Historia de España y Biogeografía: Factores, Flora y Dinastías (Siglos XV-XIX)

Historia de España: De la Unificación a la Crisis del Imperio (Siglos XV-XIX)

3.1. El Reinado de los Reyes Católicos y la Unificación Dinástica

El reinado de los Reyes Católicos (Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón) fue el punto de partida de la Edad Moderna en la historia peninsular. Todo comenzó con la unión dinástica, cuando Isabel y Fernando se casaron en Valladolid en 1469. De forma secreta, y con el incumplimiento isabelino del Tratado de los Toros de Guisando (por el que su hermano Enrique IV le había reconocido como heredera), se consumó una unión que pronto encontró el recelo de otros pretendientes al trono castellano. A la muerte de Enrique IV, Isabel I se proclamó reina en 1474, en detrimento de su sobrina Juana la Beltraneja. Ello ocasionó una guerra civil castellana donde destacó la batalla de Toro (Isabel vence gracias a la intervención de su marido Fernando) y el Tratado de Alcáçovas-Toledo (1479), por el que Portugal reconoció a los RRCC y se puso fin a la guerra dinástica.

Coincidiendo con la muerte de Juan II (rey y padre de Fernando II), el año 1479 fue la puesta en marcha de la Concordia de Segovia: acordaron gobernar conjuntamente sus territorios (Fernando como Rey consorte en Castilla e Isabel en Aragón). Con el lema “Tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando”, se desarrolló un gobierno unificado que no supuso la creación de una administración común, pues cada reino conservó sus leyes, instituciones, lengua, economía y costumbres. La política exterior y la Inquisición fueron los únicos elementos en común, aunque cabe decir que Castilla desempeñó un papel hegemónico por su mayor tamaño, población y poder económico.

En cuanto a la institucionalidad, los RRCC se marcaron el objetivo de transformar una monarquía de carácter feudal en una monarquía moderna y autoritaria. Para ello se apoyaron en el Consejo Real, las Chancillerías, un ejército permanente, la Santa Hermandad (para combatir el bandidaje) y la Santa Inquisición. Ejercieron personalmente el poder con ayuda de colaboradores como el Cardenal Cisneros. Todo fue encaminado a dos grandes objetivos:

  1. Sometimiento de las instituciones que limitaban el poder real: nobleza (integración en la Corte), Iglesia (privilegio de presentación o Patronato Regio) y municipios (nombramiento de corregidores). El gran ejemplo de todo esto es la Sentencia Arbitral de Guadalupe, por la que Fernando afianzó su autoridad.
  2. Uniformidad religiosa: los RRCC cohesionaron socialmente y dotaron de identidad cristiana a reinos dispares con el Tribunal de la Santa Inquisición (Tomás de Torquemada). Fue lograda con el sometimiento total de los musulmanes (entrega de llaves de Granada por Boabdil en 1492), con la expulsión de los judíos en 1492 y la expulsión de los moriscos en 1502.

El reinado de los RRCC supuso la uniformidad territorial, económica y religiosa, en una Península Ibérica que se abriría definitivamente al mundo cuando Cristóbal Colón llegó a América el 12 de octubre de 1492. Para ello fue fundamental la previa entrevista entre los RRCC y Colón: tuvo lugar el 20 de enero de 1486 en la actual Casa de la Entrevista (Alcalá de Henares).

3.2. La Expansión Global: Descubrimiento y Conquista de América

El Descubrimiento de América inició una nueva etapa de la historia peninsular, ya que inauguró la gran época de la conquista y colonización de ultramar, especialmente por Castilla y Portugal. La llegada fue fruto de la exploración, en un largo viaje que respondía a la necesidad de llegar a la India por una nueva ruta comercial (al oeste) que permitiese librarse de los turcos, en auge desde la captura de Constantinopla (1453). La valoración de la Tierra como redonda (teoría que se popularizó, aunque a menudo se asocia erróneamente a la teoría heliocéntrica de Copérnico), animó a que Cristóbal Colón defendiese (ante los RRCC) un proyecto de viaje que fue aceptado mediante las Capitulaciones de Santa Fe (17 de abril de 1492), en el contexto victorioso de la guerra de Granada.

