Hitos Históricos: Transformaciones Clave del Siglo XIX y XX

La Revolución Francesa

La historia de Europa y del mundo cambió radicalmente después de 1789 con la Revolución Francesa, que marcó el fin del Antiguo Régimen y el inicio de una nueva era. Este periodo estuvo caracterizado por transformaciones políticas, económicas y sociales, como la expansión de la política parlamentaria y constitucional, la creación de una sociedad de clases y el auge del liberalismo económico. Los eventos clave incluyen la Asamblea Nacional y la Constitución de 1791, la ejecución del rey en la Convención Girondina, la radicalización en la Convención Jacobina y el giro conservador del Directorio.

Las Internacionales Obreras

El internacionalismo obrero surgió en el siglo XIX como un movimiento de solidaridad entre trabajadores de distintos países. En 1864 se fundó la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) en Londres, con figuras como Karl Marx y Bakunin, aunque pronto se dividió por diferencias ideológicas. En 1889 se creó la II Internacional en París, de orientación marxista, pero también con divisiones sobre cómo lograr el socialismo. La Primera Guerra Mundial profundizó estas divisiones. Una de las principales herencias del movimiento es el 1 de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores, en memoria de la lucha por la jornada laboral de ocho horas y los hechos de Chicago en 1886.

El Movimiento Sufragista

Los primeros movimientos feministas surgieron en el siglo XIX en Estados Unidos y el Reino Unido, liderados principalmente por mujeres educadas de clase media. En EE. UU., el feminismo se vinculó con el abolicionismo y tuvo un momento clave en 1848 con la Convención de Seneca Falls. El movimiento sufragista nació en 1869 y logró el voto femenino a nivel nacional en 1920. En el Reino Unido, John Stuart Mill impulsó el feminismo desde el Parlamento y con sus escritos. El sufragismo británico creció especialmente durante la Primera Guerra Mundial, cuando las mujeres demostraron su capacidad al ocupar roles tradicionalmente masculinos, lo que fortaleció la lucha por la igualdad de derechos.

La Colonización de África

Antes de la colonización europea, África tenía Estados organizados y con historia, como Marruecos, Dahomey, Zanzíbar y Etiopía. La colonización comenzó tras 1880, cuando potencias europeas como Reino Unido, Francia y Portugal ocuparon el continente. En la Conferencia de Berlín (1884-1885), se dividió África sin participación africana, estableciendo que el control se obtenía por ocupación efectiva. Para 1914, casi toda África estaba colonizada. El Reino Unido buscaba unir Egipto con Sudáfrica, Francia quería conectar sus territorios del norte y oeste, y otros países como Alemania, Italia, Bélgica, Portugal y España también tomaron regiones africanas. Destacan la crueldad belga en el Congo y la derrota italiana en Etiopía en 1896.

La Colonización de Asia

Durante el imperialismo en Asia, Reino Unido controlaba India, Ceilán, Birmania, las Malvinas y Australia; Francia colonizó Indochina; los Países Bajos, Indonesia; Estados Unidos obtuvo Filipinas tras vencer a España; y Alemania, las Islas Marianas. China, aunque unificada, fue obligada a abrirse al comercio tras las Guerras del Opio con el Reino Unido, cediendo Hong Kong. En 1895, perdió una guerra con Japón, que obtuvo Taiwán e influyó en Corea. Esto generó malestar interno y llevó a la Rebelión de los Bóxers, que fue derrotada, pero debilitó a la dinastía Qing, que cayó en 1911, dando paso a la República de China, aunque las potencias extranjeras siguieron influyendo en el país.

