Dinámica Poblacional Española en el Siglo XIX: Factores y Evolución Demográfica

Introducción al Régimen Demográfico Español en el Siglo XIX

En casi toda Europa, el siglo XIX supuso el paso desde un régimen demográfico antiguo a un régimen demográfico moderno. Esta evolución vino de la mano de la Revolución Industrial, la industrialización y el proceso de urbanización. Ello significó que a lo largo del siglo XIX se produjo un significativo aumento de la población en los países europeos, motivado por un descenso brusco de la mortalidad y una natalidad que inició también su descenso, pero de forma más paulatina que la mortalidad.

España, en cambio, aún en el siglo XIX, permaneció con un comportamiento demográfico típico del Régimen Demográfico Antiguo: altas tasas de natalidad (30-35‰) y mortalidad (30‰), con frecuentes picos de mortalidad catastrófica. De ello resultaba un crecimiento natural o vegetativo escaso, que hacía que la población creciera a un ritmo muy inferior al del resto de potencias ya industrializadas. La transición al Régimen Demográfico Moderno no se produciría hasta ya entrado el siglo XX.

No obstante, la población española creció casi un 80% en una centuria, pasando de los 10,5 millones de habitantes a finales del siglo XVIII (según el Censo de Godoy) a 18,6 millones según el censo de 1900. Se trata, sin embargo, y como ya hemos dicho, de un incremento más modesto y con un ritmo bastante más lento que el experimentado por otros países europeos que, como mínimo, duplicaron su población a lo largo de esta centuria.

Factores Clave del Lento Crecimiento Demográfico

Altas Tasas de Mortalidad

Una de las causas directas de este escaso crecimiento fue que en España se mantuvieron altísimas tasas de mortalidad, próximas al 30‰ incluso al final de la centuria. La esperanza de vida no superaba los 35 años. Entre las causas que explican esas altas tasas debemos señalar algunas que evidencian, además, el atraso económico y social español:

  • Continuada serie de guerras a lo largo de todo el período: Guerra de Independencia, guerras carlistas y coloniales (Marruecos y Cuba).
  • Crisis alimentarias (“hambrunas”) causadas por malas cosechas, que a su vez provocan crisis de subsistencia. Se han constatado al menos doce de estas crisis, destacando las de 1856-57 y 1867-68.
  • Pésimas condiciones sanitarias incapaces de controlar las enfermedades infecciosas: cólera (1855), peste, fiebre amarilla.
  • Epidemias recurrentes (tifus, tuberculosis, viruela, sarampión o difteria) que diezmaban a las clases más desfavorecidas y debilitadas por la escasa alimentación y unas condiciones de vida pésimas.
  • Una elevada mortalidad infantil, debida en gran medida al escaso control sanitario de los embarazos y los partos.

Persistencia de Altas Tasas de Natalidad

La natalidad se mantuvo en tasas superiores al 35‰ a lo largo de todo el siglo, debido sobre todo a que en el campo los hijos eran considerados mano de obra y equivalían a seguros de vida de cara a la vejez.

Impacto de los Movimientos Migratorios

No podemos olvidar los movimientos migratorios, que durante la centuria también influyeron en el comportamiento demográfico:

Migraciones Exteriores

En cuanto a las migraciones exteriores, estas se convirtieron en un factor clave para la ralentización del crecimiento demográfico español. Hasta 1853, aunque la emigración al extranjero estuvo prohibida por ley, hubo algunos episodios muy selectivos debido a motivaciones políticas (1814, 1823, etc.). Los emigrantes se dirigían, sobre todo, al norte de África y América. La Constitución de 1869 reconoció el derecho a emigrar, lo que, junto a la mejora en los medios de transporte que abarataban los viajes, facilitó que la corriente migratoria aumentase. Los gobiernos no hicieron nada por detener el proceso, conscientes de que el débil desarrollo económico del país no permitía asegurar el futuro de toda la población. El destino principal de los emigrantes españoles fue Latinoamérica, sobre todo Argentina, México, Cuba y Brasil. Como resultado de este proceso migratorio, casi un millón y medio de españoles residían en países de América del Sur. La pérdida colonial de fin de siglo frenó esta corriente migratoria.

Migraciones Interiores y Éxodo Rural

Las migraciones interiores supusieron el trasvase de población del campo a la ciudad (éxodo rural), cuyo crecimiento y urbanización fue bastante lento y tardío debido al modesto crecimiento industrial. El crecimiento más importante se dio a partir de 1850 en Madrid, centro político, y Barcelona, principal núcleo industrial, así como en ciudades periféricas como Sevilla, Valencia, Bilbao, Málaga. La procedencia era básicamente de provincias donde el sector agrario seguía siendo fundamental para su economía (Guadalajara, Almería, Teruel, Soria). Las ciudades experimentaron un crecimiento que se tradujo en la ampliación del casco urbano y los Ensanches.