El Bienio Reformista (1931-1933): Modernización y Tensiones
Durante el Bienio Republicano-Socialista (1931-1933), tras la proclamación de la Segunda República y la aprobación de la Constitución de 1931, el gobierno presidido por Azaña impulsó una serie de reformas para modernizar España.
- Reforma Militar: Se buscó reducir el número de oficiales y asegurar la lealtad del ejército mediante la “Ley Azaña” y la creación de la Guardia de Asalto.
- Reforma Educativa: Se apostó por una enseñanza pública, laica y obligatoria, construyendo miles de escuelas y promoviendo la cultura rural con iniciativas como las Misiones Pedagógicas.
- Reforma Religiosa: Se estableció el divorcio, el matrimonio civil y se limitó el poder de la Iglesia, lo que generó gran rechazo entre los sectores conservadores.
- Cuestión Territorial: Se aprobó el Estatuto de Autonomía de Cataluña, aunque los procesos en otras regiones como el País Vasco y Galicia no prosperaron.
- Reforma Agraria: Aunque ambiciosa, tuvo un impacto limitado debido a su lenta aplicación, lo que generó frustración entre los campesinos y tensiones sociales.
Estas reformas, aunque avanzadas, provocaron una fuerte reacción de la derecha y de amplios sectores tradicionales que se alejaron del proyecto republicano.
La Revolución de Asturias de 1934: Insurrección Obrera y Represión
La Revolución de Asturias de 1934 fue una respuesta de la izquierda, especialmente del PSOE y la UGT, al giro derechista del gobierno tras la entrada de ministros de la CEDA, liderada por Gil-Robles, en el gabinete de Lerroux. El temor a una deriva fascista, influenciado por el contexto europeo (Hitler en Alemania y Dollfuss en Austria), llevó a los socialistas a plantear una insurrección para defender la República.
Aunque la huelga general convocada el 5 de octubre fracasó en la mayor parte del país, en Asturias triunfó gracias a la Alianza Obrera entre socialistas, anarquistas y comunistas, que instauraron una revolución socialista y ocuparon la región. El gobierno respondió con dureza, enviando tropas de Marruecos bajo el mando del general Franco, y sofocó la rebelión el 18 de octubre.
La represión fue brutal: miles de muertos, decenas de miles de detenciones y condenas a muerte, aunque muchas no se ejecutaron. Cataluña también fue castigada con la suspensión de su autonomía. La derrota de la revolución reforzó la reacción conservadora, pero también impulsó la unión de la izquierda en el Frente Popular. La derecha, por su parte, se vio debilitada por escándalos como el del “estraperlo”, lo que provocó la caída del gobierno y la convocatoria de elecciones en 1936.
La Economía de Posguerra: Autarquía y Estancamiento (Años 40-50)
La economía española de los años cuarenta y cincuenta estuvo marcada por las consecuencias de la Guerra Civil, el aislamiento internacional tras la Segunda Guerra Mundial y una política de autarquía inspirada en el modelo fascista italiano. España, sin acceso al comercio exterior ni ayuda internacional, apostó por el autoabastecimiento y el intervencionismo estatal, con el objetivo de lograr una rápida industrialización.
Sin embargo, durante los años cuarenta la producción industrial apenas creció, la agricultura no cubría las necesidades básicas de la población y se implantó un sistema de racionamiento que duró hasta 1952, generando corrupción y el auge del mercado negro o “estraperlo”. En este contexto se creó en 1941 el INI (Instituto Nacional de Industria), que fundó empresas públicas en sectores clave como la siderurgia, energía o transporte, tratando de suplir la debilidad de la iniciativa privada.
A pesar de estos esfuerzos, la mejora económica fue escasa hasta que, en los años cincuenta, el acercamiento a Estados Unidos y el fin del aislamiento permitieron suavizar la autarquía, liberalizar los precios y alimentos, y estimular lentamente la actividad industrial, provocando también un éxodo rural hacia grandes ciudades como Madrid y Barcelona.
El “Milagro Económico” Español: Desarrollismo y Desequilibrios (1959-1973)
Desde 1959, con el Plan de Estabilización, España abandonó la autarquía y abrió su economía al exterior bajo la dirección de tecnócratas del Opus Dei. El plan incluyó la devaluación de la peseta, la liberalización del comercio y la atracción de capital extranjero, lo que estabilizó la economía pese a un duro ajuste inicial (bajada de salarios, cierre de empresas, emigración).
A partir de 1960 comenzó el llamado “milagro económico” o etapa del “desarrollismo”, con altos crecimientos del PIB gracias a los Planes de Desarrollo, que incentivaban la inversión privada y pública. Se modernizaron todos los sectores: aumentó la renta per cápita, creció el turismo y la industria (química, metal, automóvil), y mejoró la agricultura.
Sin embargo, este modelo generó fuertes desequilibrios: España dependía de capital exterior, creció la desigualdad territorial, hubo un gran éxodo rural, proliferó el chabolismo en las ciudades y la balanza comercial siguió siendo deficitaria. La bonanza terminó con la crisis del petróleo de 1973.
Hacia la Democracia: Las Elecciones de 1977 y las Cortes Constituyentes
El 15 de junio de 1977 se celebraron las primeras elecciones democráticas en España desde la Segunda República. Estas Cortes funcionaron como constituyentes y redactaron la futura Constitución de 1978. El sistema electoral, diseñado por Óscar Alzaga, favoreció a la UCD (Unión de Centro Democrático), ganadora con el 35% de los votos. El PSOE (Partido Socialista Obrero Español), liderado por Felipe González, obtuvo el 30%; el PCE (Partido Comunista de España) de Santiago Carrillo un 9%; y la AP (Alianza Popular) de Manuel Fraga un 8%.
También destacaron el PSP (Partido Socialista Popular), CDC (Convergència Democràtica de Catalunya) y PNV (Partido Nacionalista Vasco), además de otros partidos regionalistas con menor representación. Quedaron fuera del parlamento los partidos comunistas prosoviéticos, franquistas y fascistas. La CNT (Confederación Nacional del Trabajo), contraria a la Transición, fue víctima del caso Scala y sufrió una escisión en 1979.
En octubre de 1977 se aprobó una segunda ley de amnistía que perdonaba todos los delitos políticos, incluidos los de sangre y los cometidos durante el franquismo.
Consenso en la Transición: Los Pactos de la Moncloa (1977)
Los Pactos de la Moncloa, firmados en 1977, fueron acuerdos entre los partidos con representación parlamentaria y los principales sindicatos (CCOO y UGT, pero no la CNT, que se opuso) para frenar la conflictividad social y estabilizar la economía durante la Transición.
Se incluyeron medidas económicas y sociales clave:
- Medidas económicas: Se realizó una devaluación de la peseta para evitar la fuga de capitales (aunque agravó la inflación) y se limitó la subida de salarios por debajo del IPC para controlar la inflación.
- Reforma fiscal: Se implantó el nuevo IRPF (Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas), más progresivo y justo que el anterior IRTP, con el fin de mejorar la recaudación y reducir el fraude fiscal, permitiendo así ampliar los servicios públicos.
- Medidas políticas y sociales: Se eliminaron la censura y las restricciones a la libertad de expresión y asociación.
Aunque se intentó ingresar en la Comunidad Económica Europea, Francia vetó la entrada por temores relacionados con su agricultura.