Modernismo y Generación del 98: Dos Corrientes Esenciales
Al principio, en España se denominó modernistas a los escritores con impulsos estéticos y artísticos innovadores. Después, el término se aplicó a quienes se centraban en la estética y adoptaban una postura escapista y de evasión de la realidad cotidiana, como Juan Ramón Jiménez o Francisco Villaespesa. En cambio, el término Generación del 98 se usó para los autores que mostraban una actitud de reflexión y crítica ante la situación política, social y económica de España. Querían influir en la conciencia de sus conciudadanos. Destacan Unamuno, Azorín, Pío Baroja y Antonio Machado.
Temas Centrales
- Modernismo: Destaca, por un lado, el mundo sensorial, con ambientes exquisitos y extraños: princesas, salones versallescos, jardines, cisnes, mitología… Por otro lado, tenemos el mundo interior: vitalismo y sensualidad, pero también tristeza, melancolía y nostalgia.
- Generación del 98: Encontramos a España, sus tierras y paisajes, sobre todo Castilla, vista como el alma de España, y las preocupaciones existenciales, el sentido de la vida, el paso del tiempo y la muerte.
Estilo y Métrica
Su estilo se basa en el uso de recursos fónicos, léxico enriquecido, palabras poco comunes, adjetivación y metáforas brillantes. En la métrica, junto al endecasílabo y octosílabo, se usan alejandrinos, dodecasílabos, eneasílabos y formas clásicas como el hexámetro.
Autores Más Destacados
- En Latinoamérica: Rubén Darío, José Martí, José Asunción Silva, entre otros.
- En España: Manuel y Antonio Machado, Valle-Inclán, Juan Ramón Jiménez.
Antonio Machado (1875–1939): Evolución Poética
La obra poética de Antonio Machado muestra una clara evolución: comienza dentro del Modernismo, pero progresa hacia una expresión más depurada, que busca la palabra sencilla y verdadera. Sus poemas transmiten emociones profundas a través de la sugerencia más que de la explicación directa, y están cargados de símbolos como el viajero (el poeta), el camino (la vida), la tarde (el tiempo que pasa), la primavera (el amor) o las fuentes (la vida del poeta). Su poesía se divide en tres etapas:
1. Etapa Modernista
En Soledades, galerías y otros poemas, se enmarca dentro del modernismo intimista, centrado en la expresión de las emociones. Busca lo que él llama los “universales del sentimiento”: el amor, el paso del tiempo, la muerte, Dios… Es una poesía simbolista, donde elementos como la tarde, el río o un árbol representan estados de ánimo o preocupaciones íntimas.
2. Etapa Noventayochista
Campos de Castilla refleja una actitud crítica ante la realidad de España. Describe sus tierras y gentes, y denuncia el atraso, la pobreza y las injusticias sociales.
3. Etapa de Inquietud Filosófica
Aquí aparecen reflexiones sobre el sentido de la vida, combinando subjetivismo y objetivismo, rasgo característico de la Generación del 98. Esta etapa está representada por Nuevas canciones (1924) y otros conjuntos poéticos como Los complementarios y Cancionero apócrifo de Abel Martín. Más adelante, utilizó estrofas populares —soleares y coplas— y también el soneto.
Estilo de Machado
El rasgo más destacado del estilo de Machado es el simbolismo. Sus frases son breves, de estructura sencilla, y emplea una adjetivación rica y connotativa. Usa estrofas tradicionales, especialmente el romance, una de sus formas favoritas.
Juan Ramón Jiménez (1881–1956): La “Obra en Marcha”
Premio Nobel de Literatura en 1956, Juan Ramón definió su poesía como una “obra en marcha”, en constante evolución. Él mismo distinguió tres etapas en su producción:
1. Época Sensitiva (1898–1915)
Influida por Bécquer, el Simbolismo y el Modernismo, esta etapa se caracteriza por una poesía emotiva y sentimental, con paisajes que reflejan el alma del poeta, melancolía, música, color y recuerdos amorosos. Obras destacadas: Rimas, Arias tristes, Platero y yo (prosa poética)…
2. Época Intelectual (1916–1936)
Con Diario de un poeta recién casado (1916), rompe con el modernismo y adopta formas más libres (verso libre, prosa poética, vanguardismo). Busca una expresión directa de la experiencia. Otras obras: Eternidades, Piedra y cielo, Belleza, La estación total.
