La Restauración Borbónica (1874-1902): El Sistema de Cánovas y el Turno de Partidos
La Restauración de la dinastía borbónica se gestó desde que la reina Isabel II marchara hacia el exilio en París en 1868. El político Antonio Cánovas del Castillo se encargó de crear un grupo de partidarios del joven príncipe Alfonso (futuro Alfonso XII) y de supervisar su educación en Inglaterra, con el fin de que conociera el sistema político de aquel país.
En 1874, finalizada la I República con el golpe del general Pavía y durante un nuevo gobierno provisional del general Serrano, Cánovas redactó para el príncipe el Manifiesto de Sandhurst. En este documento, el futuro rey pedía regresar a España para convertirse en un monarca liberal, defendiendo el restablecimiento de la monarquía constitucional y la necesidad de modernizar el país.
El Ideario Político de Cánovas del Castillo
Antonio Cánovas del Castillo fue un gran político, admirador del sistema británico, pero consciente de la dificultad de implantarlo en España, pues el país estaba atrasado económica, social y culturalmente. Era un político sinceramente liberal y conservador, cuya obra política logró estabilizar al país y la economía. Sus principios se basaban en:
- La «constitución interna»: La monarquía y las Cortes eran los pilares básicos de la historia de España. Por ello, la soberanía debía ser compartida por ambas instituciones, según el viejo ideario jovellanista que inspiró a lo largo del siglo XIX el liberalismo doctrinario. La monarquía encarnaba la historia y la autoridad; las Cortes, la libertad y la necesidad de modernizarse.
- El bipartidismo y el turno pacífico: La monarquía constitucional debía acoger todas las tendencias liberales, lo que dejaba fuera a los carlistas y republicanos. Los partidos liberales que sustentaban el sistema debían alternarse pacíficamente en el poder, respetando una constitución pactada. Esto buscaba poner fin a los pronunciamientos como vía de acceso al poder y dejar al ejército al margen de la política interna del país.
Sin embargo, Cánovas no pudo evitar que el general Martínez Campos se adelantara a sus planes y proclamara rey a Alfonso XII con un golpe de Estado en Sagunto.
La Constitución de 1876
El nuevo sistema ideado por Cánovas se plasmó en la Constitución de 1876, vigente hasta 1931. Es un texto basado en la tradición española iniciada en Cádiz, inspirado tanto en la moderada de 1845 como en la progresista de 1869, pero con un tono doctrinario y conservador. Sus principios fundamentales son:
- Soberanía compartida: El poder residía en el rey y las Cortes. El rey ejercía el poder ejecutivo a través de los ministros y elegía al presidente del gobierno. También podía disolver las Cortes, ejercer el derecho a veto y tenía iniciativa legislativa.
- Sistema bicameral: Se establecieron unas Cortes con una Cámara Alta (Senado), con senadores por derecho propio, y una Cámara Baja (Congreso de los Diputados), elegida por sufragio. Inicialmente no se concretaba el tipo de sufragio, pero en 1890 una ley electoral estableció el sufragio universal masculino.
- Centralismo: El gobierno controlaba los ayuntamientos y diputaciones, y se establecía la unidad de códigos para todo el Estado.
- Derechos y deberes: Recogía casi todas las conquistas de 1869, pero su concreción se remitió a leyes ordinarias que, en la práctica, tendieron a restringirlos.
- Cuestión religiosa: Se reconocía el catolicismo como la religión oficial del Estado, pero se permitían otros cultos, aunque no sus manifestaciones públicas. También se restableció el Concordato de 1851 y, por tanto, las ayudas económicas estatales a la Iglesia.
El Turno de Partidos y el Caciquismo
El sistema se articuló en torno a dos grandes partidos dinásticos:
- El Partido Conservador, liderado por Cánovas, se formó con antiguos moderados y unionistas de la época isabelina. Representaba a los sectores del orden: nobleza, burguesía industrial y terrateniente, y los eclesiásticos.
- El Partido Liberal, cuyo dirigente fue Sagasta, se formó con sectores progresistas y demócratas procedentes de las clases medias urbanas.
La muerte prematura del joven Alfonso XII en 1885 provocó una grave situación, pues quedó como regente su esposa María Cristina de Habsburgo. Para que no peligrara la monarquía, Cánovas y Sagasta acordaron el Pacto del Pardo (1885), por el que se comprometían a turnarse en el poder según conviniera. El partido que convocaba las elecciones era, sistemáticamente, el que las ganaba gracias a la labor del ministro de la Gobernación. Este fraude electoral se sostenía sobre el caciquismo: un sistema de control que determinadas personalidades locales ejercían sobre sus vecinos para presionarles a votar por su partido, ya fuera conservador o liberal. Esto explica la elevada abstención de las masas populares.
Logros y Conflictos del Periodo
Durante el breve reinado de Alfonso XII, el sistema comenzó a funcionar y se consiguieron logros importantes, como la pacificación carlista con el manifiesto de Somorrostro (1876). En Cuba, la Paz de Zanjón (1878) prometió una autonomía que no llegó a establecerse, originando un nuevo conflicto en 1895.