Contexto Histórico de la Guerra Civil Española
La Guerra Civil Española comenzó con el golpe de Estado del 17 de julio de 1936 y finalizó el 1 de abril de 1939, casi tres años después. Actualmente, el conflicto se enmarca dentro del gran enfrentamiento desarrollado en Europa en la década de 1930 entre las tres grandes ideologías —liberalismo, comunismo y fascismo—, y que culminó con la Segunda Guerra Mundial, iniciada justo cinco meses después de que terminara la contienda española.
Causas del Conflicto
Las principales causas de la Guerra Civil fueron:
- La creciente polarización social entre la izquierda y la derecha, que se tradujo en una escalada de violencia callejera protagonizada por los grupos más radicales.
- El temor de los sectores conservadores al proceso de revolución democrática que amenazaba sus intereses.
- La conspiración militar, activa desde la victoria del Frente Popular en febrero de 1936, para defender sus intereses corporativos, de clase y su particular visión del orden social.
La chispa que prendió el conflicto fue el asesinato por parte de falangistas del teniente Castillo, militante socialista y miembro de la Guardia de Asalto, y la posterior venganza de sus compañeros, que asesinaron al líder monárquico de derechas José Calvo Sotelo. Cuatro días después, los militares intentaron dar un golpe de Estado, denominado durante el franquismo como “Alzamiento Nacional”, que contó con apoyos civiles y eclesiásticos. Como el golpe triunfó en unas zonas del país y fracasó en otras, el enfrentamiento acabó convirtiéndose en una guerra civil.
Los Bandos Enfrentados
El Bando Sublevado (Nacional)
Inicialmente, el líder del bando sublevado era el general Sanjurjo, pero murió en un accidente aéreo. A raíz de ello, se formó una Junta de generales. No obstante, el 1 de octubre de 1936, el general Francisco Franco fue nombrado Generalísimo de los Ejércitos y Caudillo de España. Franco consiguió el poder por varias razones: la muerte de algunos posibles rivales (Sanjurjo, José Antonio Primo de Rivera, el general Mola), su liderazgo sobre el Ejército de África (la fuerza más potente que luchaba en la guerra, compuesta por legionarios y regulares marroquíes) y porque fue él quien negoció la ayuda extranjera. Además, contó con tropas de reemplazo, falangistas, requetés carlistas, etc. En cuanto a la labor de su gobierno, consistió básicamente en desmantelar todas las reformas de los gobiernos republicanos. Franco, además, impuso la unidad en su bando con el Decreto de Unificación de abril de 1937, que fundió todos los grupos políticos que le apoyaban (falangistas, carlistas, monárquicos, CEDA, etc.) en uno solo: FET y de las JONS (conocido como “El Movimiento Nacional”).
El Bando Republicano
En el bando republicano, la situación fue más compleja. Tras la dimisión del gobierno de Casares Quiroga, ocupó el poder otro republicano de izquierda, Giral. Como la guerra iba mal, en septiembre de 1936 el socialista radical Largo Caballero formó gobierno, donde participaron casi todas las fuerzas políticas (incluso llegó a haber cuatro ministros anarquistas). Tras los sucesos de mayo de 1937, el gobierno pasó a Negrín, del sector moderado del PSOE y con buenas relaciones con la URSS, con lo que la influencia del PCE fue cada vez mayor.
La Revolución Social y el Conflicto Interno
Al iniciarse el conflicto, se produjo en la España republicana un vacío de poder que fue ocupado por las milicias (sindicalistas armados), que en algunos lugares comenzaron una revolución. Enseguida surgió una división interna:
- Partidarios de ganar la guerra primero: Defendían que el Estado republicano debía recuperar el control, priorizando la victoria militar sobre la revolución. Esta postura era apoyada por republicanos de izquierda (Azaña), el sector moderado del PSOE (Negrín) y el PCE.
- Partidarios de guerra y revolución simultáneas: Sostenían que ambos procesos debían ir de la mano. Esta visión era defendida por la CNT, el POUM y muchos sectores de la UGT.
Hasta mayo de 1937, predominó la postura “revolucionaria”. En esa fecha, se produjo un enfrentamiento armado en Cataluña, sobre todo en Barcelona, del que resultó vencedor el bando partidario del orden, con un saldo de unos 500 muertos. A partir de entonces, predominó la postura de militarizar las milicias, creando un verdadero ejército disciplinado y reduciendo los experimentos revolucionarios a su mínima expresión. En todo caso, estos experimentos han pasado a la historia, sobre todo las colectividades agrarias e industriales del Aragón Oriental republicano, bajo el control del Consejo de Aragón, dirigido por anarquistas en la fase inicial de la guerra.