3. Época Verdadera (1937–1958)
Durante su exilio americano, busca la belleza absoluta y la trascendencia, identificándose con Dios. Es una poesía profunda, espiritual e introspectiva. Obras: Animal de fondo, En el otro costado, Dios deseado y deseante.
La Generación del 27: Equilibrio entre Tradición y Vanguardia
La Generación del 27 es un grupo de poetas que combinan lo intelectual y lo sentimental, con una poesía que busca el equilibrio entre lo culto y lo popular, lo universal y lo español. Influenciados por Góngora y el vanguardismo, renovaron la lírica mediante el uso de ritmos y métricas tradicionales. Destacan poetas como:
Federico García Lorca (1898-1936)
Poeta y dramaturgo granadino, Lorca es una figura clave de la literatura española. Su poesía, en sus primeros libros, refleja una profunda conexión con el folclore andaluz, con una fuerte carga emocional. En su primera etapa, obras como Romancero gitano y Poema del cante jondo están marcadas por la poesía neopopular y modernista. En su segunda etapa, con Poeta en Nueva York, utiliza el surrealismo para expresar una crítica al materialismo y la deshumanización de las grandes urbes. En su última etapa, obras como Llanto por Ignacio Sánchez Mejías muestran una poesía más íntima y personal.
Luis Cernuda (1902-1963)
Influenciado por el romanticismo y Bécquer, Cernuda escribe una poesía sentimental y apasionada, como se ve en Placeres prohibidos. Su poesía refleja su lucha por la libertad amorosa, especialmente en su obra La realidad y el deseo. En sus últimos trabajos, como Las nubes y Vivir sin estar viviendo, abordan temas de desolación, exilio y la nostalgia de España, con una mirada contemplativa sobre el paso del tiempo y la muerte.
Rafael Alberti (1902-1999)
Alberti comienza su carrera con una poesía de tono neopopular, como en Marinero en tierra, para luego evolucionar hacia el surrealismo en Sobre los ángeles, reflejando sus crisis personales y existenciales. Tras la Guerra Civil, su poesía se vuelve más social y comprometida, especialmente en su exilio, donde aborda la nostalgia y el compromiso político en libros como Baladas y canciones del Paraná.
Vicente Aleixandre (1898-1984)
Aleixandre pasó de una poesía vanguardista influenciada por el surrealismo, en títulos como Espadas como labios y La destrucción o el amor, a una poesía más sobria y meditativa en su madurez. En Historia del corazón y Sombra del Paraíso, la lucha y la colectividad son temas predominantes, mientras que en su poesía de senectud se observa una reflexión sobre la muerte y la aceptación del fin de la vida.
Pedro Salinas (1891-1951)
Influenciado inicialmente por el vanguardismo, Salinas dedica su obra al tema central del amor. En La voz a ti debida y Razón de amor, utiliza un estilo sencillo y directo, aunque con una gran carga intelectual. En su exilio, sus poemas adquieren un tono más dramático, como en Cero, donde reflexiona sobre el impacto de la bomba atómica.
Jorge Guillén (1893-1984)
El máximo representante de la poesía pura, Guillén se caracteriza por un estilo muy concentrado y directo. En sus obras Cántico y Clamor, presenta dos visiones del mundo: una de exaltación y alegría por la vida y otra de protesta contra las injusticias y el sufrimiento humano.
Gerardo Diego (1896-1987)
Diego alterna entre una poesía vanguardista de tipo creacionista y ultraísta, como en Imagen y Manual de espumas, y una poesía más tradicional, como en El romancero de la novia. Su obra abarca desde el surrealismo hasta la métrica clásica, manteniendo una constante renovación en su estilo.
Dámaso Alonso (1898-1991)
Además de ser el principal crítico de la Generación del 27, Alonso destacó como poeta con su obra Hijos de la ira (1944), que refleja una poesía existencial de angustia y protesta. La obra es un grito contra las injusticias de la posguerra y una búsqueda de orden y sentido en un mundo caótico.
Miguel Hernández (1910-1942): Poesía de Vida, Amor y Compromiso
Miguel Hernández fue un destacado poeta oriolano, conocido por su vinculación con la Guerra Civil española y su trágica muerte en prisión a causa de la tuberculosis. Su obra poética se organiza en cuatro etapas claras que reflejan su evolución personal y social:
1. Etapa Barroca y Vanguardista (Perito en lunas)
En sus primeros escritos, como Perito en lunas (1934), su estilo es barroco, con influencias de Góngora y el vanguardismo. Emplea metáforas complejas y símbolos como la luna, el toro o la noria, para transitar por una poesía más intelectual y refinada. El tono de la obra es sombrío, pero también ofrece una profunda reflexión sobre la realidad y la vida.
