El Sistema Canovista: Implantación y Funcionamiento de la Restauración Borbónica (1874-1902)

1. Introducción a la Restauración Borbónica

Se conoce con el nombre de Restauración la vuelta de la dinastía de los Borbones en 1875, tras el destronamiento de Isabel II en 1868 y la etapa de inestabilidad política vivida durante el Sexenio Democrático (con el reinado de Amadeo I de Saboya y la I República). Su instauración fue posible por la combinación de tres factores clave:

  • Deseo de pacificación del país.
  • Reconocimiento internacional del príncipe Alfonso.
  • Aceptación de la monarquía por la opinión pública.

Si atendemos a la vigencia del texto constitucional que le sirve de base, la Constitución de 1876, la Restauración se extiende hasta 1931. Sin embargo, en sentido estricto, este término suele referirse al reinado de Alfonso XII (1875-1885) y la regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902).

Cansada la sociedad española de las incertidumbres y de los ensayos políticos del Sexenio revolucionario, fue creciendo el apoyo a la idea de Cánovas del Castillo de proclamar rey de España al joven Alfonso, hijo de Isabel II, y de restaurar en su persona la monarquía borbónica.

La Preparación del Retorno Monárquico

Cánovas fue preparando el regreso de D. Alfonso y, para ello, redactó un manifiesto que el príncipe firmó el 1 de diciembre de 1874: el Manifiesto de Sandhurst (academia militar inglesa donde se encontraba completando su formación). Por este documento, el heredero se comprometía a respetar el constitucionalismo, el liberalismo y la religión católica.

No obstante, los acontecimientos se precipitaron. A finales de diciembre de 1874, el general Martínez Campos encabezó un alzamiento militar, el pronunciamiento de Sagunto, y proclamó rey de España a Alfonso XII. La monarquía borbónica había sido restaurada mediante un golpe militar, contra los deseos de Cánovas, quien prefería que se hubiera implantado a través de medios legales y de forma pacífica. Tras el golpe, Serrano emigró a Francia y Cánovas se puso al frente del Ministerio-Regencia que se constituyó hasta la llegada del rey, en enero de 1875.

El Artífice del Sistema: Antonio Cánovas del Castillo

El verdadero artífice del nuevo sistema fue Antonio Cánovas del Castillo, de ahí que se utilice el término de “sistema canovista” para hacer referencia a esta etapa. Fue el político más influyente en el último cuarto del siglo XIX; de pensamiento conservador, fue un gran admirador del sistema político anglosajón, basado en el bipartidismo, la alternancia de dos partidos, cuya actuación en el poder o en la oposición, estaba determinada por el servicio a la patria. Militó en la Unión Liberal y dirigió el partido Alfonsino durante el Sexenio, etapa en la que trabajó para que Isabel II abdicara a favor de su hijo.

Bases Doctrinales del Sistema Canovista

La Restauración no es una vuelta de la legítima dinastía borbónica, sino que significa la superación de la inestabilidad del período anterior y la consecución de la pacificación social y política del país (la monarquía se presenta como garante de estabilidad; la república se identifica con la anarquía y la subversión).

Principios Fundamentales

  1. Existe una “Constitución interna”, una serie de principios políticos esenciales (“verdades madre”, las llamaba Cánovas): la monarquía, la dinastía, la libertad, la propiedad y el gobierno conjunto del Rey con las Cortes. Dichos principios forman parte del alma española, de nuestra tradición y de nuestro carácter. No son discutibles para nadie.
  2. Civilismo frente a militarismo: El poder civil es superior al militar, porque tiene la legitimidad que da la voluntad nacional a través del sufragio; el ejército debe respetar el marco constitucional.
  3. Búsqueda de la conciliación política: La monarquía constitucional debía acoger todas las tendencias liberales (se deja fuera a los carlistas —antiliberales— y a los republicanos —antimonárquicos—). Se trataba de implantar un sistema válido para los antiguos integrantes de los partidos moderado, progresista, unionista y demócrata, con la única condición de aceptar la monarquía y la alternancia en el Gobierno.
  4. Se impone un pacto entre todas las fuerzas políticas que aceptasen este marco para agruparse en torno a dos bloques: uno conservador y otro liberal.

El régimen de la Restauración fue muy conservador desde los puntos de vista político, económico y social; fue posible por la pacificación del país, la redacción de una nueva Constitución y la creación de dos partidos para alternarse en el gobierno.

Base Social e Institucional

El sistema canovista contaba con una amplia base social integrada por:

  • La alta burguesía adinerada y terrateniente.
  • La burguesía rural de pequeños y medianos propietarios agrícolas.
  • La mediana y pequeña burguesía urbana.

La masa del campesinado se mantuvo indiferente, al igual que el proletariado urbano; ambos fueron ganados progresivamente por las ideas socialistas y anarquistas.

Entre las bases institucionales destacó el apoyo de dos instituciones: la Iglesia y el ejército, auténticos poderes fácticos de la nación.

La Constitución de 1876

La Constitución de 1876 fue el documento jurídico fundamental del periodo y la de mayor longevidad hasta la actualidad. Permaneció en vigor hasta 1931, aunque fue suspendida en varias ocasiones.