Así, con unas capitulaciones que otorgaban títulos, tierras y beneficios de lo que se descubriera, Colón partió de Palos de la Frontera (Huelva) el 3 de agosto de 1492, con La Pinta, La Niña y La Santa María. Tres meses después llegó a la isla de Guanahani (San Salvador), iniciando una exploración castellana que contaría con otros tres viajes (1492, 1498 y 1502-1504) que le hizo llegar a Cuba, Santo Domingo y la costa de Centroamérica hasta Panamá. Importantes avances de los que Colón no fue consciente, pues creía haber arribado a Asia. A pesar de ello, se inició pronto el reparto, pues en 1494 se firmó el Tratado de Tordesillas: Castilla y Portugal dividieron sus esferas de influencia a 370 millas de Cabo Verde. Inicio de la exploración de una América que recibió ese nombre por un marino italiano que trabajó para Castilla. Era Américo Vespucio, quien en 1507 fue el primero en hablar (en una carta) del descubrimiento de un Nuevo Mundo.

Tras ello, se sucedieron años donde la exploración se combinó con la conquista. Para ello fue clave Castilla, impulsando capitulaciones (contratos entre particulares y la Corona) que fueron claves para el descubrimiento del Pacífico (Núñez de Balboa atravesó el istmo de Panamá) o la primera vuelta al mundo de Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano entre 1519 y 1522. Sentaron las bases, junto a otros exploradores como Juan Díaz Solís o Alonso de Ojeda, para que pocos años más tarde se iniciara la conquista.

En ella cabe destacar la importancia de Hernán Cortés, quien venció a los aztecas tras someter a su emperador Moctezuma (batalla de Otumba). Con una tecnología superior y buscando el enfrentamiento entre indígenas, los militares castellanos obtuvieron idénticas victorias sobre los incas. En ese caso cabe destacar el papel de Diego de Almagro y Francisco Pizarro, quienes capturaron al emperador Atahualpa, pasando el territorio a llamarse Virreinato del Perú con capital en Lima. Mientras, lo conquistado por Hernán Cortés pasó a llamarse Virreinato de Nueva España. Otras grandes conquistas y exploraciones fueron las de La Florida (Juan Ponce de León), el sur de EEUU (Cabeza de Vaca) o la conquista tanto de Chile (Pedro de Valdivia) como Argentina (Pedro Mendoza).

Conquistas que, sin embargo, no podemos entender sin valorar la colonización, a través de la expansión en la organización política (virreinatos, audiencias, corregidores, etc.) y en la explotación económica mediante minas de oro y plata, el sistema de encomiendas o nuevos cultivos para la península como el maíz, la patata, el cacao o el tabaco. La colonización fue clave para un enriquecimiento mutuo, a través de un sincretismo cultural, la adopción del castellano y la llegada del cristianismo.

Aunque existieron abusos que alimentan la leyenda negra, también es cierto que la Corona dictó Las Leyes de Indias, un código jurídico impulsado por clérigos como Antonio de Montesinos y Bartolomé de las Casas para proteger las condiciones de vida de unos indígenas que serían parte de nuestra historia hasta su emancipación en el siglo XIX. Así, aunque el proceso de colonización tuvo sus defectos, favoreció la propagación de un modelo cultural que ha pervivido en veinte naciones americanas hasta nuestros días. Constituyen el principal lazo entre los estados iberoamericanos, a pesar de reivindicaciones políticas polémicas como las del último presidente mexicano: Andrés Manuel López Obrador.

3.3. El Imperio de los Habsburgo: Austrias Mayores (Carlos I y Felipe II)

La Casa de los Austrias o dinastía de los Habsburgo se instauró en la península con Carlos I (1516-1556), tras la muerte de su padre (Felipe el Hermoso) y la incapacitación de su madre (Juana la Loca). Fruto de las alianzas familiares, al ser nieto de los RRCC (por parte de madre) y del emperador Maximiliano (por parte de padre), heredó distintos territorios europeos y americanos, así como el derecho al título de Emperador alemán (obtenido en 1520 como Carlos V de Alemania).

