Introducción a las Teorías Éticas
Una teoría ética es una reflexión o investigación filosófica sobre los criterios que determinan cómo los seres humanos juzgamos si una acción es moralmente correcta o no. Existen dos tipos principales de teorías éticas:
- Éticas consecuencialistas: Aquellas que determinan que una acción es buena si de ella se obtienen buenas consecuencias.
- Éticas formales: Aquellas que establecen que una acción es buena si se realiza de una forma o manera específica, independientemente de sus resultados.
La Acción Moral según Immanuel Kant
En su obra Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Immanuel Kant, un influyente pensador prusiano del siglo XVIII, presenta su explicación de la acción moral. Kant parte de la premisa de que la moral es un hecho que requiere explicación. Los juicios morales sobre lo bueno o lo malo, lo justo o lo injusto, son exclusivos del ser humano.
Por ejemplo, que una serpiente inyecte su veneno en su presa no es ni bueno ni malo; es parte de su naturaleza o esencia, determinada por instintos biológicos. Las serpientes actúan de un modo predefinido, ‘son así’. En contraste, los seres humanos tenemos la capacidad de actuar de diversas maneras, lo que nos confiere responsabilidad moral.
La Buena Voluntad como Principio Moral
Kant propone que el principio de la acción correcta, sin ningún tipo de duda, es actuar con buena voluntad. Esta se caracteriza por la pureza de intenciones, es decir, que no estén guiadas por ningún interés egoísta. El principio de la corrección o incorrección moral no reside en la acción en sí, sino en la intención que la guía. Este es un aspecto objetivo que podemos observar en el distinto grado de asignación de responsabilidad jurídica ante una misma acción.
Por ejemplo, la acción de matar a alguien tiene diferentes valoraciones morales y jurídicas (homicidio imprudente, defensa propia o asesinato), dependiendo de la intención subyacente.
Cualquier persona puede generar dudas sobre la corrección moral de nuestras acciones y suponer, desde fuera, que una acción socialmente valorada tiene intereses egoístas. Por ejemplo, si observamos que un compañero de clase ayuda a cruzar la acera a una persona mayor, otra compañera a la que le cae mal podría desacreditar esa acción indicando que tiene un interés oculto (como que la persona mayor sea un familiar lejano con una gran herencia).
Sin embargo, esto no importa, ya que somos nosotros mismos quienes sabemos cuál ha sido la intención o el propósito que determinó la acción. Aunque hubiese sido una excepción a la conducta habitual, todos en algún momento hemos realizado una acción desinteresada. Consideremos el siguiente escenario:
Escenario de Acción Moral
- Situación: Estamos a gusto con nuestros amigos o amigas pasando un día de verano en la playa. De repente, vemos que alguien entró a nadar a pesar de la bandera roja y ahora está pidiendo ayuda porque se ahoga.
- Acción posible que infunde respeto: Dejar de jugar a la pelota en la arena o de charlar tomando el sol, y molestarnos en tomar el móvil para llamar al socorrista o a Protección Civil (sin lanzarnos al agua).
- Imposición de la acción: Se nos impone hacerla porque esa acción expresa un valor objetivo superior a nuestros intereses o inclinaciones del momento. La vida de un ser humano tiene un valor objetivo mayor que cualquier inclinación o interés personal del momento.
- Necesidad inicial: Sentimos la necesidad de que ‘alguien tendría que’ realizar esa acción, pero aún no consideramos que ‘tengamos que’ ser nosotros. Podríamos decidir que sea otra persona la que se moleste en hacerlo, y nosotros continuar pasando el buen rato como si no pasase nada.
- Obligación personal: Nos obligamos a realizar esa acción (llamar al socorrista), aplazando la satisfacción de nuestros intereses o inclinaciones personales (dejar de jugar con amigos) para otro momento.
Imperativos: Hipotético y Categórico
El problema radica en cómo justificamos que nuestras acciones, hechas para nuestro propio beneficio (encontrar la felicidad), son siempre correctas sin ningún tipo de duda. Kant distingue que experimentamos dos tipos de sentimientos de ‘tener que’ distintos, donde la acción que se nos propone debe ser hecha sí o sí:
- Imperativo Hipotético: La acción que se nos propone nos lleva a conseguir un bien que queremos. Usamos la acción como medio para conseguir un fin, basado en nuestros distintos intereses personales. Por ejemplo: “Si me quiero curar, me tengo que tomar el jarabe.”
- Imperativo Categórico: Es una acción que se realiza porque se cree que es lo correcto en función de valores objetivos. Es un fin en sí mismo, no basado en intereses egoístas, sin importar nuestros deseos personales. Por ejemplo: “Debo cuidar a mi hermano porque lo necesita.”
Kant propone tres formulaciones del imperativo categórico para saber si nuestra acción es moral:
Formulaciones del Imperativo Categórico
- Universalidad: Antes de actuar, podemos preguntarnos si querríamos que todos actuaran de igual manera, en todo momento. Por ejemplo, si justificamos robar, deberíamos aceptar un mundo donde todos robaran. Si no podemos querer eso racionalmente, la acción no es moral. Un ladrón, si se parara a pensar si lo que está haciendo es correcto, se daría cuenta de que si todos robaran, se perdería el mérito del trabajo, ya que robaría lo que alguien ha conseguido con su propio esfuerzo. Aunque el ladrón es consciente de que eso no es moral, podría seguir haciéndolo.
- Dignidad (Humanidad como Fin): “Actúa siempre de tal manera que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin y nunca solo como un medio.” Esto significa no usar a otras personas como si fueran cosas que solo sirven para lograr lo que tú quieres. Cada ser humano tiene valor por sí mismo, no solo por lo que puede darte. En el deporte, por ejemplo, aunque quieras ganar (tu interés), reconoces que el otro también tiene derecho a intentarlo. Ambos están en igualdad de condiciones. Esa actitud muestra respeto por la dignidad del otro. Actuar moralmente implica respetar a todas las personas, no manipularlas ni tratarlas como herramientas. Todos merecen ser tratados como personas con libertad y valor propio.
- Autonomía: Cada individuo, con su razón y respeto, puede discernir lo que está bien.
El Rigorismo Moral Kantiano
El problema de la ética kantiana es su rigorismo moral. Kant exige que toda acción moral esté libre de cualquier interés personal egoísta. Esto puede parecer demasiado estricto, porque a veces hacemos cosas buenas por motivos egoístas, y aun así ayudan a los demás.
Ejemplo: Una doctora descubre la cura del cáncer, pero lo hace por despecho (para ganar un premio y demostrar su éxito).
- Según Kant: “Eso no es moralmente puro.”
- Perspectiva común: “¡Qué importa el motivo, si ha hecho algo maravilloso para el ser humano!”