Consecuencias del Imperialismo

Durante la colonización, las potencias europeas compitieron por territorios, generando conflictos como el Incidente de Fachoda entre Francia y Reino Unido en 1898. La colonización tuvo graves efectos en las poblaciones nativas, incluyendo exterminios, aunque también introdujo avances médicos. Económicamente, se expropiaron tierras y se destruyeron industrias locales para explotar recursos, aunque se construyeron infraestructuras con fines coloniales. Socialmente, se desintegraron estructuras tradicionales y surgieron élites coloniales. Además, muchas poblaciones resistieron, como los cipayos en India y los bóxers en China. Las fronteras impuestas provocaron tensiones étnicas que causarían conflictos futuros tras la independencia.

Reino Unido: La Era Victoriana y el Imperio

El reinado de la Reina Victoria I (1837-1901) fue una época de gran prosperidad para el Reino Unido, que se convirtió en la principal potencia industrial de Europa y en el mayor imperio colonial. A pesar de la estabilidad política, hubo tensiones sociales por el movimiento obrero, las sufragistas y el descontento irlandés. Irlanda, agrícola y católica, sufrió especialmente bajo el dominio inglés, con relaciones deterioradas desde el siglo XVI y agravadas por la Gran Hambruna (1845-1849), lo que provocó migraciones masivas y el surgimiento de movimientos que exigían autonomía o independencia.

Francia: De la Tercera República a la Belle Époque

Tras perder la Guerra Franco-Prusiana en 1870, Francia terminó con el Segundo Imperio e inició la Tercera República (1871–1940). Como consecuencia del Tratado de Fráncfort, cedió Alsacia y Lorena a Alemania y pagó una gran indemnización. Ese mismo año ocurrió la Comuna de París, un breve gobierno revolucionario que fue duramente reprimido. La Tercera República enfrentó tensiones como el caso Dreyfus, que dividió al país entre liberales y conservadores. A pesar de los conflictos, Francia se mantuvo como potencia industrial, expandió su imperio colonial y fue un centro cultural destacado durante la Belle Époque, con movimientos artísticos como el impresionismo y el cubismo.

Alemania: El Segundo Reich y la Unificación

El Segundo Reich, o Imperio Alemán, se fundó en 1871 tras la unificación liderada por Prusia, con el rey Guillermo I y el canciller Bismarck. Alemania creció rápidamente como potencia industrial y militar, aunque con pocas colonias. La unificación creó una federación dominada por Prusia, con 26 Estados que mantenían ciertas autonomías. El Reichstag era elegido por sufragio masculino, pero el poder real lo tenía la élite prusiana. Bismarck impulsó políticas sociales, como seguros para trabajadores, aunque las condiciones laborales seguían siendo difíciles. El Partido Socialdemócrata Alemán creció hasta convertirse en el mayor de Europa.

El Japón Meiji: Modernización e Imperialismo

Durante el Periodo Edo (1600–1868), Japón estuvo aislado del mundo exterior y gobernado por un shogunato militar bajo la figura del emperador. La economía era agrícola y el país permanecía feudal. En 1854, Estados Unidos forzó la apertura comercial de Japón, seguido por otros países. Entre 1866 y 1868, crisis internas llevaron a la caída del shogunato y al inicio de la Era Meiji, marcada por una rápida modernización e industrialización. Japón adoptó modelos extranjeros, como el ejército alemán y un nuevo sistema educativo, pero conservó su identidad cultural. Esta transformación impulsó el imperialismo japonés, con conquistas en Taiwán, Sajalín y Corea, tras vencer a China y Rusia en guerras clave.

Francia entre Guerras: El Frente Popular

Entre las dos guerras mundiales, Francia vivió una gran inestabilidad política. Ante el avance del fascismo en Europa, en 1935 se formó el Frente Popular, una alianza de izquierdas. En 1936, ganó las elecciones y Léon Blum, socialista, asumió el gobierno. Se impulsaron mejoras laborales como aumentos salariales, jornada de 40 horas y vacaciones pagadas (Acuerdos de Matignon). Sin embargo, la crisis económica y las divisiones internas provocaron la renuncia de Blum en 1937 y la disolución del Frente Popular en 1938.