Así, accedió a un trono de Castilla donde en política interior tuvo que hacer frente a protestas/revueltas como la Guerra de las Comunidades (1520-1522), que le enfrentó a la baja nobleza y burguesía con personajes como Padilla, Bravo y Maldonado. Con victoria sobre estos en la batalla de Villalar (1521), el rey tomó aprendizaje para Aragón, donde se desarrolló la Revuelta de las Germanías, que tuvo un carácter de revuelta social contra la nobleza. Finalmente vencieron las tropas reales, afianzando la alianza del rey con unos nobles que darían paz en el interior durante el resto del reinado.

No ocurrió lo mismo en política exterior, ya que Carlos V se encontró rivales en su búsqueda de restaurar la “Universitas Christiana” (el Emperador reina sobre los reyes pero sin subordinación al Papa). Hecho que provocó conflictos políticos contra la Francia de Francisco I de Valois, por el control del Milanesado y de Nápoles (batalla de Pavía). Pugna por la hegemonía europea donde tuvo importancia el protestantismo iniciado por Martín Lutero, quien rompió la unidad católica: Carlos V intentó restaurarla pero tuvo que reconocer la libertad religiosa de los príncipes (“Cuius regio, eius religio”), en la Paz de Augsburgo (1555).

Un mal sabor de boca que empañó su lucha contra los musulmanes (contra Barbarroja y Solimán el Magnífico), que no le fue suficiente para recuperar un ánimo ya debilitado por su enfermedad de gota. Así abdicó en Bruselas en 1556, dejando la Corona Imperial en su hermano Fernando y el resto de territorios a su hijo Felipe II (1556-1598).

Felipe II: El Imperio donde Nunca se Pone el Sol

El segundo de los Austrias heredó un inmenso Imperio al que añadió las Islas Filipinas y Portugal, anexionada tras la batalla de Alcántara (1580) bajo la legitimación de que era hijo de Isabel de Portugal. Con “El imperio donde nunca se pone el sol”, el rey tuvo que fortalecer la administración con un gobierno polisinodial con una gran cantidad de consejos tanto temáticos como territoriales. Con instituciones como el virrey o las Chancillerías, siguió administrando con descentralización pero con el traslado de la capitalidad a Madrid en 1561 donde se instaló la Corte y dejó de ser itinerante. Desde allí se gestionaron los dos graves problemas internos del reinado. Uno de ellos fue la Rebelión de las Alpujarras (1568-1570), sofocada por don Juan de Austria (hermanastro de Felipe II). Más tarde, en 1590, se desarrolló la sublevación de las instituciones de Aragón para proteger sus fueros por el Caso Antonio Pérez (secretario del rey acusado de espionaje-conspiración).

Problemas internos que también existieron en el exterior, con enemigos como el Imperio Turco, al que venció en la batalla de Lepanto (1571). No ocurrió lo mismo contra Inglaterra (Desastre de la Armada Invencible) ni contra Holanda (división entre Unión de Arras y Unión de Utrecht), que limitan un reinado que a grandes rasgos terminó siendo de esplendor, al alcanzarse la paz con Francia (victoria en la batalla de San Quintín y Paz de Cateau-Cambrésis) y la anexión de Portugal. Expansión que, sin embargo, generó deudas que los Austrias menores afrontarán con bancarrotas y el inicio del declive del Imperio en el siglo XVII.

3.4. El Declive de la Hegemonía: Austrias Menores (Felipe III, Felipe IV y Carlos II)

Tras morir Felipe II (1598), el Imperio español vivió un proceso de crisis que puso fin a la hegemonía europea, especialmente a raíz de la Paz de Westfalia (1648) y la Paz de los Pirineos (1659). Momentos clave para un imperio gobernado por los reyes del siglo XVII (conocidos como Austrias Menores), que delegaron el gobierno en personas de su confianza: los validos.

