La Crisis del Antiguo Régimen (1808-1833)
La Guerra de Independencia (1808-1814)
La Guerra de Independencia no fue solamente un conflicto contra la ocupación francesa, sino que tuvo un gran componente de guerra civil que enfrentó a los *afrancesados* y a los *patriotas*.
Bandos en Conflicto
- Afrancesados: Apoyaron a José I Bonaparte. Se dividían en:
- *Oportunistas:* Nobleza y clero que buscaban mantener el orden establecido.
- *Ilustrados:* Intelectuales que veían en Bonaparte una anhelada modernización.
- Patriotas: Defendían los derechos legítimos de Fernando VII. A su vez, se dividieron en:
- *Liberales:* Aspiraban a transformar el Antiguo Régimen. Se hicieron con el control de la Junta Suprema y, años más tarde, redactarían la Constitución de 1812.
- *Absolutistas:* Defendían el Antiguo Régimen y no querían perder sus privilegios.
Este conflicto fue el primer ejemplo de guerra nacional, cuyo protagonista fue una nación en armas. El pueblo entero participó en la lucha utilizando estrategias como las guerrillas (ataques por sorpresa) y los sitios (resistencia urbana que libraron las ciudades, sufriendo hambre y bombardeos).
Desarrollo de la Guerra
- Primera Etapa (Mayo a Noviembre de 1808): Los levantamientos se extienden por España. Se derrota a los franceses en Bailén y la Junta Suprema Central se refugia en Andalucía, comenzando a gobernar aprovechando el vacío de poder.
- Segunda Etapa (1808-1812): Los franceses obtienen el control total, a pesar de las acciones de los grupos guerrilleros y la intervención de Inglaterra, que desembarcó un ejército en Portugal.
- Tercera Etapa (1812-1814): Napoleón es derrotado en Arapiles y retira soldados de España para luchar en Rusia. En 1813, se firma el Tratado de Valençay, en el que Napoleón reconoce a Fernando VII como rey y comienza la retirada de sus tropas.
Cabe destacar que este conflicto tuvo un alto nivel de violencia y supuso la destrucción del tejido económico, el caos administrativo, la independencia de las colonias y la desaparición de estructuras sociales y políticas del Antiguo Régimen.
Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812
Con el inicio de la Guerra de Independencia, comienza en España un proceso cuyo objetivo es hacer desaparecer los elementos del Antiguo Régimen empleando las ideas ilustradas. Este movimiento se conoce como revolución liberal burguesa y surgió tras los levantamientos del 2 de mayo de 1808, frente a las autoridades españolas acusadas de colaborar con los franceses.
El gobierno fue destituido y se crearon juntas locales, integradas por las élites de cada ciudad, donde la ideología liberal comenzó a tener cierto peso. Estos organismos se agruparon en Juntas Provinciales y, más tarde, se formó la Junta Suprema Central, asentada en Sevilla, que tomó el mando de la guerra contra los franceses y la labor de gobierno, aprovechando el vacío de poder. La creación de un poder nuevo, al margen de las autoridades del Antiguo Régimen, constituye una verdadera revolución.
Surgió la necesidad de convocar las Cortes, una vieja asamblea estamental que no se reunía desde 1789, ya que parecían legitimadas para adoptar las posibles reformas que hubiera que emprender para modernizar el país. Tras estos acontecimientos, se abrió el debate:
- Absolutistas: Integrados por la nobleza y el clero, defendían el derecho de Fernando VII y unas Cortes tradicionales.
- Liberales: Compuestos por aquellos que deseaban unas Cortes que representaran a la nación.
Estas ideas liberales se desarrollaron en España gracias a la presencia de José I, monarca francés que comenzó paralelamente su reforma del Antiguo Régimen con la carta otorgada conocida como el Estatuto de Bayona.