2. Etapa de Pasión Amorosa y Lucha Interna (El rayo que no cesa)
En 1936, con El rayo que no cesa, Hernández da un giro hacia una poesía más directa, centrada en su pasión amorosa hacia su mujer, Josefina Manresa. La obra refleja una intensa y dolorosa lucha contra los convencionalismos sociales y familiares. El poema central, «Elegía a Ramón Sijé», dedicado a su amigo fallecido, muestra su sufrimiento personal y la conexión con su entorno. El amor en esta etapa es visto como un rayo, una fuerza destructiva y poderosa.
3. Poesía de Guerra y Compromiso (Viento del pueblo)
Durante la Guerra Civil, Hernández se alinea con la causa republicana y crea obras como Viento del pueblo (1937), que utiliza la poesía como un vehículo de resistencia y esperanza. A través de estos poemas, exalta a los combatientes y a las clases populares, a la vez que llora la muerte de figuras como Federico García Lorca y otros caídos en la contienda. La poesía se convierte en un canto épico a la lucha, con un estilo sencillo y directo.
4. Poesía de Dolor y Desolación en Prisión (Cancionero y Romancero de ausencias)
Después de la derrota republicana, Miguel Hernández es encarcelado y su obra pasa por una profunda transformación. En su etapa final, en los años de prisión, la poesía se vuelve más introspectiva y desnuda. Los poemas en Cancionero y Romancero de ausencias (1938-1941) reflejan su sufrimiento por la separación de su familia, el dolor por la guerra y la muerte, y la angustia existencial que vivió en la cárcel. A pesar de todo, hay un destello de esperanza en sus versos, como en «Nanas de la cebolla», donde expresa su amor hacia su hijo recién nacido.
La Poesía Española de Posguerra: Años 40 y 50
Corrientes Poéticas de los Años 40
En los años 40, la poesía española se desarrolló en tres corrientes principales, reflejando diferentes posturas ante la situación política y social de la época:
1. Escorial
Poetas como Luis Rosales, Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo y Luis Felipe Vivanco crearon una poesía intimista y lírica, centrada en temas tradicionales como el amor, la muerte, la tierra y el paisaje. Esta corriente estaba influenciada por un tono melancólico y nostálgico, con una fuerte conexión con la tradición literaria.
2. Garcilaso
Fundada con el apoyo del régimen franquista, esta revista buscaba consolidar una poesía que sirviera a los intereses del régimen. Bajo la dirección de José García Nieto, los poetas de Garcilaso exploraron temas como Dios, la patria, el paisaje castellano y el amor. Se caracterizó por una poesía de evasión, con un alto dominio de la técnica y un enfoque esteticista, que presentaba una visión idealizada y positiva del mundo, ignorando la dureza de la realidad española en ese momento. Dámaso Alonso la denominó «poesía arraigada».
3. Espadaña
En 1944, surgió esta revista como una reacción contra la poesía de evasión. Los poetas que se agruparon en torno a Espadaña buscaban una poesía más humana y existencial, centrada en los problemas comunes del ser humano, como la angustia existencial, la soledad y la muerte, además de reflejar la angustia histórica derivada de la Guerra Civil. Se les conoció como «poesía desarraigada». Entre los poetas destacados de esta corriente se encuentran Eugenio de Nora, Victoriano Cremer, Blas de Otero, Gabriel Celaya y José Hierro.
El Realismo Social en los Años 50
En los años 50, surgió el realismo social, que se consolidó como una corriente clave en la poesía española. Poetas como Blas de Otero y Gabriel Celaya superaron su anterior etapa de angustia existencial para centrarse en los problemas sociales, especialmente en la situación de España. En obras como Pido la paz y la palabra de Blas de Otero y Cantos iberos de Gabriel Celaya, se trataron temas como la injusticia social, la alienación, la lucha por la libertad y el anhelo de un mundo mejor. Esta poesía adoptó un lenguaje claro y directo, con un tono coloquial, buscando conectar con una audiencia amplia y comprometida con el cambio social. Los tres poetas más representativos de esta etapa fueron José Hierro, Gabriel Celaya y Blas de Otero.