Felipe III y la Política Pacifista

Inicialmente destacó Felipe III (1598-1621), quien delegó las labores de gobierno en el Duque de Lerma y el Duque de Uceda. El primero, llamado Francisco de Sandoval y Rojas, destacó por su especulación urbanística a través del traslado de la Corte a Valladolid en 1601 (gran operación inmobiliaria ya que compró e invirtió para enriquecerse). Sin embargo, sobre todo destacó por el impulso de una política exterior pacifista ante la falta de recursos ocasionada por las bancarrotas de 1598 y 1607. En este contexto impulsó la paz con Inglaterra (Tratado de Londres) y con los Países Bajos (Tregua de los Doce Años). En cuanto a otros aspectos internos, decretó la expulsión de los moriscos en 1609, bajo el argumento de la falta de conversión verdadera y la búsqueda de unidad religiosa. Finalmente, Lerma cayó en desgracia y fue sustituido por su hijo: el Duque de Uceda (1618-1621).

Felipe IV y el Conde-Duque de Olivares

Tras ello llegó Felipe IV (1621-1665), que tuvo como valido al Conde-Duque de Olivares. Este planteó la Unión de Armas y el Gran Memorial, programas y proyectos de unificación jurídica, fiscal y militar que buscaron la reforma y una mejora de la reputación. Además, intentó mantener la hegemonía europea provocando la participación española en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), endeudando aún más los territorios. Todo ello condujo a la Crisis de 1640, donde se puso en jaque a la monarquía y peligró la unión de la Corona debido a varias revueltas y sublevaciones en Cataluña (“los segadors”), Portugal, Andalucía, Aragón, Nápoles y Sicilia. Finalmente Portugal (que inició su separación en 1640) conseguiría la independencia, lo que supuso la caída de Olivares. Ello también como consecuencia del transcurso de la Guerra de los Treinta Años, donde se sucedieron derrotas (Batalla de las Dunas y Batalla de Rocroi) que llevaron al declive español y la firma de la Paz de Westfalia (reconociendo la independencia definitiva de las Provincias Unidas y la libertad religiosa en el Imperio alemán). La guerra con Francia finalizó con el Tratado de los Pirineos (1659).

Carlos II y el Fin de la Dinastía

Declive que se alargó con Carlos II (1665-1700), un rey débil que sin embargo no fue “ni tan hechizado ni tan decadente”. Ello ya que contó con varios validos (Nithard o Valenzuela) que impulsaron una reforma monetaria que aumentó el poder adquisitivo, la recuperación de las arcas públicas y el fin del hambre. Desarrollo económico que no impidió el agravamiento de una crisis política aprovechada por la aristocracia y la Iglesia Católica para ampliar sus privilegios.

Debilidad que fue aprovechada por la Francia de Luis XIV (El Rey Sol) para conquistar el Franco Condado. Reducción territorial observada a la muerte del rey, ya que los territorios europeos de España se limitaban a Flandes, el Milanesado, Nápoles, Sicilia y Cerdeña. Era el fin de la hegemonía española y, por si no fuera poco, Carlos II moría sin descendencia. Antes nombró sucesor a Felipe de Anjou, lo que no impidió el estallido de una Guerra de Sucesión que entronaría a los actuales Borbones.

4.2. La Revolución Liberal: Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

Dentro de la Guerra de Independencia, en la España patriota destacó la labor de unas Cortes de Cádiz que, de forma progresiva, fueron asumiendo un poder que se verá consolidado el 19 de marzo de 1812: aquel día de San José se promulgó la primera Constitución española, conocida como “La Pepa”.

Más allá del deseo liberal, desde la salida del rey se veía necesario suplir un vacío de poder que se ocupó de suplir las juntas provinciales, con la conformación de una Junta Central Suprema que se constituyó en Aranjuez en septiembre de 1808 bajo la presidencia de Floridablanca. Pronto, como consecuencia de la expansión napoleónica hacia el sur, la Junta Central se pasó a refugiar en una ciudad de Cádiz que era uno de los últimos reductos de resistencia. Durante dos años no se convocó a Cortes pero finalmente, en septiembre de 1810, se vio necesario para sofocar tensiones en América y organizar un reino que estaba sin rey.