Las diferencias entre los dos grupos se hicieron mayores y, en 1810, los absolutistas consiguieron que la Junta Central se disolviera y actuara como una Regencia en nombre de Fernando VII. Antes de esto, se convocaron las Cortes de Cádiz con una concepción liberal. Frente a las viejas Cortes, las de Cádiz representaron a toda la nación (aunque con ausencia del campesinado y sobredimensión de otros grupos) y a cada diputado le correspondía un voto. Sus miembros fueron elegidos mediante un sufragio universal indirecto, donde votaban los varones mayores de 25 años y con domicilio fijo. También se consideró a los españoles de América como una parte más de la patria.
La escasa representatividad nombrada anteriormente permitió a los liberales dominar las Cortes e iniciar la revolución burguesa. Mediante una serie de decretos, iniciaron el desmantelamiento del Antiguo Régimen:
- Declaración de la soberanía nacional.
- Establecimiento de la libertad económica: abolición de señoríos jurisdiccionales, supresión del mayorazgo e implantación de la libertad de industria y comercio (desapareciendo los gremios y monopolios).
- Igualdad jurídica: desaparecen privilegios estamentales y territoriales.
- Establecimiento de un nuevo modelo fiscal en el que todos pagan en función de su riqueza.
- Libertades políticas: se elimina la Inquisición y comienza la libertad de imprenta.
La Constitución de 1812
Las Cortes iniciaron la elaboración de una constitución que recogiera las bases del nuevo sistema, la cual fue promulgada el 19 de marzo de 1812. De esta forma, se consideró la primera Constitución genuinamente española y fue popularmente conocida como La Pepa. Este texto contó con elementos muy avanzados junto a medidas arcaicas que se tuvieron que incluir para que fuera aceptada por los absolutistas. Por ejemplo:
- Estableció la soberanía nacional, los derechos y libertades individuales.
- Contemplaba la justicia como un poder independiente.
- Estableció la oficialidad de la religión católica.
- Cedía al rey el Poder Ejecutivo y el derecho a veto, al mismo tiempo que compartía con las Cortes el poder legislativo.
En el año 1813, tras la firma del Tratado de Valençay, las tropas francesas abandonaron la península y Fernando VII regresó a España como rey. Aclamado por la euforia popular y unido a su perfil conservador, fue capaz de eludir la jura de la Constitución, que habría reducido su poder.
Reinado de Fernando VII: Liberalismo vs. Absolutismo y el Proceso de Independencia Colonial
En 1814, tras la derrota de los franceses en la Guerra de Independencia, una coalición europea derrotó a Napoleón y se reunió en el Congreso de Viena con el fin de restaurar a los reyes y dinastías legítimas, los regímenes absolutistas y crear la Santa Alianza, un organismo encargado de vigilar y prevenir el estallido de nuevos brotes revolucionarios. La idea de restaurar el viejo orden derribado por la revolución liberal se conoce como Restauración.
En España, Fernando VII tuvo que lidiar con esta restauración y con elementos ilustrados como la Constitución de 1812 tras su regreso en 1814.
El Sexenio Absolutista (1814-1820)
El nuevo rey declaró nula la Constitución y todas las leyes elaboradas por las Cortes de Cádiz, refugiándose en la euforia popular y el *Manifiesto de los Persas*. Inició una dura represión contra los liberales, basada en ejecuciones, por lo que los creadores de La Pepa comenzaron a formar sociedades secretas (como los masones) o a exiliarse a Inglaterra. Los escasos apoyos sociales con que contaban los liberales hicieron que recurrieran a los pronunciamientos militares, sin éxito, entre los años 1814 y 1820.
El Trienio Liberal (1820-1823)
En enero de 1820, el coronel Riego se pronunció al mando de las tropas que iban a embarcar en Cádiz para sofocar la independencia de las colonias. Su golpe tuvo éxito y se extendió a otras guarniciones, haciendo que Fernando VII se convirtiera en un rey constitucional. De esta forma, se inició en España el segundo intento de revolución liberal, eligiendo unas nuevas Cortes y profundizando una legislación anticlerical, donde se desamortizaron tierras y se expulsó a los jesuitas.
