La España de 1917: Crisis, Conflictos y el Camino a la Dictadura
La Monarquía española afrontaba en 1917 un triple desafío que ponía en jaque la estabilidad del sistema de la Restauración: las Juntas de Defensa militares, la Asamblea de Parlamentarios y el creciente movimiento obrero.
El Triple Desafío a la Monarquía
Las Juntas de Defensa: El Ejército en la Política
Un número significativo de oficiales del ejército se organizó en junio de 1916 en Juntas de Defensa. Su objetivo era oponerse a los proyectos de reforma que pudieran afectar sus intereses profesionales. Muchos de ellos veían con resentimiento cómo los oficiales destinados en Marruecos ascendían rápidamente por méritos de guerra. La presión de estas Juntas provocó la dimisión del gobierno, evidenciando una vez más la injerencia militar en la política, rompiendo uno de los pilares del sistema de la Restauración.
La Asamblea de Parlamentarios: Demanda de Reforma Constitucional
Por otro lado, cuando el presidente del gobierno, Eduardo Dato, clausuró las Cortes ante el temor de una huelga general, el líder de la Lliga Regionalista de Catalunya, Francesc Cambó, convocó en julio de 1917 en Barcelona una Asamblea de Parlamentarios catalanes. Esta asamblea exigía la convocatoria de elecciones a Cortes Constituyentes con la finalidad de promover una reforma de la Constitución que limitara los poderes del rey. Republicanos y socialistas se unieron a esta iniciativa, ampliando su alcance y presión.
El Movimiento Obrero y la Huelga General de 1917
El impacto de la Primera Guerra Mundial agravó la tensión social en España. El incremento de las exportaciones españolas a los países en conflicto disparó los beneficios empresariales, pero provocó una gran inflación y una profunda pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores, cuyos salarios no se incrementaron proporcionalmente. Los dos principales sindicatos, la UGT y la CNT, adoptaron una estrategia unitaria y convocaron una huelga general el 18 de diciembre de 1916. Posteriormente, en marzo de 1917, amenazaron con convocar una huelga general indefinida en demanda de cambios sociales, políticos y económicos, sin duda influenciados por el triunfo de la Revolución Rusa.
Ante la convocatoria de una nueva huelga general por los socialistas en agosto de 1917, las fuerzas conservadoras temieron un estallido revolucionario. La derecha se unió firmemente ante la amenaza de la revolución social.
Aunque la huelga general de 1917 fracasó en sus objetivos inmediatos, el movimiento obrero no dejó de crecer, y la UGT y la CNT ampliaron significativamente su militancia. Al periodo comprendido entre 1918 y 1920 se le ha llegado a denominar el “Trienio Bolchevique”, un tiempo salpicado de huelgas, motines y manifestaciones que reflejaban una intensa agitación social.
El Trienio Bolchevique y la Guerra Social (1918-1921)
Avances Sociales y Represión Obrera
La agitación del movimiento obrero dio paso al reconocimiento de algunos derechos sociales, como la jornada de ocho horas, lograda tras la conocida huelga de la fábrica “La Canadiense”. Sin embargo, la tensión social escaló. Francesc Cambó y los catalanistas, que inicialmente apoyaron la reforma, aparcaron la cuestión autonómica y respaldaron el empleo de medidas de fuerza contra el movimiento obrero. Se trató de una verdadera guerra social que alcanzó su apogeo en 1921. Para combatir a los pistoleros anarquistas, el gobernador civil de Barcelona, el general Martínez Anido, aplicó la tristemente célebre “ley de fugas”, mediante la cual se ejecutaba a anarquistas detenidos con el pretexto de supuestas fugas. En 1921, el presidente del gobierno, Eduardo Dato, fue asesinado a manos de un pistolero anarquista, un claro signo de la escalada de violencia.
La Respuesta Patronal: Somatenes y Sindicatos Libres
Por toda España se extendió la organización de “somatenes”, grupos armados por la patronal para proteger sus intereses. Paralelamente, se promovió la creación de sindicatos no revolucionarios, de inspiración religiosa, denominados “Sindicatos Libres”, buscando contrarrestar la influencia de las organizaciones obreras más radicales.
La Guerra de Marruecos y el Desastre de Annual
El Conflicto en el Rif y la Campaña de 1921
Al acabar la Primera Guerra Mundial, se reiniciaron las operaciones militares contra los rebeldes rifeños dirigidos por Abd el-Krim. El general Dámaso Berenguer estaba al frente de un ejército mal preparado y equipado, en el que destacaban las fuerzas de Regulares y la Legión.
En el verano de 1921, las tropas españolas se embarcaron en una acción militar mal planificada y dirigida por el general Manuel Fernández Silvestre, una operación desde la comandancia de Melilla hasta la de Alhucemas. Los choques con las cabilas rifeñas concluyeron con una retirada desordenada y la masacre de las tropas españolas. Este evento, conocido como el Desastre de Annual, costó más de trece mil muertos, entre ellos el propio general Fernández Silvestre. El suceso provocó grandes protestas en el país, y republicanos y socialistas se apresuraron a reclamar el abandono de Marruecos.
Consecuencias del Desastre: El Expediente Picasso y el Golpe de Estado
La presión de la opinión pública llevó a la formación de una comisión militar para investigar los acontecimientos de Annual. Su resultado fue el célebre Expediente Picasso. Este expediente ponía en evidencia enormes irregularidades, corrupción e ineficacia en el ejército español destinado en África. Sin embargo, el expediente no llegó a suponer responsabilidades políticas ni criminales significativas. El 13 de septiembre de 1923, el general Miguel Primo de Rivera dio un golpe de Estado, estableciendo una dictadura militar que, entre otras cosas, frenó la publicación y las posibles consecuencias del Expediente Picasso, marcando el fin de la Restauración.