Así, y bajo juramento de los diputados de defender la integridad de la nación española, se inició una actividad legislativa cuyo gran objetivo era convertir España en una monarquía liberal y parlamentaria. Era un paso más allá de las Cortes medievales (recuerde León en 1188), cuestionando el voto por estamento. Potenciándose conceptos como la soberanía nacional, “en los españoles de ambos hemisferios”, se buscó una igualdad de derechos que sin embargo tuvo matizaciones debido a la formación de tres grandes tendencias: los liberales (partidarios de reformas revolucionarias), los moderados/jovellanistas (partidarios de reformas que permitieran que las Cortes y el rey compartieran la soberanía) y los absolutistas/serviles (partidarios del mantenimiento del Antiguo Régimen: absolutismo, estamentalismo y mercantilismo).

Entre los grupos anteriores se sucedieron largos debates que, sin embargo, no impidieron la promulgación de una serie de decretos como la libertad de expresión (imprenta sin censura), la anulación del régimen feudal (abolición de la ley del mayorazgo), la derogación de los gremios o el inicial decreto de desamortización. Unido a la abolición de la Inquisición y reformas administrativas-territoriales, se dio un triunfo de la tendencia liberal, especialmente cuando tuvo lugar la promulgación de la Constitución de 1812.

Dicha constitución recogió la idea de Estado, los derechos y la soberanía nacional, con la potenciación de un Estado unitario (descentralización iniciada en Decretos de Nueva Planta), la igualdad ciudadana y la capacidad decisoria del poder legislativo (Cortes). Se respetaba a la monarquía, con la figura de Fernando VII, pero no como un rey absoluto sino constitucional. Era la puesta en marcha de una separación de poderes (“Espíritu de las Leyes”, Montesquieu) que no duró mucho ya que la vuelta de Fernando VII (tras la derrota napoleónica) supuso el retorno del absolutismo.

A través del Decreto de Valencia, respuesta al Manifiesto de los Persas, se abolió una “Pepa” que fue efímera pero clave en la compleja y variada historia del constitucionalismo español. Los siglos XIX y XX, con oleadas de avance liberal y retroceso absolutista, van a estar plagados de constituciones fundamentales para la monarquía parlamentaria en la que actualmente vivimos. La Pepa inició un largo periodo que podemos resumir en la siguiente frase: “102 pronunciamientos, 3 guerras civiles, 8 constituciones, 2 non natas, 1 Estatuto Real y el concepto de espadón como resumen del siglo XIX español.”

Comentario de Mapa: La Herencia Territorial de Carlos I

2. Clasificación

Según la clasificación, el documento es un mapa histórico-político ya que fue elaborado con una finalidad didáctica posterior de los hechos que relata. Su tema es la herencia territorial de Carlos I de España, heredero de las principales dinastías europeas de finales del Siglo XV y comienzos del XVI. La ubicación espacial del mapa abarca gran parte de Europa y algunos territorios de ultramar, centrados en los dominios que Carlos I heredó de sus abuelos y padres, los Reyes Católicos. En cuanto a la ubicación temporal, corresponde al primer tercio del siglo XVI. La finalidad del mapa es explicar visualmente el origen y extensión del Imperio de Carlos I, mostrando los territorios procedentes de cada rama familiar mediante distintos colores. El destinatario es de carácter educativo, orientado a estudiantes o interesados en la historia de Europa.

3. Análisis

La idea principal del mapa es representar cómo Carlos I de España reunió bajo su autoridad una herencia territorial inmensa, lo que lo convirtió en el monarca más poderoso de su tiempo.

Las ideas secundarias del mapa son, la división de territorios según su procedencia. El mapa emplea una leyenda con colores (el naranja claro para los territorios de Isabel I de Castilla, rosa para los de Fernando II de Aragón, morado para María de Borgoña y naranja fuerte para Maximiliano de Austria) para diferenciar el origen de cada territorio y la línea roja marca el límite del Imperio Alemán, núcleo del poder imperial de Carlos V.

5. Conclusión

Como conclusión, el mapa refleja la compleja formación del Imperio de los Habsburgo y ayuda a entender la dimensión global del poder de Carlos I.

Biogeografía de España: Factores, Especies y Regiones Florales

4.1. La Región Eurosiberiana (Atlántica)

Partiendo de que España es uno de los países con la flora más rica y variada de Europa, debido a su situación de encrucijada entre dos continentes (Europa y África) y dos masas de agua (océano Atlántico y mar Mediterráneo), es clave valorar un conjunto de factores físicos y humanos que conforman unos reinos florales subdivididos en regiones donde destacamos el endemismo y la existencia de más de 10.000 especies distribuidas en las regiones mediterránea, macaronésica, boreoalpina y eurosiberiana.