Elaboración y Espíritu Constitucional

Para su elaboración se reunió una Asamblea de notables (compuesta por 39 personalidades). Cánovas actuó como mediador y propuso la redacción de un nuevo texto, amplio y flexible, para dar cabida a todos los que aceptaban los principios del Manifiesto de Sandhurst y la doctrina de la Constitución interna.

Las Cortes, que aprobaron la Constitución, fueron elegidas por sufragio universal; aunque el proceso electoral fue manipulado para que la Constitución fuera aprobada sin enmiendas. La Constitución está inspirada en la Constitución moderada de 1845 y, en menor medida, en la progresista de 1869. Fue, por lo tanto, una Constitución muy conservadora.

Características Principales de la Carta Magna

Sus características son:

  1. Soberanía compartida entre el rey y las Cortes, siguiendo la tradición moderada y la teoría canovista de la Constitución interna. Aumentaba las prerrogativas del rey, que mantenía el poder ejecutivo; nombraba y separaba libremente a los ministros; sancionaba y promulgaba las leyes; y convocaba, suspendía y disolvía las Cortes.
  2. Cortes bicamerales con poder limitado:
    • El Senado era muy elitista y conservador, compuesto por tres grupos de senadores: los vitalicios por derecho propio (magnates de la nobleza, el clero, la administración, etc.); los vitalicios nombrados por el rey; y los elegidos por los mayores contribuyentes y las Corporaciones, para lo cual debían tener una elevada fortuna o haber desempeñado altos cargos políticos.
    • El Congreso era electivo, pero la Constitución no definía el tipo de sufragio. Hasta 1890 no se adopta el sufragio universal.
  3. Carácter centralista, bajo el control del gobierno quedan Ayuntamientos y Diputaciones.
  4. Independencia del poder judicial y unidad de códigos.
  5. La declaración de derechos era semejante en apariencia a la de 1869, pero se limitaba a reconocerlos con carácter general y dejaba su concreción a las leyes ordinarias que tendieron a restringirlos. Esto suponía en realidad un serio recorte, ya que el gobernante de turno podía limitar o anular en la práctica cualquier derecho con una nueva ley sin necesidad de cambiar la Constitución.
  6. El catolicismo se declaraba como religión oficial del Estado y se prohibían las manifestaciones públicas de cualquier otra religión, aunque se reconocía la libertad individual de culto.

3. Funcionamiento del Sistema

3.1 Los Partidos Políticos

Para llevar a cabo el sistema de gobierno propuesto por Cánovas era necesaria la puesta en funcionamiento de los dos partidos políticos que se alternasen en el poder de forma pacífica (turnismo pacífico): el Partido Conservador y el Partido Liberal, llamados partidos dinásticos.

Ambos se turnaron en el poder entre 1875 y 1898: los conservadores hasta 1881, para dar paso, cada dos o tres años, a los liberales. El acuerdo entre los dos partidos se consolidó aún más tras la muerte de Alfonso XII en 1885, cuando firmaron el Pacto del Pardo, cuyo objetivo era garantizar el apoyo a la monarquía y que una coyuntura de regencia no generara la inestabilidad política que había existido durante la minoría de edad de Isabel II.

Composición de los Partidos Dinásticos
  • Partido Conservador: Presidido por Antonio Cánovas del Castillo, se constituyó con moderados y unionistas. Defendían los principios más conservadores, como el sufragio censitario, el recorte de libertades, proteccionismo económico, exclusividad de la religión católica…
  • Partido Liberal Fusionista: Fundado en 1880 y bajo presidencia de Práxedes Mateo Sagasta, se integraron antiguos progresistas y demócratas, con ideas ligeramente más avanzadas, como la defensa del sufragio universal, reconocimiento de más libertades, librecambismo…

Ambos eran partidos de minorías, de notables; la extracción social era bastante homogénea y se nutría de las élites económicas y de la clase media acomodada.

Al margen del sistema quedaron los carlistas, los republicanos, los nacionalistas (catalanes y vascos), además de las emergentes asociaciones provenientes del movimiento obrero (socialistas y anarquistas).

3.2 El Turno Pacífico y el Caciquismo

La Constitución de 1876 garantizaba la alternancia política de los dos grandes partidos dinásticos, el Conservador y el Liberal, mediante el ejercicio pacífico del sufragio, para alejar la tentación del pronunciamiento militar como forma de alcanzar el poder. Los dos grandes partidos no solo se alternaban, sino que se turnaban en el poder.

Cuando el partido en el gobierno sufría el desgaste político y perdía la confianza de las Cortes, el rey encargaba la formación del gobierno al líder del partido de la oposición; entonces, el nuevo jefe del gabinete obtenía del monarca el decreto de disolución de las Cámaras y convocaba elecciones con el objeto de conseguir una mayoría parlamentaria que le permitiera gobernar. Para ello, era necesario el control del proceso electoral.