La Internacionalización del Conflicto
La defensa de la República se identificó en muchos sectores con la defensa de la democracia, y los antifascistas de otros países apoyaron a la República entendiendo que así luchaban contra el fascismo europeo. A pesar de esto, Francia y Gran Bretaña impulsaron el Comité de No-Intervención, al que se adhirieron los principales países europeos. Sin embargo, el acuerdo no fue respetado por todos.
- Apoyos al bando nacional: Recibió ayuda de la Alemania nazi (tanques, aviones como la Legión Cóndor y otro material bélico), la Italia fascista (tanques, aviones, cañones y 75.000 soldados) y Portugal.
- Apoyos al bando republicano: El mayor apoyo procedió de la URSS (tanques, aviones, cañones y asesores militares) y de las Brigadas Internacionales, unos 50.000 voluntarios de numerosos países.
Hay que aclarar que ninguna de estas ayudas fue gratuita y fue pagada tanto por Franco (con apoyo al Eje durante la Segunda Guerra Mundial) como por el gobierno republicano (el famoso “oro de Moscú”).
Desarrollo Bélico del Conflicto
En principio, el golpe triunfó en el Rif, los archipiélagos y las regiones del noroeste, sobre todo Castilla la Vieja y Galicia, así como en algunos puntos sueltos, como Sevilla o Cádiz. Aragón quedó partido por la mitad, con sus tres capitales en manos de los sublevados. En una primera fase, la ayuda italiana y alemana fue fundamental para que el Ejército de África pasara a la península por un puente aéreo, pues la mayor parte de la flota estaba en manos republicanas. A partir del desembarco, el Ejército de África avanzó hacia el norte por Extremadura, hasta unirse con el otro sector sublevado en Cáceres. Desde ahí, convergieron sobre Madrid junto al Ejército del Norte de Mola, pero la capital fue salvada por los milicianos y la llegada de las Brigadas Internacionales y la ayuda soviética, permaneciendo leal a la República durante el resto de la guerra bajo el lema “¡No pasarán!”.
La ofensiva nacional pasó entonces a conquistar el norte (País Vasco, Cantabria y una parte de Asturias), entre marzo y octubre de 1937. Tras un nuevo ataque sobre Madrid (por Guadalajara) y varias ofensivas republicanas (Belchite, Teruel), el ejército franquista lanzó una gran ofensiva sobre Aragón en marzo de 1938 y llegó en abril al mar en Vinaròs, partiendo el territorio republicano en dos. La última y mayor batalla de la guerra fue la Batalla del Ebro (julio a noviembre de 1938), un intento republicano de volver a unir su territorio y dar tiempo a que se iniciara una guerra europea por el asunto de Checoslovaquia y los Sudetes, que a esas alturas era la última esperanza que le quedaba a la República. Como la Batalla del Ebro fue un fracaso para la República, el resto del territorio tardó poco en caer, siendo la última capital Alicante. La guerra terminó oficialmente el 1 de abril de 1939.
Terribles Consecuencias de la Guerra
Las consecuencias de la guerra fueron terribles para España en todos los ámbitos:
- Destrucción material: Graves daños en las infraestructuras del país.
- Crisis económica: Disminución de la producción agropecuaria e industrial, que no recuperó sus niveles de preguerra hasta la década de 1950.
- Dictadura: Establecimiento de una dictadura militar que duró casi cuarenta años.
- Represión política: Eliminación de partidos políticos y sindicatos, y una brutal represión de los vencidos.
- Pérdidas humanas: El número de muertos sigue siendo objeto de debate. Franco habló del famoso “millón de muertos” para magnificar el conflicto. Cifras más equilibradas estiman unos 100.000 muertos en combate y unos 60.000 por bombardeos, enfermedades y hambre.
- Víctimas de la represión: Se calculan unas 50.000 víctimas provocadas por el bando republicano y 150.000 por el bando nacional (100.000 durante la guerra y el resto después).
- Presos y exiliados: A ello habría que añadir 500.000 presos políticos (en 1950 aún quedaban 30.000) y unos 450.000 exiliados, sobre todo a Francia, de los que más de la mitad regresaron después de la guerra.