Es la eurosiberiana la que podemos ubicar en la zona atlántica, en una regionalidad donde hay una adaptación a la escasa insolación y la abundante precipitación. La influencia del factor físico del clima es clave, en un ámbito oceánico proclive a los bosques caducifolios. Junto al factor físico del relieve (hay especies diferentes según la altura, la orientación de las vertientes a barlovento/sotavento o la posición en la solana/umbría), debemos destacar por encima de todo el factor físico del suelo. Con la edafología como ciencia, destacamos que la capa superficial de la corteza terrestre influye en la vegetación ya que proporciona las sustancias minerales necesarias para la nutrición de las plantas. Cada especie prefiere un tipo de suelo concreto, lo que nos hace marcar la diferencia entre los suelos zonales, azonales e intrazonales. Son los primeros los que debemos desarrollar más para entender la vegetación de la región atlántica, ya que los suelos del clima oceánico son bastante evolucionados, ricos en materia orgánica y ácidos. Con importancia de la tierra parda húmeda y el ranker (sobre roquedo silíceo) junto a la tierra parda caliza y la terra fusca (sobre roquedo calizo), matizamos cómo el conjunto de horizontes (perfil del suelo) son igual de claves en la vegetación como esta en el suelo.

Las plantas pueden empobrecer y acidificar el suelo (coníferas) o enriquecerlo aportándole bases captadas por sus raíces (frondosas), mientras que la microflora (formada por bacterias y hongos) descompone la materia orgánica creando el humus del que depende en gran parte su fertilidad. En ello también tenemos importancia las personas, lo que nos hace remarcar el factor humano como clave en la degradación de la cubierta vegetal existente o la introducción de especies foráneas (repoblación).

Especies Destacadas de la Región Eurosiberiana

Desde esto partimos para valorar las especies de la región eurosiberiana, destacando en primer lugar un bosque caducifolio caracterizado por su densidad, árboles de altura y tronco recto. Con hojas grandes (absorben más radiación) y caducas, los árboles son acompañados por un sotobosque donde destacan helechos y musgos. Aspectos residuales que complementan a las especies más destacadas: el roble y la haya.

  • El Roble: exige humedad y tolera mal las temperaturas extremas, ubicándose en alturas de entre 0-1000 metros y con predominio silíceo (Galicia y cordillera Cantábrica).
  • El Haya: exige mayor humedad, tolera mal el calor y se adapta muy bien al frío, pudiéndose ubicar a alturas mayores de los 1000 metros y con predominio calizo (cordillera Cantábrica y el Pirineo navarro).

Junto a las especies de bosque marcescente (con importancia del rebollo y el quejigo), se dan unos árboles con importante aprovechamiento económico: la dura madera sirve para elaborar muebles, barcos y utensilios, mientras que algún producto como la bellota sirve para alimentar el ganado. Especies variadas que se complementan con la landa (vegetación densa de matorral donde destacamos el brezo, el tojo o la retama: claves para el abono) y los prados (vegetación herbácea que se usa como alimento del ganado).

Importancia de la Vegetación

Diversidad vegetal y edáfica que influye en el relieve (estabiliza las pendientes y mitiga la erosión), el clima (la vegetación reduce la temperatura ambiente al proteger de la radiación solar), el agua (la vegetación aumenta las disponibilidades hídricas al proyectar sombra sobre las aguas, disminuyendo la evaporación) y la economía. La vegetación, más allá de ayudar a mantener a la población en el medio rural (al crear empleo en su conservación y explotación), proporciona recursos como alimentos (frutos, hongos o hayucos), materias primas (para construcción, papel, química o productos farmacéuticos), fuentes de energía (leña o carbón) o un valor estético para un paisaje parte de nuestro patrimonio cultural-natural.

