España en la Encrucijada del Siglo XX: Crisis de 1917, Dictadura y la Guerra del Rif

La Crisis General de 1917: Causas, Manifestaciones y Consecuencias

La Crisis Política

La decisión del Gobierno de Dato de suspender las garantías constitucionales estimuló a Francesc Cambó, líder de la Lliga Regionalista, a promover la creación en Barcelona de una Asamblea de Parlamentarios que permitiese formar un Gobierno provisional y convocar unas Cortes Constituyentes. Se trataba, en definitiva, de un nuevo intento regeneracionista que pretendía reformar el sistema político y descentralizar el Estado.

Para reforzar su posición, la Asamblea convocó una reunión para que todos los diputados y senadores españoles pudieran integrarse en ella. Pero la reunión (19 de julio de 1917), que acabaría siendo disuelta por la fuerza pública [Guardia Civil], no consiguió cumplir sus objetivos, ya que finalmente solo acudieron 71 de los 760 parlamentarios citados. El motivo puede explicarse por la creciente agitación social, que contuvo a la burguesía por miedo a que la iniciativa reformista terminase adquiriendo tintes revolucionarios.

El movimiento parlamentario no tuvo continuidad y desapareció sin haber conseguido la reforma constitucional. No tuvo el apoyo de las fuerzas monárquicas, fue imposible un acuerdo entre los regionalistas y los grupos de izquierda y las Juntas de Defensa se mostraron contrarias a la iniciativa parlamentaria. A esto hay que añadir que Alfonso XIII ofertó a Cambó la incorporación de miembros de la Lliga al Gobierno, lo que trajo como consecuencia la aparición de los llamados gobiernos de concentración, que suponían el fin del turnismo.

La Crisis Social

La conflictividad social había aumentado notablemente durante la Primera Guerra Mundial como consecuencia del alza de precios y del mal reparto de los beneficios de la expansión económica. En consecuencia, el sindicalismo obrero adquirió un mayor protagonismo y exigió la aplicación de medidas tendentes a la reducción de la desigualdad social.

En este contexto, en agosto de 1917, tras un conflicto ferroviario en Valencia, los sindicatos socialista [UGT] y anarquista [CNT] decidieron convocar una huelga general. Aunque el seguimiento fue muy desigual, la huelga adquirió gran relevancia en los principales centros fabriles de Cataluña, Madrid, Asturias y País Vasco. Ante el peligro del estallido de una revolución, el Gobierno declaró la ley marcial, que facultó al Ejército y las fuerzas del orden a reprimir la huelga de manera violenta. El balance fue trágico: un centenar de muertos, doscientos heridos y dos mil detenidos.

El apoyo de los militares a la represión y la disolución de la Asamblea de Parlamentarios evitaron el colapso del régimen de la Restauración, al tiempo que facilitaron la solución a la crisis militar. En enero de 1918 se promulgó la Ley del Ejército, que atendió a las reivindicaciones castrenses.

El Deterioro Político y el Camino hacia la Dictadura

La situación política se deterioró. La cúpula militar, los conflictos sociales y el avance de socialistas y nacionalistas cobraron mayor protagonismo. La oposición política organizó una campaña con el fin de exigir responsabilidades. El Gobierno nombró una comisión formada por liberales y conservadores y presidida por el General Picasso. El desarrollo de esta comisión fue irregular. La izquierda reclamaba una reforma constitucional y la retirada de las tropas de Marruecos. Se formaron sucesivos Gobiernos de concentración presididos por Maura y Prieto que no lograron estabilizar la situación política. La crisis se agravó con la actuación del monarca, quien amenazó con su abdicación e insinuó la necesidad de una reforma con o sin Constitución. El General Primo de Rivera se pronunció en Barcelona y, entre la indiferencia ciudadana, suspendió la Constitución de 1876, disolvió las Cortes, prohibió la actividad de los partidos e impuso la censura previa. El Rey Alfonso XIII aceptó el recurso al pronunciamiento como medio legítimo de cambio político. Este apoyo al golpe de Estado supuso un golpe directo a su credibilidad como Rey.

La Guerra del Rif y el Desembarco de Alhucemas

El Directorio militar aceptó los resultados de la Comisión Picasso, por los que el General Berenguer era condenado y separado del ejército. Primo de Rivera tuvo que hacer frente a una situación en Marruecos que se agravaba de nuevo por el empuje de las cabilas. Su posición abandonista y un ligero repliegue de tropas en las zonas de la Yebala y Xauén provocaron la contestación de los militares africanistas agrupados en torno a los generales Sanjurjo y el teniente coronel Franco. La arrogancia de Abd el-Krim, que pretendía una conquista inmediata de Tánger, lo llevó a ampliar su campo de operaciones, lo que propició la creación de un frente franco-español, cuyo resultado fue el Desembarco de Alhucemas. Las tropas franco-españolas infligieron una severa derrota al caudillo marroquí, que se vio forzado a pedir negociaciones y se rindió unos meses más tarde. Abd el-Krim fue deportado a la isla de La Reunión. Finalizó la Guerra del Rif y Primo de Rivera consiguió uno de sus mayores éxitos políticos.