La Ilustración: El Movimiento Intelectual del Siglo de las Luces

La ilustración es el movimiento intelectual que hizo del siglo XVIII el siglo de las luces, con el afán de divulgar el saber y la intención de ilustrar. Su base filosófica es el racionalismo, que contribuye a desarrollar el culto a la razón y el gusto por la observación.

Contempla cambios históricos como el cambio de dinastía reinante, con la subida al trono de Felipe V de la dinastía de los Borbones, reinantes en Francia. También se acerca a las corrientes intelectuales europeas, procedentes del Neoclasicismo francés, adoptando una nueva preceptiva literaria que pretende imponer la razón al sentimiento. Además, se observan rasgos de la cultura italiana e inglesa.

Se hace un esfuerzo por salir de la decadencia política, económica y cultural. Felipe V promulga los decretos de nueva planta, se crea la Biblioteca Nacional, la Real Academia Española y la Real Academia de la Historia. Fernando VI crea centros especializados para formar matemáticos, físicos, metalúrgicos y cartógrafos, y envía al extranjero a jóvenes becarios. Carlos III patrocina a los científicos.

En cuanto a los aspectos socioeconómicos, se destaca el auge de la agricultura y el incremento de la población, así como la mejora de las técnicas de producción y la liberación del comercio que pasa a manos privadas.

La Ilustración fue en Europa un fenómeno minoritario debido al peso de la ideología tradicional. Solo afectó a minorías cultas y cercanas a la clase dirigente. El medio de difusión de las ideas eran las tertulias preocupadas por la educación en el campo de la medicina y su entorno físico-químico (novatores). Se establecen tres etapas: la Ilustración temporal (1680-1760), la Ilustración plena (1760-1788) y el declive de la Ilustración.

En España, los españoles fueron reformistas, no revolucionarios. La clave de la transformación estaba en la educación: una religiosidad ilustrada, exenta de supersticiones, el amor a la nación y la obediencia al soberano y a las leyes civiles. Carlos III se rodea de intelectuales con ideas afines a las suyas, como Esquilache. Se utilizan diversos medios como aulas de enseñanza, desarrollo del periodismo y transformación de las tertulias en academias de estudio e investigación. Las agrupaciones más importantes fueron, aparte de las Reales Academias, las sociedades de amigos del país repartidas por toda España.

Se destacan las academias privadas literarias, como la famosa tertulia de la Fonda de San Sebastián, fundada por Nicolás Fernández de Moratín. En ella estaba prohibido hablar de política, solo se permitía ocuparse de teatro, toros, amores y versos. También se destaca la literatura como instrumento para la transformación de las costumbres, convirtiéndose en un medio para la difusión de un nuevo ideario.

Se fija el sistema lingüístico del español, que se hace oficial y sustituye al latín. Se crea la Real Academia Española con el objetivo de crear un diccionario de la lengua, tomando como base el Tesoro de la Lengua Castellana de Covarrubias. Durante el siglo XVIII, muchos siguen cultivando una poesía muy similar a la del Barroco, pero hacia 1750 surge una nueva poesía que responde a las nuevas tendencias neoclásicas.

Se desarrollan diferentes modalidades poéticas, como la poesía ilustrada, la poesía rococó y anacreóntica, las composiciones pastoriles y la poesía moral y filosófica. En la poesía ilustrada, hay un interés por la ciencia y los temas filosóficos derivados del racionalismo. La poesía rococó se centra en el amor y la belleza femenina, con versos cortos y estrofas breves que se desarrollan en ambientes pastoriles. La poesía didáctica encuentra su campo de expresión en la fábula, atacando a los vicios literarios de la época y enseñando a vivir bien y educando la conducta humana. También se destaca la poesía satírica, que adopta versos muy adversos.

En la última parte del siglo, se busca nuevos caminos poéticos debido a la carencia de emoción humana en la lírica. Se destacan la Escuela Salmantina, formada por poetas separados por edad e ideología, y la Escuela Sevillana, que acepta los principios del neoclasicismo pero busca espacios de libertad para su poesía.

En cuanto a las instituciones, se crean la Biblioteca Nacional en 1712, la Real Academia de la Historia en 1738, las sociedades de amigos del país, el Museo del Prado en 1785, la Real Academia de Bellas Artes en San Fernando en 1751 y la Real Academia Española en 1713.