El Franquismo: La Etapa de Posguerra y Autarquía (1939-1959)
Fundamentos ideológicos, sociales y políticos del régimen
El nuevo régimen instaurado en 1939 estaba basado en la concentración del poder político en la figura de Franco y en un férreo anticomunismo. Durante la dictadura también se impusieron el antiparlamentarismo y el antiliberalismo. Un pilar fundamental fue el nacionalcatolicismo, mediante el cual la Iglesia apoyó la dictadura a cambio de dominar la vida social y la educación. Franco defendió un nacionalismo exacerbado, que apelaba a raíces históricas a menudo adulteradas para justificar el régimen. A esto se sumaban el militarismo y la adopción de rasgos fascistas (símbolos, uniformes, etc.), aunque el saludo fascista fue atenuado en 1945 tras la derrota de Hitler y Mussolini.
Las bases sociales de la dictadura
La oligarquía terrateniente y financiera recuperó su hegemonía social. Las clases medias rurales del norte y Castilla, muy influenciadas por la religión, constituyeron la principal base social del régimen. En los años 60 y 70, el desarrollo económico hizo ganar apoyos al régimen entre las clases medias urbanas y parte de las clases trabajadoras, pero la tímida liberalización también favoreció el desarrollo de la oposición.
Las “familias” políticas del régimen
Se prohibieron todos los partidos políticos y se ejerció una brutal represión contra los colaboradores de la República. En 1937 se creó el partido único, la FET de las JONS (denominado oficialmente Movimiento Nacional). Dentro del régimen surgieron diversas “familias” políticas que competían por influir en Franco:
- Falangistas: Sometidos al mandato de Franco, controlaban la vida social y económica mediante diversas instituciones. Tuvieron una gran importancia inicial, pero pasaron a un segundo plano a partir de 1945 con la derrota de las potencias fascistas.
- Militares: Gozaron de gran prestigio, poder económico y fueron totalmente subordinados a Franco, ocupando numerosos cargos en el gobierno y la administración.
- Católicos: Sectores conservadores católicos, como la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNP) y, más tarde, el Opus Dei, aportaron muchos dirigentes a la dictadura.
- Monárquicos: Los carlistas tuvieron una importancia menor. Franco se negó a ceder la jefatura del Estado a Don Juan de Borbón, pero muchos monárquicos juanistas colaboraron con el régimen.
Franco siempre se aseguró de que ninguna de estas familias acumulara demasiado poder, actuando como árbitro entre ellas.
Evolución política y coyuntura internacional (1939-1959)
La institucionalización del régimen: las Leyes Fundamentales
El régimen aprobó diversas Leyes Fundamentales del Reino para dotarse de una apariencia de legalidad:
- Fuero del Trabajo (1938): Prohibió los sindicatos de clase libres y estableció un único sindicato vertical que agrupaba a empresarios y trabajadores, controlado por el Estado.
- Fuero de los Españoles (1945): Una declaración de derechos y deberes con una mentalidad tradicionalista, siempre supeditados a los principios del régimen.
- Ley de Referéndum Nacional (1945): Permitía al jefe de Estado convocar plebiscitos para refrendar leyes, aunque en la práctica era un instrumento de aclamación al dictador.
- Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado (1947): España se declaraba “reino” y se establecía que Franco elegiría a su sucesor a título de rey. Esto dejaba en suspenso las aspiraciones de los Borbones.
- Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958): Establecía los principios ideológicos del régimen como permanentes e inalterables.
- Ley Orgánica del Estado (1967): Culminó el entramado institucional, separando los cargos de jefe del Estado y presidente del Gobierno, aunque Franco los ocupó ambos hasta 1973.
Hambre y represión en la posguerra
Los años 40 y 50 fueron conocidos como los “Años del Hambre”. Se racionaron los alimentos y el mercado negro, conocido como estraperlo, se extendió como única forma de adquirir algunos bienes necesarios, generando una enorme corrupción. La vida social se basó en la “recomendación” y el clientelismo.
La Ley de Responsabilidades Políticas de 1939 sirvió para castigar con carácter retroactivo a todos los que se opusieron al “Glorioso Movimiento Nacional”. Se habilitaron campos de concentración y la represión fue sistemática.
La política exterior
La alianza con las potencias del Eje (1939-1945)
El 7 de abril de 1939, Franco adhirió a España al Pacto Antikomintern, un acuerdo anticomunista que unía a Alemania, Italia y Japón. En octubre de 1940, se reunieron Franco y Hitler en Hendaya. España no entró oficialmente en la Segunda Guerra Mundial, pero apoyó al Eje enviando la División Azul a luchar contra la Unión Soviética. En 1942, cuando las potencias del Eje comenzaron a ser derrotadas, el régimen inició un cauteloso giro en su política internacional.
