El Reinado de Isabel II: Carlismo y Conflictos Liberales
Orígenes del Carlismo y la Primera Guerra Carlista (1833-1840)
El origen del conflicto se remonta al reinado de Fernando VII, cuando en la corte los más radicales absolutistas formaron un grupo en torno a Don Carlos, hermano de Fernando, puesto que el monarca no había tenido hijos. En 1829, Fernando VII se casó con su cuarta mujer, María Cristina de Nápoles. Al año siguiente, en 1830, la reina dio a luz a una niña, Isabel. El conflicto se justificaba por la confusión existente en España en cuanto a la sucesión al trono. El carlismo pretendía una vuelta al Antiguo Régimen. La Iglesia apoyó al carlismo. El problema de los fueros se dio especialmente en las zonas rurales.
La Primera Guerra Carlista (1833-1840) tuvo como dirigente carlista a Zumalacárregui. El gobierno isabelino estaba carente de recursos. En 1838, el general Espartero, que dirigía el ejército liberal, recibió por fin los recursos necesarios para contar con un ejército numeroso y bien equipado. Finalmente, el 29 de agosto de 1839, Maroto firmó el Convenio de Vergara, que reconocía a Isabel como reina legítima y respetaba los fueros.
El Reinado Efectivo de Isabel II (1843-1868)
Tras la muerte de Fernando VII y la subida al trono de su hija Isabel II, se produjo el paso definitivo del Antiguo Régimen al liberalismo burgués. La minoría de edad de Isabel II transcurrió bajo dos regencias: primero la de la reina María Cristina, su madre (1833-1840), y después la del general Baldomero Espartero (1840-1843).
En 1843 se inició una revuelta militar encabezada por Narváez. Isabel II contrajo matrimonio con el infante Francisco de Asís; su parcialidad política era a favor de los moderados.
La Década Moderada (1844-1854): El general Narváez derogó la Constitución de 1837 y redactó otra nueva. Se produjo un pronunciamiento liberal de carácter progresista, liderado por el general Leopoldo O’Donnell. El “Manifiesto de Manzanares” fue redactado por Cánovas del Castillo. El movimiento no pretendía destronar a la reina, sino forzarla a admitir las reformas democráticas interrumpidas en 1844. En medio de la confusión general, la reina decidió llamar a Espartero, comenzando así el:
- Bienio Progresista (1854-1856): Volvieron a adoptarse medidas radicales, se elaboró un texto constitucional en 1856, se produjo la Ley de Desamortización General en 1855 y se establecieron otras leyes.
Las presiones de la Corona y la Iglesia provocaron la reacción de los liberales moderados, lo que llevó a la caída de Espartero y la vuelta de los moderados al poder.
La Segunda Década Liberal Conservadora (1856-1868): En este periodo se sucedieron los gobiernos de los generales Narváez y O’Donnell, incluyendo el bienio moderado de Narváez, el gobierno de la Unión Liberal de O’Donnell y gobiernos moderados de Narváez y González Bravo. El periodo de mayor prosperidad coincidió con el Gobierno de la Unión Liberal de O’Donnell. Se produjeron los Pactos de Ostende. En 1868, el almirante Topete se sublevó con el apoyo de los generales Prim y Serrano. Comenzó así la Revolución Gloriosa.
El Sexenio Democrático (1868-1874): Intentos de Modernización Política
La Revolución Gloriosa y la Constitución de 1869
Se produjo una alianza entre progresistas y demócratas. En 1866, se firmaron los Pactos de Ostende. El almirante Topete se sublevó, con el apoyo de los generales Prim y Serrano, dando inicio a la Revolución Gloriosa. En un primer momento, el poder político fue ejercido por la Junta Revolucionaria de Madrid, que confió el poder al general Serrano. La Constitución de 1869 es considerada la primera Constitución democrática de la historia de España.
El Reinado de Amadeo I y la Primera República
Era preciso encontrar a un candidato para el trono español. Prim propuso a Amadeo de Saboya, quien, como nuevo monarca, tuvo que hacer frente a una difícil situación. Tuvo que apoyarse en dos grupos políticos muy distintos: el Partido Constitucional, liderado por Sagasta, y el Partido Radical de Ruiz Zorrilla. En 1873, Amadeo presentó el acta de abdicación a la Corona española.
Durante la Primera República, se sucedieron varios presidentes:
- Estanislao Figueras: En su mandato, el desorden aumentó.
- Francisco Pi i Margall: Tenía el propósito de instaurar una república federal.
- Nicolás Salmerón: Con él, la República dio un giro conservador.
- Emilio Castelar: Actuó con firmeza: aplicó la pena de muerte, llamó al ejército para imponer el orden, reforzó el poder del Estado y suprimió el principio federal.
La posibilidad de que el poder recayera de nuevo sobre los federalistas radicales ofreció el pretexto para el golpe de Estado de Pavía. Después de esto, se nombró jefe de Gobierno al general Serrano, que mantuvo las formas republicanas. Cánovas del Castillo intentaba que la vuelta a la monarquía fuera el resultado del deseo del pueblo y no de un nuevo pronunciamiento militar. Para ello, se firmó el Manifiesto de Sandhurst. En 1874, el general Martínez Campos proclamó rey a Alfonso XII, tras un pronunciamiento en Sagunto; la monarquía borbónica había sido restaurada mediante un golpe militar.
La Restauración Borbónica: El Sistema Canovista de Alfonso XII
Fundamentos del Sistema Canovista y la Constitución de 1876
El principal defensor de la candidatura del príncipe fue Cánovas del Castillo. Se firmó el Manifiesto de Sandhurst. En 1874, el general Arsenio Martínez Campos proclamó rey a Alfonso XII, tras un pronunciamiento en Sagunto. En 1875, Alfonso XII llegó a España, iniciándose la Restauración.
Al régimen político de la Restauración se le denomina Sistema Canovista. Se tomó como modelo el sistema británico, que consistía en una monarquía parlamentaria en la que dos partidos se turnarían pacíficamente en el poder:
- El Partido Conservador: Fue creado por el propio Cánovas e integraba a los miembros del antiguo Partido Moderado y de la Unión Liberal.
- El Partido Liberal: Lo formó Sagasta en 1880, aglutinando a los progresistas y radicales.
Estos se convirtieron en cambios de Gobierno pactados de antemano entre ellos. Una vez acordado el cambio de Gobierno, se convocaban elecciones y se amañaban para que arrojaran resultados favorables al nuevo partido; era la práctica del caciquismo.
El sistema fue regulado por la Constitución de 1876. El régimen político era una Monarquía Parlamentaria: el ejecutivo en manos del rey, el legislativo en manos de unas Cortes bicamerales y el judicial en manos de los jueces. La Declaración de Derechos era ambigua.
En 1883, Sagasta elaboró la Ley de Asociaciones, lo que permitió la organización del movimiento sindical. La libertad de expresión, de opinión, de imprenta, de cátedra, etc., se mantuvo con más o menos limitaciones según los momentos. No se permitió el culto público de los no católicos, no habiendo total libertad religiosa.