La Oposición al Régimen Franquista: Represión y Resistencia
La Oposición en los Años 40 y 50
Tras la guerra civil, la mayoría de los exiliados huyó hacia Francia e Hispanoamérica. Otros emigraron a la URSS para luchar bajo las filas del Ejército Rojo, o se sumaron a la resistencia contra los nazis, y miles de ellos acabaron en campos de concentración o fueron entregados a las autoridades franquistas. El Gobierno de la República en el exilio confiaba en que, tras la victoria de las democracias, estas acabarían con el régimen franquista, pero en 1945 quedó patente la decisión de las potencias de no intervenir en España y, tras el aislamiento, la entrada de España en la ONU en 1955 acabó por hundir su esperanza.
Mientras tanto, dentro de España, muchos combatientes republicanos, dirigidos por comunistas y anarquistas, formaron pequeñas partidas que hostigaban a las fuerzas del orden y al Ejército, refugiándose en las montañas del norte y del interior. En 1944, el PCE organizó una entrada masiva de guerrilleros, los maquis, por el Pirineo, que se saldó con un fracaso. Aunque las acciones guerrilleras se intensificaron a partir de 1945, comenzaron a declinar a partir de 1947, capturadas, extenuadas o simplemente desalentadas por la decisión de las potencias de no intervenir. En 1948, el PCE renunció a la táctica guerrillera.
Al margen de la guerrilla, la resistencia interior fue difícil de organizar en la posguerra, pues la represión había desmantelado completamente los cuadros dirigentes de los partidos y sindicatos. Aun así, las primeras huelgas se produjeron en algunas ciudades en 1946 y 1947, a las que el régimen respondió con durísima represión.
Lo verdaderamente importante fue el inicio de la protesta universitaria en 1956, aparentemente bajo el signo de estudiantes católicos enfrentados a los falangistas del SEU, pero entre los primeros se habían infiltrado socialistas y comunistas. La crisis obligó a dimitir al ministro de Educación, Joaquín Ruiz-Giménez, y, en suma, se produjo el cambio de gobierno que daría entrada a los tecnócratas responsables del Plan de Estabilización. Se había demostrado que existía una generación dispuesta a oponerse a la dictadura, cuyas posiciones estaban muy alejadas de los dirigentes de la República en el exilio.
En cuanto a los partidos, solo el PCE conservaba capacidad suficiente para influir en la lucha clandestina dentro del país y fue así como hegemonizó la lucha contra la dictadura. Mientras, el PSOE se negaba a colaborar con el PCE, al tiempo que se escindía en diversos grupos. La acción de los sindicatos fue importante en su labor de infiltración en el Sindicato Vertical. Pero, en realidad, la labor de todos estos grupos, aunque empezó a organizarse al calor de la crisis de 1956, no se apreciaría hasta la década de 1960. En cuanto a los grupos liberales, monárquicos y democristianos, su oposición solo alcanzaría influencia a través de la prensa en los últimos años del régimen.
La Oposición en los Años 60 hasta el Final del Régimen
A partir de los años 60, la oposición se fue articulando en movimientos de protesta de muy diverso tipo, a menudo al margen de los partidos. Las principales movilizaciones fueron:
- La de los trabajadores, que resultó decisiva en el hundimiento del régimen, pues en los años 70 afectaba ya a cientos de miles de trabajadores. Su descontento obedecía al principio a los bajos salarios, pero poco a poco fue creciendo entre ellos la conciencia política conforme crecía la infiltración de los sindicatos de clase.
- La oposición nacionalista en Cataluña y en el País Vasco, en este último caso con un protagonismo creciente de ETA.
- El movimiento estudiantil, cada vez más amplio y organizado.
- Los movimientos católicos de base y, desde mediados de los años 60, sectores influyentes de la Iglesia Católica.
- Un sinfín de colectivos profesionales y de asociaciones de vecinos, que aparecieron en los últimos años de la dictadura.
En cuanto a la acción de los partidos, después de la crisis de 1956, el PCE pasó a hegemonizar la lucha clandestina contra la dictadura. Su sindicato, Comisiones Obreras, surgidas en 1962, logró infiltrarse en el Sindicato Vertical. Otros sindicatos, como UGT y CNT, también empezaron a reconstruirse, pero al no infiltrarse en el tejido franquista vieron limitada su implantación. En cuanto al PSOE, se negó a colaborar con el PCE, lo que hizo disentir a los militantes del interior y provocó que se escindieran otros partidos socialistas.