El aislamiento internacional y los cambios dentro del régimen (1945-1950)
En 1946, la recién creada ONU votó una resolución en contra del ingreso de España. El país sufrió un aislamiento diplomático y económico. Sin embargo, Estados Unidos no quería una ruptura total con el régimen por su marcado anticomunismo, útil en el contexto de la Guerra Fría. Aun así, España no recibió ayudas del Plan Marshall ni entró en la OTAN. La dictadura intentó lavar su imagen internacional, reduciendo la influencia de los falangistas y dando mayor presencia a los católicos.
El fin del aislamiento
El inicio de la Guerra Fría salvó a Franco por su hostilidad hacia la URSS. En 1950, la ONU revocó la recomendación de retirar embajadores y en 1953 se firmaron los acuerdos con Estados Unidos para instalar bases militares norteamericanas en territorio español a cambio de ayuda económica y militar.
Los conflictos políticos de la década de los 50
En los años 50 aparecieron las primeras protestas significativas de la oposición. En 1951 tuvo lugar una importante huelga y boicot a los tranvías en Barcelona. En 1956 hubo incidentes en la Universidad de Madrid. Aunque las protestas fueron reprimidas, mostraban un creciente descontento. En 1957, varios miembros del Opus Dei (los “tecnócratas”) llegaron al gobierno, lo que supuso la antesala de la reforma económica de 1959. El inmovilismo político se consagró en 1958 con la Ley de Principios del Movimiento Nacional. El fin definitivo del aislamiento se escenificó con la visita del presidente estadounidense Eisenhower en 1959.
La economía: La autarquía y su fracaso
La autarquía de posguerra
Tras la Guerra Civil, España estaba arruinada, con una enorme pérdida de población y una producción hundida. Para solucionarlo, el régimen propuso la autarquía, un modelo que buscaba la autosuficiencia económica mediante un férreo intervencionismo del Estado, que fijaba precios y controlaba la producción. Se creó el INI (Instituto Nacional de Industria) en 1941 para impulsar la industria desde el sector público.
Un gran fracaso
La producción agrícola e industrial decayó drásticamente. El mercado negro y el estraperlo dominaron la economía real. Esta situación se agravó por el aislamiento internacional que sufrió España.
Los años 50: fin de la autarquía
El modelo autárquico fracasó. A partir de los años 50, se liberalizaron parcialmente los precios y el comercio. En 1957 entraron en el gobierno los tecnócratas del Opus Dei, que prepararon el Plan de Estabilización de 1959, poniendo fin a la autarquía.
El Franquismo: Desarrollismo y Crisis Final (1959-1975)
Evolución política: Inmovilismo y tensiones crecientes
El inmovilismo político de los años 60
Pese a los profundos cambios económicos y sociales, el inmovilismo político continuó. Sin embargo, surgieron nuevos elementos de tensión: la Iglesia, a raíz del Concilio Vaticano II, comenzó a distanciarse del régimen; resurgieron las tensiones nacionalistas, con la aparición de ETA en 1959; y aumentaron los conflictos laborales. La respuesta del régimen fue siempre represiva. En 1963 fue ejecutado el dirigente comunista Julián Grimau, lo que provocó una gran condena internacional. En 1962, los participantes en el Congreso del Movimiento Europeo en Múnich, que pedían una España democrática para su ingreso en la CEE, fueron duramente criticados por la prensa del régimen, que lo calificó despectivamente como el “Contubernio de Múnich”. También se aplicaron tímidos cambios legislativos, como la Ley de Prensa de 1966 (impulsada por Fraga), que eliminó la censura previa, y el nombramiento en 1969 de Juan Carlos de Borbón como sucesor de Franco.
Una creciente oposición
A finales de los 60, la oposición en fábricas y universidades se intensificó, siendo duramente reprimida por la Brigada Político-Social. ETA cometió su primer atentado mortal en 1968. Dentro del propio régimen surgieron dos tendencias: los aperturistas, partidarios de una tímida liberalización, y el búnker, inmovilistas radicales. En 1973, el almirante Luis Carrero Blanco fue nombrado presidente del Gobierno para asegurar la continuidad del franquismo. El 20 de diciembre de ese mismo año, ETA asesinó a Carrero Blanco en un atentado en Madrid.
