El Régimen de Primo de Rivera: Ascenso, Políticas y Caída de la Monarquía Española

El Golpe de Estado de 1923 y el Ascenso de Primo de Rivera

El 13 de septiembre de 1923, el Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, llevó a cabo un golpe de Estado que resultó exitoso y fue respaldado por el Rey Alfonso XIII. Este acontecimiento implicó que, a partir de ese momento, la monarquía y la dictadura quedaron estrechamente ligadas, de modo que, como finalmente sucedió, la caída de una provocaría la caída de la otra.

Primo de Rivera había forjado su prestigio en destinos coloniales como Cuba, Filipinas y Marruecos. Contó con el apoyo de otros militares, entre ellos José Sanjurjo, quien ejercía como gobernador militar de Zaragoza.

Ante esta situación, Manuel García Prieto solicitó al monarca la destitución de los militares sublevados, pero se vio finalmente obligado a dimitir. El Rey nombró a Primo de Rivera Jefe del Gobierno, y mediante un Real Decreto, este asumió el cargo de presidente del Directorio Militar, que concentraría el poder ejecutivo.

Apoyos Iniciales al Régimen

El régimen de Primo de Rivera recibió el respaldo de diversos sectores:

  • El Ejército (especialmente los militares africanistas).
  • La Iglesia.
  • La aristocracia.
  • Gran parte de la prensa.
  • La burguesía, particularmente en Cataluña.

Se creía que Primo de Rivera restauraría el orden social, traería prosperidad y favorecería sus intereses mediante una política proteccionista. Por otro lado, el PSOE y la UGT adoptaron una postura más prudente, sin condenar directamente el golpe en los medios de comunicación.

El Directorio Militar (1923-1925): Primeras Medidas

El Directorio estaba compuesto exclusivamente por militares. Primo de Rivera manifestó una ideología conservadora, su sumisión al monarca y su intención de solucionar los problemas del país.

Medidas para Garantizar el Orden Público

Para garantizar el orden público, se tomaron las siguientes acciones:

  • Declaración del estado de guerra.
  • Sustitución de gobernadores civiles y otras autoridades por militares.
  • Encarcelamiento de opositores al régimen, principalmente anarquistas y comunistas.
  • Suspensión de la Constitución de 1876.
  • Supresión de los partidos políticos.
  • Disolución de las Cortes.

Estas medidas lograron reducir la inseguridad, los atentados y las huelgas, aportando calma y estabilidad a las grandes ciudades.

La Cuestión de Marruecos

Respecto al problema de Marruecos, Primo de Rivera había sido inicialmente partidario de la retirada del Ejército debido al alto coste humano y material. Sin embargo, se encontró con la oposición de los militares africanistas, quienes veían en la ocupación colonial una vía para conseguir rápidos ascensos.

Primo de Rivera inició una progresiva retirada de las tropas en las zonas más problemáticas, lo que generó quejas entre los africanistas, incluido Francisco Franco. El triunfo en África consolidó el régimen, y Primo de Rivera, convencido de la estabilidad y prosperidad de su gobierno, estableció el Directorio Civil el 13 de diciembre de 1925.

El Directorio Civil (1925-1930): Enfoque Económico y Social

Esta segunda fase del régimen tuvo un marcado sentido económico y social, buscando reactivar la economía mediante el dirigismo estatal. Con una clara línea regeneracionista, se impulsaron las obras públicas y la creación de puestos de trabajo:

  • Ampliación de la red de carreteras.
  • Realización de importantes obras hidráulicas.
  • Creación de las Confederaciones Hidrográficas.
  • Modernización de la red ferroviaria.

El Declive del Régimen y la Caída de la Monarquía

Para su sexto año en el poder, el régimen de Primo de Rivera ya mostraba signos de desgaste. Aunque fue tolerante con el PSOE y la UGT, la oposición fue creciendo en diversos frentes.

Focos de Oposición

  • Intelectuales: Su oposición fue cada vez más notoria.
  • Ejército: Surgió un conflicto en el Arma de Artillería, que se opuso a que los ascensos se basaran únicamente en la antigüedad, sin considerar los méritos de guerra.
  • Burguesía Catalana: El apoyo inicial se perdió debido a medidas como la prohibición del uso público del catalán y la represión de las ideas separatistas.
  • Republicanismo: Defendía la instauración de una república con verdaderas garantías y ejerció una fuerte oposición conjunta.
  • Anarquistas y Comunistas: Fueron duramente perseguidos y encarcelados.

Además, la relación de Primo de Rivera con el monarca y con algunos sectores de la Iglesia también se complicó.

La Dimisión de Primo de Rivera

Ante la evidente pérdida de apoyos, Primo de Rivera realizó una consulta a los capitanes generales del Ejército para evaluar si aún contaba con su respaldo, pero recibió una respuesta tibia. Finalmente, presentó su dimisión al monarca.

El Rey aceptó con agrado la dimisión del dictador, quien fallecería dos meses después. Sin embargo, la dictadura y la monarquía habían estado íntimamente ligadas, por lo que la monarquía no podría resistir mucho tiempo sin el apoyo que el régimen había proporcionado.

Hacia la Segunda República Española

Alfonso XIII nombró un nuevo gobierno con el General Berenguer al frente, con la intención de restablecer la situación previa al golpe de Estado de 1923 y retornar a la Constitución de 1876.

Ante la incapacidad del gobierno y del monarca para gestionar esta compleja situación, la idea de la República se afianzó entre las clases medias. Sectores como el catalanismo, el anarquismo, el comunismo y los intelectuales se opusieron abiertamente a la monarquía, que también perdía el apoyo de gran parte del Ejército. El PSOE, por su parte, se declaró a favor de la República.

La oposición, unida, firmó el 17 de agosto de 1930 el Pacto de San Sebastián, mediante el cual se acordó la formación del Comité Nacional Revolucionario, cuyo objetivo era acabar con la monarquía e instaurar la República.

Berenguer se vio obligado a dimitir. El Rey nombró un nuevo gobierno con el Almirante Aznar, quien, aconsejado por el Conde de Romanones, convocó elecciones municipales para el 12 de abril de 1931. Estas elecciones se convirtieron en un plebiscito sobre la monarquía y fueron ganadas por una amplia mayoría republicana, marcando el fin de la monarquía borbónica y el inicio de la Segunda República Española.