El Fraude Electoral

Las elecciones se ganaban siempre, ya que las organizaba desde Madrid el Ministerio de Gobernación, con la colaboración de los gobernadores civiles, los alcaldes y los caciques. El procedimiento era el siguiente:

  1. El ministro de la Gobernación realizaba el “encasillado”, es decir, decidía los diputados que iban a ser elegidos por cada distrito (si imponía un candidato que no tenía ninguna vinculación con el distrito se le llamaba “cunero”).
  2. A continuación, el gobernador civil de la provincia pasaba la lista a los alcaldes y caciques y todo el aparato administrativo se ponía a su servicio para garantizar su elección (compra de votos, reparto de favores, coacciones).

Si estas medidas no eran suficientes, se recurría al “pucherazo”, la sistemática adulteración de los resultados electorales: aparecían más votos que electores, contando votos de vecinos muertos (“crucificados” o “lázaros”), añadiendo los votos que faltaban para imponer el candidato oficial designado.

El Papel del Cacique

En todo este proceso electoral era fundamental la figura del cacique, una persona de gran poder económico en la comarca o pueblo que empleaba su poder para dominar políticamente a los habitantes de su zona de influencia, esperando obtener favores del Gobierno ganador por apoyar a su candidato.

Aunque el caciquismo fue una práctica generalizada en todo el país, fue probablemente en Andalucía donde tuvo mayor desarrollo por sus estructuras económicas y sociales (latifundismo, gran número de jornaleros, analfabetismo…). De esta región era Romero Robledo, el cacique conservador más importante, que llegó a ser ministro de Cánovas y que ejerció gran influencia en Antequera (su ciudad natal) y Málaga; también en esta provincia, pero en el campo liberal, destacó la familia Larios.

4. Los Gobiernos del Turno

De las diez elecciones celebradas entre 1876 y 1898, seis fueron ganadas por los conservadores y cuatro por los liberales.

Reinados y Alternancia

  • Reinado de Alfonso XII (1875-1885): Predominaron los gobiernos del Partido Conservador, siendo entonces cuando se aprobó la Constitución y se pacificó el país, poniendo fin a la Tercera Guerra Carlista en 1876 y solucionando el conflicto cubano al firmar en 1878 la Paz de Zanjón.
  • Regencia de María Cristina (1885-1902): Tras la muerte del rey, se hizo cargo de la regencia su esposa. Durante este período fue el Partido Liberal el que más años ocupó el gobierno. En el período 1885-1891, llamado el gobierno largo, los liberales pudieron aplicar sus reformas, como la Ley de Asociaciones (1887) que legalizaba a los partidos políticos no dinásticos, la abolición de la esclavitud (1888) y el sufragio universal masculino (1890).

5. La Oposición al Sistema

El sistema político de la Restauración marginó de la vida política a amplios sectores de la sociedad y provocará la oposición de sectores diversos. Algunos de ellos tenían ya una trayectoria considerable en el siglo XIX, como los carlistas, que no aceptaban el régimen constitucional; y los republicanos, que durante mucho tiempo fueron los defensores del sufragio universal, por cuanto entendían que, si el cuerpo electoral era más amplio, resultaría más difícil el control de los electores.

El Movimiento Obrero y los Nacionalismos

En la oposición va tomando peso el movimiento obrero:

  • Los socialistas, cuyo partido se fundó en 1879, pero que tuvieron que esperar al siglo XX para que su fundador, Pablo Iglesias, fuera elegido diputado.
  • Los anarquistas, contrarios a la participación electoral, y en cuyo seno surgió una corriente partidaria de acciones violentas, de las cuales fue víctima el propio Cánovas, asesinado en 1897, aunque su sistema le sobrevivió.

Por último, regionalismos y nacionalismos surgieron como oposición nueva al sistema de la Restauración, sobre todo en Cataluña y el País Vasco. Estos movimientos son una reacción a la política centralista del régimen liberal.

6. Conclusión sobre la Estabilidad y Decadencia

La Restauración supuso un retorno a la sociedad liberal moderada anterior a 1868, pero con nuevas formas políticas: modelo bipartidista que atrajera a los partidos evitando la confrontación interna, favoreciendo el apoyo de todos a la Constitución y evitando los radicalismos. Se elaboró una Constitución equidistante que permitió a los gobiernos de turno poder legislar según su criterio. También se consiguió que los grupos políticos aceptaran, en su mayoría, a la Monarquía, consiguiendo una paz social, después de los años convulsos del Sexenio Revolucionario.

El funcionamiento del sistema, de turno pacífico de partidos, aunque fraudulento y amañado, aseguró la continuidad de la Restauración sin violencias. A largo plazo contribuyó al entrenamiento democrático de los españoles, que carecían de práctica en cultura política.

No obstante, había tres problemas que o bien no se atenderían o se abordarían mal y tarde, y que favorecerán la decadencia del sistema político de la Restauración: la gestión colonial, los nacionalismos emergentes y la cuestión social (los movimientos obreros).

Ahora bien, la destrucción del sistema no dependerá de esos factores externos, sino que es el propio sistema el que llevaba consigo el germen de su propia destrucción: ese gran fraude nacional que suponía el proceso electoral fue la causa por la que todo comenzaría años más tarde a desmoronarse.