Paralelamente, entre los liberales se distinguieron dos tendencias:
- Doceañistas: Partícipes en la elaboración de la Constitución y más moderados.
- Veinteañistas: Conocidos así por su participación durante el Trienio Liberal y más progresistas.
Los absolutistas, conocidos como *realistas*, desarrollaron una fuerte oposición valiéndose del derecho al veto del rey establecido en la Constitución del 12, que se incrementó a partir de 1822 con un carácter más violento (sublevación de la guardia real y formación de la Regencia de la Seo de Urgel).
Finalmente, la intervención extranjera de la Santa Alianza en el Congreso de Verona consiguió acabar con la revolución española gracias a la invasión del ejército de los Cien Mil Hijos de San Luis en 1823. En septiembre, el Gobierno y las Cortes, refugiadas en Cádiz con el rey, se rindieron y Fernando VII restauró el absolutismo, acabando con el Trienio Liberal.
La Década Ominosa (1823-1833) y la Independencia Americana
Comienza así la llamada Década Ominosa (1823-1833), que se divide en dos periodos:
- 1823 a 1826: Fernando VII aplica una nueva y feroz represión contra los liberales e intenta restaurar la Inquisición.
- 1826 a 1833: Fernando aplica una política más moderada con una serie de reformas administrativas que recuerdan al despotismo ilustrado, debido a la crisis económica, la deuda contraída con Gran Bretaña y la presión internacional que consideraba contraproducente el absolutismo del monarca.
Esta política provocó la oposición tanto de los liberales (que eran objeto de represión) como de los *Apostólicos* (que consideraban las reformas como claudicaciones ante el liberalismo).
La preocupación causada por el envejecimiento del Rey hizo que su cuarta mujer, embarazada de una niña, lo convenciera para derogar la Ley Sálica, publicando la Pragmática Sanción, a pesar del enfado de los carlistas.
El Proceso de Independencia Colonial
En 1810 se inició la emancipación de las colonias americanas, aprovechando el caos español. Esto se debió al descontento criollo por la falta de poder político, el aumento de la presión fiscal, el monopolio comercial y la existencia de dos modelos liberales a los que imitar (Revolución Francesa e Independencia de Estados Unidos). A esto se sumó la pérdida de la flota en Trafalgar y la invasión francesa, que desencadenó la formación de Juntas que destituyeron a los antiguos gobiernos. Aunque en un primer momento fueron leales al Rey, pronto comenzaron a formar congresos, proclamando su independencia y elaborando constituciones. Se iniciaron así guerras contra los españoles y de carácter civil, ya que los criollos querían mantener su predominio sobre los indígenas.
De 1814 a 1816, Fernando VII envió un ejército que recuperó el control, salvo en Argentina. En 1816, comenzaron de nuevo campañas militares apoyadas por Estados Unidos, como la de Simón Bolívar en la batalla de Boyacá, que consiguió liberar Nueva Granada. El imperio colonial se redujo a Cuba, Puerto Rico y Filipinas, convirtiendo a España en una potencia de segundo orden y ocasionando una gran crisis al país.
El Reinado de Isabel II (1833-1868): La Construcción del Estado Liberal
Durante el reinado de Isabel II se produjo el tránsito definitivo del Antiguo Régimen al régimen liberal: se configuró una monarquía constitucional, se sentaron las bases de una economía capitalista y desapareció la vieja sociedad estamental, que fue sustituida por una sociedad de clases, creándose un compromiso entre la vieja nobleza y la nueva burguesía liberal. El reinado de Isabel II puede dividirse en dos etapas en función de la mayoría de edad de la reina.
