Arquitectura del Cinquecento
Donato Bramante
Los minuciosos estudios de las ruinas romanas efectuados por Bramante le llevaron a concebir una arquitectura en la que primaba la estructura y la monumentalidad. Las formas de sus edificios se basan en un riguroso sistema de proporciones, teniendo como módulo básico el cuadrado. Su arquitectura es clasicista, austera al reducir al mínimo lo ornamental y usar lo arquitectónico con una función decorativa y sobria, pero sin dejar de ser, al mismo tiempo, elegante. La racionalidad de sus creaciones hace que Bramante se decante por las plantas centralizadas como las más perfectas y racionales: el cuadrado, el círculo y la cruz griega, en ocasiones combinadas entre sí en la misma construcción. Pero, ante todo, el gran reto para Bramante será la cúpula, el sistema de cubierta inspirado en los clásicos y el más adecuado para cubrir sus plantas centralizadas.
Miguel Ángel Buonarroti
Miguel Ángel fue para muchos uno de los más grandes genios de la historia de la humanidad que cultivó con gran maestría todas las formas de expresión estética. Su ideal estético está basado en el pensamiento neoplatónico: la exaltación de la belleza formal, el dinamismo y la tensión como expresión del conflicto humano entre la materia y el espíritu. Se sintió, ante todo, escultor, a pesar de dejar obras insuperables en el campo de la pintura y de la arquitectura, por lo que basó su obra arquitectónica en criterios plásticos como la quiebra de los frontones, la adaptación de la columna a espacios reducidos y la utilización en la misma obra de diferentes cánones y escalas. Se basó en las formas clásicas, pero usándolas y combinándolas libremente. Del Panteón tomó la idea de cúpula y algunos elementos de la decoración de su interior, como las ventanas en frontón y las arcadas; del Coliseo, la aplicación de los órdenes clásicos; y de las Termas de Caracalla, el sistema de abovedamiento. Su actividad se centró en las ciudades de Florencia y en Roma.
Andrea Palladio
Andrea Palladio es un arquitecto que pertenece a la segunda mitad del siglo XVI. En este momento es cuando se desarrolla el Manierismo, que se caracteriza por ser un momento de crisis política, económica y religiosa, influyendo en una grave crisis de los principios humanistas del Renacimiento: ahora no bastan los ideales clásicos de armonía y razón, y el hombre pierde la seguridad en sí mismo, angustiado por las discrepancias y disputas entre la fe y la razón. El concepto Manierismo tuvo un carácter peyorativo desde el siglo XVII al XIX, ya que con él se designaba a una época (la segunda mitad del siglo XVI) caracterizada por la imitación fría de los grandes genios de la primera mitad del siglo, y por tanto, estaba considerada como un momento de decadencia en las artes, carente de creatividad. Hoy en día, el sentido del término Manierismo ha cambiado y se identifica con un nuevo estilo que se desarrolla entre 1523 y 1610 y que supone una reacción a la etapa anterior, definida por la armonía y la proporción.
Escultura del Cinquecento
Con Roma como el gran centro artístico del momento, se produce el progresivo abandono de la minuciosidad y la delicadeza florentina en las obras escultóricas, que irán adquiriendo una cada vez mayor monumentalidad y grandiosidad, al mismo tiempo que se buscan las proporciones ideales del cuerpo humano. Miguel Ángel Buonarroti se formó en el taller de escultura de Bertoldo, donde pronto demostró sus dotes como escultor. Él se consideraba, ante todo, escultor, aunque produjese obras geniales en los campos de la arquitectura y la pintura. Él concebía el arte como una síntesis, lo que le llevaba a la constante búsqueda de valores plásticos y a la expresión de los sentimientos estéticos. Para comprender su obra, es necesario conocer someramente algunas claves de su pensamiento. Su formación y pertenencia a la Academia de Lorenzo de Médici, su gran mecenas, hizo que contactara con los círculos neoplatónicos a los que pertenecían algunos intelectuales florentinos del momento. Acorde con este pensamiento neoplatónico, pensaba que el hombre está sumergido en una constante lucha para liberar su alma del cuerpo, por lo que su arte se convierte en una lucha para liberar la imagen del peso hostil de la materia a la que está vinculada. En este sentido, solía decir que la imagen está contenida en el bloque de piedra: «Yo lo que hago es liberarla, sacarla a la luz». Esta idea se basa en la lucha vital y dialéctica entre espíritu y materia y se manifiesta en el non finito, el ‘no acabado’ que da a algunas de sus obras maestras, las cuales parecen luchar por liberarse y salir de la piedra que las oprime, como ocurre en El esclavo Atlante.
Pintura del Cinquecento
Respecto a la pintura, se debe poner especial énfasis en la obra de los grandes maestros, advirtiendo las diferencias entre el diseño romano y la pintura colorista de la escuela veneciana, ejemplificada en Tiziano. La pintura del Cinquecento tiende a simplificar: es más severa que la del Quattrocento, presenta menor detallismo y un mayor sentido unitario de la obra, pero al mismo tiempo busca expresar monumentalidad. El arte era para los artistas del Cinquecento una búsqueda y, al mismo tiempo, expresión de la belleza. Por ello, la investigación y la búsqueda se convierten en principios básicos del arte. El gran descubrimiento pictórico del momento será la perspectiva aérea. Consiste en captar los volúmenes y el espacio a través de la luz y la atmósfera, lo que supone una superación de la perspectiva lineal o científica del siglo XV. Para captar el aire que existe entre los cuerpos, los contornos aparecen indefinidos, se pierde la línea nítida y se da escasa importancia al dibujo; al mismo tiempo, se emplearán distintos colores según los planos y la distancia respecto al espectador. Las obras del siglo XVI contrastan con la perspectiva lineal en la que el cuadro aparecía dividido en varios planos o franjas. Los tres grandes genios de la pintura del siglo XVI italiano serán Leonardo, Rafael y Miguel Ángel.