación del Estado. La idea de un Estado como medio de garantía del uso de la libertad de los individuos y la idea del Estado como expresión de la autonomía o de la participación de los ciudadanos en la creación de las leyes es el modo kantiano de hablar del contrato social. El fundamento del Estado debe estar basado en el consentimiento de los ciudadanos. Por tanto, la legitimidad depende de las leyes y del poder que se ejerce según las mismas. En opinión de Kant, el contrato social no supone una pérdida de la libertad sin ley en favor de la libertad civil; es una confirmación de la propia libertad legisladora. La libertad, como fundamento del Estado y del deber, se presenta como un ideal de la razón.