La Primera Guerra Carlista y la Evolución Política
Las Regencias y la Primera Guerra Carlista (1833-1843)
Entre 1833 y 1843 se sucedieron las regencias. En la primera, con su madre María Cristina de Nápoles como regente, se desarrolló la Primera Guerra Carlista. Este conflicto enfrentó a Carlos María Isidro (hermano de Fernando VII) y a los partidarios de su sobrina Isabel. Su origen radica en la oposición de los carlistas a la Pragmática Sanción, publicada por Fernando VII para abolir la Ley Sálica.
A esta crisis sucesoria se sumó una ideología opuesta al liberalismo isabelino, la cual defendía las viejas tradiciones del Antiguo Régimen, el absolutismo monárquico, el catolicismo, los fueros vascos y navarros y el mundo rural. La fuerza del carlismo se explica por su posición entre los pequeños campesinos, la baja nobleza y el bajo clero regular en la mitad norte peninsular, en especial en Cataluña, el País Vasco y Navarra.
A la muerte de Fernando VII se produjeron los primeros levantamientos de campesinos contra Isabel II, que proclamaron a Carlos V como rey y se hicieron con el poder en las zonas rurales con una guerra de guerrillas dirigida por generales como Cabrera y Maroto. El momento álgido de la guerra se produjo en 1837 con la Expedición Real, la cual llegó a las puertas de Madrid. Tras varios años sin que ni carlistas ni isabelinos consiguieran modificar el rumbo de la guerra, en 1839 se firmó el Convenio de Vergara, por el que los isabelinos se comprometían a reconocer los grados militares carlistas y respetar los fueros.
El carlismo fue decisivo en España, ya que condicionó en buena manera la historia del siglo XIX, provocando un déficit de la Hacienda, una imagen bárbara y un atraso del país. Por tanto, sentó los tres pilares fundamentales en los que se basó el reinado de Isabel II:
- Su carácter monárquico claramente moderado.
- Su apoyo a los partidos liberales.
- El gran intervencionismo militar de los *espadones* en la vida política del país mediante pronunciamientos, lo que los convirtió en los protagonistas del cambio político.
Partidos Políticos y Modelos Constitucionales
Tras la subida al trono de Isabel II en 1833, se produjo el regreso de muchos liberales exiliados, los cuales perfilaron dos modelos políticos con dos puntos de vista diferentes acerca de cómo debía ser el Estado liberal. Estos modelos sirvieron para crear los primeros partidos políticos:
- Partido Moderado: Se basó en el liberalismo doctrinario. Pretendía eliminar de forma gradual el Antiguo Régimen mediante una alianza entre las altas clases sociales. Querían amplios poderes para el monarca, recortando los derechos y libertades.
- Partido Progresista: Se basó en el liberalismo popular. Quiso recortar el poder del rey, ampliar el sufragio y los derechos y libertades, incluso en materia religiosa.
El monopolio de estos dos partidos y la inestabilidad política propiciaron la aparición de dos nuevos partidos: el Demócrata (que pretendía crear un Estado democrático en el que todas las clases sociales tuvieran los mismos derechos) y la Unión Liberal (una opción de centro entre moderados y progresistas, dirigida por O’Donnell).
Dinámica Política del Reinado
La dinámica política del reinado de Isabel II se puede dividir en dos grandes etapas:
Las Dos Regencias (Minoría de Edad)
- Primera Regencia (María Cristina): Con Cea Bermúdez al frente del gobierno, se redactó el Estatuto Real de 1834. Este sistema tan autoritario provocó levantamientos populares y obligó a la regente a nombrar a Mendizábal como jefe de gobierno, quien inició la desamortización de las tierras de la Iglesia. En 1836, un grupo de militares se pronunció en La Granja a favor de la Constitución del 12, y la reina se vio obligada a convocar elecciones a Cortes que iniciaron la elaboración de la nueva Constitución de 1837, progresista pero con grandes guiños a los moderados (Cortes bicamerales, no liberalidad de cultos y el derecho a veto de la reina, que compartía el poder legislativo con las Cortes).
