Grupos Ideológicos y Apoyos Sociales del Franquismo
El franquismo se sostuvo sobre tres pilares principales: el Ejército, Falange y la Iglesia. El Ejército, protagonista del golpe de 1936, fue el soporte fundamental del régimen, ocupando cargos clave en el gobierno. La Falange, como partido único (FET y de las JONS), proporcionó la ideología oficial, controló medios, cargos y organizaciones como el Frente de Juventudes, la Sección Femenina o la CNS. Con el tiempo, su papel se volvió meramente burocrático. La Iglesia Católica legitimó al régimen al definirlo como confesional y fue recompensada con poder educativo y financiación. Organizaciones como el Opus Dei tuvieron gran influencia. Otros apoyos importantes vinieron de las élites económicas y de propietarios rurales del norte, beneficiados por la vuelta al orden tradicional tras la Segunda República.
Etapas del Franquismo y sus Características
El franquismo tuvo tres etapas. La primera (1939-1953) se caracterizó por el autoritarismo, autarquía económica y aislamiento internacional tras apoyar al Eje en la Segunda Guerra Mundial. La segunda (1953-1965) trajo el reconocimiento internacional (acuerdos con EE. UU. y el Vaticano), la entrada en la ONU y una apertura económica con tecnócratas que impulsaron el desarrollismo. La tercera (1965-1975) fue de continuidad política, pero con modernización legal (Ley Orgánica de 1967) y social, aunque marcada por la crisis del petróleo de 1973, que frenó el crecimiento económico. Se preparó la sucesión de Franco con la designación de Juan Carlos de Borbón.
Organización Política del Estado Franquista
El franquismo fue una dictadura totalitaria que eliminó la Constitución de 1931, prohibió partidos y sindicatos (salvo el oficial) y concentró el poder en la figura de Franco, jefe del Estado y del Gobierno, caudillo y generalísimo. El régimen era centralista: se suprimieron autonomías y lenguas regionales. Las Cortes eran corporativas y consultivas, sin capacidad legislativa real, y estaban compuestas por procuradores designados o elegidos por “órganos naturales” (familia, municipio y sindicato). El sindicato único era vertical, con obreros y empresarios juntos, controlado por el Estado. El régimen se sustentó en siete Leyes Fundamentales, que intentaban dar apariencia de legalidad a una dictadura que negaba derechos básicos. A nivel territorial, el poder lo ostentaban gobernadores civiles y militares, y los alcaldes eran nombrados. Todo ello conformaba una “democracia orgánica”, que solo existía en el discurso oficial.
Causas de la Crisis Final del Franquismo (desde 1973)
La crisis comenzó con el envejecimiento de Franco y se agudizó con el asesinato de Carrero Blanco en 1973. Su muerte dejó al régimen sin sucesor sólido. El gobierno de Arias Navarro intentó abrir el sistema con la Ley de Asociaciones Políticas, pero fue decepcionante. La división interna entre aperturistas e inmovilistas aumentó la inestabilidad. A nivel internacional, el aislamiento creció tras la caída de otras dictaduras europeas (Portugal y Grecia) y las ejecuciones de 1975 provocaron condenas mundiales. Además, la crisis del petróleo de 1973 hundió la economía, evidenciando la dependencia energética y la falta de respuesta del régimen. Todo esto dejó al franquismo sin capacidad de renovación ni legitimidad, precipitándolo hacia su final.
Evolución Política del Régimen y Contexto Internacional
La política del franquismo estuvo profundamente influida por el contexto internacional. Durante la Segunda Guerra Mundial, aunque España se declaró neutral, simpatizó con las potencias del Eje y envió la División Azul a combatir junto a los nazis. Esto le supuso aislamiento tras la guerra: en 1946 la ONU recomendó la retirada de embajadores. Para mejorar su imagen, el régimen se presentó como católico y anticomunista, promulgando leyes como el Fuero de los Españoles. La Guerra Fría cambió el panorama: el fuerte anticomunismo de Franco lo convirtió en aliado útil para EE. UU. y el bloque occidental. Así, en 1953 se firmaron acuerdos militares con EE. UU. y un Concordato con el Vaticano; en 1955 España entró en la ONU. Aunque hubo reformas como la Ley de Prensa (1966) o la Ley de Libertad Religiosa (1967), el poder de Franco se mantuvo intacto. En 1969 designó como sucesor a Juan Carlos de Borbón. La crisis se agudizó con las ejecuciones de 1975 y el conflicto del Sáhara, culminando en el descrédito internacional del régimen.
Política Económica del Franquismo y Evolución Económica
La economía franquista pasó por tres fases. La primera (1939-1959), de autarquía, se basó en la autosuficiencia y el intervencionismo estatal, con la creación del INI y monopolios como RENFE o SEAT. Esta política generó hambre, mercado negro y estancamiento. En 1959, el Plan de Estabilización puso fin a la autarquía y dio paso al desarrollismo (1959-1973), impulsado por tecnócratas. Se aplicaron planes cuatrienales, se atrajo inversión extranjera y se promovió el turismo y la emigración. Surgieron polos de desarrollo y se modernizaron sectores económicos. Aun así, persistieron desequilibrios territoriales y dependencia exterior. La crisis del petróleo de 1973 marcó el inicio de la recesión: subió el paro, bajó la inversión y retornaron emigrantes. La economía, basada en bajos salarios y escasa innovación, mostró sus límites.
Transformaciones Sociales bajo el Franquismo
Durante el franquismo, la sociedad española pasó de ser rural y agraria a urbana e industrial. El éxodo rural fue constante desde los años 50 y masivo en los 60, con destino a zonas industriales como Madrid, Barcelona o Bilbao. Esto provocó chabolismo y creación de ciudades dormitorio sin servicios. El sector primario perdió peso frente a la industria y los servicios. Más de un millón y medio de españoles emigraron a Europa. En los años 60, la economía desarrollista impulsó la aparición de una clase media urbana (obreros cualificados, empleados, técnicos). Surgió una sociedad de consumo, con acceso a electrodomésticos, coches y mejoras en el nivel de vida. El contacto con turistas y emigrantes retornados trajo nuevas ideas y modas. La juventud urbana adoptó una mentalidad moderna y crítica, deseando libertades políticas y sociales. A partir de 1973, la crisis económica provocó el retorno de emigrantes y el aumento del paro. La inflación y la desigual distribución de la riqueza impulsaron la conflictividad social y el crecimiento de sindicatos clandestinos como Comisiones Obreras.
Oposición Política al Franquismo y su Evolución
La oposición al franquismo fue escasa en el exilio y fue ganando fuerza dentro del país con el paso del tiempo. En los años 40 y 50 hubo intentos monárquicos (como el Manifiesto de Lausana de don Juan), guerrilla (el maquis) y huelgas obreras. El Partido Comunista fue el más activo en la clandestinidad. En los años 60 y 70 la oposición creció: aumentaron las huelgas, surgieron sindicatos como Comisiones Obreras, y una parte de la Iglesia se distanció del régimen. Las universidades fueron focos de protesta. También aparecieron partidos ilegales de todo signo, desde el PCE y PSOE hasta grupos nacionalistas y de extrema izquierda (como el FRAP o ETA). En 1962, el Congreso de Múnich simbolizó la unidad opositora. En los 70 se formaron plataformas como la Junta Democrática (1974) y la Plataforma de Convergencia Democrática (1975), que pedían el fin del régimen. Aunque con diferencias tácticas, la oposición coincidía en la necesidad de una transición democrática.