Los últimos momentos de la vida de Franco
Tras el asesinato de Carrero Blanco, Carlos Arias Navarro fue nombrado presidente. La crisis del petróleo de 1973 y la creciente conflictividad interna agravaron la situación. En 1975, las ejecuciones de miembros del FRAP y de ETA generaron grandes protestas internacionales. En ese mismo contexto, el rey Hassan II de Marruecos organizó la Marcha Verde para ocupar el Sáhara Occidental español. El 20 de noviembre de 1975, Francisco Franco murió.
Evolución económica y social: El “milagro español”
El Plan de Estabilización de 1959
Fue elaborado por tecnócratas del Opus Dei con el respaldo del FMI y la OCDE. Sus objetivos eran liberalizar la economía, recortar el gasto público, disminuir el intervencionismo y abrir la economía al exterior. En 1961, el déficit se había reducido y comenzaron a llegar abundantes inversiones del exterior. España inició una etapa de crecimiento económico muy rápido.
El desarrollo económico de los años 60
Entre 1961 y 1973, la industria y el sector servicios crecieron enormemente. Se produjo un masivo éxodo rural del campo a las ciudades y a Europa, y la agricultura se modernizó. España alcanzó un superávit en su balanza de pagos gracias a tres factores clave: las divisas enviadas por los emigrantes, los ingresos por el turismo y la inversión extranjera. En 1963 se aprobaron los Planes de Desarrollo, que intentaron planificar el crecimiento, aunque con resultados desiguales.
Los grandes cambios sociales
En los años 60 y 70 se produjeron grandes cambios sociales. La tasa de mortalidad bajó y la natalidad subió (baby boom). El crecimiento demográfico provocó un enorme déficit de vivienda y la creación de barrios periféricos sin equipamientos básicos. Se crearon hospitales y se ampliaron las prestaciones sanitarias, pero seguían siendo insuficientes.
La llegada de la sociedad de consumo
El desarrollo económico propició la llegada de la sociedad de consumo. La compra de electrodomésticos (televisión, frigorífico) y vehículos (el SEAT 600) se popularizó. Esta nueva sociedad trajo consigo una mentalidad más abierta que chocaba con los valores tradicionales del régimen: relajación de la influencia de la Iglesia, nuevos hábitos sociales y nuevas modas.
La oposición al régimen franquista
La República en el exilio
Los dirigentes republicanos que huyeron en 1939 mantuvieron las instituciones del gobierno de la República en el exilio. Esperaban que la derrota de Hitler provocara la caída del régimen de Franco, pero estas esperanzas se desvanecieron con el inicio de la Guerra Fría y la aceptación internacional de España, que culminó con su entrada en la ONU en 1955.
La guerrilla antifranquista: los maquis
Los combatientes republicanos que no se exiliaron y se “echaron al monte” formaron grupos guerrilleros conocidos como los maquis. Sus acciones se incrementaron en 1945, pero la dura represión y la falta de apoyos exteriores llevaron al PCE a renunciar a la lucha armada en 1948.
La oposición interior en la posguerra
La represión de la posguerra desmanteló a las organizaciones de izquierda. Se dieron algunas huelgas entre 1945 y 1947 que fueron duramente reprimidas, y la oposición continuó silenciada durante años.
Las primeras protestas sociales (años 50)
En 1951 se produjo el boicot a los tranvías de Barcelona por la subida de precios. En las universidades también creció el malestar, que culminó con los incidentes de la Universidad Complutense de Madrid en 1956, con enfrentamientos entre falangistas y estudiantes demócratas.
Partidos y sindicatos en la clandestinidad
Los grupos políticos se reorganizaron lentamente en la clandestinidad. El PCE fue el principal y más organizado partido de la oposición interior. El PSOE se mantuvo como un partido débil y dividido hasta su renovación en los años 70. Los anarquistas y los republicanos prácticamente desaparecieron. Al final de la dictadura aparecieron grupos de oposición liberales y monárquicos. En el ámbito sindical, en 1962 nacieron las Comisiones Obreras (CC.OO.), un nuevo movimiento que se infiltró en los sindicatos verticales. Sindicatos históricos como UGT y CNT tuvieron una presencia muy limitada.
La creciente contestación en los años 60 y 70
Los cambios sociales y la previsible muerte de Franco facilitaron el crecimiento de la oposición. El movimiento obrero, dirigido principalmente por CC.OO., fue clave en la concienciación antifranquista. Los movimientos nacionalistas se reforzaron (especialmente en Cataluña y el País Vasco, con la actividad de ETA). El movimiento estudiantil se extendió por todas las universidades, y sectores de la Iglesia se volvieron críticos con el franquismo. Estos movimientos crearon una amplia red antidictatorial que aflorará tras la muerte de Franco y será esencial en la Transición a la democracia.