- Segunda Regencia (General Espartero): Nombrado por las Cortes tras el exilio de María Cristina por la oposición a la Ley Municipal. Su autoritarismo provocó el pronunciamiento de Narváez en 1843 y la declaración de la mayoría de edad de la reina.
Mayoría de Edad de Isabel II
- Década Moderada (1844-1854): Gobernaron Narváez y Bravo Murillo, basándose en la Constitución de 1845, que fue una reformulación moderada de la progresista del 37. En ella se establecía la oficialidad de la religión católica, los amplios poderes del Rey y un sufragio más reducido. Se creó la Guardia Civil y se firmó el Concordato con la Santa Sede.
- Bienio Progresista (1854-1856): Comenzó gracias al pronunciamiento de O’Donnell y Espartero en la Vicalvarada y la publicación del Manifiesto de Manzanares. Ambos gobiernos intentaron promulgar sin éxito la Constitución *non nata* de 1856, aprobaron la desamortización de Madoz y la Ley del Ferrocarril. El aumento del protagonismo del pueblo hizo que las élites económicas anhelaran el orden y el control.
- Bienio Moderado (1856-1858): Se implantó la Constitución del 45.
- Gobiernos de la Unión Liberal (1858-1863): O’Donnell gobernó en una época de gran estabilidad política y económica, en la que España recuperó su prestigio internacional (Guerra de Marruecos, Guerra del Pacífico).
- Crisis Final (1863-1868): Narváez volvió a gobernar y el partido moderado alcanzó sus cotas autoritarias y violentas (como en la Noche de San Daniel), lo que obligó a los partidos de la oposición a aliarse en el Pacto de Ostende. Finalmente, en 1868, un nuevo pronunciamiento abrió la puerta a una revolución que provocó el derrocamiento de Isabel II, dando comienzo al Sexenio Revolucionario, una etapa de gran crispación política y social que no consiguió implantar un sistema político estable.
Transformaciones Económicas y Sociales: Las Desamortizaciones
Durante el reinado de Isabel II se produjo el tránsito definitivo del Antiguo Régimen (AR) al régimen liberal: se configuró una monarquía constitucional, se sentaron las bases de una economía capitalista y desapareció la vieja sociedad estamental, que fue sustituida por una sociedad de clases, basándose en un compromiso entre la vieja nobleza y la nueva burguesía liberal. Esta evolución se manifestó en la transformación de la agricultura, los inicios de la industrialización y la construcción de un mercado nacional unificado.
La Liberación del Mercado de la Tierra
Los principales cambios que se produjeron en la tierra estuvieron orientados a conseguir la libre compraventa de las mismas mediante la liberación del mercado. Las principales medidas tomadas fueron:
- Supresión del régimen de mayorazgo (1836): Convirtió la tierra en una propiedad plena y de libre disposición de sus titulares, los nobles.
- Supresión de los señoríos jurisdiccionales (1837): Tuvo una consecuencia negativa para muchos campesinos que no pudieron demostrar ser los propietarios de sus tierras, ya que los nobles se quedaron con ellas.
- Las Desamortizaciones: Proceso por el cual el Estado expropia tierras amortizadas (eclesiásticas y comunales) para venderlas en pública subasta y aumentar así los ingresos de la Hacienda, facilitar la inversión y la modernización de la agricultura, y conseguir apoyos para el régimen liberal con los nuevos propietarios.
Dos grandes procesos desamortizadores, conocidos por el nombre de los ministros progresistas que los impulsaron:
- Desamortización de Mendizábal (1836): Afectó a la Iglesia. Su objetivo era el arreglo de la deuda y la reforma fiscal.
- Desamortización de Madoz (1855): Conocida como la Ley de Desamortización General, pretendía completar la ley de Mendizábal y extenderla a las tierras municipales. Con los recursos obtenidos en la de Madoz se pretendía poner en marcha la Ley de Ferrocarriles de 1855.