4.2. La Región Mediterránea

Partiendo de que España es uno de los países con la flora más rica y variada de Europa, debido a su situación de encrucijada entre dos continentes (Europa y África) y dos masas de agua (océano Atlántico y mar Mediterráneo), es clave valorar un conjunto de factores físicos y humanos que conforman unos reinos florales subdivididos en regiones donde destacamos el endemismo y la existencia de más de 10.000 especies distribuidas en las regiones macaronésica, boreoalpina, eurosiberiana y mediterránea.

Es la mediterránea la que podemos ubicar en el interior peninsular (continentalidad) y toda la costa mediterránea, en una regionalidad donde hay una adaptación a la fuerte insolación y la sequía estival. La influencia del factor físico del clima es clave, en un ámbito proclive a las especies xerófilas. Junto al factor físico del relieve (hay especies diferentes según la altura, la orientación de las vertientes a barlovento/sotavento o la posición en la solana/umbría), debemos destacar por encima de todo el factor físico del suelo. Con la edafología como ciencia, debemos matizar que la capa superficial de la corteza terrestre influye en la vegetación ya que proporciona las sustancias minerales necesarias para la nutrición de las plantas.

Cada especie prefiere un tipo de suelo concreto, lo que nos hace marcar la diferencia entre los suelos zonales, azonales e intrazonales. Son los primeros los que debemos desarrollar más para entender la vegetación de la región mediterránea, ya que los suelos del clima mediterráneo se encuentran muy alterados por la erosión y la acción humana. Con importancia de la tierra parda meridional (sobre roquedo silíceo), el suelo rojo mediterráneo y la terra rossa (sobre roquedo calizo) y los vertisuelos/tierra negra (sobre roquedo arcilloso), remarcamos cómo el conjunto de horizontes (perfil del suelo) son igual de claves en la vegetación como esta en el suelo. Las plantas pueden empobrecer y acidificar el suelo (coníferas) o enriquecerlo aportándole bases captadas por sus raíces (frondosas), mientras que la microflora (formada por bacterias y hongos) descompone la materia orgánica creando el humus del que depende en gran parte su fertilidad. En ello también tenemos importancia las personas, lo que nos hace remarcar el factor humano como clave en la degradación de la cubierta vegetal existente o la introducción de especies foráneas (repoblación).

Especies Destacadas de la Región Mediterránea

Desde esto partimos para valorar las especies de la región mediterránea, destacando en primer lugar un bosque perennifolio caracterizado por su poca densidad, árboles de mediana altura y tronco sinuoso/ondulado. Con hojas pequeñas (reducen la transpiración) y perenne (ya que en invierno los árboles activan sustancias que evitan la congelación), los árboles son acompañados por los matorrales (degradación del bosque con especies arbustivas como la maquia, la garriga y la estepa) y un sotobosque donde destacan retamas y piornos. Aspectos residuales que complementan a las especies arbóreas más destacadas: la encina, el alcornoque y el pino.

  • La Encina: soporta la sequía, el frío invernal y todo tipo de roquedos, generando una gran extensión peninsular de encinares que es aprovechada para elaborar productos (madera dura y resistente) y la alimentación del ganado (bellota).
  • El Alcornoque: tiene menor desarrollo, ya que necesita ciertas precipitaciones, un invierno moderado y roquedo silíceo: con desarrollo en el sur de Andalucía y el noreste de Cataluña, su madera dura se utiliza para la realización de toneles y barcos.
  • El Pino: se encuentra tanto de forma natural como en repoblaciones para adaptarlo a condiciones climáticas extremas donde los pinares siempre son claves para el aprovechamiento de la resina, la elaboración de muebles, el aglomerado o la pasta de papel.

Influencia de la Diversidad Vegetal

Diversidad vegetal y edáfica que influye en el relieve (estabiliza las pendientes y mitiga la erosión), el clima (la vegetación reduce la temperatura ambiente al proteger de la radiación solar), el agua (la vegetación aumenta las disponibilidades hídricas al proyectar sombra sobre las aguas, disminuyendo la evaporación) y la economía. La vegetación proporciona recursos como alimentos (frutos, hongos o hayucos), materias primas, fuentes de energía (leña o carbón) o un valor estético para un paisaje parte de nuestro patrimonio cultural-natural.