En la práctica, las consecuencias de estas medidas no provocaron la supuesta modernización de la agricultura. Se mantuvo el estancamiento, ya que los grandes propietarios mantuvieron el sistema de explotación tradicional, no se redujo el tamaño de la propiedad y se contribuyó a reforzar el latifundio y el minifundio. La consolidación de la gran propiedad enriqueció a la nobleza, la burguesía, medianos propietarios y gobernantes locales que poco a poco se convirtieron en caciques. Sin embargo, los campesinos se vieron perjudicados por los terratenientes, lo que los convertiría en un caldo de cultivo revolucionario donde se extenderían las ideas anarquistas.
La Nueva Sociedad de Clases
La evolución hacia el Estado liberal significó el fin de la sociedad estamental y la aparición de una sociedad de clases, en la que todos los individuos son jurídicamente iguales, no hay privilegios y se organizan en clases sociales (grupos abiertos a los que se pertenece en función del nivel económico y no del nacimiento). Por lo tanto, es posible la movilidad social, tanto en sentido ascendente como descendente.
A lo largo del reinado de Isabel II se produjo una unión de intereses entre la alta nobleza y la alta burguesía, creando una nueva aristocracia. La Iglesia perdió gran parte de su poder económico y su influencia entre la nueva clase proletaria y los sectores intelectuales. Las clases burguesas adquirieron el papel de nuevas clases dirigentes, desplazándose hacia posiciones más conservadoras para mantener el poder que habían conseguido mediante la revolución, mientras se producía el empobrecimiento de las clases populares.
Estructura Social
Se llevó a cabo una división tanto cualitativa como cuantitativa entre las clases sociales, distinguiéndose los siguientes grupos:
- Clase Alta (Oligarquía): Resultante de la unión entre la alta nobleza (beneficiada por la liberación del mercado de la tierra) y la burguesía (titular de empresas e inversora en industria y la construcción de ferrocarriles). Esta unión formó una oligarquía que ejerció el poder mediante el sufragio censitario, el control del Senado y las atribuciones al rey. Esta oligarquía constituyó el Partido Moderado y apoyó la Restauración. Cabe destacar en este grupo a la burguesía industrial catalana, impulsora del nacionalismo catalán.
- Clases Medias: Un grupo heterogéneo y reducido, integrado por profesionales liberales, medianos propietarios, pequeños comerciantes, funcionarios y militares. Por su nivel económico, distante del poder de la oligarquía como de las penurias de las clases populares, oscilaron entre el apoyo al progresismo, el liberalismo democrático y el republicanismo. En pequeñas ciudades conservadoras, se identificaron con el carlismo.
- Clases Populares: Compartían la precariedad y la inseguridad debido a la falta de recursos. Se dividían en:
- *Clases Rurales:* Las más numerosas, subdivididas en pequeños campesinos y jornaleros (abundantes en los grandes latifundios del Sur, donde malvivían en un régimen de semiesclavitud ligada a la tierra y eran la base social del anarquismo).
- *Clases Urbanas:* Asentadas en los suburbios y crecientes por el éxodo rural y la industrialización. Al principio se identificaron con los progresistas, demócratas y republicanos, aunque todos ellos se sumaron a un proletariado cada vez más organizado que acabaría militando en las dos grandes corrientes del movimiento obrero.
Las primeras protestas se desarrollaron en Cataluña con la destrucción de máquinas y en Andalucía con la ocupación de tierras. En 1864, con el objetivo de organizar estos levantamientos, se creó la AIT (Asociación Internacional de Trabajadores) y se comenzaron a distinguir dos corrientes: el marxismo y el anarquismo, los cuales se extendieron a España, reconociéndose en 1868 el derecho de asociación. En resumen, todas estas transformaciones, tanto en agricultura, industria y sociedad, surgieron gracias a los gobiernos que garantizaron la libertad y la igualdad de todos los individuos ante la ley gracias a los textos constitucionales.